Brasil y el modelo de la integración radial

Brasil genera con cada uno de los países suramericanos una relación radial, con él como centro, lo que socava el concepto de integración regional, en un diseño que, a priori, podría dejar bajo su conducción aspectos fundamentales del movimiento económico de América del Sur, salvo que aquellos utilizaran esquemas semejantes con los demás, lo que no ha ocurrido ni Brasil ha sugerido, sostiene Sixto Portela en la nota que se reproduce a continuación.


Bs. As, Abril 30, 2011

En el informe anterior, con motivo de un artículo del diario español El País
titulado “Brasil ya actúa como potencia regional”, en el que su autor comentó la
asistencia dada por asesores del Partido de los Trabajadores brasileño al candidato
presidencial peruano Ollanta Humala, opiné que en función de sus intereses Brasil ya
actuaba así desde antes, con otras modalidades. De éstas describí allí, como primer
ejemplo, sus sistemas de vigilancia y defensa militar de la Amazonía, que comparte
con sus vecinos aunque reteniendo el control de su instalación y operación, a lo que
agregué lo que acordaron Brasil y Francia respecto de la seguridad del Departamento
de Ultramar francés de Guayana.

En otro campo, asimismo dentro de la América del Sur, mencioné el Programa
de Sustitución Competitiva de Importaciones, que viene a cuento también porque,
durante la reciente visita de la presidenta Dilma Rousseff a Argentina, los cancilleres
Timerman y Aguiar Patriota suscribieron un memorándum de entendimiento
destinado, entre otras acciones, a “favorecer el incremento de las compras brasileñas
de bienes y servicios argentinos, en el ámbito del Programa de Sustitución Competitiva
de Importaciones (PSCI) de Brasil”. Esta suerte de reconfirmación produce perplejidad
porque en el sitio www.brazilglobalnet.gov.br sigue figurando como memorándum de
entendimiento entre ambos países para la aplicación del PSCI el denominado “Acuerdo
para establecer un Mecanismo de Cooperación Comercial” suscripto el 30/11/2005 en
Puerto Iguazú, que ha tenido ya numerosas aplicaciones; la nueva mención sólo toma
sentido si se la considera como un inútil placebo en medio de los conflictos existentes.

La razón dada para el lanzamiento unilateral del PSCI por el gobierno Lula ha
sido la disminución del comercio de Brasil con los países de América del Sur desde
1998 (cuando ese intercambio constituyó el 21,8% del comercio exterior brasileño)
hasta 2003 (en el que la participación descendió al 13%); completaba esa situación
el dato de que Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam y
Venezuela tenían, en 2003, un déficit comercial con Brasil superior, en conjunto, a
los 2.800 millones de dólares, incrementado a partir de 2004 con el déficit de
Argentina en ese intercambio. Como respuesta a esa situación, Brasil propone
sustituir las compras que realiza en otros orígenes, por productos y servicios de
América del Sur en tanto sean provistos en condiciones competitivas.

Al presentarse el PSCI en Buenos Aires, el 23 de agosto de 2006, me impresionó como una acción apta para favorecer una nueva etapa de integración; pero luego su instrumentación a través de memorandos de entendimiento firmados por separado con cada país de América del Sur, y especialmente la falta de reciprocidad por parte de éstos en la sustitución ofrecida, me llevó a considerar que el PSCI derivaba en una acción de Brasil en la que éste ejercita su condición de potencia regional, generando relaciones asimétricas con sus contrapartes.

En aquella fecha, con una Jornada realizada por la Embajada del Brasil, se dio
a conocer oficialmente el PSCI en Argentina, prolongándose su difusión con reuniones
realizadas en ciudades provinciales por los funcionarios del servicio comercial
brasileño y del Banco do Brasil. Allí se difundieron normas y aspectos operativos
relacionados con las importaciones en Brasil a través de las exposiciones de
funcionarios de los Ministerios de Relaciones Exteriores, de Desarrollo, Industria y
Comercio Exterior, y de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento; de la Secretaría de
la Recaudación Federal; de las Agencias Nacionales de Vigilancia Sanitaria y de
Transportes Terrestres; y de la Empresa Brasileña de Infraestructura Aeroportuaria.

El gerente del Banco do Brasil en Buenos Aires expuso sobre los servicios de la
institución, que cubre íntegramente el territorio brasileño y dispone de asistencia
financiera para quienes exporten hacia el Brasil, poniendo el acento en una modalidad
de factoring a través de la cual, dándose las condiciones técnicas para ello, aquel
Banco paga a los exportadores, sin retorno, el precio de las mercaderías importadas en
Brasil, tomando a su cargo el riesgo del cobro a los importadores. El Departamento de
Promoción Comercial de Itamaraty entregó a los asistentes un listado de 5.800
importadores brasileños seleccionados, a los que les fue requerida una autorización
para figurar allí, porque esos son datos cuya divulgación está normalmente vedada en
Brasil, donde sólo pueden difundirse libremente los datos de los exportadores.

