Crisis financiera, Ronda Doha y MERCOSUR. Escenario hacia 2008
La crisis financiera con epicentro en Wall Street provoca incertidumbre sobre la posibilidad de contar con un robusto crecimiento de la economía mundial en 2008 y más allá. Por otra parte, la crisis hipotecaria que se registra en los Estados Unidos ocurre en un momento de impasse de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio. Una conclusión favorable de esta Ronda debería, en principio, beneficiar a las economías del MERCOSUR en la medida que permita la apertura de los mercados agrícolas, un tema central en la mesa de discusiones del sistema multilateral de comercio. ¿Cuáles podrían ser los posibles impactos en las economías del MERCOSUR de la acción combinada de este conjunto de fenómenos que genera incertidumbre?
El debate sobre el fracaso de las negociaciones comerciales en el marco de la OMC divide en dos grupos a los analistas, a los tomadores de decisión y a la comunidad de negocios del Mercado Común del Sur. El primer grupo (favorable a los agronegocios) argumenta que se está perdiendo la última oportunidad disponible a nivel multilateral para mejorar el acceso a los mercados agrícolas de países ricos como Estados Unidos, Japón y los miembros de la Unión Europea (UE). El segundo grupo (favorable al sector industrial) sostiene que la mayor apertura de los mercados de productos industriales que exigen los países desarrollados, constituiría un precio muy alto a pagar en los países del bloque sudamericano por un sector fundamental para el desarrollo de sus economías.
Para contribuir al debate, veamos cuál podría ser el escenario hacia 2008 en el caso del fracaso de la Ronda de Doha.
En primer lugar, el escenario internacional afianzará su dependencia del proceso de ajuste de la economía norteamericana. Para la mayoría de los analistas, el escenario con mayor probabilidad sería el de un ajuste gradual (“soft landing”) a partir del próximo año.
En segundo lugar y como consecuencia del mantenimiento del crecimiento de la economía global -aunque con tasas más bajas- la demanda y precio de las commodities no sufrirán grandes bajas. A pesar de las restricciones en materia de acceso al mercado norteamericano, europeo y japonés, las commodities agrícolas del MERCOSUR deberían continuar creciendo a tasas anuales del 10% en valor, en gran parte debido a la incorporación de millones de consumidores chinos. En tal sentido, hay que recordar que China importa solamente el 5% de su consumo interno de granos y alimentos. En consecuencia, un fracaso de la Ronda de Doha no modifica en el futuro inmediato los parámetros y fundamentos del mercado agrícola global y de otras commodities.
En tercer lugar, está en curso un cambio en el paradigma económico del sector agrícola. La iniciativa del Presidente George W. Bush para sustituir por etanol (hacia 2022) el 20% de la gasolina consumida en el transporte de Estados Unidos, provocó una valorización anticipada de los productos agrícolas en general, principalmente del maíz y la caña de azúcar que se usan para la fabricación del producto sustituto. En este contexto, el uso de tierras cultivables para la producción de alimentos y biocombustibles presionará hacia arriba el precio de los productos agrícolas, generando así una alta rentabilidad para el sector durante los próximos años.
En cuarto lugar, la situación favorable en la balanza de pagos de los países del MERCOSUR en los próximos años -sustentada por las exportaciones de las commodities- abre un espacio para la implementación de una serie de medidas tendientes a mejorar la competitividad de los segmentos más vulnerables a la competencia externa en el área de bienes industriales tales como calzados, autos, bienes de consumo doméstico, máquinas industriales, muebles, tejidos, vestimenta, etc.
En conclusión, la desaceleración gradual del crecimiento global combinada con un fracaso de la Ronda de Doha, no significaría ningún desastre para las economías del Mercado Común del Sur. El “trade off” que se presenta en la fase final de las negociaciones multilaterales -esto es, apertura industrial a cambio de un mejor acceso para los productos agrícolas- tendría ciertamente más costos que beneficios para el desarrollo de las economías del bloque, principalmente en los casos de Brasil y Argentina. Dos ejemplos contribuyen a ilustrar la situación: (i) las listas de excepción (productos especiales y mecanismos de salvaguarda) afectarán a todos los productos por los que Brasil y Argentina luchan para lograr un mayor acceso de mercado; (ii) los resultados en términos de apertura de mercado para productos industriales serían inmediatos, mientras que la apertura para los productos agrícolas se demorarían por lo menos 5 años por los efectos de las listas de excepción.
