Argentina y su inserción en cadenas de valor

Es urgente que las estructuras productivas y exportadoras de América Latina, en general, se orienten hacia los sectores más dinámicos, de mayor productividad o de alto contenido tecnológico. Esto nos permitirá una mayor competitividad y participar “sudamericanamente” o “latinoamericanamente” de cadenas globales de valor. La tarea es en Argentina, con una cuidadosa planificación de selección de cadenas estratégicas, y en la región, sostiene Nahuel Oddone en charla con Mercosurabc.


Argentina necesita de una cuidadosa planificación que identifique cadenas de valor estratégicas y articulaciones centradas en la manufactura de media y alta tecnología, intensiva en diseño e innovación. Y cuidar cómo distribuir los beneficios, con mecanismos de inclusión como empleo y sistema educativo.

En un artículo que publicaste recientemente en la Revista PUENTES (http://www.ictsd.org/bridges-news/puentes/news/pol%C3%ADtica-comercial-y-cadenas-de-valor-en-argentina-contempor%C3%A1nea-%C2%BFuna) mencionas que la Argentina no podrá lograr una inserción internacional sustentable en la economía global si no logra una transformación productiva competitiva y una consolidación de su participación en los encadenamientos regionales existentes. ¿Cómo podemos entender el proceso de transformación productiva “competitiva”?

Una transformación productiva competitiva podría entenderse como aquel cambio que propicia la diversificación productiva y amplía la participación en aquella parte de la estructura de producción con mayor intensidad en conocimientos o cuya tasa de crecimiento de la demanda es más elevada, es decir, es aquella transformación que contribuye, a partir de la agregación de valor, a un cambio estructural de la economía.

Entendemos el cambio estructural de la economía en una perspectiva de la CEPAL. El desarrollo económico se alcanza con cambios en la estructura productiva que transforman la composición del producto, el comercio internacional, el empleo y el patrón de especialización productiva nacional. Se busca así construir una nueva matriz productiva diversificada, con trayectorias de crecimiento de la productividad más dinámicas, que cierre las brechas de productividad respecto de los países desarrollados y reduzca las asimetrías al interior del país.

El desafío es para Argentina lograr una mayor participación en cadenas globales de valor en segmentos de alto valor agregado a partir de la puesta en marcha de políticas de ciencia, tecnología e innovación que fortalezcan las capacidades nacionales de creación y utilización de conocimientos científicos y tecnológicos. A su vez, la propia participación en cadenas de valor permite el acceso a nuevas tecnologías, habilidades empresariales y redes de innovación que tienden a incrementar la productividad y deberían mejorar la calidad del empleo y de los salarios. Esto es fundamental para la Argentina, dada la pérdida de competitividad de sus salarios por la inflación y la situación macroeconómica.

El concepto de competitividad es un concepto muy discutido en la economía. Existen múltiples definiciones de competitividad. Personalmente me gusta la interpretación de Fajnzylber, para quien la competitividad auténtica se logra mediante una serie de incrementos en la productividad, lo que exige un progreso técnico continuo, mayor diferenciación de productos, incorporación de innovaciones tecnológicas, introducción de nuevas formas de organización empresarial y el eslabonamiento de las cadenas productivas, de modo que aumente la eficiencia del ciclo productivo. Creo que esta interpretación de la competitividad es fundamental para la Argentina actual.

 

Son los encadenamientos regionales una etapa previa u obligada a la inserción en eslabones de cadenas globales? Qué casos exitosos se pueden mencionar en este sentido?

Digamos que no necesariamente lo son, pero deberían serlo. Es una cuestión que podemos entender desde la perspectiva del ser y el deber ser. Pero dejame hacer una aclaración conceptual. Es importante distinguir el alcance geográfico de una cadena de valor y su participación en flujos de comercio internacional. A causa de la difusión del concepto de cadenas globales de valor, es común asociarlo con exclusividad a la escala global. No obstante, en América Latina, es frecuente que el alcance de una cadena de valor sea nacional o regional cuando se trata tanto de productos primarios, como de manufacturas y servicios. Por ende, son muchos los casos de procesos de producción y de oferta de servicios que se inician y terminan en el territorio de un país o interaccionan sólo con uno o varios países vecinos.

