Brasil: ¿Jugando en primera o peleando por el ascenso?

¿Comenzó ya el futuro? La evidencia empírica demuestra que la élite dirigente brasileña camina a contramano histórica de las élites extranjeras exitosas.


En cuestiones clave relacionadas con el destino del país hubo mucho desacierto y poco juicio en la toma de decisiones durante el último siglo. Parecería que el país encontró el camino del éxito durante los últimos 8 años del gobierno Lula/PT. El país ahora se prepara para ser anfitrión de eventos deportivos de alcance mundial: La copa mundial de fútbol en 2014 y las olimpíadas en 2016. El gobierno de Dilma Rousseff y el Partido de los Trabajadores – perfectamente integrados al establishment de la élite dominante después de 8 años en el poder – piensa utilizar los eventos deportivos como vitrina para el ingreso de Brasil en el exclusivo club de potencias regionales y a nivel global. Sin embargo, las desilusiones del pasado engendran (legitimas) preguntas para el presente. ¿Se encuentra la nueva élite dirigente realmente preparada para liderar Brasil hacia la primera división de las potencias mundiales? ¿Ocupará Brasil un lugar junto al grupo de países líderes o, como se dice en la jerga futbolística, continuará jugando como nunca y perdiendo como siempre? Mi observación y percepción, después de 35 años viviendo en el exterior, es de más dudas que certidumbres. La conclusión final queda al criterio de cada lector.

La colonización portuguesa. Brasil fue descubierto y colonizado por el país europeo más retrógrado. Portugal ingresa en la modernidad exactamente el 1º de enero de 1986 cuando se adhiere a la Unión Europea (UE). Durante tres siglos (1500-1808) la colonia brasileña fue mantenida aislada en la oscuridad del conocimiento. Gracias a la invasión de la Península Ibérica por tropas napoleónicas, y a la fuga de la familia real portuguesa hacia Río de Janeiro en 1808, la colonia ganó su primera imprenta y la publicación de libros. Asimismo, la educación básica universal todavía no ha sido alcanzada en este nuevo siglo. Este hecho explica el retroceso cultural y educativo que sufrieran los varios grupos de inmigrantes que llegaron al país a fines del siglo XIX e inicios del XX, como alemanes, italianos, españoles y japoneses.

La herencia portuguesa hizo de Brasil la cuna de fantásticos jugadores de fútbol, excelentes músicos y muchísimos abogados, pero adolece de trabajadores y profesionales entrenados y educados para una economía moderna. La herencia colonial se revela en la fuerte concentración de la riqueza-ingreso y la corrupción endémica del Estado, pasando por el ejecutivo, legislativo y judicial. El contexto histórico de la formación de la élite política, la burocracia estatal-diplomática, la judicial, la académica y la empresarial es fundamental para entender el tema económico que se tratará aquí.

A lo largo de la historia brasileña, los ciclos y cambios económicos – siempre provocados por eventos externos-- suceden unos a otros, sobrepuestos en una estructura política, social, educativa y jurídica del pasado. Los cambios son temporales, mientras la estructura de poder y el pensamiento arcaico permanecen intactos. Algo muy parecido a la historia de la India. Este fenómeno explica el siguiente axioma: el camino trillado por la élite brasileña ha sido siempre opuesto al camino trillado por las élites de los países exitosos. Cuatro ejemplos en el área económica ilustran este punto.

1. La estrategia del desarrollo industrial. Durante la segunda mitad del siglo XX (1950-2000), Brasil perdió la única oportunidad de tornarse en una potencia industrial sofisticada y competitiva a nivel global. Liderado por Estados Unidos de América (EUA), el binomio base industrial manufacturera-apertura comercial fue el principal motor del crecimiento económico, del desarrollo científico-tecnológico y fue generador de riqueza en el seno de las economías avanzadas (G-7). En oposición a la estrategia victoriosa, la élite brasileña (acompañaa por la India) se decide por un desarrollo industrial cerrado a la competencia externa. Este hecho explica el fracaso de transformar al país en una plataforma competitiva para la exportación de bienes industriales y servicios correlativos. Mientras China utiliza (exitosamente) la misma fórmula para producir manufacturas de alto contenido tecnológico, Brasil camina hacia una mayor especialización en la exportación de commodities como alimentos y minerales, de poca generación de empleo de buena calidad. La falta crónica de mano de obra entrenada y calificada hace imposible el desarrollo a gran escala de sectores de alta tecnología.

