Los encadenamientos productivos como estrategia de internacionalización para las PyME
Los encadenamientos productivos permiten aprovechar las condiciones ventajosas de los TLC para abastecer un mercado potencial que alcanza al 60% de la población mundial. La jefa del Departamento Económico de la Embajada de Chile, Prochile en Argentina, y el director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, Félix Peña, coincidieron en el seminario de Prochile sobre oportundiades de negocio, en rescatar las ventajas de la asociatividad para el sector PyME a ambos lados de la cordillera. Peña propuso realizar un inventario de casos existosos y no existosos de encadenamientos productivos y construir indicadores que sirvan para analizar y anticipar los desplazamientos de ventajas competitivas, tanto a nivel de sector y como de productos.
Félix Peña, director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, ponderó la política de promoción de exportaciones de ProChile, basada en los encadenamientos productivos, una práctica virtuosa que sirve para “atar países”. Así ocurre en los casos de asociación entre empresas argentinas y chilenas. Y cuanto más atados están los países, más difícil resulta desanudar esa relación, ya que no sólo están en juego vínculos comerciales sino también el entramado social que se les yuxtapone.
Argentina y Chile son o pueden ser complementarios en diversos sectores, lo que constituye una base objetiva para la asociatividad empresarial. Los cambios profundos a nivel internacional, y su dinamisno intrínseco, implican la multiplicación de las oportunidades pero también una mayor velocidad en los desplazamientos de ventajas competitivas. Desde la perspectiva de Peña, el diagnóstico temprano y certero de esos desplazamientos se convierte en una condición para el éxito. Asimismo, con el aumento de las oportunidades crece también la cantidad de competidores que buscan aprovecharlas.
Chile cuenta con 50 Tratados de Libre Comercio (TLC), con 58 países pertencientes a los cinco continentes. Entre otras cosas, ello significa una plataforma inmejorable para que las PyME argentinas puedan acceder a un horizonte de mercado de alrededor del 60% de la población mundial, en el caso de que se asocien con pares chilenas para realizar parte del proceso productivo en el país vecino. Tales procesos de “encadenamiento productivo” forman parte de una política de promoción de exportaciones que impulsan programas como ProChile, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, y la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO).
Siguiendo al directivo de la FSTB, lo decisivo del actual escenario internacional en relación con las oportunidades comerciales es el crecimiento del consumo en China y demás países emergenes. De allí que el desafío para Argentina y Chile sea llegar a las góndolas de los supermerados del gigante asiático con productos de valor agregado. Para lograrlo, hay que tener en cuenta que la calidad pasará a ser el factor decisivo para la inserción en ese mercado.
Peña propone una serie de medidas concretas, además de la realización de diagnósticos e investigaciones conjuntas, en pos de la asociatividad empresaria argentino-chilena para el aprovechamiento de las oportunidades de negocio a nivel internacional. Entre ellas, realizar un inventario de casos existosos y no existosos de encadenamientos productivos y construir indicadores que sirvan para analizar y anticipar los desplazamientos de ventajas competitivas, tanto a nivel de sector y como de productos.
A su turno, Iris Boeninger, jefa del Departamento Económico de la Embajada de Chile en Argentina, desarrolló los principales lineamientos de la política de encadenamietos productivos que promueve ProChile. En primer lugar, señaló el proceso de liberalización unilateral del comercio, con un cronograma que se terminó de cumplimentar en 2004 con el establecimiento de un arancel fijo del 6%. A partir de esta política Chile fue suscribiendo los diversos TLC que lo conectan con el mercado mundial y que llevaron a que el país tenga hoy un arancel promedio del 0,8% en su economía.
En este marco, la acción de Prochile se orienta a lograr encadenamientos productivos que permitan hacer frente a una demanda internacional de magnitud. El Programa busca especialmente que se exporten bienes no tradicionales, con el fin de alcanzar una mayor independencia respecto de los commoditties. Los encadenamientos productivos constituyen alianzas comerciales entre particulares que sirven para aprovechar las condiciones ventajosas de los TLC, teniendo en cuenta que éstos requieren el cumplimiento de la “norma de origen”; es decir, que una parte del proceso productivo de los bienes exportables tenga lugar en territorio chileno.
La relación bilateral
Con respecto al comercio bilateral, Boeninger destacó que –aunque le resulta deficitario– es importante para Chile porque las exportaciones hacia la Argentina están menos primarizadas, y también porque este país es un destino destacado de la Inversión Extranjera Directa (IED) chilena. Los problemas de competitividad deben ser superados, desde su punto de vista, por medio de la innovación tecnológica, capaz de aumentar la productividad local, relativizando el rol del tipo de cambio –que en la relación bilateral resulta favorable a Argentina.
