La Aduana del Siglo XXI

Empresarios del juguete realizaron un encuentro anual donde la directora general de Aduanas, María Silvina Tirabassi, comentó los resultados de la estrategia de modernización que se está llevando a cabo en los controles aduaneros, con miras a la facilitación del comercio lícito. Vista en números, la tasa de incremento en lo recaudado por incautación de productos en casos de fraude marcario y comercial muestra por sí misma los buenos resultados que reportó a la economía del país el mayor control inteligente ejercido por la Aduana: el monto que en 2008 había alcanzado a u$s 58 millones creció hasta u$s 70 millones en lo que va de 2009. En lo que hace específicamente a uno de los rubros más castigados por estas prácticas ilegales, le juguetería, se secuestraron productos falsificados por u$s 35,3 millones en los últimos meses frente a 12,5 millones en 2008 y casi 3 millones en 2007.


A partir del año 2003, la Aduana argentina encaró un proceso de modernización para adaptarse a las exigencias del siglo XXI, donde el desafío parece ser conciliar el rol de contralor y la facilitación del comercio lícito, hasta ahora dos conceptos enfrentados. Está nueva visión de la Aduana como política de Estado es la meta que esa organización se propuso alcanzar para mayo de 2010, cuando el país festejará su Bicentenario. María Silvina Tirabassi, directora de la DGA, confía en que se llegará a esa fecha tan simbólica con los deberes hechos.

La funcionaria hizo un balance de lo actuado en los últimos años por las autoridades aduaneras ante empresarios convocados por la Asociación Argentina de Empresas de Juguetes y Afines (AADEJA), que preside D. Melmestein, también directivo de la firma Toy Store SRL, quien encabezó el encuentro anual. Tras la exposición de Tirabassi, disertaron los contadores Miguel Angel Galeano y Rubén Otero, ambos de la DGA (Dirección General de Aduanas), además del licenciado Ricardo Delgado. Más tarde fue el turno de Ernesto de Titto, del Ministerio de Salud, quien estuvo acompañado por un panel de especialistas integrado por Ricardo Giménez (Instituto de Tecnología Industrial-INTI) y Daniel Raimondi (Laboratorio CAIJ).

Visto en números, la tasa de incremento en lo recaudado por incautación de productos en casos de fraude marcario y comercial muestra por sí misma los buenos resultados que reportó a la economía del país el mayor control inteligente ejercido por la Aduana: el monto que en 2008 había alcanzado a u$s 58 millones creció hasta u$s 70 millones en lo que va de 2009. En lo que hace específicamente a uno de los rubros más castigados por estas prácticas ilegales, le juguetería, se secuestraron productos falsificados por u$s 35,3 millones en los últimos meses frente a 12,5 millones en 2008 y casi 3 millones en 2007. Expresado en unidades, se pasó de 314.000 juguetes incautados en aquel año a un millón en 2008 y a 1,5 millón en 2009. Cabe destacar que el sector del juguete ocupa el quinto lugar en materia de incautación tanto en unidades como en monto, y constituye no solamente un daño comercial sino un grave riesgo para la salud de los niños ya que en muchos casos, recalcó Tirabassi, los productos falsificados contienen materiales tóxicos.


De cara al Bicentenario

Tirabassi dio detalles a los empresarios del juguete sobre el diagnóstico que está llevando adelante la DGA en cuanto a su funcionamiento interno y la consecución de sus objetivos con vistas al Bicentenario. "Se trata de saber dónde estamos parados para dar la previsibilidad que requieren los empresarios nacionales, para una mejor articulación con el sector privado; pensamos que para ello primero debemos reafirmar el rol de control que tiene la Aduana pero funcionando de acuerdo a las necesidades del siglo XXI", sintetizó.

Según Tirabassi, la directriz del Gobierno kirchnerista a partir de 2005 ha sido conciliar ese rol de contralor que es propio de la Aduana con la función de facilitación del comercio. "Cuando en el mundo se discutía si ambos roles se contraponían, en Argentina opinábamos que el segundo es consecuencia del primero", señaló Tirabassi. Esa visión, agregó, se reflejó en el decreto firmado por el entonces presidente Néstor Kirchner, quien instruyó a sus funcionarios para aggiornar la Aduana y prepararla para el combate contra los nuevos delitos, como el narcotráfico y el fraude marcario. En esa misma visión también se enmarcó la consigna de poner todos los beneficios de la globalización al servicio del fomento del comercio exterior. "Con esta definición llegamos al Bicentenario: hoy la Aduana tiene la función de administrar el comercio exterior y para llevarlo a cabo, debe generar condiciones propias para la facilitación", sostuvo la directora de la DGA. Sin embargo, aclaró que en este caso facilitación no significa simplemente ocupar menos papeles y eliminar pasos burocráticos. "Quiere decir que, además de reducir burocracia, hay que avanzar en la informatización que, finalmente, hace a las herramientas de trabajo, para generar las condiciones para que la exportación sea más fácil", precisó. De esta forma, confió en que la Aduana argentina ingresará al año del Bicentenario con el objetivo cumplido de "generar las mismas condiciones de seguridad y facilitación para todos los importadores y exportadores del país".

