Juntos a fortalecer el MERCOSUR
La asunción de Tabaré Vázquez a la presidencia del Uruguay suscita una saludable expectativa en relación al proceso de integración regional en el MERCOSUR, afirma el embajador Sigal en una nota en la que pone de relieve las coincidencias estratégicas entre los gobiernos de Argentina y Uruguay. El artículo se edita después de que las administraciones de ambos países lograran dar el puntapié inicial a una serie de reuniones de entendimiento que encauzarán las principales controversias comerciales que sostenían los dos socios del MERCOSUR y que después de la asunción del primer mandatario uruguayo quedaron incluidos en una nueva agenda superadora, acorde con la nueva etapa de integración con Uruguay (ver nota aparte).
Sin embargo, en el contexto de procesos largos y contradictorios como son los de integración regional, existen etapas más áridas y otras más dinámicas. En nuestra región está claro que la visión del mundo predominante en la década del noventa conspiró contra el desarrollo del Mercosur. No lo destruyó ni lo paralizó totalmente, justamente porque es una demanda insoslayable para cada uno de nuestros países. Pero hizo que prevaleciera una concepción excluyentemente centrada en el intercambio comercial que, durante la primera parte de la década, alcanzó logros considerables.
El Mercosur como unión política, capaz de abrir mercados pero también -y sobre todo- de integrar productivamente a nuestros países, de dotarse de instituciones regionales sólidas y confiables y de contar con mecanismos compensadores de asimetrías; no avanzó en aquellos años.
Ahora hay gobiernos progresistas o de centroizquierda en todos los países del bloque. Cada uno es producto de una historia y de una tradición política e ideológica particular; pero todos tienen en el centro de la agenda el avance hacia un nuevo tipo de inserción en el mundo. Una inserción que no esté basada en la competencia “hacia abajo” en torno a cuál es el país que relaja más su capacidad de control y su responsabilidad por la justicia en su interior, o cuál es el que crea relaciones de trabajo más precarias e injustas, sino en el pleno aprovechamiento de sus potencialidades y en su multiplicación sobre la base de la integración.
El nuevo presidente uruguayo ha sido claro a este respecto. En su primer mensaje público definió su proyecto de país como un “Uruguay regionalmente integrado”. Toda una definición puesta en un lugar central como corresponde a un líder que entiende cabalmente las tendencias de la época. Ni la deuda social interna de nuestros países ni el proceso de unidad en el Mercosur con proyección sudamericana son desafíos sencillos ni pueden ser encarados con simplismo voluntarista. Es más bien una profunda reforma política y cultural, lo que está en nuestra agenda próxima. Sin ignorar las enormes dificultades que habrá que enfrentar, nos alegra tener a nuestro lado al entrañable pueblo uruguayo. Como dijera nuestro Jorge Luis Borges en su Milonga para los orientales “para que el tiempo / vaya borrando fronteras;/por algo tienen los mismos/ colores las dos banderas”.
Eduardo Sigal es Subsecretario de Integración Económica, Americana y MERCOSUR de la Cancillería Argentina