Dos cumbres enlazadas
Entre el 24 y 27 de julio se llevaron a cabo dos cumbres de importancia internacional, la de la Alianza del Pacífico con el Mercosur en México y la décima reunión de los Brics en Sudáfrica.
En el marco de la reunión entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur se aprobó una declaración conjunta que cuenta con un anexo. Este último define un plan de acción para alcanzar la tan reclamada convergencia entre los dos principales esquemas de integración de América Latina. En los hechos, desde que se creó la Alianza del Pacífico en 2011 a partir de un desmembramiento de la Comunidad Andina, el flamante nuevo proceso de integración generó automáticas contraposiciones con el Mercosur, especialmente por los perfiles de sus economías, pero también por los objetivos definidos en su tratado originario. La Alianza del Pacífico innovó en cuanto a sus objetivos integracionistas buscando alcanzar lo que denominó una integración profunda, pero sin comprometerse con instrumentar una unión aduanera o un mercado común. Asimismo, se despojó de la burocracia institucional y puso el foco en transformarse en una plataforma para acceder a los mercados asiáticos.
Más adelante, con la firma de su Protocolo Comercial, logró incorporar al acuerdo otras disciplinas como el comercio electrónico, facilitación del comercio, inversión, contratación pública, servicios, entre otras. La primera propuesta para alcanzar una convergencia entre los dos bloques comerciales la lideró el ex canciller chileno Heraldo Muñoz, lo que en su momento tuvo un evidente componente político debido a la incómoda situación generada por las comparaciones entre los dos bloques comerciales más importantes de la región, situación que no acompañaba la estrategia de Chile de mantener una buena relación con el Cono Sur, más allá de su identificación comercial y económica con los socios de la Alianza del Pacífico. Tiempo después de la mencionada propuesta de convergencia, los gobiernos de los dos bloques buscaron dar forma a dicha posibilidad, identificando las posibles áreas de cooperación. Una primera y rápida restricción fue la inviabilidad de avanzar en un acuerdo comercial que incluya la baja de aranceles, lo que tiene que ver con la diferencia en los niveles arancelarios promedio de los dos bloques (6,4% de la Alianza del Pacífico frente al 11,9% del Mercosur), pero también con la aún cerrada relación comercial de México con Brasil y Argentina debido a sus competitivas estructuras productivas. Además de la histórica puja de Brasil y México por el liderazgo de América Latina y reconociendo el sacudón que recibió la estrategia de Brasil en América del Sur por la inclusión de México en la Alianza del Pacífico, las principales economías latinoamericanas no cuentan con un acuerdo comercial profundo, situación que se repite entre este último país y Argentina.
Si bien las tres economías están profundizando sus acuerdos comerciales vigentes en el marco de la ALADI, las negociaciones enfrentan dificultades y demuestran las barreras que aún persisten para liberalizar el comercio entre dichas economías, el que por cierto superó los 11 mil millones de dólares en 2017. Como resultado de la cumbre de México se definió seguir adelante con la convergencia en los siguientes capítulos: barreras no arancelarias, cadenas regionales de valor, acumulación de origen, facilitación de comercio, cooperación regulatoria, promoción comercial, MIPYMEs, comercio de servicios, agenda digital, inversiones, comercio inclusivo y género, movilidad académica, turismo, cultura y movilidad de personas.
Los asuntos mencionados en el plan de acción, si bien son de interés y tendrán impactos positivos en la necesaria actualización de la agenda interna del Mercosur, excluyen la convergencia comercial a partir de la firma de un acuerdo arancelario, que es el camino que traería mayores impactos económicos para las partes. En paralelo a la realización de la cumbre de la Alianza del Pacífico y el Mercosur se desarrolló en Sudáfrica una nueva reunión de los Brics, que cabe recordar tiene a Brasil como estado miembro.
En esta ocasión, Argentina fue invitada a participar por contar con la presidencia del G20, hecho que motivó una jugada diplomática algo sorpresiva de parte de Macri que decidió no viajar a México. La sorpresa se sustenta en que el presidente argentino fue uno de los principales impulsores de la convergencia entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico, un bloque que desde sus primeros días de gobierno identificó como modelo comercial para su país.
En el marco de la cumbre de los Brics, sus miembros, que cabe recordar representan el 22% de la economía mundial, aprobaron una extensa declaración donde repasaron los principales temas de la agenda global, reconociendo la importancia del sistema multilateral actual, pero demandando reformas que reflejen los cambios registrados en el escenario internacional en las últimas décadas. Los miembros reclaman expresamente la reforma de las Naciones Unidas incluido su Consejo de Seguridad, para lo cual China y Rusia solicitan otorgarle un mayor rol a Brasil, India y Sudáfrica. Por otro lado, reconocen los desafíos que enfrenta la OMC y abogan por el cumplimiento de las normas multilaterales y el libre comercio.
La declaración repasa los principales temas de la agenda actual, con especial énfasis en el cambio climático, la seguridad energética, la disponibilidad de recursos hídricos, la sustentabilidad agrícola, el terrorismo o el impacto por los cambios tecnológicos. También se detallan los principales conflictos internacionales que están atentando contra la paz y seguridad, adelantando otras preocupaciones como la posible carrera armamentista en el espacio exterior.
Más allá de las notorias diferencias entre los perfiles y objetivos de los bloques, además de la coincidencia en los actores participantes, las reuniones se desarrollaron en un escenario global cada vez más convulsionado, que en los dos casos fomentan las alianzas y nuevos posicionamientos. Publicado originalmente en El Observador
Por Ignacio Bartesaghi, Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Uruguay y director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la misma Universidad. Doctor en Relaciones Internacionales e integrante del Sistema Nacional de Investigadores. Twitter: @i_bartesaghi