Entendimiento estratégico binacional

La confianza recíproca ha sido de la esencia de lo que condujo al entendimiento estratégico binacional entre Argentina y Brasil que diera luego origen a la creación del Mercosur. Pero la relación también requiere visión y liderazgo político; lecturas compartidas de realidades globales y regionales; y conocimiento recíproco, además de capacidad de entender intereses y restricciones eventuales del socio estratégico.


Vale la pena recordar hoy algunos hitos fundacionales de lo que condujera luego a lo que hoy es el Mercosur. Con el paso del tiempo a veces ellos no se tienen presentes, ni se recuerdan bien las circunstancias en las que se produjeron. Se reflejan en los acuerdos logrados por los Presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney, primero en la Declaración de Iguazú del 30 de noviembre de 1985 (http://www.abacc.org.br/wp-content/uploads/1985/10/declaracao_do_iguacu_espanhol1.pdf) y luego en el instrumento fundacional contenido en el Acta para la Integración Argentino-Brasileña del 29 de julio de 1986 (http://es.wikisource.org/wiki/Acta_para_la_Integraci%C3%B3n_Argentino-Brasile%C3%B1a_(1986)). Todo ello dio lugar al Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE) entre ambos países y al Tratado Bilateral de Integración, Cooperación y Desarrollo de 1988, que entrara en vigencia –aún lo está- en 1989 (http://es.wikisource.org/wiki/Tratado_de_Integraci%C3%B3n,_Cooperaci%C3%B3n_y_Desarrollo_entre_Argentina_y_Brasil_(1988)). El Acta de Buenos Aires del 6 de julio de 1990, acordada por los Presidentes Fernando Collor de Mello y Carlos Saúl Menem (http://es.wikisource.org/wiki/Acta_de_Buenos_Aires_(1990)) es, a su vez, la piedra fundacional de la etapa iniciada en marzo de 1991 con la creación formal del Mercosur. En sus considerandos están los objetivos compartidos de ambos países que reflejaban la percepción de un nuevo entorno internacional y, a su vez, la voluntad de capitalizar los activos acumulados en el proceso iniciado en 1985.

Esa confianza recíproca no era lo que había predominado en un largo período anterior. Incluso percepciones encontradas sobre el mundo y la región condujeron al fracaso de iniciativas como la del “Tratado para Promover un Régimen de Libre Intercambio Comercial” firmado en Buenos Aires por la Argentina y el Brasil el 21 de noviembre de 1941. Una idea del clima de desconfianza existente en el período anterior al inicio de la actual integración bilateral,  la da la información publicada el 11 de agosto 2013 en la página Web del diario “O Estado de Sao Paulo” (http://www.estadao.com.br/noticias/internacional,geisel-admitiu-possibilidade-de-construir-a-bomba-atomica-brasileira-,1063015,0.htm) según la cual, en base a documentos secretos desclasificados este año, el entonces Presidente Geisel del Brasil alertaba en 1974 sobre las implicancias de un supuesto desarrollo de la bomba atómica en la Argentina.

Precisamente ese clima de desconfianza recíproca nos llevó hace cuarenta años a publicar junto con Celso Lafer un pequeño libro sobre “La Argentina y el Brasil en el sistema de relaciones internacionales”, que prologara el profesor Helio Jaguaribe, un gran creyente y promotor de una relación estratégica densa entre nuestros dos países como base de sustentación de la más amplia y ambiciosa integración latinoamericana (ver el texto de la versión española, editada por Nueva Visión, Buenos Aires 1973, en http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=libro2). La edición en portugués fue editada el mismo año por Livraria Duas Cidades (Sâo Paulo 1973). Identificábamos lo que en nuestra opinión eran posibles perspectivas comunes entre los dos países y que podían resultar de una lectura de las tendencias que en esos años estaban emergiendo en el sistema internacional. Planteábamos, junto con Helio Jaguaribe, una visión compartida sobre la inserción en el mundo de nuestros respectivos países, que no era común en esos tiempos.

Lo que demuestra el período iniciado en 1985 no es sólo que la confianza recíproca sea fundamental para encarar una relación estratégica sustentable, sino que ella requiere visión y liderazgo político; diálogos en todos los niveles; lecturas compartidas de las realidades globales y regionales –lo que no significa que deban ser idénticas o similares- y sobre todo, conocimiento recíproco y capacidad para entender los intereses y restricciones que ocasionalmente pueda tener el respectivo vecino y socio estratégico. 

 

Félix Peña