Integración en el Cono Sur. La hora de los liderazgos colectivos
Los procesos de integración regionales fueron analizados por académicos de distintos países, en el marco del VII Simposio y I Congreso Internacional de América Latina y el Caribe, que el CEINLADI organizó en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Allí Félix Peña, profesor de UNTREF y director de la Fundación Standard Bank, destacó que “no podemos leer los marcos teóricos actuales con teorías del pasado”. También participaron de la mesa Albene Menezes, de la Universidad Nacional de Brasilia y María Monserrat Llairó, directora del CEINLADI, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA de Argentina.
Allí Félix Peña, (Fundación Standard Bank Argentina) destacó que “no podemos leer los marcos teóricos actuales con teorías del pasado”. En la mesa también participaron Albene Menezes, (Universidad Nacional de Brasilia Brasil) y María Monserrat Llairó, (CEINLADI – FCE – UBA Argentina).
El especialista en relaciones económicas internacionales, derecho del comercio internacional e integración económica, Felix Peña ahondó sobre la problemática del Mercosur ante la nueva realidad global y regional; destacando que la revolución en el sistema internacional tiene elementos clásicos –referidos a la tensión entre orden y anarquía prevaleciente en el funcionamiento del contexto internacional-, novedosos –que implican un colapso de los paradigmas- y vertiginosos –el cambio en la ruta de la información lleva a estar on line para acceder a las últimas noticias-.
“Se necesita flexibilidad y gran sentido práctico para entender la realidad” expresó Félix Peña para luego argumentar que en relación al contexto internacional actual hay que reflexionar sobre los “efectos de dispersión” -que vuelven el cuadro internacional más caótico debido a las múltiples opciones de inserción para los países sumado a la insuficiencia internacional para resolver problemas colectivos- y sobre los “efectos de coordinación”.
En cuanto a los efectos de coordinación, Peña señaló que la Unión Europea sufrió una reconfiguración al articular una respuesta colectiva junto a Gran Bretaña mientras que en la ampliación del Mercosur en UNASUR puede haber problemas de coordinación debido a que se confunden los ámbitos institucionales para el debate con los ámbitos institucionales de decisión política y con la operacionalidad de la decisión.
En este sentido, hay que precisar la diferencia entre foros de debate y foros de instrumentalización, ya que utilizar al Mercosur para operacionalizar respuestas colectivas puede traer problemas de credibilidad, de imagen y de eficacia, resaltó Peña.
“Se necesita una gran capacidad de acierto en las respuestas, traducir decisiones en líneas de acción. Ningún país de América del Sur puede elaborar respuestas individuales: es la hora de los liderazgos colectivos”, enfatizó Peña.
“Coloquemos al Mercosur en condiciones de ser útil, lo cual no implica descartar ni UNASUR u otros foros”. Para ello según Peña, hay que trabajar sobre el Mercosur como núcleo de la estabilidad política y la paz en América Latina.
A su turno Albene Menezes, Coordinadora del Núcleo de Estudios del MERCOSUR del Centro de Estudios Multidisciplinarios de la Universidad de Brasilia, se refirió al Mercosur y el proceso de integración Sudamericano; las iniciativas bilaterales y las acciones multilaterales.
En América del Sur la tendencia es crear iniciativas sub regionales como el caso del Mercosur, UNASUR o en materia de seguridad y otras propuestas que han quedado en el camino debido a la diversidad de intereses, las asimetrías regionales, y la influencia de nuevos actores políticos que presentan dicotomías como los populismos o nacionalismos.
En cuanto al Mercosur, Menezes destacó que existen acuerdos de complementación económica con otros bloques sub regionales y bilaterales que representan cifras muy disímiles para los países que lo componen. Así, mientras las relaciones comerciales con Sudamérica representan el 13% de las exportaciones para Brasil, para Argentina significa el 15%, para Paraguay el 52%, para Uruguay representan cerca del 12% hacia Brasil.
El dilema del Mercosur se dirime entre establecerse como unión aduanera o asumir su condición estructural e incorporar las realidades de los países del bloque, según Menezes.
Hacia el final, María Monserrat Llairó profundizó sobre las relaciones Unión Europea – América Latina desde el punto de vista político y subrayó que la integración latinoamericana como núcleo duro es la única salida a la crisis a pesar de las disimetrías.
“En la triangulación Comunidad Andina – Mercosur – Unión Europea, no existen sistemas de integración porque las relaciones no son equilibradas ni en lo político ni en lo económico”, destacó Llairó.
Mientras en los ’60 y ’70 América Latina no era prioritaria para la UE por los procesos de descolonización guiaban las inversiones europeas hacia las ex colonias pero a partir de la crisis del petróleo el mapa comercial se reconfiguró y comenzaron los primeros acuerdos bilaterales, principalmente con Brasil y Argentina; la década del ’80 encontró a una América Latina caracterizada por procesos de democratización, de deuda externa y, en ese contexto, la UE comienza a pensar en la región. Ya en los ’90 la UE “ve con muy buenos ojos los primeros acuerdos comerciales pero desde el punto de vista real no hubo grandes inversiones”, según Llairó, por ende siempre se trabajó en procesos asimétricos.
“También existen asimetrías internas como el caso de Paraguay y Uruguay que no son economías como la Argentina y, mucho menos, como Brasil”. “Por tanto, estamos ante un nuevo desafío no solo económico sino político, es un nuevo replanteo ante el contexto internacional” precisó Llairó y agregó que se tienen que cuestionar las variables que se manejaban hace 4 años atrás.
