La sociedad civil frente al golpe de estado en Bolivia

La conmoción en todo el continente continúa debido a la crisis institucional en Bolivia que sucedió tras el golpe de Estado que provocó la renuncia del ahora ex presidente Evo Morales. Algunos pronunciamientos de distintos sectores de la sociedad civil.


La academia

Pronunciamiento del Diploma Superior “Desarrollo, políticas públicas e integración regional” del Área Estado y Políticas Públicas de la FLACSO Argentina en relación al Golpe de Estado perpetrado en el Estado Plurinacional de Bolivia (11/11/19), por Racovschik, María Alejandra

Indudablemente América Latina hoy se encuentra convulsionada. Sea por la reacción y resistencia que generan las medidas de ajuste aplicadas por los gobiernos neoliberales causantes de más pobreza, exclusión y desigualdad social (como observamos en los casos de Chile, Ecuador, Haití y Costa Rica) o por el tremendo impacto que ha causado la liberación de Luis Inacio “Lula” Da Silva luego de haber permanecido más de quinientos días preso víctima de la persecución política y del “lawfare” en Brasil que también han sufrido otros líderes populares en la Región. Pero sin lugar a dudas, el golpe de Estado perpetrado en Bolivia en las últimas horas que terminó con la renuncia de su presidente, Evo Morales, ha causado estupor y un profundo sentimiento de dolor en la mayor parte de las sociedades latinoamericanas que nuevamente somos testigos de estas prácticas violentas, anacrónicas y por sobre todas las cosas, esencialmente antidemocráticas.

Lo que se originó como una demanda que exigía la auditoría sobre los comicios del pasado 20 de octubre, derivó en la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA) que, a solicitud del propio presidente, realizó un informe en el que se recomendaba un nuevo llamado a elecciones que terminó confirmando el propio Evo Morales este último fin de semana. Pero al fin y al cabo, esto tampoco pareció ser suficiente para los opositores que directa y abiertamente pedían la renuncia de Evo Morales, dejando en claro que aquella demanda no encontraba sus fundamentos en la defensa de la democracia y el Estado de Derecho sino en una reacción y sentimiento de intolerancia y xenofobia hacia su clase dirigente y el origen (indígena) de la mayor parte de la población a la que representa. A esta altura, la violencia ya había tomado las calles y el golpe estaba en marcha.

Tras el auto acuartelamiento y la presión de las fuerzas de seguridad sobre el presidente, la renuncia de Evo Morales y la totalidad de su gabinete no tardó en llegar en pos de evitar una mayor escalada de violencia y buscando la pacificación del conflicto. A horas de desencadenados los hechos, la situación de Bolivia es compleja e incierta, y lamentablemente la Región hoy no cuenta con los mecanismos institucionales regionales que otrora funcionaron como herramientas de estabilización democrática en América del Sur, ya se trate de la UNASUR (cuya primera intervención fue justamente evitando un golpe de Estado en 2008 en Bolivia), desarticulada por lo actuales gobiernos de la Región, o la cláusula democrática del MERCOSUR, utilizada discrecionalmente en el caso de Venezuela pero no en los casos de Chile (donde también recordemos hay innumerables denuncias por los excesos cometidos por las fuerzas policiales bajo la orden del presidente Piñera) y ahora en Bolivia para intentar mediar en estos conflictos.

Por otra parte, la pasividad y en muchos casos el silencio que guardan algunos gobiernos -como el nuestro- y organismos regionales como la propia OEA frente a este hecho, dejan al descubierto el doble estándar que los mismos adoptan en los diferentes casos; ello sumado a las repudiables declaraciones del presidente norteamericano quien abiertamente ha avalado el golpe, no dejan de causar una profunda preocupación e indignación.

En este sentido, desde el Diploma Superior Desarrollo, políticas públicas e integración regional del Área Estado y Políticas Públicas, manifestamos nuestra profunda consternación y rechazo frente al GOLPE DE ESTADO perpetrado en Bolivia y nuestra solidaridad con su presidente Evo Morales y el pueblo boliviano

Los analistas

Las cinco lecciones, por Atilio A. Boron

La tragedia boliviana enseña con elocuencia varias lecciones que nuestros pueblos y las fuerzas sociales y políticas populares deben aprender y grabar en sus conciencias para siempre. Aquí, una breve enumeración, sobre la marcha, y como preludio a un tratamiento más detallado en el futuro. Primero, que por más que se administre de modo ejemplar la economía como lo hizo el gobierno de Evo, se garantice crecimiento, redistribución, flujo de inversiones y se mejoren todos los indicadores macro y microeconómicos la derecha y el imperialismo jamás van a aceptar a un gobierno que no se ponga al servicio de sus intereses.

Segundo, hay que estudiar los manuales publicados por diversas agencias de EEUU y sus voceros disfrazados de académicos o periodistas para poder percibir a tiempo las señales de la ofensiva. Esos escritos invariablemente resaltan la necesidad de destrozar la reputación del líder popular, lo que en la jerga especializada se llama asesinato del personaje (“character assasination”) calificándolo de ladrón, corrupto, dictador o ignorante. Esta es la tarea confiada a comunicadores sociales, autoproclamados como “periodistas independientes”, que a favor de su control cuasi monopólico de los medios taladran el cerebro de la población con tales difamaciones, acompañadas, en el caso que nos ocupa, por mensajes de odio dirigidos en contra de los pueblos originarios y los pobres en general.

