La asociación con Brasil no reemplaza diálogo con Mercosur
Brasil se ha convertido en un país con el que hay que dialogar sobre asuntos multilaterales porque tiene opinión, posición, tiene liderazgo, arrastra grupos en distintos foros, explica el profesor Antonio Sanahuja preguntado por los alcances de la propuesta de asociación estratégica europea a Brasil. En su opinión, consiste en un diálogo esencialmente político, que no va a sustituir las negociaciones con el MERCOSUR.
El profesor Sanahuja, una de las figuras intelectuales más relevantes en temas de cooperación UE-AL, estuvo en Buenos Aires invitado por la UNTREF para dictar un seminario sobre la política comunitaria de cooperación al desarrollo.
Hace pocos días se anunció una reunión de alto nivel Mercosur-UE para el mes de diciembre. ¿Cuáles son sus expectativas?
La Reunión de Alto Nivel de fin de año entre Mercosur y Unión Europea es una buena noticia, demuestra que hay voluntad política para avanzar en ese acuerdo. Las dificultades son grandes, pero ambas partes quieren avanzar. Sin embargo, soy escéptico en cuanto a los resultados si en esa reunión se pone de manifiesto que las posiciones de ambas partes no han variado. Por parte de la Unión Europea el margen de negociación es muy pequeño, hay una negociación interna mal resuelta, que en 2002 resolvió que el régimen de subsidios iba a continuar hasta 2013; totalmente ligado a la política agrícola común. Tuvimos un intento de revisar el acuerdo agrícola con la negociación presupuestaria impulsada por el Reino Unido, pero fracasó.
El fracaso de la Ronda de Doha
Las negociaciones birregionales desde el punto de vista comercial están condicionadas al resultado de la Ronda Doha. ¿Cuál es el plan si la reunión no concluye satisfactoriamente?
La Unión Europea (y esto es algo que ya se dice en Bruselas), si la Ronda de Doha fracasa, que es lo más probable, podría volver a una política interregionalista, es decir acuerdos regionales, como por ejemplo el acuerdo con MERCOSUR, o con países en forma individual. De momento, el mandato de negociación con MERCOSUR que está supeditado a la finalización de la Ronda de Doha por una cuestión puramente formal, no ha sido modificado. Si se quiere volver a la política interreg habría que suprimir este mecanismo. Por otro lado, habrá que ver también la posición de los países del MERCOSUR, porque hasta ahora uno de los obstáculos ha sido que Brasil ha apostado más por la negociación multilateral que por el marco interregional con la Unión Europea. Si Brasil modificara su posición en cuanto a acceso a mercados de bienes industriales, servicios, y todos los temas de protección de inversiones y compras públicas, habría que ver. Hay que señalar también que por parte de los sectores industriales de Brasil hay resistencias a la apertura, lo que llevó al estancamiento.
Hasta ahora la UE ha sido muy exigente en determinadas condiciones, no sabemos si se llegará a un acuerdo si no se logra un acuerdo OMC Plus, el acuerdo de integración económica profunda, amplio, con la totalidad de los sectores. Podría quizás alcanzar un acuerdo “ligero”, pero no de la magnitud del firmado con Chile y México.
Brasil socio estratégico
¿La declaración de Brasil como socio estratégico de la Unión Europea facilitará o perjudicará las negociaciones birregionales con el bloque del Mercosur?
Puede beneficiarla. Hay dos hechos importantes que explicarían este acercamiento y esta propuesta de relación privilegiada con Brasil. Por un lado, hay una visión en la UE, cuya posición es que la posibilidad de tener un acuerdo con MERCOSUR es muy baja, que ha fracasado, y que por lo tanto debe olvidarse de una integración e ir a una relación privilegiada con México y Brasil, por la propia posición de desinterés de los integrantes del bloque regional. Se trata fundamentalmente de la posición de Alemania.
También hay que reconocer que existen países en AL que han asumido un liderazgo en los Foros multilaterales que otros no han asumido. Brasil es un país que cuenta en Naciones Unidas, que esta liderando el Grupo de los 22, con una política exterior muy activa, que tiene intereses en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que impulsa la agenda mundial. En cambio Argentina está ensimismada en su propia agenda interna y tiene una política exterior mucho más débil, sin mostrar interés por los asuntos multilaterales. Brasil se ha convertido en una país con el que hay que dialogar sobre asuntos multilaterales porque tiene opinión, posición, tiene liderazgo, arrastra grupos en distintos foros. Es una idea que se originó hace tres o cuatro años.
