Cómo será el planeta después de la COP 21?

Uno de los principales aspectos que convierten el Acuerdo de París en histórico y distinto respecto a otras cumbres, es que esta vez sí se llegó a un acuerdo con efectos vinculantes. El texto final firmado tiene efectos jurídicos sobre los países signatarios de la Convención. Su ratificación es obligatoria por las partes y debe haberlo sido por un número mínimo para entrar en vigencia. Sin embargo, casi todos los países en desarrollo condicionaron sus metas al financiamiento externo.


Los debates respecto del cambio climático no son nuevos. Tampoco lo son las instancias que dan cabida a dichos debates. Para dar algo de contexto, partiré por contar un poco de la historia detrás de la lucha contra el calentamiento global, causante del que llamamos cambio climático.

Se podría decir que todo comenzó hace 23 años con la “Cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro, Brasil. Pero este es el comienzo institucional y el de los debates de qué hacer ante un fenómeno del cual la ciencia ya casi no tenía dudas que estuviera alterando el clima planetario. Digo casi, porque, desde 1979, cuando se realizó la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima y se presentaron las primeras pruebas de calentamiento global producido por el hombre, hasta hoy, la ciencia ha avanzado enormemente en la investigación sobre el tema. Los modelos predictivos están cada vez mejor calibrados y la disponibilidad de información fidedigna ha crecido considerablemente, y los científicos ya se sienten cómodos para afirmar que, con casi el 100% de seguridad, el clima del planeta está cambiando y que este cambio se debe a las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles, cuya concentración en la atmosfera ha tendido al alza desde la revolución industrial.

Pero volvamos a la era post moderna. Volvamos a Río. En la Cumbre de la Tierra del 92, cita de la cual participó un gran número de líderes, quedó claro que la tierra era más bien “finita” y que los desafíos del cambio climático debieran ser enfrentados con éxito si queríamos que la vida transcurriera tal como la conocemos y que nos es tan familiar. El resultado de la Cumbre  fue el establecimiento de la “Convención de Río” y adopción el “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” en 1992 (UNFCCC, por su sigla en inglés). Ambos establecieron un primer ámbito de actuación mundial para estabilizar los gases de efecto invernadero en la atmósfera, resultado de la proliferación de la actividad industrial y humana y del acelerado proceso de urbanización. Como parte de este proceso se instauró, en el marco de la Convención, la Conferencia de las Partes (COP), como su órgano supremo. La COP está compuesta por todas las Partes, es decir, los 195 países que la han ratificado.

Las COP

El principal objetivo de las COP, que son anuales, es hacer un balance sobre la aplicación de la Convención, adoptar decisiones destinadas a mejorar las reglas estipuladas y negociar nuevos compromisos.

La primera COP se realizó en Berlín en 1995. Entre las 21 ya realizadas, algunas marcaron hitos, como la COP3, donde se avanzó con el Protocolo de Kioto (1997) y la COP15, realizada en Copenhague (2009), en la cual se buscaba un acuerdo para suceder al Protocolo de Kioto. También la COP16, de Cancún (2010), en la cual se estableció el Comité de Adaptación y se constituyó el Fondo Verde del Clima, a partir del fondo de “emergencia” definido en Copenhague. La COP 17, realizada en 2011 en Durban, creó la “Plataforma de Durban” que debería conducir a la adopción de un acuerdo universal en 2015 (Ad hoc Durban Platform WC). En esta COP se lanzó un proceso de reflexión sobre un “protocolo, un instrumento jurídico o un resultado que tenga fuerza de ley”, aplicable a todas las Partes de la Convención, germen de las decisiones que ahora se materializaron en la COP 21, realizada hace solo algunos días en París. En la COP 17, se decidió que el nuevo instrumento debería adoptarse en 2015 y entrar en operación a partir de 2020 y que los países en desarrollo debiesen publicar inventarios de emisiones a cada 2 años.

La COP 21 y sus logros

La reciente COP21 (2015), también conocida como Conferencia del Clima de París, alcanzó un acuerdo universal entre 195 países para combatir el cambio climático, después de más de 20 años de arduas negociaciones y frustraciones. El texto, acordado después de dos semanas de negociaciones, deberá ser ratificado por 55 países que representen al menos 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Este es el primer acuerdo en el que tanto países desarrollados como en desarrollo se comprometen a gestionar la transición hacia una economía baja en carbono.

Su principal logro fue establecer un objetivo consensuado de lograr que el aumento de las temperaturas se mantenga “bastante” por debajo de los dos grados centígrados y compromete a los firmantes a “realizar esfuerzos” para limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grados en comparación con la era pre-industrial. En palabras de Laurent Fabius, ministro de Exteriores de Francia y presidente de la COP, al presentar el borrador del texto final “la COP21 es realmente un punto de quiebre para todos nosotros. A partir de ahora tenemos verdaderas bases, ecológicas, para salvar nuestro planeta con este acuerdo que era necesario para el mundo entero”.

Más allá de que esta COP se haya convertido en una de las mayores conferencias internacionales jamás vistas, con cerca de 40 mil participantes, y la presencia de 140 jefes de estado, incluyendo el presidente de USA y el primer ministro de China, los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, la pregunta crucial es: ¿Hacia dónde deberíamos dirigir nuestros esfuerzos? En la cumbre se llegaron a varios consensos.