Si el fortalecimiento de una cadena de valor va acompañado de un cambio estructural, en la medida que se incorporan nuevos y mejores productos, mayor productividad y actividades más intensivas en conocimientos es probable que busque extenderse internacionalmente. Y el primer espacio natural es la región. Si esto sucede a nivel sudamericano o latinoamericano, es decir, países de nuestra región que participan de los diferentes eslabones de una misma cadena de valor, es probable que logremos aminorar la heterogeneidad estructural propia de las economías latinoamericanas, la coexistencia en una misma economía de sectores y empresas altamente productivos junto con el enorme peso relativo de los sectores y empresas con baja productividad.

Es urgente que las estructuras productivas y exportadoras de América Latina, en general, se orienten hacia los sectores más dinámicos, de mayor productividad o de alto contenido tecnológico. Esto nos permitirá una mayor competitividad y participar “sudamericanamente” o “latinoamericanamente” de cadenas globales de valor. La tarea es en Argentina y en la región.

 

¿Tenemos algún ejemplo al respecto?

Como ejemplo podríamos pensar el emprendimiento conjunto del avión carguero KC-390 entre dos empresas del Mercosur: la brasileña Embraer y la argentina Fábrica de Aviones Brigadier San Martin SA. La calificación de FAdeA como proveedor de Embraer abre también nuevas posibilidades de inserción en las cadenas de los otros socios de Embraer, con un seguro impacto sobre futuros desarrollos tecnológicos. El sector automotriz también es un ejemplo recurrente. Basta pensar en la asociación estratégica entre Fiat Auto Argentina SA que produce en el complejo industrial de Ferreyra (en Córdoba) cajas de transmisión para los vehículos de la firma PSA Peugeot Citroën SA, tanto para Argentina como para Brasil. Este es un claro ejemplo de asociación vertical.

 

¿Es viable participar de cadenas globales sin Tratados de Libre Comercio vigentes?

Desde la perspectiva que ha aumentado el contenido importado de las exportaciones a nivel mundial y que los Tratados de Libre Comercio (TLC) permiten la eliminación de los aranceles aduaneros (es decir, importaciones con arancel cero o más bajo), podríamos sostener que los TLC son una herramienta útil para importar los insumos necesarios para mejorar nuestros productos y colocarlo mejor en mercados internacionales competitivos. Desarrollar una política comercial inteligente es la base para una complementariedad productiva regional y global. No pueden estar disociadas.

 

¿Podemos hablar de cadenas globales de valor o aún las grandes cadenas terminan funcionando a partir de experiencias o bloques regionales?

Sin lugar a dudas, las cadenas “globales de valor” han hecho base en los grandes núcleos regionales de crecimiento económico e integración. América del Norte, Asia y Europa. Pero un análisis detallado de estos vínculos globales-regionales pone de relieve la importancia de la integración regional para participar globalmente. El problema de nuestra región es el bajo comercio intra-regional. A modo de ejemplo el comercio intra-MERCOSUR sólo constituye el 15%. ¿Sabes de cuánto es en la Unión Europea? Del 62%; en el TLCAN del 49%, y en Asia del 50%. Las tres grandes fábricas de cadenas de valor globales, tienen laboratorios y talleres regionales (altos niveles de comercio intrarregional) con un alto porcentaje de bienes intermedios. Los flujos de comercio entre México y Estados Unidos son un claro ejemplo. México, país de América Latina, que más participa de cadenas globales de valor, lo hace con base en su TLC y un importante flujo de insumos (partes y componentes) que constituyen bienes intermedios necesarios para la elaboración de otros productos. Sin lugar a dudas, este esquema le ha permitido a México transitar procesos de escalamiento tecnológicos muy significativos. El vínculo entre integración e industrialización nunca ha dejado de estar vigente. En nuestro MERCOSUR es fundamental aumentar el comercio intra-regional con base en el desarrollo de una integración productiva eficaz.

