Construir crédito de inversión en la cultura del largo plazo

Para alcanzar una meta de inversión de 25 puntos del PBI, tal como lo proyecta el gobierno, el crédito para la inversión debe ser construido en el marco de una nueva cultura. Basada en las proyecciones de largo plazo, y en una mirada que se detenga antes en los proyectos de inversión que en las garantías, señaló el presidente del BICE, Estéban Dómina.


Hasta el año 2004 el Banco de Inversión y Comercio Exterior, BICE, actuaba como entidad de segundo grado (banco de bancos). Recién en ese momento quedó habilitado para funcionar como banco de empresas, desenvolviéndose como proveedor de créditos destinados a la inserción productiva y el comercio exterior, señaló el presidente del BICE, Estéban Dómina, en su exposición en el Seminario "Las Pymes y el mundo".

Qué se puede esperar del BICE en este momento particular de la Argentina?

Hemos dejado dos años de una buena evolución económica; en el bienio 2003/2004 Argentina creció a una tasa del 9% del PBI. La última medición del mes de mayo arroja un índice del 10,5% en relación al mismo mes del año pasado. Por otra parte, el año pasado las exportaciones argentinas alcanzaron el record de 37.000 millones de dólares, y es probable que este año se quiebre hacia arriba para llegar a los 38.000 millones.

Una buena noticia para las Pymes es que en la composición de esta cifra han tenido una buena performance las manufacturas de origen industrial (MOI), directamente vinculadas al sector Pyme.

Tomando como referencia al MERCOSUR, estas cifras se acentúan porque es allí donde las Pymes tienen gran protagonismo.

En una mirada al interior de este proceso de recuperación económica, se van llegando a algunas conclusiones. Si bien los niveles de inversión aumentaron en el sector productivo, y el año pasado alcanzó los veinte puntos, se percibe que la forma de financiamiento de estas unidades económicas de inversión ha sido provista en muy baja medida por el sector financiero bancario. En general se trató de autofinanciamiento por distintas vías.

Las autoridades de gobierno aspiran a que el proceso productivo no sólo se fortalezca sino que se incremente, ya no solo para aumentar los volúmenes de producción y sostener en el tiempo esta performance sino como una herramienta eficaz para poner freno a la incipiente inflación. El propio Ministro Lavagna ha manifestado que su aspiración es que la inversión alcance 25% del PBI, esto equivale a ocho o nueve mil millones de dólares de aumento, una cifra que se convertiría en una inyección enérgica para el proceso de recuperación.

Después de la crisis de 2001, que congeló la actividad bancaria por más de un año, podríamos decir que hoy el sistema financiero se está volviendo a recuperar; se comienzan a generar depósitos y a tomar créditos, aunque muy por debajo de lo que debería ser en una economía desarrollada. En todo caso, la mala noticia en una mirada interna de la recuperación del crédito, es que se observa que en su gran mayoría se trata de créditos de corto plazo, más relacionados con el consumo y con el crédito comercial de corto alcance para capital de trabajo, y en bastante menor medida con la inversión productiva.

Si bien todo el sistema dispone de productos de inversión, que en el caso del BICE es el producto por excelencia, en un momento en que Argentina necesita aumentar la inversión productiva, hay muchos sectores que han recuperado su actividad económica, han tocado el límite de su producción y hoy tienen capa capacidad ociosa cero; pero todavía no se han dado los niveles de inversión que permitan aumentar esta producción.

Lo mismo ocurre en el caso de las exportaciones, en las que cuando se llega a determinado nivel, hace falta invertir para poder aumentar las ventas externas.

En síntesis, Argentina vive un momento en que por distintas razones, y fundamentalmente para seguir creciendo, lograr un buen desempeño económico y frenar un incipiente proceso inflacionario, necesita una fuerte dosis de inversión. Por su parte, si bien el sistema financiero tiene liquidez y se ha recuperado, todavía no fluye hacia el sector productivo y particularmente hacia las Pymes, una oferta suficiente de recursos para inversión.

El crédito para inversión no es un crédito más, requiere de los dos lados del mostrador de una visión y una actitud distinta. El crédito de inversión debe darse a plazos suficientes y tasas razonables, ya que no se puede emprender un aumento de la capacidad productiva, una reforma integral de la empresa, un equipamiento en tecnología y bienes de capital en el corto plazo. Si lo hiciera, la empresa estaría complicándose en un problema parecido al que sufrieron las unidades económicas cuando quebró el sistema allí por enero de 2002, y los banqueros llamaban a sus clientes para que cancelaran sus descubiertos y créditos de corto plazo; muchos de ellos tuvieron problemas porque estaban financiando de esa manera inversiones de largo plazo, y en muchos casos no pudieron siquiera sobrevivir.

Esto quiere decir que el crédito para la inversión debe ser construido en el marco de una cultura de largo plazo, con plazos razonables, tasas racionales, que es el producto que el BICE tiene a disposición de la pequeña y mediana empresa.

Obviamente, los requisitos para obtener el crédito son los corrientes, pero cuando hablo de que debemos adoptar una actitud diferente, me refiero a que hay que evaluar al cliente y al solicitante del crédito de inversión de una manera distinta. Esto es así porque si se toma un crédito de corto plazo con garantías suficientes, aunque la empresa fracase el banquero se verá resarcido. Sin embargo esto no ocurre en el largo plazo, en el que estamos todos “en el mismo bote”; si se trata de un crédito tomado a plazos de cinco o diez años el banquero necesita que el empresario tenga éxito. Por lo tanto, esto requiere del solicitante un cambio cultural, en el que deberá prestar atención, antes de tomar un producto, a la viabilidad, sustentabilidad y calidad del proyecto, para no incurrir en posibles “aventuras”. Por su parte el banquero debe acostumbrarse a valorar mejor las calidades y bondades del proyecto antes que las propias garantías.

El BICE tiene su casa central en la ciudad de Buenos Aires y tres sucursales en el corazón productivo del país: Rosario, Córdoba y Mendoza. Los créditos se otorgan sin montos límite, en muchos casos para inversiones importantes, en dólares o en pesos según el tomador genere o no divisas. Y también para las Pymes que necesiten reconvertir bienes de capital y adquirir tecnología, el Banco dispone de un producto a tasas más que atractivas (fijas y en pesos) a cinco años y un plazo de gracia que puede resultar muy conveniente a las Pymes que quieran equiparse.

En momentos en que la Argentina está en un proceso de recuperación económica y que necesita decisiva y estratégicamente de la inversión, el BICE es una de las pocas herramientas que ha quedado en manos del Estado para inducir y contribuir al fortalecimiento de las Pymes y el sector productivo del país.

G.B.