Coordinación empresa/gobierno/academia para competir en los mercados mundiales
Las oportunidades para proyectar al mundo lo que un país como la Argentina puede producir –en bienes, servicios y actividades creativas- pueden ser muchas. La competencia por acceder a los mercados mundiales se ha vuelto mucho más intensa. En tal contexto, no debería llamar la atención que sean muchos los países que estén lanzando estrategias innovadoras para competir con sus bienes y servicios en los mercados mundiales. Dos casos merecen destacarse, reflejados en informes muy recientes. Uno es el de los Estados Unidos y el otro es el de Irlanda, explica Félix Peña (*) en su newsletter del mes de octubre.
Las oportunidades para proyectar al mundo lo que un país como la Argentina puede producir –en bienes, servicios y actividades creativas- pueden ser muchas. A condición, por cierto, de que ellas sean diagnosticadas con precisión, tanto en su estado actual como en su evolución futura. La historia demuestra que el riesgo de estar frente a espejismos puede existir y que sus efectos pueden ser costosos para una nación y para sus empresas.
Entre otros factores, son oportunidades que surgen de un hecho relevante: cada vez son más los países que tienen condiciones para ser protagonistas de la competencia económica global y, en ellos, el de los consumidores con capacidad de adquirir bienes y de demandar servicios que antes no estaban a su alcance.
Sin perjuicio de otros, los datos sobre crecimiento tanto de la población urbana como de la clase media en muchas economías emergentes y en nuestra propia América Latina, ilustran sobre una tendencia que está cambiando en profundidad la competencia por los mercados mundiales. Aumenta el número de consumidores, pero también se observan cambios profundos en sus pautas de consumo, como resultante de que cada vez más gente vive en grandes ciudades, está expuesta a valores y preferencias que absorben en los medios de comunicación y en Internet, y está mejorando sus niveles de ingreso.
Pero si las oportunidades son muchas y diversas, también lo son los competidores. Países y consumidores han aumentado significativamente sus opciones en cuanto a los bienes que compran, los servicios que utilizan y las actividades creativas que seleccionan. Y, sobre todo, con respecto a dónde abastecerse de aquello que necesitan o prefieren.
La competencia por acceder a los mercados mundiales se ha vuelto, entonces, mucho más intensa. Es un rasgo que continuará acentuándose. La competencia puede incluso tornarse muy agresiva, derivando a una pauta de “todos contra todos” que el mundo ya ha conocido en otras oportunidades no muy lejanas. Proteger mercados, incluso con modalidades muy creativas o competir con políticas cambiarias son, entre otras, algunas de las amenazas que se han instalado en el escenario internacional a partir de que se tornara evidente a finales del 2008, la crisis económico-financiera global.
En tal contexto no llama entonces la atención que sean muchos los países que estén lanzando estrategias imaginativas para competir con sus bienes y sus servicios en los mercados mundiales. Dos ejemplos merecen destacarse y al menos por dos motivos. Uno, es por ser casos muy recientes. El otro es por provenir de países que, con razón, consideran que sus intereses nacionales han sido severamente afectados por la reciente crisis económica internacional. Y que también lo han sido por las nuevas condiciones de la competencia económica global, que son la resultante entre otros factores, de un número creciente de protagonistas relevantes y de fuertes desplazamientos en el poder relativo de las naciones.
Uno de los ejemplos es el de la estrategia de promoción de exportaciones que ha anunciado el gobierno de los Estados Unidos. Se refleja en el “Report to the President on the National Export Strategy: The Export Promotion Cabinet´s Plan for Doubling US Exports in Five Years” (ver la referencia en la Sección de Lecturas Recomendadas de este Newsletter), publicado en el pasado mes de septiembre.
El otro ejemplo es el de la estrategia y plan de acción de Irlanda para el comercio, el turismo y las inversiones hacia el 2015. Está contenida en el informe titulado “Trading and Investing in a Smart Economy”, publicado también en septiembre de este año, por el Departamento de Empresa, Comercio e Innovación del gobierno de Irlanda (ver también la referencia más abajo en la Sección de Lecturas Recomendadas).
Un elemento común caracteriza estas dos experiencias y se refleja en los informes citados. Es el de la coordinación de esfuerzos, tanto a nivel gubernamental como con los sectores sociales vinculados a la producción y al comercio internacional. Es precisamente la movilización de toda una sociedad en torno a objetivos ambiciosos pero que se aprecian como realistas, lo que caracteriza las propuestas de ambos gobiernos. Procura sacar provecho de las oportunidades que se identifiquen, y que pueden ser satisfechas por las capacidades que existan o se puedan desarrollar en una nación. De alguna manera esta idea se refleja en lo que una candidata que compitió en forma destacada en la reciente primera vuelta de las elecciones presidenciales del Brasil, señalara al comienzo de su campaña: “Pensar el futuro en base al potencial que tenemos”, que fue uno de los lemas motivadores que Marina Silva planteó al comienzo de su esfuerzo por atraer el apoyo de la ciudadanía de su país.
