El armado de un entretejido de integración productiva es la clave contra las asimetrías

En el cierre del evento ´Oferta exportable venezolana´, organizada el 31 de octubre, en la Cancillería argentina, el embajador de Venezuela, Carlos Eduardo Martínez Mendoza, afirmó que los países de América Latina y el Caribe, tienen que conformar un bloque que les permita sortear las complejidades políticas, económicas y sociales del futuro, en un mundo multicéntrico, multipolar. Un gran papel le tocará a la integración, y en ese proceso la reducción de asimetrías. Solo son posibles de reducir en la medida en que seamos capaces de crear un entretejido industrial y de valor agregado conjunto. Refiriéndose a que un día deberíamos pensar en un plan industrial para la región completa, para evitar la competencia y abrir la integración con competitividad, habló de proyectos como el regional de aluminio, que den la posibilidad de sustituir importaciones no en términos de naciones, sino en términos de región.


En su ponencia, el diplomático hizo mención a una carta que le escribió Simón Bolívar a Sucre, donde “le pedía encarecidamente, que pusiera mucho cuidado con el tema de la curtiembre” que venía desde Venezuela hasta Lima. “Oigan esto! Y que de alguna manera está golpeando un poco el mercado que viene desde Buenos Aires, entonces que había que ponerse de acuerdo de ver el tema de la sal de Bogotá y el tema de la curtiembre de Venezuela”, evocó Martínez Mendoza.

“Venezuela en el siglo 17, 18, fue un gran exportador de cueros que llegaron hasta Lima. Una gran tradición de curtiembre, aclaró. Me llamó poderosamente la atención, que Bolívar le diera instrucciones a Sucre, “para ordenar el mercado y crear escuelas de artes y oficios para desarrollar la industria, en Perú y Bolivia, a los fines de que se le diera valor agregado, aunque usara otro lenguaje”, explicó. Esto denota la historia de nuestras relaciones comerciales. Ya en 1825, tenían la posibilidad de converger elementos que tenían que ver con dos vertientes de irradiación, por un lado al norte todo lo que es el eje de Nueva Granada y Caracas. Por el sur lo que era el virreinato del Río de La Plata con Buenos Aires.

“En otra “cartica”, que por ahí encontré remarcaba, la importancia que tenía el corredor litoral, relató el embajador en una exposición amena y coloquial. “Buenos Aires es importante, pero no se me pongan bravos los porteños”, ya que había elementos muy firmes de lo que es el desarrollo del litoral. Todo lo que era Corrientes sobre todo lo que es el desarrollo ganadero, agrícola, el tema del transporte, la preparación del mulaje, que fluia desde el norte, de Aruba y Curazao, un zona por muchos años muy fecunda de ganado mular, que luego entraba a Venezuela.

Estos son elementos históricos que están ahí, que dan vueltas. Que tienen que ver un poco con estos tiempos, salvando las distancias, los tiempos las condiciones, “hoy estamos tratando de ver como eso que fue integrado y que nos lo desintegraron, ahora lo volvemos a integrar”, sostuvo Martínez Mendoza.

“Cómo integrar no en un esquema de competencia sino de complementación, en el que seamos capaces de entrelazar el entramado industrial para hacer de Suramérica la potencia. Cuando Venezuela habla de potencia no lo hace aisladamente, habla de Venezuela como parte de una región que es Suramérica. En un mundo multicéntrico, un mundo pluriporal, América Latina y el Caribe tienen que conformar un bloque que les permita (sortear) las complejidades de políticas económicas y sociales del futuro. Por supuesto aquí va a jugar un papel importante en la integración, en ese proceso de integración, el hecho de cómo reducir las asimetrías. Yo soy un fiel creyente de que las asimetrías solo son  posibles de ser reducidas en la medida en que seamos capaces de  crear un entretejido industrial y de valor agregado donde estemos todos juntos. Ojalá pudiéramos algún día pensar en un plan industrial de la región completa, para evitar casualmente  competencia. Tener la capacidad de potenciar de acuerdo a los elementos de cada espacio de nuestra región, endógenamente pase una industria y dar los valores agregados.

“Por eso yo creo que  la experiencia del pasado cuenta, por eso que Bolívar decía, hay que tener mucho cuidado hay que ver cuáles son las capacidades y que no entremos en competencia, sino, que al contrario nos permitan ir viendo como esos  ejes comunicacionales, cada pueblito tenga por lo menos un producto, -él decía otro nombre- una manufactura creo que era, una manufactura que de acuerdo a sus potencialidades vaya dando. Yo creo que eso salvando las distancias, los tiempos y los volúmenes de las cosas, no es muy diferente.

