Argentina: ¿deterioro de balanza bilateral o problema de capacidad de oferta?

En un encuentro organizado por la Cámara de Comercio Argentino Brasileña, el experto en integración regional Félix Peña, subrayó que el problema de Argentina en su intercambio con Brasil comenzó mucho antes de la crisis mundial. Desestimó que en el primer semestre del año se produzcan avances importantes en la agenda pendiente del Mercosur. Pidió fortalecer la alianza política que significa el Mercosur y propuso la creación de un Consejo Económico y Social del bloque. La necesidad de instaurar la figura de un director comercial, al igual que existe en la OMC, que actúe como facilitador, y que realice un monitoreo, es imperiosa. Podría evitar por ejemplo, una escalada de barreras comerciales ante una crisis, señaló.


La abrupta caída del intercambio entre Argentina y Brasil en enero, del orden del 40%, hizo que todas las miradas apuntaran a la crisis internacional como única explicación del deterioro de la balanza comercial. Pero los números -incluso las cuestionadas estadísticas oficiales del INDEC- indican que el desbalance sobre todo del lado argentino viene de larga data. El experto en comercio internacional e integración regional, Félix Peña, resaltó que el problema del desequilibrio que sufre Argentina con Brasil está lejos de ser un efecto aislado de la debacle financiera mundial. “Tengo grandes dudas en torno a lo que está sucediendo con los flujos de comercio bilateral y si analizamos los números del período 1998-2008, se confirma una hipótesis: que lo que tenemos con Brasil es un problema de capacidad de oferta”, resumió.

En el lapso citado, Brasil aumentó sus importaciones a razón de 200% en tanto las compras a la Argentina crecieron a una tasa bastante menor, de 65%, según cifras citadas por Peña. A la luz de esos números, planteó que es necesario analizar si Argentina está en condiciones de ofrecer los productos que Brasil realmente está demandando. El experto recalcó que la caída del intercambio comercial con Brasil que se profundizó a partir de enero “no es un problema de hoy, sino que viene de arrastre”, y reiteró que se debe “a un problema de oferta”, que posiblemente también tenga que ver con la calidad en los procesos de distribución para llegar con los productos a destino.

Por otra parte, Peña sostuvo que hay gran confusión en torno a las medidas restrictivas concretas que están tomando ambos socios para defender a sus industrias del ingreso de productos, algo inevitable en tiempos de crisis. Si bien el estatuto del Mercosur prohíbe las restricciones no arancelarias, existen reglamentaciones que, en la práctica, hacen a la defensa comercial y se convierten en barreras al comercio. Algunas alternativas para lograr este objetivo es hacer más rigurosos los requerimientos aduaneros, o ajustar los valores criterio de los productos que ingresan.

Respecto a este tipo de prácticas que se están observando en materia de proteccionismo, Peña ironizó que se está desplegando gran “talento” y “una tremenda ingeniosidad” a la hora de fijar mecanismos que actúen como barreras, de uno y otro lado de la frontera, disfrazando la naturaleza restrictiva de tales medidas. “Hay una tendencia fuerte a algo distinto a lo que se vio en la crisis del 30, a una especie de acupuntura proteccionista, es decir, a disfrazar lo más posible las medidas de este tipo”, apuntó. (Ver nota adjunta “Las licencias no automáticas nunca afectaron las ventas brasileñas destinadas a Argentina”)

En un contexto más amplio, Peña sostuvo que cada vez se hace más evidente que la capacidad de monitoreo de la Organización Mundial del Comercio (OMC) se está limitando a aquello que los gobiernos informan a esa organización internacional. “Es sabido que ningún gobierno cuenta todo lo que hace en esta materia, y esto muestra que hay dificultad en el monitoreo de lo que está sucediendo en el comercio”, agregó.

La confusión en torno a las reales condiciones que rigen el comercio bilateral es la razón de que hoy exista la percepción de que hay licencias no automáticas, pese a que las licencias automáticas de importación que impuso Brasil el pasado 19 de enero fueron eliminadas poco después de establecidas, por mandato del presidente Luiz Ignacio Lula da Silva. “Se ha instalado en el imaginario colectivo que hay licencias no automáticas y la realidad es que hoy día es difícil saber lo que están haciendo en esa materia uno y otro país para proteger a sus industrias”, advirtió Peña. En este sentido, el pronóstico no es alentador si se tiene en cuenta que las condiciones comerciales empeorarán. Las estimaciones para este año hablan de una caída cercana al 4% en el comercio mundial, con lo cual es de suponer que el proteccionismo se acentuará en todo el globo.


El contexto mundial

Peña puntualizó algunos aspectos a tener en cuenta del escenario mundial en el que se inscribe la relación Argentina-Brasil. Advirtió que el mundo está en un proceso de desconcierto en el cual la crisis ha penetrado hondo en la economía real, con signos de que esa inestabilidad llegue pronto al plano político. “No hay que generar una visión apocalíptica, pero tampoco hacer de cuenta que no pasa nada serio; ambas posturas son peligrosas”, advirtió.

A nivel internacional, marcó que hay cimbronazos en todos los bloques con grandes discusiones entre este-oeste; países grandes-chicos; desglobalización-globalización, por dar algunos ejemplos, pero lo cierto es que los bloques regionales están teniendo debates fuertes de los cuales “probablemente salgan fortalecidos”, confió Peña. Sin embargo, es llamativo que mientras los miembros de la UE y los que conforman la ASEAN están teniendo encuentros para conocer sus posturas de cara a la cumbre de Londres, el Mercosur no está siguiendo el mismo camino, aseguró Peña.

En ese contexto, se preguntó cuán eficaz puede ser el G-20 para dar una respuesta a la problemáticas colectivas ante un cuadro de situación que se está volviendo más dramático, teniendo en cuenta que en la anterior cumbre de jefes de estado, realizada en Washington, no se logró cerrar la ronda de Doha –uno de los mandatos que surgió de aquel encuentro- y tampoco se cumplió con la expectativa de no incrementar el proteccionismo. A la luz de estos dos hechos, el experto se preguntó si realmente el G-20 es el espacio indicado para obtener un grado de coordinación entre los países, o dicho de otro modo, si puede arrojar soluciones para los problemas del siglo XXI, cuando no está claro quién detenta el poder. “Hoy ya no es tan claro quién tiene el poder porque ya no se trata solamente de Estados Unidos, o del G-7 –insistió- de manera que el interrogante es hasta qué punto están en el G-20 los países que deberían estar”, concluyó.

Silvia Martínez