Por último, María Monserrat Llairó destacó que el Mercosur tiene asimetrías internas, que el comercio entre la Comunidad Andina y el Mercosur es casi inexistente, a la vez que las relaciones políticas han funcionado en temas como la situación de Bolivia o los conflictos entre Colombia y Ecuador, pero la funcionalidad solo se manifiesta en los momentos críticos, es decir, de desequilibrio en la región. Por ello “debemos apuntar a una integración mucho más profunda”.
El especialista en relaciones económicas internacionales, derecho del comercio internacional e integración económica, Felix Peña ahondó sobre la problemática del Mercosur ante la nueva realidad global y regional; destacando que la revolución en el sistema internacional tiene elementos clásicos –referidos a la tensión entre orden y anarquía prevaleciente en el funcionamiento del contexto internacional-, novedosos –que implican un colapso de los paradigmas- y vertiginosos –el cambio en la ruta de la información lleva a estar on line para acceder a las últimas noticias-.
“Se necesita flexibilidad y gran sentido práctico para entender la realidad” expresó Félix Peña para luego argumentar que en relación al contexto internacional actual hay que reflexionar sobre los “efectos de dispersión” -que vuelven el cuadro internacional más caótico debido a las múltiples opciones de inserción para los países sumado a la insuficiencia internacional para resolver problemas colectivos- y sobre los “efectos de coordinación”.
En cuanto a los efectos de coordinación, Peña señaló que la Unión Europea sufrió una reconfiguración al articular una respuesta colectiva junto a Gran Bretaña mientras que en la ampliación del Mercosur en UNASUR puede haber problemas de coordinación debido a que se confunden los ámbitos institucionales para el debate con los ámbitos institucionales de decisión política y con la operacionalidad de la decisión.
En este sentido, hay que precisar la diferencia entre foros de debate y foros de instrumentalización, ya que utilizar al Mercosur para operacionalizar respuestas colectivas puede traer problemas de credibilidad, de imagen y de eficacia, resaltó Peña.
“Se necesita una gran capacidad de acierto en las respuestas, traducir decisiones en líneas de acción. Ningún país de América del Sur puede elaborar respuestas individuales: es la hora de los liderazgos colectivos”, enfatizó Peña.
“Coloquemos al Mercosur en condiciones de ser útil, lo cual no implica descartar ni UNASUR u otros foros”. Para ello según Peña, hay que trabajar sobre el Mercosur como núcleo de la estabilidad política y la paz en América Latina.
A su turno Albene Menezes, Coordinadora del Núcleo de Estudios del MERCOSUR del Centro de Estudios Multidisciplinarios de la Universidad de Brasilia, se refirió al Mercosur y el proceso de integración Sudamericano; las iniciativas bilaterales y las acciones multilaterales.
En América del Sur la tendencia es crear iniciativas sub regionales como el caso del Mercosur, UNASUR o en materia de seguridad y otras propuestas que han quedado en el camino debido a la diversidad de intereses, las asimetrías regionales, y la influencia de nuevos actores políticos que presentan dicotomías como los populismos o nacionalismos.
En cuanto al Mercosur, Menezes destacó que existen acuerdos de complementación económica con otros bloques sub regionales y bilaterales que representan cifras muy disímiles para los países que lo componen. Así, mientras las relaciones comerciales con Sudamérica representan el 13% de las exportaciones para Brasil, para Argentina significa el 15%, para Paraguay el 52%, para Uruguay representan cerca del 12% hacia Brasil.
El dilema del Mercosur se dirime entre establecerse como unión aduanera o asumir su condición estructural e incorporar las realidades de los países del bloque, según Menezes.
Hacia el final, María Monserrat Llairó profundizó sobre las relaciones Unión Europea – América Latina desde el punto de vista político y subrayó que la integración latinoamericana como núcleo duro es la única salida a la crisis a pesar de las disimetrías.
“En la triangulación Comunidad Andina – Mercosur – Unión Europea, no existen sistemas de integración porque las relaciones no son equilibradas ni en lo político ni en lo económico”, destacó Llairó.
Mientras en los ’60 y ’70 América Latina no era prioritaria para la UE por los procesos de descolonización guiaban las inversiones europeas hacia las ex colonias pero a partir de la crisis del petróleo el mapa comercial se reconfiguró y comenzaron los primeros acuerdos bilaterales, principalmente con Brasil y Argentina; la década del ’80 encontró a una América Latina caracterizada por procesos de democratización, de deuda externa y, en ese contexto, la UE comienza a pensar en la región. Ya en los ’90 la UE “ve con muy buenos ojos los primeros acuerdos comerciales pero desde el punto de vista real no hubo grandes inversiones”, según Llairó, por ende siempre se trabajó en procesos asimétricos.
“También existen asimetrías internas como el caso de Paraguay y Uruguay que no son economías como la Argentina y, mucho menos, como Brasil”. “Por tanto, estamos ante un nuevo desafío no solo económico sino político, es un nuevo replanteo ante el contexto internacional” precisó Llairó y agregó que se tienen que cuestionar las variables que se manejaban hace 4 años atrás.
Por último, María Monserrat Llairó destacó que el Mercosur tiene asimetrías internas, que el comercio entre la Comunidad Andina y el Mercosur es casi inexistente, a la vez que las relaciones políticas han funcionado en temas como la situación de Bolivia o los conflictos entre Colombia y Ecuador, pero la funcionalidad solo se manifiesta en los momentos críticos, es decir, de desequilibrio en la región. Por ello “debemos apuntar a una integración mucho más profunda”.
Alelí Jait