El arte transformador no es inspiración sino tarea
Inés Sanguinetti, fundadora de la organización Crear Vale la Pena, de Argentina y miembro de la Red Latinoamericana de Arte para la Transformación Social (REDLATS), plantea que “los problemas de inequidad son, además de realidades vinculadas a lo económico, fundamentalmente temas culturales.
La pobreza circunstancial no se llama exclusión y puede ser tranquilamente una circunstancia de la vida económica. La pobreza como construcción, la necesidad de que muchos tengan poco o nada para que pocos tengan mucho, es una construcción cultural y no una vicisitud de la vida económica.”
Y agrega que “para superar las barreras de la exclusión deben promoverse ámbitos para la generación de identidades sociales e institucionales que hagan accesible a todas las personas el efectivo uso de sus derechos a la producción de signos o sentidos. Debemos especialmente promover y visibilizar la capacidad de las personas vulnerables de producir arte y cultura.” Para ello, describe que “la generación de políticas públicas en cada localidad vinculando educación en las artes y gestión comunitaria, abre campos complementarios de saberes y competencias posibles para procesos de creación de un campo político a favor de la equidad y la integración social”. Y detalla los siguientes pasos:
El Arte y la construcción de identidad en la comunidad: las disciplinas artísticas y comunicacionales son saberes que deben abordarse si se quiere efectivamente enfrentar las problemáticas del bienestar en toda su complejidad. La música, el teatro, la danza, las artes plásticas, las letras, pero también la gráfica, la fotografía, el cine, las nuevas tecnologías y los diversos géneros y especializaciones que rodean la realización de hechos y obras artísticas y sus raíces históricas son la potencialidad social y cultural de un país.
Nuevos circuitos culturales y articulación entre espacios público-privados: deben fortalecerse las acciones relacionadas con la creación de nuevos circuitos y espacios públicos de circulación de esos bienes culturales y particularmente su relación con los sistemas políticos, sociales, institucionales y comerciales. En la medida que construyamos espacios públicos y privados donde se integren personas excluidas e incluidas, promoveremos un proyecto político de nuevas formas de democratización y protagonismo social. Caben aquí los debates sobre políticas públicas estatales, pero también sobre políticas sociales a nivel de la sociedad civil (ejercidas desde organizaciones comunitarias o sin fines de lucro) y empresariales, tanto en el ámbito nacional como en el local e internacional.
Integración de la educación formal y no formal: muchos de los saberes vinculados a los elementos conceptuales y las herramientas pedagógicas que se hacen imprescindibles para la creación de una nueva ciudadanía cultural en la escuela han sido ya descubiertos y puestos en práctica por exitosos procesos de Arte para la Transformación Social en diferentes lugares de Latinoamérica. Nos referimos a las cuestiones abiertas por la educación popular y retomadas por las organizaciones artetransformadoras.
Sanguinetti comparte cinco ideas para también ayudar a diseñar políticas públicas que unan bienestar a identidad:
El arte como creación de la comunidad humana: contra lo que habitualmente se proyecta como imagen del arte (el artista “inspirado”, poseído por un don que lo hace “distinto” y “superior” a los otros hombres y mujeres) el arte tiene su origen en la comunidad humana, en las relaciones que permiten que la gente cree imágenes y relatos para emocionarse y crecer individual y colectivamente.
La obra artística y política como enamoramiento creativo: compartir un momento de emoción “estética” es siempre un hecho social y comunitario, cuyo marco es construido desde valores e ideologías que también influyen en su “belleza”. El local de un grupo de teatro comunitario también es parte de su “obra”, así como la relación que hay con el barrio y su historia y su posición frente al mundo. Y ésta debe traducirse en realizaciones que ofrezcan el grado más alto de belleza y calidad que las comunidades humanas sean capaces de producir, no sólo por su impacto estético, sino por su raíz política.
La organización comunitaria como continente de un proyecto cultural: un proceso cultural distinto nos lleva a imaginar modos nuevos de organización social y comunitaria que sean efectivamente la traducción de nuestros valores y nuestros sueños. No hay un verdadero proceso de arte y transformación social sin organización comunitaria cuerpo a cuerpo que opere en los barrios, en los territorios concretos, con sus vínculos cotidianos y sus problemáticas.
La memoria, el presente y el futuro como materiales de trabajo: La cultura dominante se encarga de diluirnos la memoria y con ello la identidad, de distraernos de los elementos preocupantes del presente y de vendernos un futuro modelado y definido. Un proyecto cultural emancipador debe integrar al poder del arte y la emoción en una visión que recupere la memoria, ayude a interpretar y transformar el presente y, por último, convoque a discutir y construir el futuro. La temporalidad en relación a la transformación de la realidad es un elemento fundamental, que el arte y las acciones culturales pueden volver a situar al alcance de las comunidades y las personas.
Sanguinetti define muy bien el desafío que tiene por delante la cultura y el arte si aspira a transformar la sociedad: “esto no es inspiración sino tarea. No se trata aquí de eventos sino de procesos. Una política pública es una energía colectiva transformadora con perspectiva estratégica. Es la organización o sistematización de las voluntades humanas camino a enfrentar un problema, interpretar un imaginario colectivo, poner en acción la apatía o impotencia, reencontrar sentido en la fractura social. Pero sobre todo la tarea de una política pública es básicamente una tarea cultural: tejer una red infinita de futuros en el presente de un territorio, como ha dicho alguna vez la magistral Chiqui Gonzalez”.
Existen elementos concretos para que el desafío de transformar la sociedad a través de una nueva economía, cuente con la creatividad de la cultura y el arte para que el análisis del mercado global y la construcción del escenario local, así como la mirada económica de las industrias culturales y la interpretación sociopolítica del arte transformador, impregnen una nueva lógica donde la disrupción cultural no pase por separar economía y cultura, sino por integrarlas y complementarlas en marcos de sustentabilidad económica e inclusión cultural. O dicho de otro modo, economía y cultura pensadas desde la disrupción constructiva. Incontext.