“El otro elemento que nosotros tuvimos, si ciertamente, la suerte y la desgracia, de tener petróleo. Es una gran realidad, eso era casi el excremento del demonio. Yo creo que es una gran realidad, primero porque marcó el patrón energético mundial. El patrón energético del desarrollo de la sociedad industrial, cuando  se pasó de carbón a petróleo. Eso tuvo una intencionalidad: concentrar todo en el elemento petrolero. El desarrollo del vehículo no se hubiese dado si no hubiese atrás ese potencial petrolero, que ya las explotaciones petroleras le habían dado fundamentalmente a Estados Unidos para desarrollar la era del motor a combustión. Nada es casual en esta vida. Nosotros representamos  en ese momento el mayor país productor de petróleo del mundo, hasta la década del ’60. Fuimos capaces de sostener dos grandes guerras.  Sobre todo la Segunda Guerra Mundial, donde no hay datos exactos, pero del lago de Maracaibo se pudieron estar extrayendo entre el 40 y el 45 en el orden de 6 millones de barriles de petróleo todos los días. Tanto es así que el lago de Maracaibo se hundió. De esta forma perdimos la vocación agrícola que teníamos, un país que fue en el siglo 18 el gran exportador de cacao del mundo. Venezuela inclusive hoy, en un pasado todavía no muy lejano cuando hablaban de alguien que era rico, que era adinerado se le decía “el gran cacao”, porque esa era la expresión de los viejos para tipificar quien tenía mucho dinero. Luego vino en el siglo 19 y principios del siglo 20 la era cafetalera, Venezuela sostuvo toda esa industria, al convertirse en el primer país exportador de café del mundo.

“Había familias cuyos bisabuelos, tenían la capacidad de exportar al año 6 mil quintales de café a Europa y no aceptaban moneda venezolana. Ahí se puso de moda lo que nosotros llamamos la borocota, que no es otra cosa que la moneda de 20 dólares americanos en oro. En ese momento, el monocultivo generaba esclavitud, era una sociedad semi feudal y esa era la estructura social de la Venezuela agraria. Después vino la era del petróleo, donde se nos inculcó yo me acuerdo todavía, en la década del 60/70; yo en la universidad le oí decir a más de un profesor que ´no había que preocuparse en producir´. Con una renta petrolera como la que tenía Venezuela era mucho más barato importar que producir. La realidad es que hoy seguimos teniendo una reserva importante de petróleo, hoy la visión que tenemos es que ese petróleo no puede ser la base de la visión productiva del país, sino que tiene que ser un elemento para impulsar una diversificación productiva y que debe convertirse no solamente para los venezolanos, en palanca de ese desarrollo. Sino que debe servir como palanca de desarrollo para una región integrada. La seguridad energética, la seguridad alimentaria, son elementos fundamentales para vernos integrados.

“Venezuela y su ubicación geográfica le permite ser un anillo, un fuelle importante, entre espacios aparentemente distantes como es el Caribe, Centro América, con América del Sur, y sobre todo con el Sur de América del Sur. La proyección a mercados europeos, su cercanía a Centro América,  son elementos que de alguna manera prefijan posibilidades donde en la medida que tengamos la capacidad de hacer un andamiaje productivo de diversificación productiva y valor agregado en cada una de las áreas tendremos la capacidad de generar un entramado de asociación importante no solamente en el sector público sino seguramente en el sector privado.

“En Venezuela en este momento estamos atravesando una situación difícil y lo comprendemos y lo entendemos, hay una situación coyuntural que tiene que ver con lo económico, que a nosotros no nos sorprende porque era previsible en una sociedad tan polarizada políticamente como la nuestra. Hay una realidad, la lamentable pérdida del Presidente Chávez, pudiera de alguna manera generar algunos elementos de desequilibrio, vamos a decir coyunturales económicos.

“Creo que existe la posibilidad de apostar con proyectos comunes entre Venezuela y Argentina, no solamente entre los gobiernos, sino entre en el empresariado yo creo que es una etapa que nos viene y que queremos apuntalarla. Igualmente en el sentido de que en Venezuela la posibilidad de ir empujando, entendiendo que la localización de cualquier proyecto genere en esa localización valor agregado, tenemos que de alguna manera diversificar para generar un nivel de equilibrio. Hemos apostado a darle prioridad a sectores muy importantes como el sector aluminio, donde Venezuela tiene todas las condiciones, yo diría que ese es uno de los proyectos que da cabida al empresariado privado, y que da cabida al Estado.  También permite entrelazar economías que son necesarias para generar un gran proyecto de aluminio en la región. ¿Por qué? Porque ese es un proyecto que entrelaza la demanda y el desarrollo de Brasil con el desarrollo de Argentina y el desarrollo de Venezuela.

De esta manera, el embajador se refirió a proyectos como el regional de aluminio, que den la posibilidad de sustituir importaciones. Ya la sustitución de importaciones no tenemos que verla en “chiquito” en el ámbito localista, sino que tenemos que comenzar a percibirla en términos de región, aseguró.

