El debate sobre un Ombudsperson de la OMC

La necesidad de acrecentar la transparencia y la responsabilidad social de las instituciones del sistema multilateral del comercio internacional, se está tornando cada vez más evidente. Responsabilidad social en el sentido de informar y explicar lo que se está negociando y el alcance efectivo de lo que se acuerda. Y en el sentido de facilitar la comprensión de los efectos que se supone deben producir las reglas que se acuerdan y las concesiones que se efectúan.


Tal necesidad se observa también en el plano interregional y regional. En este sentido, nos interrogamos sobre si la creación en la OMC de la figura de un Ombudsperson, introduciría una mejora en la eficacia de su marco institucional.

Carolyn Deere Birkbeck (Senior Fellow at ICTSD and Senior Researcher at the Global Economic Governance Programme at the University of Oxford, where she conducts research on global economic governance), editó en el 2011 un libro cuyo contenido es de actualidad en vísperas de la Undécima Conferencia Ministerial de la OMC, que se realizará en Buenos Aires en diciembre de este año:"Making Global Trade Governance Work for Development. Perspectives and Priorities from Developing Countries", Edited by Carolyn Deere Birkbeck, Cambridge University Press, Cambridge 2011 (ver en la Sección Lecturas Recomendadas otras dos publicaciones de Carolyn Deere Birkbeck, que contienen material de interés y actualidad en relación a la gobernanza comercial internacional), explica Félix Peña en su newsletter del mes de setiembre..

En el mencionado libro se incluye un artículo nuestro que contiene algunas propuestas que, entendemos, mantienen actualidad para todo intento de fortalecer el sistema multilateral del comercio internacional institucionalizado en la OMC. El título del capítulo es "Why not an ombudsperson at the WTO? A Proposal for Debate" (páginas 442 a 458).

La necesidad de acrecentar la transparencia y la responsabilidad social de las instituciones del sistema multilateral del comercio internacional, se está tornando cada vez más evidente. Responsabilidad social en el sentido de informar y explicar lo que se está negociando y el alcance efectivo de lo que se acuerda. Y en el sentido de facilitar la comprensión de los efectos que se supone deben producir las reglas que se acuerdan y las concesiones que se efectúan. Tal necesidad se observa también en el plano interregional y regional. En este sentido, nos interrogamos sobre si la creación en la OMC de la figura de un Ombudsperson, introduciría una mejora en la eficacia de su marco institucional.

Carolyn Deere Birkbeck (Senior Fellow at ICTSD and Senior Researcher at the Global Economic Governance Programme at the University of Oxford, where she conducts research on global economic governance), editó en el 2011 un libro cuyo contenido es de actualidad en vísperas de la Undécima Conferencia Ministerial de la OMC, que se realizará en Buenos Aires en diciembre de este año:"Making Global Trade Governance Work for Development. Perspectives and Priorities from Developing Countries", Edited by Carolyn Deere Birkbeck, Cambridge University Press, Cambridge 2011 (ver en la Sección Lecturas Recomendadas otras dos publicaciones de Carolyn Deere Birkbeck, que contienen material de interés y actualidad en relación a la gobernanza comercial internacional), explica Félix Peña en su newsletter del mes de setiembre..

En el mencionado libro se incluye un artículo nuestro que contiene algunas propuestas que, entendemos, mantienen actualidad para todo intento de fortalecer el sistema multilateral del comercio internacional institucionalizado en la OMC. El título del capítulo es "Why not an ombudsperson at the WTO? A Proposal for Debate" (páginas 442 a 458).

La necesidad de acrecentar la transparencia y la responsabilidad social de las instituciones del sistema del comercio internacional, se ha tornado más evidente en los últimos tiempos. Responsabilidad social en el sentido de informar y explicar lo que se está negociando y el alcance efectivo de lo que se acuerda. También en el sentido de facilitar la comprensión de los efectos que se supone deben producir las reglas que se acuerdan y, en especial, las concesiones que se efectúan.

