La crisis financiera internacional: su impacto en la política comercial de la administración Obama
En una reciente conferencia brindada por Jagdish Baghwati en Londres, la actual crisis financiera internacional y la política comercial de los Estados Unidos en la nueva administración Obama no estuvieron ausentes de la discusión.
(Especial para Mercosurabc) Durante su campaña electoral, Barack Obama deslizó que podría tener una posición bastante más proteccionista, incluyendo una eventual salida o renegociación del NAFTA. Destacó la necesidad de utilizar los tratados de libre comercio para aumentar estándares ambientales y laborales, y puntualizó la importancia de luchar por el “fair trade” o “comercio justo”. Son muchos los analistas que ponderaron cuánto de los dichos de Obama se debían al clima de campaña electoral y cuánto a su verdadero plan de gobierno. Sea como fuere, este hecho demuestra que el estadounidense medio es cada vez más escéptico respecto del comercio libre, y que el discurso proteccionista tiene muchos adherentes en la principal economía del mundo.
El contexto en que ocurrió este debate es bastante sugestivo: la crisis financiera internacional más importante desde la gran crisis de la década de los treinta. De esta forma, este sentimiento proteccionista en los Estados Unidos podría crecer aún más si esa economía entrara en una fuerte recesión, incrementando la presión en el Presidente Obama y el Congreso Demócrata para limitar los acuerdos regionales y las importaciones baratas.
La gran preocupación del norteamericano medio es la pérdida de puestos de trabajo por la relocalización de empresas en destinos donde los costos laborales son extremadamente más bajos. Curiosamente, China, destino de empresas como Nike, está sufriendo un fenómeno similar con un éxodo de compañías a países de esa región con costos aún más bajos.
El impacto de la severa crisis financiera, sin dudas, ya ha trasvasado esos límites con implicancias serias para el comercio y las inversiones internacionales. En este sentido, en el marco de la reunión del G-20 en Washington, la semana pasada, se adoptó un comunicado en el que se instó a lograr un acuerdo para el cierre de la Ronda de Doha en la Organización Mundial del Comercio (OMC), y se exhortó a rechazar soluciones proteccionistas en tiempos de inestabilidad financiera. En ese sentido, la declaración contiene un compromiso, por un lapso de 12 meses, de no levantar nuevas barreras a la inversión y al comercio en bienes y servicios, no imponer nuevas restricciones a las exportaciones, ni implementar medidas para estimular las exportaciones prohibidas por la OMC.
Es razonable creer que la administración Obama va a adoptar fuertes medidas proteccionistas, o es más sensato pensar en un impasse en la liberalización del comercio en el mundo. Difícilmente, los Estados Unidos promoverán una guerra comercial en el actual escenario, aunque tampoco cabe descartar cierta presión para el establecimiento de mayores estándares laborales y ambientales. En esta línea, es posible visualizar medidas que tiendan a evitar la relocalización de empresas norteamericanas, con lo cual la suerte de los acuerdos comerciales pendientes de aprobación es dudosa.
No obstante, del debate producido en la conferencia que da origen a estas reflexiones, puede rescatarse que poner el foco en la relocalización de empresas como la principal amenaza para los puestos de trabajo quizás sea un error. Primero, el avance tecnológico, principal causa del aumento en la productividad, tiene mucho más que ver con la generación de empleo. Segundo, los márgenes de ventaja comparativa en la actualidad son cada vez más exiguos y dependen de diversos factores, que exceden el costo del trabajo.
* Investigador del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico (CEIDIE). Becario del British Council (n.m.perrone@lse.ac.uk).
El contexto en que ocurrió este debate es bastante sugestivo: la crisis financiera internacional más importante desde la gran crisis de la década de los treinta. De esta forma, este sentimiento proteccionista en los Estados Unidos podría crecer aún más si esa economía entrara en una fuerte recesión, incrementando la presión en el Presidente Obama y el Congreso Demócrata para limitar los acuerdos regionales y las importaciones baratas.
La gran preocupación del norteamericano medio es la pérdida de puestos de trabajo por la relocalización de empresas en destinos donde los costos laborales son extremadamente más bajos. Curiosamente, China, destino de empresas como Nike, está sufriendo un fenómeno similar con un éxodo de compañías a países de esa región con costos aún más bajos.
El impacto de la severa crisis financiera, sin dudas, ya ha trasvasado esos límites con implicancias serias para el comercio y las inversiones internacionales. En este sentido, en el marco de la reunión del G-20 en Washington, la semana pasada, se adoptó un comunicado en el que se instó a lograr un acuerdo para el cierre de la Ronda de Doha en la Organización Mundial del Comercio (OMC), y se exhortó a rechazar soluciones proteccionistas en tiempos de inestabilidad financiera. En ese sentido, la declaración contiene un compromiso, por un lapso de 12 meses, de no levantar nuevas barreras a la inversión y al comercio en bienes y servicios, no imponer nuevas restricciones a las exportaciones, ni implementar medidas para estimular las exportaciones prohibidas por la OMC.
Es razonable creer que la administración Obama va a adoptar fuertes medidas proteccionistas, o es más sensato pensar en un impasse en la liberalización del comercio en el mundo. Difícilmente, los Estados Unidos promoverán una guerra comercial en el actual escenario, aunque tampoco cabe descartar cierta presión para el establecimiento de mayores estándares laborales y ambientales. En esta línea, es posible visualizar medidas que tiendan a evitar la relocalización de empresas norteamericanas, con lo cual la suerte de los acuerdos comerciales pendientes de aprobación es dudosa.
No obstante, del debate producido en la conferencia que da origen a estas reflexiones, puede rescatarse que poner el foco en la relocalización de empresas como la principal amenaza para los puestos de trabajo quizás sea un error. Primero, el avance tecnológico, principal causa del aumento en la productividad, tiene mucho más que ver con la generación de empleo. Segundo, los márgenes de ventaja comparativa en la actualidad son cada vez más exiguos y dependen de diversos factores, que exceden el costo del trabajo.
* Investigador del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico (CEIDIE). Becario del British Council (n.m.perrone@lse.ac.uk).
Nicolás Marcelo Perrone