2. La estrategia comercial. La diplomacia comercial brasileña descubre las bondades del sistema multilateral de comercio cuando los países ricos ya lo habían abandonado al final del siglo pasado. Durante la década de los 80 se torna evidente para el G-7 el debilitamiento de los beneficios derivados de la Ronda Tokio (1973-79) del GATT (General Agreement on Tariffs and Trade, desde 1993 denominada la Organización Mundial del Comercio, OMC). Este agotamiento fue el resultado de cambios estructurales en las economías avanzadas y la fuerte competencia industrial asiática reforzada con la presencia de China. Así, el G-7 abandona definitivamente los esfuerzos de negociar en serio en la Ronda Doha (desde 2001) de la OMC. Este acuerdo comercial multilateral debería beneficiar a potencias exportadoras agrícolas como Argentina, Brasil, Australia y Nueva Zelanda. EUA, a su vez, inicia una estrategia agresiva de acuerdos de libre comercio, simbolizado por el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), durante los años 90.

A contramano del G-7, la diplomacia comercial brasileña apuesta todas sus fichas en la OMC y la Ronda Doha, que termina en un fracaso por razones obvias. Ni los países ricos ni los países pobres (importadores de alimentos) están interesados en una nueva ronda de liberalización comercial en el área agrícola. La OMC está relegada a un papel secundario como tribunal (costoso e ineficaz) para resolver disputas comerciales. Brasil es campeón de disputas comerciales ganadas junto a EUA y la UE. No obstante, no obtiene ningún resultado práctico o algún beneficio tangible. La legislación OMC no contempla mecanismos jurídicos de aplicación de penas en caso de disputas comerciales. Como siempre me hace recordar un amigo, en la OMC Brasil gana siempre pero nunca lleva. Para suerte de la diplomacia comercial de Itamaraty, la iniciativa argentina de creación del MERCOSUR (Mercado Común del Sur) permite a Brasil desarrollar una base de integración comercial Sudamericana, con acceso privilegiado a mercados para sus manufacturas industriales poco competitivas en los mercados globales.

3. Estrategia energética. A contramano de los países avanzados, el gobierno brasileño hace una fuerte apuesta futura en favor del petróleo, cuando los países del G-7 más China han decidido reducir el consumo del mismo. Razones ambientales, económicas, tecnológicas, geo- políticas y de seguridad/defensa juegan un papel fundamental en la decisión de cambio de la matriz energética. El país que controle las nuevas tecnologías energéticas irá a dominar la economía global en el siglo XXI. Asimismo, ya existen las condiciones necesarias (desarrollo tecnológico) y suficientes (viabilidad económica) para sustituir el uso de petróleo y carbón por fuentes energéticas limpias como la eólica, solar y biomasa en la generación de electricidad. Los sectores clave son el automotor, el aeronáutico y los buques, principales consumidores de derivados del petróleo. El avance tecnológico indica que los motores actuales, diseñados para el consumo de petróleo, serán, en breve, sustituidos por otros como el motor eléctrico para autos, por ejemplo.

Otra vez a contramano de la política energética del G-7 más China, el gobierno brasileño – vía Petrobras - apuesta todas sus fichas en el desarrollo de los (costosos) yacimientos petrolíferos descubiertos en la costa marítima atlántica. El país podría terminar produciendo petróleo a un precio no competitivo con la nueva matriz de consumo energético mundial. Además, irá a profundizar la estructura productora/exportadora de commodities. Aunque sean tangibles los beneficios del programa del etanol combustible a partir de la caña de azúcar, tampoco es una apuesta de éxito a nivel global. Primero, no existe ningún otro país con abundancia de tierras, clima, agua y tecnología similar a Brasil para producir etanol a gran escala. Segundo, los países ricos buscan independencia energética y optan por desarrollar tecnología propia para la producción de combustibles renovables. El uso (irracional) de maíz y soya para la producción de combustible en EUA ilustra este punto. El programa brasileño de etanol continuará circunscripto al mercado doméstico o a alguna exportación marginal hacia los mercados europeo y japonés.