En el caso de los Estados Unidos, la National Export Strategy (NEI), que apunta al ambicioso objetivo de doblar las exportaciones en un plazo de cinco años, parte de la base que ello sólo podrá lograrse si las grandes firmas, los agricultores y las pymes –que son caracterizadas como el motor del crecimiento económico- reciben el aliento y el apoyo que necesitan cuando procuran alcanzar nuevos mercados para sus bienes y servicios.
De allí que la estrategia planteada por el Export Promotion Cabinet, sea la resultante de un esfuerzo conjunto de todas las agencias involucradas del gobierno federal, como también de intensas consultas con distintas fuentes del sector privado, en el marco del Trade Promotion Committee (TPCC).
Este esfuerzo conjunto se traduce en ocho prioridades que constituyen lo esencial de la estrategia. Pero el propio informe reconoce que en la medida que el plan sea ejecutado, el gobierno continuará procurando la opinión de los distintos protagonistas. Y también irá adaptando la NEI a la evolución que se produzca en los próximos años, tanto en las condiciones económicas como en la de los mercados. Es decir, se plantea la estrategia de inserción en el comercio mundial con un criterio de “blanco móvil”, lo que exige un atento seguimiento de un contexto global que se caracteriza por su dinamismo, y sus continuas y muchas veces imprevistas alteraciones.
En el caso de Irlanda, la estrategia definida también es la resultante de un esfuerzo conjunto de distintos departamentos del gobierno. Participaron, además del Departamento de Empresa, Comercio e Innovación –que tuvo la responsabilidad principal-, los de Educación y Habilidades; de Turismo, Cultura y Deporte; de Relaciones Exteriores, y de Agricultura, Pesca y Alimentos. Y es también la continuación de un esfuerzo iniciado en años anteriores.
En su estrategia global, Irlanda vincula tres planos en los que puede competir a partir de una economía basada en el conocimiento. Son el comercio, el turismo y la inversión. En los tres identifican oportunidades que resultan del diagnóstico que efectúan sobre lo que el mundo demanda y lo que el país está en condiciones de ofrecer en forma competitiva. Y en función del abordaje de las acciones necesarias en los tres planos, se incluye el papel que pueden desempeñar múltiples protagonistas, incluyendo las misiones diplomáticas del país en el exterior y los miembros de la diáspora irlandesa – esto es, los irlandeses y sus descendientes que viven en muchos países en el mundo-. Finalmente, el plan incluye once líneas de acción con medidas bien concretadas orientadas a su desarrollo.
Los dos casos mencionados son de utilidad a la hora de reflexionar sobre la proyección al mundo de lo que un país como la Argentina puede producir. Indican un reconocimiento de que los necesarios esfuerzos se potencian, si es que resultan de sinergias entre múltiples protagonistas, sean ellos gubernamentales, empresarios o académicos.
En tres frentes de acción tal conjunción de esfuerzos nacionales puede ser más necesaria. Uno es el de la calidad de los diagnósticos sobre las oportunidades que puedan existir y sobre qué otros países están en condiciones de aprovecharlas. El segundo es el de la calidad de los planteamientos estratégicos, incluyendo las hojas de ruta que permitan aprovechar tales oportunidades y que sean adaptables a los cambios continuos en las realidades. Y el tercero es el de la calidad de las alianzas internacionales enhebradas tanto por el país –por ejemplo a través de una red de acuerdos comerciales preferenciales, y de cooperación económica y tecnológica- como por sus empresas –por ejemplo a través de la inserción de las pequeñas y medianas empresas en cadenas de valor transnacionales- (ver al respecto nuestro artículo titulado “Desafíos del comercio exterior argentino”, en la revista de la Bolsa de Comercio de Rosario, Año XCIX – 1511 /Agosto de 2010, páginas 22 y ss., en http://www.bcr.com.ar/Pages/Publicaciones/inforevista.aspx?IdArticulo=114#).
Texto completo en www.felixpena.com.ar
(*) Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales - Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Profesor del Programa del Bicentenario de EPOCA (Escuela de Postgrado Ciudad Argentina) - Universidad del Salvador (USAL), y Profesor de la Maestría en Estudios Internacionales – Universidad Torcuato Di Tella; Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group.