Acuerdos plurilaterales o ALCA acotado
La minicumbre de viceministros de comercio del ALCA no pudo acortar las diferencias que enfrentó a los dos grandes bloques del TLCNA y el Mercosur el último febrero en Puebla. En el último encuentro de marzo en Buenos Aires, el bloque del Cono Sur siguió defendiendo duras posiciones en relación a la eliminación de aranceles de importación y acceso a mercados. Estados Unidos tratará de usar su arma predilecta: la presión de acuerdos plurilaterales, que podrían derivar en la pérdida de mercados e inversiones para el Mercosur.
Los antecedentes de Puebla
Un primer tramo de las negociaciones –diseñado en el último encuentro de Miami- en materia de eliminación de tarifas de importación y de acceso a mercados, fue defendido en la inconclusa reunión de Puebla, a través de una fuerte propuesta de Mercosur, relacionada con la eliminación total de aranceles de importación y acceso a mercados.
La propuesta, que trabó las negociaciones, provocó una dura respuesta de Estados Unidos, que intentará por su parte, usar los acuerdos plurilaterales del segundo tramo de negociaciones (reunión de Miami) hacia el resto de América Latina, a través de acuerdos plurilaterales, que sin duda someterán al Mercosur a grandes presiones. No sólo quedan amenazados varios de sus mercados latinoamericanos, sino que inversores ya establecidos, seducidos por las ventajas comparativas otorgadas por EEUU a esas pequeñas economías, podrían deslocalizarse del Cono Sur para dirigirse a éstas.
En el ámbito de la reunión de Puebla, Estados Unidos se resistió a la propuesta del Mercosur, basada en negociar la eliminación de los subsidios a las exportaciones y contrabalancear los efectos distorsivos al comercio de los subsidios internos aplicados en su territorio. En este caso, el eje de su preocupación fue la pérdida de competitividad frente a los productos agrícolas europeos, subsidiados incluso en mayor escala.
El 31 de marzo, el encuentro interrumpido se reanudará en la ciudad mexicana, y devolverá a los delegados de los 34 países de América que intervienen en la ronda del ALCA, a la básica discusión alrededor de la cual se alinearon dos grupos de países. La eliminación arancelaria del total del universo de productos en juego, además de una agresiva propuesta de acceso a mercados, fue la postura defendida por los países del Mercosur que contó con el apoyo de algunos aliados andinos (Bolivia y Venezuela), en procura de resguardar los aranceles de los productos que exportan al mayor mercado americano.
En una segunda posición, Estados Unidos propuso la eliminación arancelaria del 85% de los bienes -agrícolas y no agrícolas, en plazos que llegan a 15 años-, en una posición sustentada junto a un grupo de 13 países, en el que están incluidos el mercado centroamericano, los países del NAFTA y Chile, además de algunos andinos, como Perú, Colombia y Ecuador, que cuentan con tratados bilaterales con la potencia del norte.
Alca acotado
Se siguió manteniendo la tendencia a la reducción en el alcance del acuerdo continental de comercio, posición sustentada por Itamaraty al definir los tiempos de negociación de Brasil en la construcción del futuro mapa económico de América.
Sin embargo, el anuncio a la prensa por parte de un funcionario de comercio estadounidense (una vez iniciado el receso de la reunión de Puebla), en cuanto a la voluntad política de cerrar ambiciosos acuerdos plurilaterales en áreas de servicios, compras gubernamentales, propiedad e intelectual e inversiones con un grupo de 13 países de América, exhibió la presión que la administración norteamericana está dispuesta a ejercer sobre el Mercosur, para salir del estancamiento en las negociaciones del ALCA. Presión que siguió ejerciéndose en el ámbito de la minicumbre de Buenos Aires.
La aceleración de las concesiones tarifarias a las pequeñas economías, propuesta y otorgada en paulatinos acuerdos por el gobierno estadounidense, diferenciando a los países “conforme a su tamaño y nivel de desarrollo”, crea este fuerte elemento de presión.
Esta tendencia de concesiones diferenciadas quedó reflejada en la propuesta oficial que la United States Trade Representative (USTR) anunciara en relación al ALCA a principios del año pasado. En el caso del Mercosur, la oferta en lo que atañe a los productos industrializados, era de una desgravación inmediata para apenas 58% de los productos exportados, en tanto el mercado de la comunidad del Caribe (CARICOM) se benefició con el 91% y los países de América Central con el 66%; la Comunidad Andina de Naciones con el 61%. En relación a los productos agrícolas, la desgravación tarifaria inmediata ofrecida al bloque del Mercado Común del Sur alcanzó sólo el 50%, mientras que CARICOM, obtuvo el 85%, América Central el 64% y los andinos el 68%.
Estamos hablando de países que ya cuentan con una gran apertura al mercado norteamericano, con lo que los resultados no pueden medirse por las variaciones en el intercambio comercial. El principal objetivo es otro.
No sólo a través de acuerdos bilaterales y plurilaterales (con grupos de países), la economía norteamericana protege a sus “sectores sensibles” contra la competencia de muchos productos del Mercosur en esos mercados, analiza el asesor parlamentario brasileño Marcelo Zero.
Abre además la posibilidad a los propios inversores estadounidenses, de poder escoger los países de América Central (con los que Estados Unidos acaba de refrendar el (Central American Free Trade Agreement, CAFTA) o del CARICOM como base de exportación, en detrimento del bloque del Cono Sur y de Brasil. Incluso plantean un problema estudiado por el mismo analista: podrían perderse proveedores del mercado norteamericano ya instalados en Mercosur, tentados por la proximidad geográfica y las ventajas otorgadas a esos países en el marco de los acuerdos pre ALCA. Tal es el desafío que deberán enfrentar los países del bloque regional del Cono Sur.