 

¿Cuáles son los sectores argentinos que tienen chances de sumarse a cadenas globales? ¿Qué haría falta para transformar esas chances en realidad?

Argentina necesita de una cuidadosa planificación que identifique cadenas de valor estratégicas y articulaciones centradas en la manufactura de media y alta tecnología, la manufactura intensiva en diseño e innovación y los servicios intensivos en conocimiento distribuidos a lo largo de todo el tejido nacional a partir de la creación de capacidades subnacionales y alianzas público-privadas.

Para lograrlo son fundamentales los servicios profesionales y de soporte. Los servicios profesionales y de soporte tales como certificaciones, extensionismo e investigación y desarrollo son cruciales para la modernización tecnológica, el aumento del valor agregado, el acceso a los mercados internacionales y la sofisticación de las cadenas existentes. El escalamiento tecnológico será el resultado de capacidades tecnológicas más avanzadas lo que permite el desarrollo de nuevos productos, servicios, procesos y la participación en actividades más intensivas en conocimiento

La mejora de los servicios profesionales de transporte, distribución y certificación favorece la inserción de nuevos actores en la cadena a la vez que favorece su escalamiento. Los servicios profesionales no sólo son importantes para el aumento del valor agregado nacional de las cadenas de valor agroindustriales, también son cruciales para mejorar la participación en el valor agregado total obtenido en los eslabones fundamentales de la cadena. El desafío radica en generar un mayor valor agregado, obtener mayores beneficios económicos de la participación en las cadenas de valor y una distribución interna de esos beneficios que permita el escalamiento económico y social. Al aumentar el valor agregado o al avanzar hacia actividades de mayor valor agregado los actores pueden incrementar los beneficios económicos de su participación en las cadenas de valor. Pero, al mismo tiempo, debemos cuidar su distribución interna, es decir, la forma en que creamos procesos de escalamiento social entendidos como la capacidad de elevar el bienestar de todos los miembros de una sociedad a partir de la creación de un sentido de pertenencia por medio de derechos y la activa participación para promover la confianza mutua, ofrecer oportunidades y sostener una movilidad ascendente. No sólo se trata de crear valor sino también de cómo distribuimos los beneficios de esa creación. Los mecanismos de inclusión abarcan el empleo, el sistema educativo, la creación de nuevos derechos y garantías para las personas, extender la protección social, etc.

Es importante también reconocer que los servicios desempeñan un papel importante en el fomento de la innovación tecnológica y el aumento del valor agregado nacional en las cadenas de valor de bienes, aunque no todos los servicios contribuyen a la  innovación tecnológica. El gobierno juega un papel fundamental para fomentar tanto la oferta como la demanda de estos servicios profesionales y de soporte. Se necesitan políticas públicas de apoyo a la creación y el fortalecimiento de proveedores nacionales, por ejemplo, apoyo financiero para la formación de capital humano o la inversión en la investigación, desarrollo y extensión de nuevas tecnologías. Se requieren iniciativas públicas dirigidas a financiar los servicios profesionales y de soporte para todos los actores de una cadena de valor, diseñar más políticas a nivel de cadena, y no tanto política sectoriales. Eso sí, son decisiones difíciles. Hacer política industrial por medio de cadenas de valor también implica “seleccionar”, el eterno dilema de la política industrial.

 

 

* Es autor, junto a Ramón Padilla Pérez, del libro Manual para el fortalecimiento de cadenas de valor (Comisión Económica para América Latina y el Caribe –CEPAL y Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola –FIDA, Ciudad de México, 2016).  

Graciela Baquero