La “Declaración de Buenos Aires sobre cooperación antártica” se centró en el medio ambiente

Entre varios temas, el Comité Ambiental consideró los impactos medioambientales asociados a la perforación del lago subglacial Ellsworth y revisó los Planes de Gestión de diez Zonas Antárticas Protegidas.


La XXXIV Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA) desarrollada en Buenos Aires eligió como autoridades al Director General de Antártida de la Cancillería argentina, Ariel Mansi, y a Richard Rowe, de Australia, como vicepresidente.

Las delegaciones de los 28 Estados Partes Consultivas, de otros Estados Parte y Observadores del Tratado Antártico, junto a expertos de diversos organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales, deliberaron hasta el 1º de julio sobre aspectos relativos a la cooperación científica, la protección del medio ambiente y el turismo, así como asuntos operacionales y legales relacionados con la Antártida.

El Presidente de la RCTA afirmó que “fue en el Comité para la Protección del Medio Ambiente, en los tres Grupos de trabajo establecidos y en el Plenario, que se deliberó acerca de temas habituales y de otros más recientes”.

“La Antártida, desde luego, no es patrimonio común de la humanidad. El particular contexto jurídico-político que brinda el Tratado Antártico permite a las 28 Partes Consultivas alcanzar importantes resultados por medio del mecanismo del consenso” –dijo Mansi-. Y afirmó que “la Antártida es un tema central, al que debemos dedicarnos con ahínco, estudiar cómo lograr el mayor nivel de cooperación posible para fortalecer la actividad científica y para mantener la pristinidad del medio ambiente en la región. Y, al propio tiempo, facilitar el intercambio de información y la cooperación en materia logística.”

En cuanto a los desarrollos de la RCTA y sus resultados, el Presidente de la Reunión destacó que doce medidas, tres decisiones y seis resoluciones fueron el producto de las deliberaciones llevadas a cabo tanto en las reuniones del Comité para la Protección del Medio Ambiente como en las reuniones de los Grupos de Trabajo y en el Plenario.

Entre varios temas, el Comité consideró los impactos medioambientales asociados a la perforación del lago subglacial Ellsworth y revisó los Planes de Gestión de diez Zonas Antárticas Especialmente Protegidas, lo que permite desarrollar los mecanismos adecuados para mantener a esas zonas en estado prístino. Además, el Comité produjo un manual de técnica de control, con lo que continúa realizando progresos orientados a poner fin a la introducción en la Antártida de especies no autóctonas.

Con respecto a las actividades turísticas y no gubernamentales, se analizó la forma de prevenir los ingresos no autorizados y la necesidad de encarar la instrucción del correspondiente proceso judicial cuando se ha incurrido en conductas ilegales.

En cuanto a los asuntos operacionales, se comenzó a abordar la difícil tarea de evaluar los riesgos impuestos por los tsunamis, problema que se plantea con respecto a muchas estaciones que se encuentran situadas en áreas costeras de la Antártida.

En materia de inspecciones, las realizadas por Japón y Australia dieron cuenta del buen desempeño de las Partes Consultivas en el cumplimiento de los requisitos medioambientales del Protocolo de Madrid sobre la Protección del Medio Ambiente Antártico, demostrando la forma en que se puede optimizar la futura gestión, al compartir la información y las tecnologías de manera más activa. Se evidenció que suele ser muy productiva la labor canalizada a través de los grupos de contacto intersesionales por correo electrónico porque el abordaje de las cuestiones antárticas presupone el intercambio de información y la participación de todos.

La necesidad de contar con un plan de trabajo estratégico plurianual generó un importante debate, al que se agregaron cuestiones relacionadas con el acortamiento de las reuniones y con la forma de lograr que los trabajos se organicen y se desarrollen de manera dinámica y en un contexto de flexibilidad, sin que se pierda por ello ninguno de los elementos esenciales indispensables para asegurar la eficacia de las reuniones.

Por último, debe destacarse que la Declaración de Buenos Aires sobre Cooperación Antártica adoptada el pasado 23 de junio en ocasión del 50° Aniversario de la entrada en vigor del Tratado Antártico, hace un llamamiento a aquellos Estados parte en el Tratado que no poseen status consultivo y que no son parte en el Protocolo de Madrid, a que lo aprueben, de modo de que sea posible incrementar el nivel de protección que requiere el medio ambiente antártico y de modo, además, de que se pueda convencer a un público mayor de que la Antártida es un lugar de particular interés, que merece un tratamiento especial.

Argentina tiene la estación científica más antigua de la Antártida.

En la apertura, producida el 23 de julio, el canciller argentino Timerman, junto a sus pares de Chile y de Uruguay, Alfredo Moreno y Luis Almagro, el ex Primer Ministro de Francia, Michel Rocard; los representantes de los Estados Parte del Tratado Antártico, el cuerpo diplomático acreditado y autoridades locales y del ámbito académico, hizo la apertura de las reuniones y recordó que la Argentina “posee el privilegio de tener en funcionamiento hace más de 107 años y en forma ininterrumpida la estación científica más antigua de la Antártida: la base Orcadas. Establecida en 1904, constituyó durante décadas la única estación permanente en tierras antárticas. Desde entonces aporta datos meteorológicos que son insumos esenciales para los trabajos actuales sobre protección del medio ambiente y calentamiento global”.

En igual sentido, el canciller argentino explicó que “el Instituto Antártico Argentino, creado el 17 de abril de 1951, fue el primer organismo en el mundo dedicado exclusivamente a las investigaciones antárticas. Desde entonces, lleva a cabo investigaciones científicas en la Antártida con personal especializado propio y en cooperación con instituciones del más alto nivel, manteniendo los objetivos prioritarios de conocer y proteger a la Antártida y a sus recursos para el bien de la humanidad toda”.

El jefe de la diplomacia argentina puntualizó que “durante la última campaña antártica de argentina, los proyectos con activa presencia de investigadores extranjeros representaron casi el 60% de los trabajos realizados y las actuales estaciones científicas argentinas han servido como una excelente plataforma de trabajo que esperamos mejorar para el futuro”. “La remodelación y acondicionamiento del rompehielos Almirante Irízar en astilleros nacionales –agregó- ofrecerá una plataforma moderna y adecuada para la investigación en áreas como la oceanografía, biología y geología marina entre otras disciplinas”.

“El Tratado, que en la actualidad tiene 48 Estados partes, ha logrado convertir a todo este continente en una zona de paz, ciencia y cooperación, en lo que se ha erigido en un ejemplo elocuente de cómo los Estados pueden, unidos por un objetivo común, sumar esfuerzos y cooperar para desarrollar la ciencia y proteger el medio ambiente” añadió el Canciller argentino.

El Tratado Antártico fundacional fue firmado el 1° de diciembre de 1959 por los 12 países que habían llevado a cabo actividades científicas en la Antártida durante el Año Geofísico Internacional (1957-1958). Entró en vigor el 23 de junio de 1961. La Argentina tuvo una activa participación en el proceso de negociación y firma del Tratado en 1959, fue anfitrión de las Reuniones Consultivas en dos oportunidades (1962 y 1981) y la Secretaría del Tratado tiene su sede permanente en la ciudad de Buenos Aires desde 2004.

Declaración sobre la cooperación antártica.docx
Graciela Baquero