Dow: Proyecto en Brasil

Como otras compañías del sector, hace tiempo que Dow Química Argentina viene trabajando en la búsqueda de materias primas renovables para elaborar los productos que ofrece al mercado. El ingeniero Jorge de Zavaleta, director de Hidrocarburos de la filial local, comentó en un seminario organizado por UADE, acerca del emprendimiento que se lleva adelante en Brasil para producir polietileno en base a la caña de azúcar, proyecto que encaró junto con la empresa Crystal Sev, segundo productor más grande de azúcar en ese país. El complejo ubicado en Minas Gerais tiene 220.000 hectáreas con cultivos de caña de azúcar donde a su vez se asientan distintos complejos productivos donde se fabricará etanol, etileno y polietileno.


Hasta ahora, las dos grandes ramas de producción de etileno, a partir del cual se fabrica el polietileno, residen en el gas natural (para obtener etanol) y en el petróleo (para conseguir nafta petroquímica). En cambio, el proyecto de Dow y Crystal Sev tiene el atractivo de basarse en un recurso renovable como es la caña de azúcar. En ese complejo se crearían 3.000 puestos de trabajo y se reduciría de manera importante la contaminación. De Zavaleta explicó que en el proceso tradicional de fabricación de polietileno se genera 1,8 kilo de dióxido de carbono por cada kilo de polietileno producido, mientras que con la caña de azúcar en lugar de liberarse dióxido de carbono, se lo captura. “Hay 3,9 kilos de dióxido de carbono que con el método tradicional irían a la atmósfera, pero que al utilizar la caña, no van”, sintetizó.

Un condimento importante es que el bagazo que queda del proceso industrial de la caña sirve a su vez para alimentar calderas, haciendo que el proceso sea autosuficiente en materia de consumo energético. “La planta producirá más energía eléctrica de la que consumirá el polo industrial que funcionará en su superficie, y esto es importante porque si bien las empresas están para hacer dinero, deben hacerlo de forma sustentable porque de lo contrario, alguien tendrá que subvencionar estos procesos; en cambio, proyectos como este se autofinancian”, recalcó. Además, se estima que esta planta abastecerá de electricidad a la población circundante, lo que en el caso de Brasil no es un dato menor ya que la luz es parte fundamental de su matriz.

Por otra parte, el aporte de Dow se reflejó en el ahorro interno. Desde 1990 redujo más de 20% la emisión de gases de efecto invernadero en sus procesos y entre ese año y 2005, recortó un 22% la intensidad de uso de energía. Además, invirtió más u$s 1 billón en tecnologías más eficientes con equipamientos que contaminan menos. Otro aporte fue el tratamiento de los plásticos, que necesitan decenas de años para degradarse y que pueden convertirse en una amenaza para el medio ambiente si no se realiza adecuadamente. “Una mejora que hizo la empresa fue reducir entre 1993 y 2001 en un 40% el espesor de las bolsas que utiliza para envasar sus propios productos”, agregó el ejecutivo, que describió además los procedimientos que se aplican para la reutilización de los productos.

Según datos citados por De Zabaleta, el mundo consume entre 85 y 87 millones de barriles diarios de petróleo de los cuales casi 40% se produce en países miembros de la OPEP, que no son grandes consumidores, permitiendo un balance entre la oferta y la demanda. Este equilibrio comenzó a verse comprometido a partir de la explosión de demanda en China e India, que comenzaron a traccionar, y ahí es cuando más se empieza a notar que actores como EE.UU. pesan en la ecuación final ya que esa nación consume el 25% de la energía mundial y sólo produce el 10%; del mismo modo, capta el 50% de la electricidad que se genera. “Es cierto que Argentina no tiene política energética –admitió De Zavaleta- pero EE.UU. tampoco la tiene ya que el consumo está desbocado”, afirmó.

Otros factores que tienen que ver con la modificación del escenario son los mayores costos de capital y mano de obra en el sector, que han incrementado dos veces el valor base del año 2000; la mayor carga que significan los royalties que se pagan; la “feroz” especulación financiera que se había generado por ser el petróleo un refugio frente a la inflación y a un dólar débil, aunque ahora quedó frenada por la crisis internacional; y la falta de refinerías suficientes en el mundo. Al respecto, comentó que en Europa el parque de automóviles se desarrolló en base al diesel mientras que EE.UU. se basó en gasolina, aunque ninguno de los dos cuenta con producción suficiente de uno y otro combustible.

“Con un petróleo que ha llegado más allá de los u$s 100 el barril, el mercado responde con cambios, innovaciones tecnológicas y sustituciones en busca de la eficiencia energética”, comentó. Algunas expresiones son la fabricación de autos duales y la búsqueda de petróleo no convencional que llevó a las petroleras a asumir el desafío de explorar en aguas profundas.

El consumo de polietileno se acerca a los 68,5 millones de toneladas por año, mientras que en el caso del polipropileno alcanza casi a 42 millones, con 40 millones de poliester. El consumo de polietileno en EE.UU. y Canadá es de 47 kilos por habitante mientras que en Europa occidental es de 31,3. En Sudamérica, Chile y la Argentina presentan los consumos más altos, con 14,6 y 11,5 k/por habitante respectivamente, mientras que en Brasil la relación es de 10 kilos; en Uruguay es de 9,1; y en Bolivia, 3,4.

Todos ellos en comparación a un promedio mundial de 9,5 kilos por habitante. Latinoamérica tiene un buen potencial de crecimiento de consumo de polietileno.
mercosurabc