Acuerdo Mercosur-Unión Europea: Oportunidades y Desafíos
El tratado busca crear la mayor zona de libre comercio del mundo, con beneficios económicos significativos, pero enfrenta desafíos ambientales, sociales y políticos que pondrán a prueba a ambas regiones.
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La firma del acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) representa un momento histórico tras 25 años de negociaciones. Este tratado simboliza mucho más que un logro diplomático; es una oportunidad única para transformar las relaciones económicas y políticas entre dos regiones que, juntas, pueden marcar el rumbo de la economía global. Pero no podemos ignorar los desafíos. En un mundo asediado por la crisis ambiental y climática, la desigualdad social y crecientes tensiones geopolíticas, este acuerdo nos obliga a demostrar que el desarrollo económico puede ir de la mano con la sostenibilidad ambiental y la inclusión social.
La actual coyuntura mundial está generando incentivos sin precedentes para que este tratado avance. La victoria de Donald Trump en Estados Unidos y su agenda proteccionista pondría en jaque la economía de la UE, que necesita diversificar sus mercados. A esto se suma la crisis de Ucrania, que ha expuesto la dependencia europea de materias primas y recursos energéticos, a lo que se suma las recientes tensiones comerciales con China, que refuerzan la necesidad de fortalecer nuevas alianzas estratégicas.
En este escenario, América Latina, rica en recursos naturales y con un enorme potencial en sectores como la energía renovable y la agricultura, se presenta como un socio estratégico ideal. El Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay (con Venezuela suspendida y Bolivia aún como miembro no permanente), ofrece a la UE acceso privilegiado a materias primas esenciales como el litio, el cobre y el hierro, fundamentales para la transición energética global.
El acuerdo promete eliminar el 90% de los aranceles entre ambas regiones, lo que supondría un ahorro anual de 4.000 millones de euros para las empresas europeas. Para el Mercosur, se estima un incremento del 0,2% del PIB regional hasta 2040, con Brasil como el mayor beneficiado. Sin embargo, Argentina también tiene un enorme potencial de crecimiento, especialmente en sectores como el agrícola y energético, que podrían convertir al país en un actor relevante en la economía global.
Además, se proyecta un aumento significativo en las exportaciones sudamericanas de carne, azúcar y soja, mientras que la UE podrá expandir su mercado en productos farmacéuticos, maquinaria y vehículos. Este tratado tiene el potencial de crear la mayor zona de libre comercio del mundo, con acceso a más de 770 millones de personas.
Sin embargo, los beneficios económicos no pueden analizarse de forma aislada. Incorporar estándares tecnológicos y ambientales europeos no solo mejorará la calidad de los productos sudamericanos, sino que también abrirá la puerta a nuevos mercados globales, diversificando nuestras exportaciones y fortaleciendo nuestras economías.
A pesar de las oportunidades, el acuerdo es una muestra de los desafíos que nuestra generación afronta al tener que armonizar el desarrollo económico con los impactos ambientales. El MERCOSUR contiene una de las mayores riquezas ambientales y espacios de vital importancia en nuestro planeta como el Amazonas. Es en este aspecto que se encuentra la mayor responsabilidad, dado que la demanda de recursos naturales no puede poner en jaque la sostenibilidad en la región con grandes debilidades institucionales.
Sin embargo, no todo son malas noticias para el ambiente en el tratado, se puede verificar que incluye compromisos importantes, como la implementación del Acuerdo de París y otros acuerdos multilaterales ambientales. Lo que deja, por ejemplo, a Argentina, teniendo que abordar de forma seria la política ambiental, sin posibilidad de salir de los foros de gobernanza climática. Europa, además, aplicará Reglamento 2023/1115, que postergo su implementación a partir de 2026, que prohíbe la importación de materias primas y productos asociados a la deforestación y la degradación forestal, donde principalmente Brasil y Paraguay deberán mejorar sus políticas y controles respecto a la expansión de la frontera agropecuaria.
Armonizar el crecimiento económico con el cuidado del ambiente no es solo un desafío del acuerdo, sino de nuestra generación. El éxito de este tratado será un indicador de nuestra capacidad para construir un desarrollo sostenible y justo. En América Latina, donde la desigualdad social sigue siendo un problema estructural, existe el riesgo de que el desarrollo económico generado por este tratado se concentre en unos pocos sectores, como el agronegocio, dejando atrás a las comunidades más vulnerables.
Diseñar políticas inclusivas será clave para evitar que las tensiones sociales se profundicen. Los gobiernos del Mercosur tienen la responsabilidad de asegurar que los beneficios del tratado lleguen a toda la población, promoviendo el acceso a empleos de calidad, inversiones en infraestructura y programas sociales que reduzcan las brechas existentes. Para ello el acuerdo de Escazú, puede convertirse en una solución por sus objetivos o un obstáculo por su falta de definiciones o su efectiva implementación en temas como la participación pública.
Aunque representa una victoria diplomática, el acuerdo aún debe superar importantes obstáculos. Dentro de la UE, países como Francia, Polonia y Países Bajos, entre otros, se oponen debido a preocupaciones en el sector agrícola, mientras que Alemania y España lideran el impulso a favor del tratado. Para ser ratificado, el acuerdo necesita la aprobación de al menos 15 estados miembros de la UE, que representen el 65% de su población, además de una mayoría en el Parlamento Europeo. (En una reciente reunión del Parlamento Europeo en donde se trató el tema, los populares y socialdemócratas fueron los dos grupos que más sólidamente defendieron el acuerdo, mientras que los ultraconservadores (ECR) y liberales lo denostaron y/ o dividieron sus posiciones. Se anunció como fecha tentativa de aprobación el primer semestre de 2026. Swissinfo. NdE).
En Sudamérica, el liderazgo de Lula da Silva ha sido fundamental para avanzar en las negociaciones. Sin embargo, las diferencias internas en el Mercosur y los desafíos políticos en países como Argentina también podrían complicar la implementación del acuerdo.
El acuerdo UE-Mercosur es, sin duda, una oportunidad histórica para ambas regiones. Sin embargo, su éxito dependerá de la capacidad de equilibrar los beneficios económicos con los compromisos ambientales y sociales. Este tratado no solo pone a prueba a los gobiernos de ambos bloques, sino que representa un desafío ético para nuestra generación: demostrar que el crecimiento puede ir de la mano con la sostenibilidad y la justicia.
Argentina y el Mercosur tienen la oportunidad de posicionarse como actores clave en la economía global, pero para ello deberán garantizar que este acuerdo sea inclusivo, responsable y, sobre todo, un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede ser una herramienta para construir un futuro más justo y sostenible.
*Facundo Rios es abogado de la UBA, Máster en Relaciones Internacionales