El rol de las empresas en la coordinación regional

Sin perjuicio de la necesaria acción de liderazgo gubernamental, se observa en el plano de la coordinación regional, al menos en el espacio sudamericano, un amplio margen para iniciativas que surjan de los respectivos sectores empresarios, señala Félix Peña en su trabajo.


Son iniciativas que tendrían que perseguir como objetivo, por ejemplo, un diagnóstico sobre el aprovechamiento del stock de instituciones, experiencias y compromisos acumulados a través de los años – especialmente en términos de acceso preferencial a los respectivos mercados, así como de los mecanismos de pagos y de financiamiento tanto del comercio como las inversiones productivas y de infraestructura física -, y también propuestas constructivas sobre cómo evolucionar hacia metas conjuntas que combinen realismo con ambición.

Una iniciativa de ese tipo, al menos en una primera etapa, podría provenir de las instituciones empresarias de los países sudamericanos más vinculados por redes de comercio y producción (los del Mercosur y Chile). Entre ellos se observa, además, una mayor densidad de inversiones cruzadas tanto en sectores agro-industriales e industriales, como en el de los servicios. Operan en ellos un número creciente de empresas multilatinas, especialmente si se incluye en tal concepto, cientos de empresas de toda dimensión que tienen una presencia comercial y productiva, sostenida y simultánea, en varios de los mercados. Junto con las respectivas instituciones empresarias, son éstas las empresas que mayor interés deberían poner de manifiesto en impulsar medidas que permitan potenciar el pleno aprovechamiento de los acuerdos preferenciales ya existentes y de avanzar en metas más ambiciosas.

Como ocurriera en el pasado, en el momento fundacional del proceso de integración comercial de la región – cuando la creación hace cincuenta años de la ALALC -, organismos como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) podrían brindar el necesario apoyo técnico a una iniciativa empresaria como la planteada. Un precedente más reciente, es su informe de diciembre pasado sobre “Crisis internacional y oportunidades para la cooperación regional”. Uno de los apartados de este informe, titulado “Perder la carrera de la competitividad puede ser más peligro que la actual crisis financiera”, va en la línea planteada más arriba sobre la necesaria correlación de las agendas para enfrentar la crisis con las del “día después”. La Corporación Andina de Fomento, con su vasta experiencia así como la de su Presidente, puede también efectuar aportes sustantivos a un ejercicio del sector empresario como el aquí propuesto.

Experiencias de otras regiones ilustran sobre los alcances que pueden tener iniciativas empresarias. Una de ellas es la del Trans-Atlantic Business Dialogue (http://www.tabd.com) entre los sectores empresarios de los Estados Unidos y de la Unión Europea.

Pero es sobre todo en el Sudeste Asiático donde pueden encontrarse experiencias inspiradoras sobre el papel de los empresarios y sus instituciones en la promoción de la cooperación regional. Ejemplos al respecto son el del ASEAN Business Advisory Council (www.asean-bac.org) y el de la Confederation of Asia-Pacific Chambers of Commerce and Industry (CACCI) (www.cacci.tw). Son tales experiencias, las que han contribuido a acreditar la metodología “bottom-up” en la construcción de un espacio regional, en la que las redes de instituciones empresarias y, en especial, las de cadenas productivas de alcance transnacional han desempeñado un papel central.

Recientemente la Comisión Económica y Social para el Asia y el Pacífico (ESCAP) ha publicado un estimulante informe cuyo título mismo ilustra sobre su enfoque eminentemente práctico: “Navigating Out of the Crisis: A Trade-led Recovery. A practical guide for trade policy makers in Asia and the Pacific”, Bangkok 2009 (en www.unescap.org). Es un informe que contiene propuestas de acción muy concretas, en las que se combinan las medidas requeridas en el corto plazo para encarar en conjunto los efectos de la actual crisis global, especialmente a través del incremento del comercio regional, con aquellas necesarias para asegurar la competitividad de largo plazo en el nuevo escenario internacional. Lo ilustran los dos apartados finales de este informe, titulados respectivamente “Promoting Asia-Pacific Businesses for Long Term Competitiviness” y “Looking Beyond the Crisis: Positioning the Asia-Pacific Region for the Future”. Es un informe con contenidos y recomendaciones de validez para nuestra región, concluye Félix Peña.

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