Hacia el Parlamento del Mercosur
El Parlamento del MERCOSUR puede ser una excelente “caja de resonancia” para profundizar el análisis del proceso de integración regional; sostuvieron los representantes de la Comisión para la Abogacía del MERCOSUR del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil de la Cancillería, Daniel Rosano y Jorge Violini, en el marco de la XXX Cumbre.
Aprobado el protocolo constitutivo del Parlamento del Mercosur, una serie de audiencias públicas con la participación de la sociedad civil se desarrolla hacia la conformación del Parlamento hacia fines de este año. La segunda de las Audiencias fue celebrada en Córdoba, en el marco de la XXX Cumbre del Mercosur. Allí, la Comisión para la Abogacía del MERCOSUR del Consejo Consultivo de la Sociedad Civil de la Cancillería Argentina, representada por Los Dres. Daniel H. ROSANO y E. Jorge VIOLINI, miembros de la Comisión Permanente del MERCOSUR del Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires (COLPROBA), hizo una presentación en la que destacó el papel relevante del Parlamento regional, que abre una puerta más a la redefinición del concepto de soberanía. A continuación se transcriben los principales párrafos de la ponencia.
Como clara señal de fortalecimiento institucional, en el MERCOSUR está emergiendo un Parlamento que está guiado, entre otras cosas, por el fin de superar etapas anteriores en el proceso en marcha y abrir nuevos horizontes.
Anhelamos dejar expuesto que este Parlamento debe ser fiel a su origen; debe ser orientador con su voz de una nueva época del MERCOSUR. Creemos que el momento es oportuno para recordar lo que decía Jean Monnet: “...unir a los hombres, resolver los problemas que los dividen, hacerles ver su interés común, porque aunque nada es posible sin los hombres, nada es duradero sin las instituciones”.
El futuro Parlamento del MERCOSUR, deberá hacer todos los esfuerzos necesarios para que, en la órbita de la integración y sin perder de vista sus características específicas, se promueva el bienestar general sobre la base de la libertad, la seguridad jurídica, la cultura y el respeto irrestricto por las ideas de todos; en otras palabras, deberá estar abierto a todas las corrientes de pensamiento. Deberá crear su propio estilo al desarrollar los ámbitos de su competencia y ojalá que en esta senda, nunca olvide que representa al pueblo mercosureño.
Los Parlamentarios que integren el Parlamento del MERCOSUR, deberán ser conscientes del enorme compromiso que tendrán con la sociedad regional que espera de ellos. Espera que respondan, que se den cuenta que existen problemas que nos son comunes y que den cuenta ante ella del desempeño de su función; y, además, que entablen con la misma una relación de ejemplaridad. Por el lugar que ocuparán, deberán ser propulsores de un verdadero cambio de calidad en el MERCOSUR.
El Parlamento del MERCOSUR puede ser una excelente “caja de resonancia” para profundizar el análisis del proceso de integración regional; ver los avances en materia política, económica, social, científica y cultural; y también, para detectar limitaciones o dificultades de orden intraregional o extraregional.
En este orden de ideas, coincidimos plenamente con lo que se expresa en el prólogo de una reciente publicación que nos permitimos transcribir: “...el MERCOSUR ha vivido varias etapas y diversos momentos que pueden registrarse como trascendentes. Finales del 2005 se recordará, entre otras cosas, por la aprobación del Protocolo que constituye el Parlamento del MERCOSUR...
Muchos dicen que en este cuadro de situación, la creación del Parlamento del MERCOSUR es improcedente, además de que genera más costos y más burocracia. Se trata precisamente de lo contrario. Para sacar al MERCOSUR de este estado de situación es necesario profundizar y democratizar el proceso de integración. La salida del MERCOSUR es más y mejor integración. Y para ello, como ocurre en los propios países, el rol del Poder Legislativo y de los partidos políticos es absolutamente imprescindible”.