También podemos ver la región como un todo, la posibilidad de Venezuela como un fuelle también con los países del ALBA, sugirió el embajador, agradeciendo la presencia de los embajadores de Cuba y de Haití. En términos de seguridad energética, seguridad alimentaria, esta región tiene que seguir siendo la región de la esperanza al mundo por una razón sencilla, afirmó. Por un lado tenemos los recursos energéticos inclusive diversificados, porque no es solamente petróleo, también carbón, también recursos eólicos. Por el otro lado la posibilidad que tenemos de promover una seguridad alimentaria regional, con grandes extensiones de tierra, con países con la dificultad del trópico pero también con la ventaja del trópico que pueden producir todo el año.

Más tarde, Martínez Mendoza hizo mención al difícil proceso atravesado por Venezuela en estos 14 años,  dentro de un país donde la plataforma industrial era muy incipiente, lamentablemente una cultura industrial circunscripta al puerto. “Todo lo construimos a partir de que se desmonta el contenedor en el puerto. Eso es una realidad y es cultural, que tenemos que ir transformando, para que se desarrolle verdaderamente una cultura de producción interna. Con la ayuda que estamos recibiendo de países como la Argentina, Brasil, Uruguay, Cuba, de todos los países que de alguna manera ayudan cotidianamente, estamos tratando de construir esa cultura que pase de esa cultura rentística petrolera a una cultura verdaderamente productiva y diversificada”.

“Hay tantos nichos de posibilidades que al fin y al cabo la relación es de ganar-ganar. Ahí todos ganamos, todos salimos con buenas posibilidades de aumentar nuestra capacidad exportadora. Yo soy un fiel creyente de que esto va a ser así hoy estamos trabajando muy estrechamente con todos los países de América Latina, los países del ALBA donde la posibilidad de Venezuela está también en ampliar el horizonte de mercado para la producción argentina en el segmento de los países del ALBA, que no son  de América del Sur.

“Hay elementos importantes, la posibilidad de producir en Venezuela o de buscar asociaciones para producir algunos elementos en Venezuela. La posibilidad seguramente de producir aquí en Argentina, de potenciar por ejemplo el caso de PDVSA industrial. Para potenciar empresas en Argentina y empresas argentinas en Venezuela, a los efectos de mejorar la oferta de bienes y servicios en un sector tan importante como el sector energético.

“Estamos estudiando la posibilidad de buscar la forma de compensar en valores de moneda, estamos atravesando una situación difícil en relación al dólar que debemos corregirla en el corto plazo”, generando las condiciones para la compensación, con el uso de las monedas locales. Ahí estamos trabajando, Venezuela sigue apostando en esa política que creamos, el plan de la patria, que creó el eterno comandante Hugo Chávez, seguimos apostando a la relación Sur-Sur, la priorización de las relaciones en términos de la región. El fortalecer los diferentes mecanismos: políticos, económicos y sociales, regionales y por supuesto priorizar la relación Sur-Sur como el elemento fundamental para poder nosotros reducir la competencia cierta y viable para los años venideros.

“Venezuela, en el año 2000, cuando llegamos al gobierno, el comercio con Argentina estaba en el orden de los 300 millones de dólares, hoy está en el orden de los 3 mil millones de dólares. Ojalá podamos seguir trabajando, ahí tenemos algunos proyectos muy particulares, algunos con Haití, y así vamos a poder seguir profundizando la relación con ese hermano país. No nos cansamos de agradecerle a Haití todo lo que hizo y ha hecho por América. Quizá un país que ha pagado con creces haberse atrevido en el siglo 19, a hacer una revolución de independencia y que fue el país que nos abrió el camino a todos. Sin la independencia de Haití los procesos de independencia de nuestros países hubiesen tardado mucho más. Ellos se atrevieron. Y de paso una revolución negra, era como mucho más soberbia la cosa ¿no? Hoy estamos trabajando muy duro Argentina, Brasil, y Venezuela, con un proyecto cerca de terminar un hospital y un proyecto de arroz y se está pensando en otro proyecto productivo, leche, etc., que ayudan a crecer la plataforma empresarial. A muchos empresarios les da miedo ir a producir a Haití, muchas veces estamos hechos de oportunidades. Ahí hay una cultura empresarial, tiene una gran capacidad, de hecho una de esas empresas es argentina, debo decirlo es Bagó, que tiene proyectos en Cuba y hoy está produciendo vacunas de aftosa en China.

“Creo que poder integrar esas potencialidades nos debe dar una ruta real para poder lograr mejorar nuestras economías, mejorar nuestros intercambios, nuestra diversificación, mejorar los planes de re-industrialización, en su caso, en el nuestro de industrialización, que poco a poco irán mejorando a todos2, finalizó el embajador Martínez Mendoza.

 

*Embajador de Venezuela en Argentina

 

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