Actualmente, y tras una inversión del Estado nacional de alrededor de u$s 60 millones a partir de 2003 para equipar de tecnología e infraestructura a la Aduana, la DGA inauguró Resguardos Operativos, es decir, aduanas que tienen todas las facultades operativas necesarias a excepción de la que la ley denomina Facultad de Juez Contencioso, atribución propia de las aduanas establecida por el Congreso. Aunque los diez resguardos inaugurados constituyen uno de los cambios menos publicitados por la Aduana, fueron concebidos teniendo en cuenta el mapa productivo argentino, sumándose así al espectro bajo control de la Aduana: 58 aduanas en todo el territorio; 144 pasos de frontera; 21 aduanas domiciliarias; 76 puertos; 9 habilitaciones de puertos sobre el río Paraná (en su mayoría, puertos privados para cerealeras); 109 depósitos fiscales; 4 depósitos francos; 21 gasoductos; 3 oleodutos; 2.300 plantas de consolidación; 11 plataformas marítimas; 20 aeropuertos internacionales; y 10 zonas francas.

Tirabassi aseguró que con los nuevos resguardos se logró avanzar en la meta de acercamiento al usuario de comercio exterior, siguiendo las pautas de la visión estratégica de afianzar la relación de la Aduana con el sector privado. "Esto lo hicimos desde lo operativo y también en cuanto a la agenda de trabajo, dejando de lado el diálogo protocolar -afirmó- Esta modalidad nos ha permito no desconocer ningún problema de los importadores y exportadores, y a ellos, les ha permitido a su vez conocer las soluciones que está implementando la Aduana".


Control inteligente

Uno de los cambios sustanciales que materializó la Aduana en su proceso de modernización fue la reducción de los llamados "canales rojos" a las importaciones. "En todos los puntos bajo su órbita, la Aduana tiene que facilitar comercio y a la vez ser guardiana inteligente, y esto lo pudimos lograr bajando los canales rojos", dijo Tirabassi. En este punto, pidió "terminar con el mito" de que un alto nivel de canales rojos es sinónimo de una Aduana más efectiva. "Poner cien por ciento de canales rojos a todas las importaciones significa un mal control, porque la Aduana debe procesar toda la información para identificar de manera inteligente aquellos casos donde sí estamos en presencia de subfacturación, narcotráfico, fraude marcario, etc, y no en casos de comercio lícito, porque ello repercute en una renta para el país", aclaró. "La aduana, como guardiana inteligente de fronteras que es, debe proteger la producción nacional trabajando con rutas de riesgo y países de riesgo, y con información valiosa que permita identificar un contenedor ilícito 48 horas antes de que llegue al puerto", agregó.

En suma, el desafío de reafirmar el rol de contralor de cara al siglo XXI exige "ejercer bien la función de administrar el comercio exterior lícito, facilitando las operaciones y generando a la vez las condiciones operativas y logísticas para un comercio ágil", resumió Tirabassi. Los retos actuales y siempre con miras al Bicentenario, pasan por "mantener la vigencia de la Aduana sin desnaturalizar la función de control", por implementar acciones que permitan soluciones concretas, afrontar la globalización, y por el aumento o baja del comercio para asegurar un cierto nivel de recaudación sin solución de continuidad, entre otros.


El plano internacional

La directora de Aduanas subrayó también el trabajo realizado por esa dependencia en el orden internacional, que posicionó a la DGA -según evaluación de la Base de Datos de la Organización Mundial de Aduanas (OMA)- en el primer puesto a nivel regional y en el décimo a nivel mundial.

Desde 2008, la oficina que conduce Tirabassi ostenta por unanimidad el mandato de las 36 aduanas del continente para liderar la articulación de las mismas ante la Organización Mundial de Aduanas, con sede en Bruselas. "Tenemos una oficina regional permanente en la OMA para la capacitación de todas las aduanas del continente y en los últimos dos años hemos dado capacitación en diversos temas, entre ellos gestión de riesgo ya que uno de los que mayor interés despierta, y también en materia de protección de la industria nacional", detalló. Quizás por una "moda" o respondiendo a ideologías, "estaba mal visto que la aduana protegiera la industria nacional pero lo que hacemos no es proteccionismo sino que estamos valorando que cuando hablamos de un fraude comercial, estamos hablando de un desvío del comercio", enfatizó. De hecho, la DGA es una de las pocas aduanas que cuenta con un área específica dedicada a analizar la subfacturación como un desvío del comercio, lo que permitió incrementar valores criterio, incautar mercadería proveniente de maniobras ilícitas, así como un mejor posicionamiento para exigir toda la documentación necesaria a los importadores.

Silvia Martínez