Hemos dicho antes de ahora que los procesos de integración tienen grados o etapas, se van construyendo de a poco y la forma de viabilizar la integración es por el camino del gradualismo. No es nuestra intención detenernos, en esta oportunidad, ni en el análisis de los conceptos, ni en las diferencias existentes entre cada uno de los que podríamos denominar peldaños o fases de los procesos de integración . Sí queremos, sin embargo, hacer hincapié en una noción que debe ser -y está siendo- revisada: la de soberanía. Se la consideraba como poder supremo, indivisible, imprescriptible, absoluto y perpetuo de una República, no limitado, ni en poder ni en responsabilidad, ni en tiempo. Este criterio absoluto fue disminuyendo con el tiempo; el concepto no se mantuvo incólume. Jean Monnet también nos decía “que las soberanías nacionales están superadas desde el momento en que no permiten ya a los pueblos europeos vivir al ritmo de su tiempo en la era de las grandes potencias. De cara a Estados Unidos y a la Unión Soviética, que salen reforzados de la Segunda Guerra Mundial, los países del viejo mundo no tendrán más elección que la marginalización o la unión. Esta unión sólo podría provenir de una nueva opción, la de hacer gestionar los intereses comunes por instituciones democráticas y eficaces. Estas instituciones no deben competir o reemplazar a las instituciones nacionales, sino que deben organizar con ellas relaciones de complementariedad y actuar en los ámbitos donde la actividad nacional resulte inadaptada o impotente” .
No obstante lo anterior, la simple idea de perder soberanía, poder, competencias, siempre generará alguna resistencia. Empero, baste decir que los países europeos no sólo no han dejado de conservar su individualidad e independencia sino, por el contrario, las han afirmado con la construcción de la Unión Europea. Por otra parte, no solamente deben verse los costos sino también, como algunos autores expresan, “la posibilidad de generar importantes ámbitos donde el compartir regionalmente ciertos derechos representa en realidad un incremento del potencial económico y la capacidad de negociación nacional efectiva” . Creemos que la conformación del Parlamento del MERCOSUR, en cierta medida, nos abre una puerta más a la redefinición del concepto de soberanía; aunque, como bien señala Oscar Casal, “las características de este Parlamento...de ningún modo generan obligaciones directas en el derecho interno de los Estados Partes y de ningún modo este Parlamento representa una estratificación jerárquica superior a las establecidas en las cuatro Constituciones Nacionales” .
Si bien tampoco es la ocasión de detenernos en las notas distintivas del Derecho Comunitario ni en conceptos tales como supranacionalidad, órganos intergubernamentales, aplicación inmediata y directa de las normas, etc., percibimos, y creemos no equivocarnos, que si bien pueden generarse algunas dudas respecto a qué modelo de integración seguir, ellas se aventan en su gran mayoría, no son tales, frente a la propuesta concreta de instituir un parlamento. Lo mismo cabría decir respecto de un Tribunal de Justicia. Queremos explicitar con total claridad, que la voluntad de integrarse de los Estados debe manifestarse también a través del derecho. Debemos ser muy conscientes de la importancia que el derecho tiene en los procesos de integración; que demandan, necesitan, una consistente y firme construcción jurídica. Pensamos que al desenvolverse la integración, para llegar al objetivo de un mercado común o de una comunidad, será imprescindible crear organismos supranacionales.
En esta línea, Pierre Pescatore ha dicho: “El derecho debe ser un instrumento para la realización de los objetivos perseguidos y, fundamentalmente, debe constituir la garantía de la distribución equitativa de ese proceso”. Por su parte, bien afirma la Dra. Rita Gajate cuando dice que “todo proceso de integración se refuerza en una doble vertiente político - jurídica que requiere el auxilio de una normativa acorde a las intencionalidades denunciadas. El sustento de la mencionada construcción, ha de ser una sólida teoría jurídico - institucional”.
Ello así, y volviendo a mirar las cosas con un prisma político, es menester puntualizar que los procesos de integración dependen en su origen y conformación de una decisión política trascendental. Nadie puede negar la existencia de factores políticos como, asimismo, de una dimensión política que, en relación al MERCOSUR, no puede ni debe dejarse de lado. Hablar de un Parlamento del MERCOSUR, es hablar de la dimensión política del proceso de integración. Es confirmar que es posible y necesario marchar a instancias superadoras de ejes teñidos exclusivamente de lo económico -sin que esto implique negar la importancia de los factores económicos en la integración-; para, sobre una base y un sentido esencialmente político, abordar la dinámica que va asociando a los países participantes en muchos otros aspectos de su vida. Todo nuestro país está involucrado; y es el proyecto de país insertado en el MERCOSUR y, desde el mismo, en el mundo . Se ha afirmado, y creemos con razón, que el Parlamento del MERCOSUR será un espacio permanente de la política y de la ciudadanía en la integración.