Es un asunto que desde nuestro Centro de Estudios alertamos a la Dirección General de Relaciones Exteriores sobre los riesgos de esta posición de negociar multilateralmente con Brasil, y preservar el ámbito de negociación del Mercosur. Primero, podría interpretarse que la UE ha dejado de apoyar la integración sudamericana. Segundo, dado que el liderazgo de Brasil ha sido unilateral, poco dispuesto a dialogar con sus socios, se puede interpretar que la UE está premiando un estilo de liderazgo que no aporta a la integración latinoamericana.
La propuesta de asociación estratégica a Brasil consiste en un diálogo esencialmente político, no va a sustituir el diálogo con MERCOSUR. Sobre todo está dirigido a la concertación política en foros internacionales. La influencia de Brasil va más allá de AL, alcanza India, Sudáfrica, ahora en UE por ejemplo, se discute sobre el grupo IBSA.
Europa-América Latina
¿En relación con las negociaciones con América Latina, cómo se desarrollan las negociaciones? ¿La política europea en cuanto a la cooperación política sigue siendo en este sentido diferenciada de la del ALCA?
En Centroamérica el CAFTA firmado por EEUU ha avanzado mucho en el terreno comercial, lo que facilitó las negociaciones con Europa, lo que no ocurre con la Comunidad Andina de Naciones.
Lo que ha ocurrido entre la UE y la CAN ha sido muy interesante. El planteamiento que ha habido hasta ahora con los acuerdos de asociación interregionales es que para que pueda haber libre circulación entre ambas regiones, previamente tiene que haber libre circulación en el seno de cada una de ellas. Esto es lo que ha llevado a la UE a ser muy exigente en cuanto a la profundización del proceso de integración intragrupo como condición para poder firmar. A lo que se llega con Centroamérica en la Cumbre de Guadalajara es a este proceso de evaluación conjunta que finalmente culmina y da la luz verde para comenzar las negociaciones en la región andina. Este es un proceso que ha liderado fundamentalmente la Dirección General de Comercio europea, extremadamente ortodoxa.
Con respecto a la Comunidad Andina, se aprueba un mandato de negociación extraordinariamente rígido que es una mala oferta de parte de la UE. Más tarde, la Comisión Europea, se compromete a flexibilizar el modelo y propone uno que tenga en cuenta las asimetrías que existen en el seno de la CAN, ya no el OMC Pus clásico ni de manual. El interés de la UE en la CAN no es económico, sino político, en donde pueden interesar las inversiones energéticas, a las que se llega a través del camino politico. Un modelo de ortodoxo muy exigente de liberalización no va a permitir el acuerdo , y esos países van a ser empujados desde mi punto de vista, a la órbita del liderazgo de Venezuela.
Con el MERCOSUR el interés es más económico, se trata de un mercado de más envergadura. En una perspectiva a largo plazo, Venezuela, dentro de un MERCOSUR con reglas estables y que además tenga un acuerdo de asociación con la Unión Europea con reglas incluso más exigentes que las propias del MERCOSUR, es una forma también de reducir el riesgo a los experimentos económicos y políticos. Los acuerdos de integración siempre apuntan un plus de credibilidad, y eso lo aprendimos muy bien en Europa. Un MERCOSUR que tenga el anclaje de un acuerdo de asociación con la UE es un MERCOSUR más estable, más seguro y con un plus de credibilidad en cuanto a sus políticas que ayudará en su desarrollo a todos los países miembros.
¿Cuál es su visión sobre la Comunidad Sudamericana y el Grupo de Río?
Se observa con interés, y se espera la consolidación de un proyecto que de momento tiene todavía un déficit de credibilidad. La Comunidad Sudamericana de Naciones en Europa no tiene credibilidad. Para que la UE la considere un interlocutor tiene que mostrar que se institucionaliza, que empieza a generar acuerdos que se cumplan, a proveer reglas de funcionamiento asumidas por todos los participanes, convergencia económica, y otros temas.
En este momento el problema es que más que hablar de integración económica entre los Estados miembros, especialmente algunos, tienen que dejar de pensar la energía en términos geopolíticos y de hegemonía y empezar a pensarla en términos de eficiencia, de seguridad en el abastecimiento, ya que hay mucho que ganar para Sudamérica con la integración energética.
* José Antonio Sanahuja es Director del Departamento de Cooperación y Desarrollo del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI); Consultor del Parlamento Europeo, la Comisión Europea, Europeaid y el Ministerio de Asuntos Exteriores de España.