Arbitraje de conflictos regionales
En una suerte de arbitraje en el medio de los conflictos desatados en América Latina, la Unión Europea asistió al fracaso de la IV Cumbre entre Europa y América Latina y el Caribe, en la que había invertido recursos y preparativos.
México y Chile aparecieron como los países más avanzados en el tema de las negociaciones por el libre comercio, en tanto ambos han firmado su acuerdo con la Unión Europea. Chile, catalogado como el país “modelo” de la región, se fue de Europa con la misión de tender un puente, para el que lo favorece su condición de ex miembro de lo que fuera el Pacto Andino, con Venezuela y Bolivia. Bachellet anunció su participación en el megagasoducto y mantuvo cordiales reuniones con los mandatarios de ambos países.
México encarnó a través de su Presidente Fox, el discurso de defensa del libre comercio tanto desde su alianza con la Unión Europea en la comunidad iberoamericana que aglutinaba la reunión, como desde su lugar de socio junior en el TLCNA (NAFTA). Desde México, la Cancillería de ese país anunció el viaje de la misión técnica a Bolivia para tratar el tema de la provisión de gas, y se refirió a la posibilidad de que aquel país participe en planes de desarrollo energético relacionados con el gas boliviano.
Se debe articular "la manera en que México podría tener acceso al gas respetando las leyes, las condiciones que Bolivia impusiera", acentuó el Canciller Derbez en cuidadosas declaraciones. Y hasta llegó a mencionar las coincidencias de su país en la concepción del apoyo a las comunidades indígenas bolivianas, que también serían objeto de cooperación bilateral.
En este caso, la misión de la diplomacia “del puente” se une a la necesidad de evitar cambios en el precio y volumen del gas que México pretende importar desde Bolivia para las tres plantas gasificadoras que está construyendo en el Pacífico mexicano, otra en América Central y una tercera en cooperación para una gran planta hidroeléctrica y un gasoducto desde Puebla hasta Panamá.
Más allá de los acercamientos políticos que se intentaron implementar, y que produjo una Declaración que refleja puntos como el derecho a la autogestión de los recursos propios para los países de ALC, las condiciones en las que acudió América latina a la reunión no permitían anticipar un avance importante.
Si bien las negociaciones bilaterales con el bloque del Mercosur no produjeron sorpresas en el sentido de no poder despegar sus términos de lo negociado en la Organización Mundial de Comercio, fue excepcional el estado conflictivo generado entre Argentina y Uruguay, y desalentó cualquier expectativa de profundización del proceso iniciado con la UE, como lo sugería la Declaración final de Viena.
En la reunión de Cancilleres que reemplazó el 13 de mayo al clásico encuentro entre Presidentes del Mercosur con la Unión Europea después de cada cumbre iberoamericana, se verificaron sin embargo algunos cambios.
No se esperaba un avance concreto en la concesión de los presupuestos de Mercosur sobre el recorte de las tarifas agrícolas que este bloque exige para proseguir la negociación. Pero fuentes cercanas a Itamaraty, señalaron que la Unión Europea habría aceptado un umbral de recorte en el 47% del universo tarifario agrícola, dependiendo –según aclaró- de las concesiones que Europa obtuviera en el comercio de servicios y productos industriales en la OMC. Una cifra mucho más cercana al 54% reclamado por Brasil desde el Grupo de los 20, que pretende ser consensuado en la OMC, que el 39% ofrecido por la UE en la última oferta negociadora. El único éxito a ser mostrado por el cuestionado liderazgo de Lula da Silva, en una reunión latinoamericana dominada por la crisis del gas.
Las reacciones internas en Brasil fueron de toda índole. Detonaron desde la discusión acerca de la forma en que el gobierno defiende los intereses multinacionales brasileños en Bolivia y en el resto de América Latina; hasta la necesidad de incluir a la crisis del gas como hipótesis de conflicto en caso de emergencia energética por parte de las fuerzas armadas.
El otro gran anuncio que se esperaba en el Cumbre de Viena antes de la separación de Venezuela de la Comunidad Andina era la apertura de negociaciones UE-CAN en el ámbito de la IV Cumbre celebrada en Viena. El Presidente Toledo, que deja el poder en Perú el 28 de julio, sin la garantía cierta de que su sucesor prosiga con sus alianzas externas –especialmente si se trata del candidato nacionalista Ollanta Humalá- hizo enormes esfuerzos por obtener un gesto político de Morales en el sentido de no abandonar la agrupación andina, única carta de negociación posible para iniciar las negociaciones con el Viejo Continente. El Presidente de Bolivia, que fue convocado junto a Chávez por el Mandatario de Colombia, Uribe, a participar de la asociación con la UE, habría pedido un lapso de dos meses para estudiar el alejamiento del bloque andino.
En este contexto, no es extraño que no se haya confirmado aún el acuerdo para crear una línea específica de créditos en el seno del Banco Europeo de Inversiones (BEI) que duplique, de 2.000 a 4.000 millones de Euros, los fondos disponibles para Iberoamérica.
Fuente: mercosurabc/adnmundo.com