La velocidad del proceso es una variable estratégica
Para el ex embajador argentino en Brasil, Jorge Herrera Vegas, “avanzar en el camino de la integración es como un juego de guerra”. Hay que evitar “situaciones que generen coaliciones opositoras a la integración”. En este sentido, “la velocidad del proceso se convierte en una variable estratégica, cuyo hábil manejo es clave para el éxito de la política”.
El vínculo permanente de los dos países “debe basarse en la historia y la geografía, que son factores permanentes que nos unen” y recordó el caso del encuentro de Francia y Alemania “basado en una reconciliación que se ha mostrado por encima de todas las vicisitudes que han enfrentado en el último medio siglo”, agregó.
El funcionario de la Cancillería, que estuvo al frente de las subsecretarías de de Asuntos Latinoamericanos y de Integración Económica y Mercosur, disertó a comienzos de diciembre sobre el estado de las relaciones de la Argentina y Brasil en un hotel tradicional de Buenos Aires. Dijo que para que Argentina y Brasil lleguen a ser una unidad económica es necesario emprender medidas tales como “eliminar trabas y llegar al libre comercio de bienes y servicios, liberalizar las inversiones” o generar “libre participación en las licitaciones para empresas de la región”.
“En suma –sintetizó- argentinos y brasileños, uruguayos y paraguayos, debemos disponer sin restricciones de la suma de los cuatro territorios, que pasa a ser un mercado único, sin trabas arancelarias o paraarancelarias entre nosotros”, indicó.
Herrera Vegas sostuvo que uno de los problemas existentes es que “cada vez que se quita una traba se altera la ecuación económica y financiera de consumidores y productores; alguna empresa gana y alguna otra pierde”.
“El debate es eterno entre proteccionistas y librecambistas, y no tiene solución fácil”, sentenció. A lo que luego añadió que “se sabe de antemano que la integración produce beneficios analizada en su conjunto, pero que también genera costos, a veces concentrados en pocos sectores y productos. No hay manera de generar los beneficios sin pagar los costos”. Tras el análisis, el embajador concluyó que “la integración requiere constancia, paciencia y permanencia” y “todo esto lo estamos logrando –aseguró-, a pesar de las dificultades, creando nuevas instituciones, como el tribunal del Protocolo de Olivos, el futuro Parlamento del Mercosur o el cargo de presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur, que está desempeñando el ex presidente Eduardo Duhalde, quien acompañó al Presidente Lula en una gira por países del Medio Oriente”.
El diplomático recordó momentos de su gestión en Brasilia y expresó que “otro tema crucial es lo que se ha dado en llamar la “nivelación del campo de juego”. Es evidente que de poco sirve eliminar una tarifa que grava a un producto con un impuesto del 5% de su valor, si se produce una devaluación del 35% en la moneda de una de los participantes. “Fue justamente lo que ocurrió a principios de 1999, el 13 de enero para ser exactos, cuando el real se devaluó en esa medida”, dijo. En ese momento, “los medios argentinos pronosticaban una invasión irresistible de productos brasileños. Decenas de periodistas argentinos y brasileños deseaban conocer mi opinión sobre las consecuencias que tendría tan abrupto cambio. Mis asesores económicos, luego de analizar el asunto, me adelantaron su opinión de que la temida avalancha de productos brasileños a la Argentina no se produciría”. “Me jugué en esa línea y acerté”, señaló.
Fue así como “en todo el año siguiente a la devaluación brasileña el superávit comercial argentino se mantuvo sin interrupciones, tendencia que sólo se revirtió hace poco como consecuencia de la reciente debilidad de la economía brasileña”.
“Los niveles de intercambio disminuyeron con la crisis y pasamos a vender a Brasil actualmente alrededor de 20% de nuestras exportaciones totales, comparado con el 30% alcanzado a fines de la década de los 90. En cualquier caso, para volver al punto central, es imprescindible armonizar las políticas macroeconómicas, incluso los incentivos para atraer inversiones, para el éxito de la integración”, prosiguió.
Herrera Vegas reivindicó otras dimensiones de las relaciones de los dos países: “no todo es comercio, finanzas, inversiones y economía entre Brasil y Argentina”. Señaló que su experiencia le “ha enseñado que los argentinos gustamos de Brasil como los brasileños de Argentina y que el ámbito de ese afecto trasciende en mucho los negocios comerciales. Incluye la defensa y seguridad, la cultura, los deportes, las artes, la literatura, la música, y el turismo que permite visitar las bellezas naturales de los respectivos países. En estos afectos coinciden tanto los gobernantes, como las opiniones públicas en general”.
El funcionario de la Cancillería fundó su posición en los resultados de estudios realizados por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), que efectuó mediciones en 1998 y el año pasado vinculados con la importancia de Argentina y Brasil.
La encuesta arrojó como datos importantes que en 1998, el 76% y en 2002 el 77 % de los consultados consideraron importante que Argentina integrase el Mercosur. A la pregunta de con quién debería alcanzar una integración militar este mismo país, el 48% de los consultados prefirió al Mercosur, según explicó.
“Hay consenso en que la integración con los vecinos es una de las respuestas más razonables al desafío de la globalización. Es lo que los Presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney decidieron iniciar y todos sus sucesores han continuado y reafirmado: crecer juntos; ser socios estratégicos y mantener las identidades nacionales en un mundo que tiende a anularlas”, finalizó.