Para lograr los objetivos relacionados con la reducción de la temperatura, los países se comprometen a revisar y fijar cada cinco años sus objetivos nacionales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.188[1] de los 195 países participantes en la cumbre ya han presentado sus contribuciones nacionales, las Intended Nationally Determined Contributions, INDCs. A la fecha, el balance del total de INDCs sometidos a la Convención, indica sin embargo, que la sumatoria de las metas propuestas, llevaría la temperatura del planeta hasta más de tres grados, por lo que el tema de las revisiones y de los plazos pasó a ser una materia de suma importancia y un elemento clave si la intención es no llegar a los 2C.

El Acuerdo establece que los países desarrollados seguirán ofreciendo apoyo financiero a los países en desarrollo y vulnerables como las pequeñas islas, para ayudarles a reducir sus emisiones y adaptarse a los efectos del cambio climático, aunque no se mencionan montos específicos. Se ratifican los compromisos con el Fondo Verde del Clima, que convoca a los países desarrollados a sumar recursos, por US$ 100 mil millones al año a partir de 2020, que serán aplicados, equitativamente entre mitigación y adaptación, en los países en desarrollo.

Uno de los principales aspectos que convierten el Acuerdo de París en histórico y distinto respecto a otras cumbres, es que esta vez sí se llegó a un acuerdo con efectos vinculantes. El texto final firmado tiene efectos jurídicos sobre los países signatarios de la Convención. Su ratificación es obligatoria por las partes y debe haberlo sido por un número mínimo para entrar en vigencia. Aunque no se incluyeron sanciones para los países que incumplan con sus compromisos, el acuerdo los compromete a informar sobre sus emisiones y sus esfuerzos para reducirlas, un incentivo para que los cumplan.

Esta Cumbre abordó otras temáticas muy afines con la lucha contra el cambio climático, como el modelo de desarrollo de los países, que debe, de forma urgente ser más sustentable, y las ciudades. En perspectiva, aunque sólo el 2% de la superficie del planeta está ocupada por áreas urbanas, las ciudades consumen aproximadamente un 80% de la energía mundial y producen el 70% del dióxido de carbono vertido en la atmósfera, así como otros gases de efecto invernadero. En estas materias, se hicieron enérgicos llamados para reducir ostensiblemente su huella de carbono a través del diseño de construcciones e infraestructuras urbanas más inteligentes, junto a un fortalecimiento de la gobernanza local, así como una mejor planificación estratégica de las ciudades basada en tecnologías de la información y conocimientos científicos.

Todos aplauden el Acuerdo

Para los que hace ya años trabajamos en la temática del cambio climático, que hemos acompañado los procesos de negociaciones, creo que lo que más llamó la atención, como un aspecto positivo y motivador, fue que todos aplaudieron el Acuerdo. Sin duda la diplomacia francesa hizo un trabajo sin precedentes.

Que la cumbre haya juntado a Barack Obama, quien no tiene el apoyo de su Congreso para estos temas, con el primer ministro de China, y que ambos apoyasen el debate y la decisión de reducción de emisiones y de limitar  la temperatura del planeta, con lo que esto puede llegar a significar para sus economías, pone en evidencia la importancia de la reunión.

Algunos comentarios de algunos países que nos permiten concluir que la “cosa va en serio”:

El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, calificó el Acuerdo como un “enorme paso para asegurar el futuro del planeta”. “(Este acuerdo) significa que todo el mundo ha firmado para asumir su parte en la detención del cambio climático”.

En Estados Unidos, la Casa Blanca dijo que el documento de París era “el acuerdo más ambicioso sobre el cambio climático en la historia” y destacó que el mismo establece “un marco duradero, de largo plazo” para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En una alocución posterior, el presidente Barack Obama manifestó su satisfacción por la aprobación del acuerdo y dijo que, pese a no ser perfecto, es la mejor oportunidad que existe para salvar al planeta de los efectos del cambio climático.

¿Y ahora qué?

Estar en París es siempre un placer, y lograr un acuerdo de esta magnitud en París, mejora todavía más el ánimo de seguir adelante y “salvar el planeta”…pero, como siempre, después de la fiesta hay que hacer un balance, y analizar con cuidado los compromisos asumidos. Los países menos desarrollados están expectantes, contando con el apoyo financiero, con las tecnologías y el apoyo técnico prometido que les permitirá caminar más rápido en su proceso de reducción de emisiones. Ahí es donde hay que poner atención. Casi todos los países en desarrollo condicionaron sus metas al financiamiento externo, lo que puede poner en riesgo sus buenas intenciones. También han condicionado su actuar a su ciclo económico y de crecimiento, tema no menor dada la trayectoria de muchos países y en el caso de América Latina, de la crisis que afecta a uno de los motores del desarrollo regional, Brasil.

Además, habrá que esperar hasta abril de 2016, cuando empieza el proceso de firma del Acuerdo. Crucemos los dedos para que nadie se arrepienta y que por lo menos los 55 países que lo debieran firmar lo hagan. Sólo ahí respiraremos un poco más tranquilos, esperando que sea factible cumplir con los plazos establecidos y que los países se animen a presentar metas más ambiciosas y que estas se cumplan.

Heloisa Schneider es experta en sustentabilidad y cambio climático. Actualmente es consultora de Cepal Chile. Es ingeniera agrónoma de la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil y magister en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente de la PUC de Chile. Imparte clases en magísteres de la PUC de Valparaíso y en Flacso Argentina. Se ha desempeñado como directora de las áreas e sustentabilidad y cambio climático de PwC y KPMG Chile.


[1] La UE representa las contribuciones de sus 28 miembros.

Texto Acuerdo COP 21

Heloisa Schneider