El Parlamento del MERCOSUR es un avance para seguir avanzando. Hay muchos temas por delante: por ejemplo, la seguridad jurídica; el proceso de incorporación normativa; asimetrías constitucionales; armonización legislativa, etc.
Para concluir resaltamos en primer lugar, que es muy auspicioso que el Protocolo Constitutivo del Parlamento del MERCOSUR haya iniciado su camino para entrar en vigor . En segundo lugar, sostenemos que estas audiencias contribuirán ampliamente a profundizar el camino que transitamos en aras de alcanzar una mayor integración desde todas las aristas involucradas en el MERCOSUR.
Como clara señal de fortalecimiento institucional, en el MERCOSUR está emergiendo un Parlamento que está guiado, entre otras cosas, por el fin de superar etapas anteriores en el proceso en marcha y abrir nuevos horizontes.
Anhelamos dejar expuesto que este Parlamento debe ser fiel a su origen; debe ser orientador con su voz de una nueva época del MERCOSUR. Creemos que el momento es oportuno para recordar lo que decía Jean Monnet: “...unir a los hombres, resolver los problemas que los dividen, hacerles ver su interés común, porque aunque nada es posible sin los hombres, nada es duradero sin las instituciones”.
El futuro Parlamento del MERCOSUR, deberá hacer todos los esfuerzos necesarios para que, en la órbita de la integración y sin perder de vista sus características específicas, se promueva el bienestar general sobre la base de la libertad, la seguridad jurídica, la cultura y el respeto irrestricto por las ideas de todos; en otras palabras, deberá estar abierto a todas las corrientes de pensamiento. Deberá crear su propio estilo al desarrollar los ámbitos de su competencia y ojalá que en esta senda, nunca olvide que representa al pueblo mercosureño.
Los Parlamentarios que integren el Parlamento del MERCOSUR, deberán ser conscientes del enorme compromiso que tendrán con la sociedad regional que espera de ellos. Espera que respondan, que se den cuenta que existen problemas que nos son comunes y que den cuenta ante ella del desempeño de su función; y, además, que entablen con la misma una relación de ejemplaridad. Por el lugar que ocuparán, deberán ser propulsores de un verdadero cambio de calidad en el MERCOSUR.
El Parlamento del MERCOSUR puede ser una excelente “caja de resonancia” para profundizar el análisis del proceso de integración regional; ver los avances en materia política, económica, social, científica y cultural; y también, para detectar limitaciones o dificultades de orden intraregional o extraregional.
En este orden de ideas, coincidimos plenamente con lo que se expresa en el prólogo de una reciente publicación que nos permitimos transcribir: “...el MERCOSUR ha vivido varias etapas y diversos momentos que pueden registrarse como trascendentes. Finales del 2005 se recordará, entre otras cosas, por la aprobación del Protocolo que constituye el Parlamento del MERCOSUR...
Muchos dicen que en este cuadro de situación, la creación del Parlamento del MERCOSUR es improcedente, además de que genera más costos y más burocracia. Se trata precisamente de lo contrario. Para sacar al MERCOSUR de este estado de situación es necesario profundizar y democratizar el proceso de integración. La salida del MERCOSUR es más y mejor integración. Y para ello, como ocurre en los propios países, el rol del Poder Legislativo y de los partidos políticos es absolutamente imprescindible”.
Hemos dicho antes de ahora que los procesos de integración tienen grados o etapas, se van construyendo de a poco y la forma de viabilizar la integración es por el camino del gradualismo. No es nuestra intención detenernos, en esta oportunidad, ni en el análisis de los conceptos, ni en las diferencias existentes entre cada uno de los que podríamos denominar peldaños o fases de los procesos de integración . Sí queremos, sin embargo, hacer hincapié en una noción que debe ser -y está siendo- revisada: la de soberanía. Se la consideraba como poder supremo, indivisible, imprescriptible, absoluto y perpetuo de una República, no limitado, ni en poder ni en responsabilidad, ni en tiempo. Este criterio absoluto fue disminuyendo con el tiempo; el concepto no se mantuvo incólume. Jean Monnet también nos decía “que las soberanías nacionales están superadas desde el momento en que no permiten ya a los pueblos europeos vivir al ritmo de su tiempo en la era de las grandes potencias. De cara a Estados Unidos y a la Unión Soviética, que salen reforzados de la Segunda Guerra Mundial, los países del viejo mundo no tendrán más elección que la marginalización o la unión. Esta unión sólo podría provenir de una nueva opción, la de hacer gestionar los intereses comunes por instituciones democráticas y eficaces. Estas instituciones no deben competir o reemplazar a las instituciones nacionales, sino que deben organizar con ellas relaciones de complementariedad y actuar en los ámbitos donde la actividad nacional resulte inadaptada o impotente” .