Tal necesidad se observa, por cierto, en el plano global multilateral en la OMC. Pero también se observa en el plano interregional y regional. Un ejemplo en el plano interregional han sido las reacciones que se observaron como consecuencia de la falta de transparencia de las negociaciones del Trans-Pacific Partnership (TPP). Y en el plano regional, un ejemplo pueden ser las dificultades que suelen tener los ciudadanos de los países miembros del Mercosur, a fin de tener un acceso fluido a información suficiente sobre el desarrollo de sus procesos de decisión y, en especial, sobre las negociaciones que se llevan adelante con terceros países.

El caso de las dilatadas negociaciones bi-regionales entre el Mercosur y la UE, es quizás un ejemplo claro de insuficiente información a la gente sobre lo que efectivamente se puede prever que será el contenido de lo que se acuerde a fin de este año, que es el momento en que según han dejado trascender ambas partes, la negociaciones estarían concluidas.

En el antes mencionado capítulo del libro de Carolyn Deere Brikbeck, nos interrogamos sobre si la creación en la OMC de la figura de un Ombudsperson, esto es una Defensoría del Pueblo (o de la Gente), introduciría una mejora del potencial de eficacia del marco institucional del sistema multilateral del comercio internacional, con el consiguiente impacto positivo para la gobernanza económica global. Señalamos, asimismo, sobre cómo tal figura podría introducirse en el actual marco institucional de la OMC, obteniendo al efecto el apoyo de todos los países miembros y en particular, de los países en desarrollo.

¿Cuáles podrían ser, en tal caso, algunas de sus principales funciones y sus modalidades operativas? Y ¿hasta qué punto y cómo, tal figura pudiera contribuir a fortalecer la participación de los países en desarrollo y de sus pueblos, en los beneficios que se supone debe genera el sistema multilateral del comercio global?.

El objetivo que teníamos era instalar algunas ideas y sugerencias que eventualmente pudieran contribuir a lo que considerábamos un necesario debate global sobre la conveniencia de crear tal figura en la estructura institucional de la OMC, con la finalidad de aproximarla más a la gente de los países miembros y de mejorar sustancialmente la participación de las naciones en desarrollo. No imaginábamos, por cierto, un efecto desmesurado de tal propuesta. Pero sí entendíamos que ella podría insertarse en un contexto más amplio de innovaciones institucionales, que tuvieran como efecto acrecentar la eficacia del sistema multilateral del comercio global y de acortar la distancia que muchas veces se observa que existe con las respectivas sociedades civiles, con los consiguiente efectos sobre su legitimidad social debido a su efectiva contribución al desarrollo sustentable y a una gobernanza global más justa.

Entendemos que tres factores contribuyen a tornar factible una propuesta como la aquí presentada.

Un primer factor es el de las continuas innovaciones en el campo de las tecnologías de información, que se ha traducido en una creciente demanda pública para tener un fácil acceso a la información que es relevante. La calidad de las páginas Web de instituciones como la OMC y la amplitud de la información allí incluida es algo cada día más valorado por las opiniones públicas. Sin embargo en otros casos, como por ejemplo el del Mercosur, no siempre es fácil encontrar información actualizada y relevante en su página Web.

Un segundo factor tiene que ver con profundos cambios culturales con amplias implicancias políticas, que se observan tanto a nivel interno de los países como en el global. Uno de tales cambios tiene que ver con el hecho que cada vez más, la gente en los países están -o comienzan a estar- conscientes del poder que tienen, especialmente como consumidores, trabajadores, intelectuales, emprendedores, ciudadanos. A la vez, están crecientemente conscientes de la importancia que pueden tener para su vida diaria -y para los de sus descendientes- las decisiones que se adoptan al nivel de organizaciones internacionales tales como la OMC.

Instituciones y reglas al nivel global son percibidas, y con razón, como un importante factor en las estrategias de desarrollo y de competitividad internacional de todas las naciones, sean ellas grandes o pequeñas, desarrolladas o en desarrollo, y en sus empresas, como también en la proyección futura de sus poblaciones. Como resultado de ello, cada vez más la gente está inclinada a usar su poder, y a demandar vehículos y canales a través de los cuales ejercen el poder que tienen.

En todas partes y precisamente por ser ahora más factible tecnológicamente, más gente demanda estar bien informada y tener más participación en la elaboración de nuevas políticas y reglas que puedan incidir en sus vidas y en sus futuros. Ello es así, no sólo en el plano interno de sus respectivos países, pero también en el plano de las instituciones globales y regionales, tales como la OMC y el Mercosur.