Tercero, cumplido lo anterior llega el turno de la dirigencia política y las elites económicas reclamando “un cambio”, poner fin a “la dictadura” de Evo que, como escribiera hace pocos días el impresentable Vargas Llosa, aquél es un “demagogo que quiere eternizarse en el poder”. Supongo que estará brindando con champagne en Madrid al ver las imágenes de las hordas fascistas saqueando, incendiando, encadenando periodistas a un poste, rapando a una mujer alcalde y pintándola de rojo y destruyendo las actas de la pasada elección para cumplir con el mandato de don Mario y liberar a Bolivia de un maligno demagogo. Menciono su caso porque ha sido y es el inmoral portaestandarte de este ataque vil, de esta felonía sin límites que crucifica liderazgos populares, destruye una democracia e instala el reinado del terror a cargo de bandas de sicarios contratados para escarmentar a un pueblo digno que tuvo la osadía de querer ser libre.

Cuarto: entran en escena las “fuerzas de seguridad”. En este caso estamos hablando de instituciones controladas por numerosas agencias, militares y civiles, del gobierno de Estados Unidos. Estas las entrenan, las arman, hacen ejercicios conjuntos y las educan políticamente. Tuve ocasión de comprobarlo cuando, por invitación de Evo, inauguré un curso sobre “Antiimperialismo” para oficiales superiores de las tres armas. En esa oportunidad quedé azorado por el grado de penetración de las más reaccionarias consignas norteamericanas heredadas de la época de la Guerra Fría y por la indisimulada irritación causada por el hecho que un indígena fuese presidente de su país. Lo que hicieron esas “fuerzas de seguridad” fue retirarse de escena y dejar el campo libre para la descontrolada actuación de las hordas fascistas -como las que actuaron en Ucrania, en Libia, en Irak, en Siria para derrocar, o tratar de hacerlo en este último caso, a líderes molestos para el imperio- y de ese modo intimidar a la población, a la militancia y a las propias figuras del gobierno. O sea, una nueva figura sociopolítica: golpismo militar “por omisión”, dejando que las bandas reaccionarias, reclutadas y financiadas por la derecha, impongan su ley. Una vez que reina el terror y ante la indefensión del gobierno el desenlace era inevitable.

Quinto, la seguridad y el orden público no debieron haber sido jamás confiadas en Bolivia a instituciones como la policía y el ejército, colonizadas por el imperialismo y sus lacayos de la derecha autóctona. Cuándo se lanzó la ofensiva en contra de Evo se optó por una política de apaciguamiento y de no responder a las provocaciones de los fascistas. Esto sirvió para envalentonarlos y acrecentar la apuesta: primero, exigir balotaje; después, fraude y nuevas elecciones; enseguida, elecciones pero sin Evo (como en Brasil, sin Lula); más tarde, renuncia de Evo; finalmente, ante su reluctancia a aceptar el chantaje, sembrar el terror con la complicidad de policías y militares y forzar a Evo a renunciar. De manual, todo de manual. ¿Aprenderemos estas lecciones?

Noam Chomsky, junto con el analista Vijay Prashad, ya habían alertado días antes de la asonada militar, que en Bolivia se estaba gestando “un golpe de Estado”. Señalaron, en una declaración pública, que los promotores del golpe pertenecen a la oligarquía boliviana que “cuenta con el total apoyo del gobierno de Estados Unidos que desde hace mucho tiempo está ansioso por expulsar a Evo Morales y a su movimiento del poder”. Advierten que “por más de una década, el Centro de Operaciones de la embajada de Estados Unidos en La Paz ha expresado el hecho de que tiene dos planes: el Plan A, el golpe de Estado; Plan B, el asesinato de Morales. Se trata de una grave violación de la Carta de Naciones Unidas y de todas las obligaciones Internacionales, según La Jornada de México.

UNASUR

Mariano Nascone. El exdirector de Asuntos Sociales del Unasur, participó el 14 de noviembre en Córdoba, del ciclo de conversaciones “Nuestra América Sublevada”, organizado por Adiuc, Facultad de Ciencias Sociales de la UNC y Centro de Estudios Avanzados (CEA). Magíster y profesor universitario, Nascone se refirió a lo que ocurre en Bolivia, epicentro de jornadas agitadas tras la renuncia de Evo Morales tras la presión de los militares y la autoproclamación de Jeanine Añez, vicepresidenta del Senado, como primera mandataria.

“Lo que está ocurriendo en Bolivia es claramente un golpe de Estado. Lo podemos justificar con sólo mencionar lo ocurrido: el jefe las Fuerzas Armadas le pide la renuncia a Evo Morales, la persecución a dirigentes oficialistas con quema de casas y distintos lugares. El presidente tuvo que renunciar para salvaguardar su vida. Recordemos el hecho del helicóptero y las fallas o el ataque a su casa. Y un último elemento, que Morales no pudo terminar su mandato presidencial”, afirmó según la reproducción de La Voz.

Para Nascone, Añez no es una presidenta legítima “porque su autoproclamación no fue apegada a las normas de la constitución de Bolivia”. El exdirector de Unasur consideró que detrás de lo que ocurre en Bolivia existe un claro interés de Estados Unidos. “(EE.UU.) está buscando desintegrar la región y que ésta vuelva a ser su patio trasero”.

Ernesto Samper. El expresidente de Colombia, y ex secretario de UNASUR, enfatizó que “hubo un golpe de Estado” en Bolivia ya que “los elementos que se dan hablan de una ruptura democrática”. Asimismo, cargó contra “los Gobiernos de derecha” y aseguró que “si Unasur hubiera estado presente como lo estuvo en los últimos años, seguramente no se habría llegado a este desastre”.
“Todo lo que se relaciona con el golpe de Estado carece de legitimidad. Esto nació y permanecerá viciado hasta que se recomponga por los canales democráticos”, aseveró el miembro del Grupo de Puebla, el conjunto de líderes latinoamericanos de carácter progresista y en al que también pertenece el presidente electo argentino Alberto Fernández.

mercosurabc