Las herramientas de trabajo establecidas para el PSCI son estudios de
inteligencia comercial, cruces estadísticos de las pautas de comercio, acuerdos de
alcance regional o parcial, el registro de importadores brasileños, las importaciones
brasileñas de terceros mercados, estudios de las tendencias del mercado brasileño,
financiaciones disponibles en Brasil y en organismos multilaterales; y los Acuerdos de
Promoción Comercial previstos en el Tratado de Montevideo de 1980 (ALADI). Con esta
masa de información el Departamento de Promoción Comercial de Itamaraty había
publicado dos trabajos a través de la Fundación Centro de Estudios de Comercio
Exterior: uno dedicado a los países andinos, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y
Venezuela, y otro centrado en Argentina, Chile, Guyana, Paraguay, Surinam y
Uruguay, estableciendo, entre otros datos, los productos que considera prioritarios
para las acciones de promoción comercial en Brasil.

Como instrumentos para impulsar el Programa se prevén las Cancillerías de
los países de Suramérica, las asociaciones empresariales, sectoriales y de promoción
comercial del Brasil y de los demás países de la región, la ALADI, la Unión Brasileña
de Ferias, la FUNCEX ya mencionada, y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Brasil, entonces, es quien encara, por sí, la sustitución del origen de sus
importaciones, con prescindencia de la actitud que asuman sus socios del Mercosur,
u otros países de la región, que no fueron consultados en conjunto previamente. La
situación deficitaria argumentada por Brasil como génesis del Programa lo justifica
pero no lo condiciona, porque tanto las actividades previstas en el PSCI como en los
memorandos de entendimiento generan compromisos que no podrán revertirse
aunque aquel déficit desapareciese.

El PSCI constituye una oferta unilateral de Brasil que si bien alcanza a todos
los países suramericanos, lo hace considerándolos individualmente, comprendiendo
también a sus empresarios en forma particular, en tanto participen de las actividades
que se realicen, tanto sea por sí como a través de sus organizaciones. Está implícita la
posibilidad para ellos de llegar al mundo asociados a empresas brasileñas, usando su
logística abierta a las rutas del Atlántico, y contando, en tanto se considere necesario
y se pueda obtener, con el apoyo financiero que aquellas empresas tienen en el Brasil
y el que organismos multilaterales otorguen.

Brasil genera con cada uno de los países suramericanos una relación radial,
con él como centro, lo que socava el concepto de integración regional, en un diseño
que, a priori, podría dejar bajo su conducción aspectos fundamentales del movimiento
económico de América del Sur, salvo que aquellos utilizaran esquemas semejantes con
los demás, lo que no ha ocurrido ni Brasil ha sugerido.

Para la aplicación del PSCI Brasil firmó Memorandos de Entendimiento
individuales con ocho países suramericanos: Bolivia, el 18/11/2003, en Brasilia;
Chile, el 23/08/2004, en Santiago; Colombia, el 27/06/2005, en Bogotá; Perú, el
17/02/2006, en Lima; Ecuador, el 10/09/2006, en Río de Janeiro; Uruguay, el
26/022007, en Colonia; Paraguay, el 21/05/2007, en Asunción; y el ya mencionado
con Argentina. Esos Memorandos no son idénticos, pudiendo distinguirse tres
modelos; uno, el firmado con Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay;
otro, el suscripto con Chile; y finalmente, el acordado con Argentina cuyo contenido,
por lo dicho al final del segundo párrafo de este informe, ahora es dudoso. En todos se
crea un Grupo de Trabajo para su seguimiento.

En general se establece en ellos la promoción en Brasil de los productos y
servicios originarios del país co-contratante, lo que se hará a través de acciones
bilaterales acordadas con cada uno. Se ha previsto que esa posibilidad podría ser
utilizada para preservar e incrementar los recursos disponibles, e innovar sobre los
productos fabricados y los servicios que se prestan, adaptando y creando cadenas de
valor, lo que facilitará la colocación de productos suramericanos en la dimensión
exterior del mundo globalizado, pudiéndose incluso concentrar ofertas sectoriales con
el objetivo de disminuir la competencia.

En el modelo general de memorando se establece el “intercambio de informaciones y provisión de asistencia técnica en los siguientes temas: políticas comerciales; marco institucional vigente para la ejecución de políticas comerciales y sectoriales; sistemas de transporte y canales de comercialización nacionales, regionales e internacionales; marco jurídico vigente para el tratamiento de inversiones extranjeras; oferta y demanda bilaterales, regionales y mundiales de sus productos de exportación, y cualquier otro tema que las Partes consideren oportuno”, y otras formas de asesoramiento comercial y financiero. Se reconocen las asimetrías existentes en las relaciones comerciales entre cada país y Brasil y se reafirma la importancia de promover ambiente favorable al comercio y a las inversiones, particularmente las exportaciones de cada país a Brasil y las inversiones brasileñas en cada país, “con vistas, inclusive, al aprovechamiento de las ventajas de acceso preferencial a terceros mercados”.

En el caso de Chile el texto del memorando, más acotado, reivindica la actividad en pie de igualdad de ambos países respecto de la promoción, resultando evidente que nuestro vecino trasandino no aceptó el asesoramiento brasileño.

 



* Sixto Portela, abogado, posgrados en Análisis Estratégico, Geopolítica y Estrategia, y Política y Administración Aduanera. Profesor e investigador, participó como asesor en la redacción de numerosos proyectos de legislación en su país, efectuó tareas dentro del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, colabora en publicaciones especializadas, y realiza estudios sobre temas de integración regional para instituciones estatales y privadas. sixtoportela@gmail.com  

Sixto Portela