Un crimen ecológico de amplia magnitud

El concepto de cambio climático abre paso a otro que describe con rigor el dramático estado de situación: la emergencia climática. Los focos de incendio en el Amazonas y sus repercusiones en el clima mundial. La pérdida de especies. El sector más dañado: el de los pobres.


Dos conferencias, una organizada por el Programa de Responsabilidad Social del Consejo de la Magistratura de la ciudad de Buenos Aires, y otra por la universidad de Maimónides, entre el 28 y el 30 de agosto, tuvieron al pensador Bernardo Klisksberg como principal orador, en ocasión de celebrarse los 20 años del Pacto Global de Naciones Unidas. En ambas, el padre de la responsabilidad social, se refirió a la revolución tecnológica, los ODS y el cambio climático.

Al referirse al episodio de los focos de incendios en la selva amazónica, el mayor sumidero de gas invernadero del mundo, lo definió como un crimen ecológico de alta magnitud. El desastre del Amazonas, que reúne el 60% de las selvas tropicales del orbe, -sumado a fenómenos producidos por el cambio climático en otros lugares del mundo, como Africa- pone en crisis a todo el sistema pluvial. Las selvas son esencialmente productoras de humedales y facilitadoras de producción de agua, que atesora 15.000 especies de árboles, algunas con 1.000 años de antigüedad.

El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE) informó por primera vez sobre el aumento de las tasas de incendios en junio y julio de 2019 mediante sistemas de vigilancia por satélite. Desde enero hasta septiembre de 2019, el INPE registró 87.257 focos de incendios, un 80 % más que en el mismo período de 2018.

En un principio, el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles - funcionario que tiene como antecedente haber estado preso por crímenes ecológicos-, sostuvo que el avance de los incendios se debía “al tiempo seco, el viento y el calor”. Sin embargo, los especialistas negaron esta versión e indicaron que los focos fueron provocados de manera intencional.

Priscila Minotti, docente e investigadora del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín, explica en una reciente publicación, que es muy poco probable que los bosques amazónicos se incendien naturalmente: “Las hojas y cortezas contienen aceites que les otorgan protección. El interior está sombreado, tiene muchos estratos de vegetación con distintas especies y el suelo suele estar húmedo, factores que no favorecen el desarrollo de altas temperaturas ni la propagación del fuego”. En el mismo artículo, la investigadora informa que cuando el INPE difundió que solo en el mes de julio se deforestaron más de 1.864 kilómetros cuadrados de selva, más del triple que en el mismo mes del año anterior. Como respuesta a la difusión de estos datos, Bolsonaro destituyó a Ricardo Galvao, director del Instituto y físico reconocido en el mundo. (N del E).

Al generalizarse los incendios, Jair Bolsonaro, haciendo uso de lo que se ha dado en llamar la pos-verdad (la verdad que no tiene validez empírica, como lo señalara Gregorio Klimovsky, usada por los nuevos líderes, como Trump y Bolsonaro), acusó a las organizaciones ambientalistas del desastre. En el ámbito internacional, la suspensión de la cooperación para la conservación de la Amazonia de Noruega, que había concedido un préstamo de 1.200 millones de dólares para la conservación del bioma del Amazonas, para evitar sea utilizado para indemnizar a los grandes terratenientes y las protestas del presidente francés Macron, que colocó en la agenda de la reunión del G-7 el tema de este desastre ecológico, Bolsonaro argumentó que esta agenda internacional intentaba infrigir la soberanía de Brasil, con el objeto de apropiarse de la Amazonia.

El decreto del presidente Bolsonaro, por esta fuerte presión internacional, prohibiendo la quema de bosques durante 30 días, usado como sistema de obtención de tierras que son utilizadas por el sector agroexportador -principal base del electorado que lo llevó al poder- para ganadería y cultivos de alta rentabilidad, demostró la falsedad de la hipótesis de las causas naturales del desastre ecológico, explicó Kliksberg en su ponencia.

De todas formas, los grandes productores se verán afectados por la reacción internacional ante el desastre, ya que se les exigirá certificados de origen “sin desmedro del Amazonas” para poder exportar a la Unión Europea, siguiendo las directrices del Acuerdo de París.

Los ODS y la emergencia climática

La grave situación generada por los incendios generalizados en la selva amazónica, que sumado a los incendios forestales en el mundo que están produciendo el 10% del gas invernadero, llevó al prestigioso periódico The Guardian -eminentemente ambientalista-, a dejar en desuso el mentado concepto de cambio climático, para pasar a otro que refleja el estado actual y real del mundo: el de emergencia climática.

El sector más afectado por la emergencia, es el de los más pobres, el sector más frágil y vulnerable de la sociedad, que no es defendido por gobiernos locales ni nacionales.

En su informe de seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), Naciones Unidas confirmó que en el plazo de 10 años que quedan para cubrirla, no se llegarán a cumplir las 17 metas de con sus 192 subtemas, de la agenda de desarrollo sustentable. En ese lapso, 700 millones de personas en el mundo tendrán que emigrar por falta de agua. Hoy 2.000 millones sufren de stress hídrico.

Ni siquiera se alcanzarán a cubrir en 10 años las metas duras: pobreza, hambre, desigualdad, que debería ser las prioritarias.

El problema no es la producción de alimentos, ya que actualmente se genera lo necesario para alimentar a 12.000 millones de personas, pero hay más hambre. Esto es así porque el nodo del problema no es la producción, sino el acceso a los alimentos.

En el mismo sentido, la vertiginosa carrera tecnológica, que podría ayudar seriamente a mejorar la vida de la humanidad, está gobernada por leyes de mercado, con cinco grandes conglomerados que no aceptan regulaciones. Hace falta una urgente agenda tecnológica, para impedir el papel que cumplen las redes y la web cuando se utilizan con fines negativos, como por parte de grupos racistas o terroristas, entre otros, propuso Kliksberg.


El camino de la esperanza

No todo es negativo, aseguró el pensador.

Hay grandes empresas, una de las 19 es la del multimillonario Soros, cofundador de Facebook, que acusan el fenómeno e incluso exigen a sus gobiernos la suba de impuestos para sustentar políticas públicas activas contra la pobreza.

Pero lo más esperanzador, es el compromiso de las nuevas generaciones ante la emergencia climática y ambiental.

El mejor ejemplo es el de Greta, la millenarista sueca impulsora de los viernes contra el cambio climático, que moviliza a 5 millones de adolescentes en 1.000 ciudades, que paralizan sus actividades y organizan protestas contra el cambio climático.

“Hoy los jóvenes son verdes, en su mayoría están preocupados por el medio ambiente y eso es muy positivo”, sostuvo el pensador en un mensaje esperanzador.

Bernardo Kliksberg

Autoridad mundial en RSE, autor de numerosas obras sobre el tema traducidas a múltiples idiomas, entre sus últimas obras "Responsabilidad social en un mundo turbulento. Implicancias para la Justicia” (Editorial Jusbaires, 2017), y “Primero la Gente” junto con el Premio Nobel Amartya Sen (best seller mundial). Es Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y entre distinciones recientes recibió el Premio New York de RSE 2018, Doctor Honoris Causa de la centenaria Universidad de Alcalá de Henares (2017) y Profesor Honorario de la reconocida Universidad Católica de Murcia (Febrero 2019).

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