Es posible predecir que el empoderamiento de la sociedad civil, aun aceptando las diferencias que puedan existir entre distintos países, es una tendencia que se acrecentará en el futuro, impactando en la demanda por información de primera calidad y por tener participación, tanto en el plano nacional como en el global y regional, especialmente en relación a los procesos de adopción de decisiones y de producción de reglas de juego.

Y un tercer factor, en parte resultante de los dos antes mencionados, es que ahora están aumentando las demandas para la responsabilidad social de cualquier individuo o instituciones con poder y, especialmente con competencias para incidir en todo lo concerniente a la vida y al futuro de los ciudadanos. Se puede asumir que continuará aumentando en el futuro.

En las cuestiones de competencia de la OMC la responsabilidad principal continúa en el ámbito de las instituciones nacionales de cada país. Pero crecientemente las instituciones globales compartirán con aquellas la responsabilidad en lo que concierne a la calidad, eficacia y efectividad de las decisiones que en su ámbito se adopten y, muy en particular, del cumplimiento de sus reglas de juego, especialmente en todo aquello que pueda incidir en el desarrollo económico sustentable y en el bienestar de la gente, incluyendo sus perspectivas de futuro.

Concretamente, las demandas de transparencia y de responsabilidad social por parte de la gente en todo el mundo, presentarán desafíos crecientes para la eficacia y también para la legitimidad social del sistema multilateral de comercio internacional. No es algo que podrá resolverse sólo en el nivel interno de cada nación, aun cuando éste continúe siendo el más importante. Pero la creciente opinión pública global demandará también más transparencia y responsabilidad del sistema multilateral de comercio internacional.

Como señalamos antes, el debate que sugerimos debería concentrarse en la necesidad y conveniencia de introducir un espacio institucionalizado de monitoreo de la responsabilidad social de la OMC; en las funciones que tal espacio debería cumplir, y en los procedimientos que podrían emplearse para canalizar un debate sobre la necesidad, objetivos y funciones de tal espacio institucionalizado.

Una función central de la figura del Ombudsperson sería la de expresar, ante hechos y situaciones concretas, una opinión independiente y con argumentos técnicos sólidos, con respecto a la eficacia de acciones desarrolladas en el marco de los objetivos y reglas del sistema multilateral del comercio y de la OMC, incluyendo sobre sus niveles efectivos de transparencia. Tal opinión independiente debería tomar en consideración los objetivos principales del sistema, especialmente como ellos fueron definidos en el Preámbulo del Acuerdo de Marrakech por el que se estableció la OMC, que se supone que expresan los intereses de los pueblos y en especial, de los de los países en desarrollo.

El proceso de creación de la figura del Ombudsperson, convendría que fuera gradual y que se desarrolle con intensas consultas en y entre los países miembros. En una primera fase, tal figura podría tener funciones más limitadas que las que podrían luego desarrollarse y, en especial, debería expresarse a través de opiniones no vinculantes, pero sólidas en su fundamentación técnica. El recurso a las competencias del Ombudsperson, debería originarse en instituciones reconocidas de la sociedad civil de los países miembros, o de organizaciones no gubernamentales internacionales, siempre que operen con un alto grado de transparencia de sus membrecías, objetivos y financiamiento. El foco principal de las cuestiones que pudieran plantearse, tendría que relacionarse con insuficiencias del sistema multilateral del comercio global, que afecten su eficacia para lograr sus principales objetivos, y especialmente aquellas relacionadas con los niveles de transparencia.

Traer a la gente de los países miembros más cerca del sistema multilateral del comercio global, sería entonces uno de los efectos más relevantes a conseguir con la puesta en práctica de una iniciativa como la propuesta.

El hecho que se realice en diciembre de este año la Undécima Conferencia Ministerial de la OMC y luego el año próximo la Cumbre del G20 - ambas en Buenos Aires- abre ventanas de oportunidad para estimular un debate sobre ésta y otras ideas que permitan mejorar sustancialmente la gobernanza económica global y, en especial, su impacto en los países en desarrollo y sobre sus respectivas ciudadanías.

 

 

http://www.felixpena.com.ar | info@felixpena.com.ar

Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group. Ampliar trayectoria.

 

 

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