No obstante lo anterior, la simple idea de perder soberanía, poder, competencias, siempre generará alguna resistencia. Empero, baste decir que los países europeos no sólo no han dejado de conservar su individualidad e independencia sino, por el contrario, las han afirmado con la construcción de la Unión Europea. Por otra parte, no solamente deben verse los costos sino también, como algunos autores expresan, “la posibilidad de generar importantes ámbitos donde el compartir regionalmente ciertos derechos representa en realidad un incremento del potencial económico y la capacidad de negociación nacional efectiva” . Creemos que la conformación del Parlamento del MERCOSUR, en cierta medida, nos abre una puerta más a la redefinición del concepto de soberanía; aunque, como bien señala Oscar Casal, “las características de este Parlamento...de ningún modo generan obligaciones directas en el derecho interno de los Estados Partes y de ningún modo este Parlamento representa una estratificación jerárquica superior a las establecidas en las cuatro Constituciones Nacionales” .
Si bien tampoco es la ocasión de detenernos en las notas distintivas del Derecho Comunitario ni en conceptos tales como supranacionalidad, órganos intergubernamentales, aplicación inmediata y directa de las normas, etc., percibimos, y creemos no equivocarnos, que si bien pueden generarse algunas dudas respecto a qué modelo de integración seguir, ellas se aventan en su gran mayoría, no son tales, frente a la propuesta concreta de instituir un parlamento. Lo mismo cabría decir respecto de un Tribunal de Justicia. Queremos explicitar con total claridad, que la voluntad de integrarse de los Estados debe manifestarse también a través del derecho. Debemos ser muy conscientes de la importancia que el derecho tiene en los procesos de integración; que demandan, necesitan, una consistente y firme construcción jurídica. Pensamos que al desenvolverse la integración, para llegar al objetivo de un mercado común o de una comunidad, será imprescindible crear organismos supranacionales.
En esta línea, Pierre Pescatore ha dicho: “El derecho debe ser un instrumento para la realización de los objetivos perseguidos y, fundamentalmente, debe constituir la garantía de la distribución equitativa de ese proceso”. Por su parte, bien afirma la Dra. Rita Gajate cuando dice que “todo proceso de integración se refuerza en una doble vertiente político - jurídica que requiere el auxilio de una normativa acorde a las intencionalidades denunciadas. El sustento de la mencionada construcción, ha de ser una sólida teoría jurídico - institucional”.
Ello así, y volviendo a mirar las cosas con un prisma político, es menester puntualizar que los procesos de integración dependen en su origen y conformación de una decisión política trascendental. Nadie puede negar la existencia de factores políticos como, asimismo, de una dimensión política que, en relación al MERCOSUR, no puede ni debe dejarse de lado. Hablar de un Parlamento del MERCOSUR, es hablar de la dimensión política del proceso de integración. Es confirmar que es posible y necesario marchar a instancias superadoras de ejes teñidos exclusivamente de lo económico -sin que esto implique negar la importancia de los factores económicos en la integración-; para, sobre una base y un sentido esencialmente político, abordar la dinámica que va asociando a los países participantes en muchos otros aspectos de su vida. Todo nuestro país está involucrado; y es el proyecto de país insertado en el MERCOSUR y, desde el mismo, en el mundo . Se ha afirmado, y creemos con razón, que el Parlamento del MERCOSUR será un espacio permanente de la política y de la ciudadanía en la integración.
El Parlamento del MERCOSUR es un avance para seguir avanzando. Hay muchos temas por delante: por ejemplo, la seguridad jurídica; el proceso de incorporación normativa; asimetrías constitucionales; armonización legislativa, etc.
Para concluir resaltamos en primer lugar, que es muy auspicioso que el Protocolo Constitutivo del Parlamento del MERCOSUR haya iniciado su camino para entrar en vigor . En segundo lugar, sostenemos que estas audiencias contribuirán ampliamente a profundizar el camino que transitamos en aras de alcanzar una mayor integración desde todas las aristas involucradas en el MERCOSUR.
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