Para las empresas argentinas, las condiciones favorables de los TLC sumadas a la menor presión tributaria, constituyen incentivos claros para involucrarse en procesos de asociación con empresas trasandinas. Sin embargo, para que esta política que inteligentemente promueve Chile esté integrada a un mecanismo de ganancia-ganancia en términos de integración binacional, será importante que los bienes que lleguen a territorio chileno para cumplir con la norma de origen contengan algún grado de elaboración también en Argentina, y no se trate de meros suministros o materias primas. Ello sería una garantía para que el encadenamiento productivo redunde en un beneficio real para ambas economías y para que la asociatividad no tenga un carácter asimétrico que, en última instancia, le quitaría carácter estratégico.
Argentina y Chile son o pueden ser complementarios en diversos sectores, lo que constituye una base objetiva para la asociatividad empresarial. Los cambios profundos a nivel internacional, y su dinamisno intrínseco, implican la multiplicación de las oportunidades pero también una mayor velocidad en los desplazamientos de ventajas competitivas. Desde la perspectiva de Peña, el diagnóstico temprano y certero de esos desplazamientos se convierte en una condición para el éxito. Asimismo, con el aumento de las oportunidades crece también la cantidad de competidores que buscan aprovecharlas.
Chile cuenta con 50 Tratados de Libre Comercio (TLC), con 58 países pertencientes a los cinco continentes. Entre otras cosas, ello significa una plataforma inmejorable para que las PyME argentinas puedan acceder a un horizonte de mercado de alrededor del 60% de la población mundial, en el caso de que se asocien con pares chilenas para realizar parte del proceso productivo en el país vecino. Tales procesos de “encadenamiento productivo” forman parte de una política de promoción de exportaciones que impulsan programas como ProChile, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores, y la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO).
Siguiendo al directivo de la FSTB, lo decisivo del actual escenario internacional en relación con las oportunidades comerciales es el crecimiento del consumo en China y demás países emergenes. De allí que el desafío para Argentina y Chile sea llegar a las góndolas de los supermerados del gigante asiático con productos de valor agregado. Para lograrlo, hay que tener en cuenta que la calidad pasará a ser el factor decisivo para la inserción en ese mercado.
Peña propone una serie de medidas concretas, además de la realización de diagnósticos e investigaciones conjuntas, en pos de la asociatividad empresaria argentino-chilena para el aprovechamiento de las oportunidades de negocio a nivel internacional. Entre ellas, realizar un inventario de casos existosos y no existosos de encadenamientos productivos y construir indicadores que sirvan para analizar y anticipar los desplazamientos de ventajas competitivas, tanto a nivel de sector y como de productos.
A su turno, Iris Boeninger, jefa del Departamento Económico de la Embajada de Chile en Argentina, desarrolló los principales lineamientos de la política de encadenamietos productivos que promueve ProChile. En primer lugar, señaló el proceso de liberalización unilateral del comercio, con un cronograma que se terminó de cumplimentar en 2004 con el establecimiento de un arancel fijo del 6%. A partir de esta política Chile fue suscribiendo los diversos TLC que lo conectan con el mercado mundial y que llevaron a que el país tenga hoy un arancel promedio del 0,8% en su economía.
En este marco, la acción de Prochile se orienta a lograr encadenamientos productivos que permitan hacer frente a una demanda internacional de magnitud. El Programa busca especialmente que se exporten bienes no tradicionales, con el fin de alcanzar una mayor independencia respecto de los commoditties. Los encadenamientos productivos constituyen alianzas comerciales entre particulares que sirven para aprovechar las condiciones ventajosas de los TLC, teniendo en cuenta que éstos requieren el cumplimiento de la “norma de origen”; es decir, que una parte del proceso productivo de los bienes exportables tenga lugar en territorio chileno.
La relación bilateral
Con respecto al comercio bilateral, Boeninger destacó que –aunque le resulta deficitario– es importante para Chile porque las exportaciones hacia la Argentina están menos primarizadas, y también porque este país es un destino destacado de la Inversión Extranjera Directa (IED) chilena. Los problemas de competitividad deben ser superados, desde su punto de vista, por medio de la innovación tecnológica, capaz de aumentar la productividad local, relativizando el rol del tipo de cambio –que en la relación bilateral resulta favorable a Argentina.
Para las empresas argentinas, las condiciones favorables de los TLC sumadas a la menor presión tributaria, constituyen incentivos claros para involucrarse en procesos de asociación con empresas trasandinas. Sin embargo, para que esta política que inteligentemente promueve Chile esté integrada a un mecanismo de ganancia-ganancia en términos de integración binacional, será importante que los bienes que lleguen a territorio chileno para cumplir con la norma de origen contengan algún grado de elaboración también en Argentina, y no se trate de meros suministros o materias primas. Ello sería una garantía para que el encadenamiento productivo redunde en un beneficio real para ambas economías y para que la asociatividad no tenga un carácter asimétrico que, en última instancia, le quitaría carácter estratégico.
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