4. Política monetaria y cambiaria. La política monetaria y cambiaria del Banco Central Brasileño (Bacen) está a contramano del ciclo monetario y cambiario del G-7 más China y Argentina, principales socios comerciales de Brasil. Mientras el ciclo del G-7 generará empleos, el ciclo del Bacen eliminará empleos. La génesis de la contramano monetaria/cambiaria empieza en el año 2000 cuando Arminio Fraga, egresado de Princeton, es nombrado presidente del Bacen por Fernando Henrique Cardoso (FHC) después de la fuerte devaluación del Real y del paquete de ayuda financiera del FMI (Fondo Monetario Internacional). Arminio introduce el novedoso concepto académico de metas de inflación y cambio fluctuante, política que fortalece la moneda, el Real.

A contramano, el banco central de EUA (la FED, o Reserva Federal) ya había abandonado la política monetaria restrictiva de la era Paul Volker, del dólar fuerte, desde fines de los años 70. A partir de los 80, Alan Greenspan opta por una política monetaria expansiva de estimulo al crecimiento, con queda de las tasas de interés. El dólar se debilita durante los años 90 y el proceso culmina con la crisis financiera de 2008. Ben Bernanke/FED acelera la expansión monetaria con tasas de interés cero. Desde 2008 el dólar ha perdido el 45% de su valor nominal en relación al Real brasileño. Hoy por hoy, el cambio real efectivo entre las dos monedas –restando la inflación brasileña de la norteamericana – es de uno a uno. El coste de vida en Florianópolis, donde resido, es más alto que el de Washington DC. Brasil repite diez años después la experiencia argentina de la convertibilidad.

El desafío económico de 2011. Inmovilizado por la política monetaria y cambiaría de la era FHC, el gobierno de Dilma Rousseff enfrenta un cuadro económico complicado. La paradoja es que el problema ahora es la abundancia y no la escasez de dólares como en el pasado. La debilidad del dólar continúa presionando la tasa de inflación vía aumento de precios de alimentos y energía, lo que obliga a un alza en la tasa de interés básica. Al mismo tiempo, aumenta el flujo de dólares buscando rendimientos financieros en Brasil, lo que fortalece aun más el valor del Real. La economía a partir de 2011 podría presentar el fenómeno conocido por estanflación, caracterizado por bajas tasas de crecimiento del PIB y altas tasas de inflación. Es el peor escenario para Dilma debido el impacto negativo --pérdida de empleo más pérdida del valor de los salarios y el ingreso-- entre los millones de pobres y la clase media ascendente, principal base de apoyo electoral del PT. Desaparece la certidumbre de la re-elección en 2014 y aumentan las posibilidades para que la oposición retome el poder.

Sumado a la complejidad macro-económica debido a la abundancia de dólares --algo inaudito para los técnicos del banco central -- la administración Dilma enfrentará el reto de gestionar, en forma y tiempo, las numerosas obras de infraestructura prometidas a FIFA y al COI. Algo difícil (casi un milagro) de conseguirse debido el nivel de corrupción en la licitación y ejecución de obras públicas, siempre muy costosas y de pésima calidad, ello si se llegan a terminar. El desafío de preservar el orden y la seguridad públicas en las ciudades donde ocurrirán los eventos deportivos es otro tema de la agenda. Las favelas y las calles brasileñas están lejos de ser pacíficas, mientras persista el alto nivel de corrupción policial y judicial. Dilma y el Partido de los Trabajadores tienen en sus manos todos los instrumentos para demostrar ser más competentes que la oposición política derrotada en las últimas tres elecciones. El interrogante, entonces, es si termina el ciclo de Brasil de vivir a contramano de la historia, o continúa como el país del futuro. El lector tiene la última palabra.


Uziel Nogueira, Economista Senior Integración BID/INTAL (retirado), Consultor Internacional
Florianópolis, SC – Brasil, nogueirauzi@hotmail.com  
Uziel Nogueira