De esta manera, en el caso brasileño y argentino -con segmentos importantes del sector industrial vulnerables a la competencia global- el fracaso de las negociaciones significa que la administración de ambos países tendrán más tiempo para implementar medidas internas para fortalecer esos sectores. En el caso brasileño, estas medidas incluirían una mejora y ampliación de la infraestructura, una disminución de la carga tributaria (en la actualidad cercana al 39% del PBI) y la continuación del descenso de las tasas de interés.
* Uziel Nogueira (uzieln@iadb.org), Economista Senior de Integracion BID-INTAL
Fuente: Boletín Intal
Para contribuir al debate, veamos cuál podría ser el escenario hacia 2008 en el caso del fracaso de la Ronda de Doha.
En primer lugar, el escenario internacional afianzará su dependencia del proceso de ajuste de la economía norteamericana. Para la mayoría de los analistas, el escenario con mayor probabilidad sería el de un ajuste gradual (“soft landing”) a partir del próximo año.
En segundo lugar y como consecuencia del mantenimiento del crecimiento de la economía global -aunque con tasas más bajas- la demanda y precio de las commodities no sufrirán grandes bajas. A pesar de las restricciones en materia de acceso al mercado norteamericano, europeo y japonés, las commodities agrícolas del MERCOSUR deberían continuar creciendo a tasas anuales del 10% en valor, en gran parte debido a la incorporación de millones de consumidores chinos. En tal sentido, hay que recordar que China importa solamente el 5% de su consumo interno de granos y alimentos. En consecuencia, un fracaso de la Ronda de Doha no modifica en el futuro inmediato los parámetros y fundamentos del mercado agrícola global y de otras commodities.
En tercer lugar, está en curso un cambio en el paradigma económico del sector agrícola. La iniciativa del Presidente George W. Bush para sustituir por etanol (hacia 2022) el 20% de la gasolina consumida en el transporte de Estados Unidos, provocó una valorización anticipada de los productos agrícolas en general, principalmente del maíz y la caña de azúcar que se usan para la fabricación del producto sustituto. En este contexto, el uso de tierras cultivables para la producción de alimentos y biocombustibles presionará hacia arriba el precio de los productos agrícolas, generando así una alta rentabilidad para el sector durante los próximos años.
En cuarto lugar, la situación favorable en la balanza de pagos de los países del MERCOSUR en los próximos años -sustentada por las exportaciones de las commodities- abre un espacio para la implementación de una serie de medidas tendientes a mejorar la competitividad de los segmentos más vulnerables a la competencia externa en el área de bienes industriales tales como calzados, autos, bienes de consumo doméstico, máquinas industriales, muebles, tejidos, vestimenta, etc.
En conclusión, la desaceleración gradual del crecimiento global combinada con un fracaso de la Ronda de Doha, no significaría ningún desastre para las economías del Mercado Común del Sur. El “trade off” que se presenta en la fase final de las negociaciones multilaterales -esto es, apertura industrial a cambio de un mejor acceso para los productos agrícolas- tendría ciertamente más costos que beneficios para el desarrollo de las economías del bloque, principalmente en los casos de Brasil y Argentina. Dos ejemplos contribuyen a ilustrar la situación: (i) las listas de excepción (productos especiales y mecanismos de salvaguarda) afectarán a todos los productos por los que Brasil y Argentina luchan para lograr un mayor acceso de mercado; (ii) los resultados en términos de apertura de mercado para productos industriales serían inmediatos, mientras que la apertura para los productos agrícolas se demorarían por lo menos 5 años por los efectos de las listas de excepción.
De esta manera, en el caso brasileño y argentino -con segmentos importantes del sector industrial vulnerables a la competencia global- el fracaso de las negociaciones significa que la administración de ambos países tendrán más tiempo para implementar medidas internas para fortalecer esos sectores. En el caso brasileño, estas medidas incluirían una mejora y ampliación de la infraestructura, una disminución de la carga tributaria (en la actualidad cercana al 39% del PBI) y la continuación del descenso de las tasas de interés.
* Uziel Nogueira (uzieln@iadb.org), Economista Senior de Integracion BID-INTAL
Fuente: Boletín Intal
Uziel Nogueira