Los TLC en la Cumbre Sudamericana
Ecos de la Cumbre Sudamericana: “Consciente de la actual configuración del calidoscopio político sudamericano, el presidente Alan García no sólo cambió de parecer y participó de la Cumbre presidencial de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) en Cochabamba. Un abrazo y elogios mutuos con el presidente venezolano, pusieron fin a las resquebrajadas relaciones diplomáticas entre ambos países”, señala la consultora de Naciones Unidas en la nota que se reproduce.
La inasistencia de García a la Cumbre de Cochabamba hubiera tornado muy visible su alineamiento con Estados Unidos, junto a una Colombia que atraviesa una de las peores crisis políticas de las últimas décadas debido a los vínculos de autoridades del gobierno con grupos paramilitares. El triunfo de Correa en Ecuador y el anuncio del presidente Evo Morales de evaluar su incorporación al Mercosur como socio pleno (al igual que Venezuela) le quitan piso al gobierno peruano para liderar en la CAN la promoción del modelo chileno de inserción internacional vía los TLC.
Los TLC con Estados Unidos tienen un impacto devastador en los procesos de integración subregional, así como en la conformación de un espacio de integración sudamericano. Esto se ha expresado claramente en el caso de la CAN, instancia en la que los gobiernos andinos dejaron de lado los más elementales principios de negociación al competir entre ellos y apostar por el camino individual. La holgada aprobación del ATPDEA para los cuatro países de la CAN por seis meses (renovables por otros seis para aquéllos cuyos congresos hayan aprobado el TLC) en el Congreso norteamericano, es una muestra del camino equivocado que siguieron Perú y Colombia para mantener el acceso preferencial a ese mercado, móvil principal para firmar este tratado.
Es evidente que los cuatro países debieron negociar conjuntamente la renovación de tales preferencias, puesto que como dice el electo presidente Correa, las preferencias arancelarias otorgadas por Estados Unidos a los países andinos "son un derecho y no una limosna…deberían durar mientras continúe el combate contra el narcotráfico… Esa será la posición de nuestro gobierno y esperamos que en ella nos acompañe toda América Latina…Ecuador gasta decenas de millones de dólares en la lucha antidroga… Entonces no consideramos esas preferencias como una ayuda unilateral. Las consideramos una compensación y una compensación que tiene que durar el tiempo que dure la lucha antidrogas….Sólo por albergar en nuestro territorio la base estadounidense en Manta, nos debieran dar las preferencias arancelarias para siempre y en todos los productos.”
En el caso de la CSN, ésta sólo podrá cumplir con su objetivo primordial consistente en “afirmar a la región como un factor diferenciado y dinámico a través de la coordinación y concertación política” si es capaz de fijar una posición externa con algunos criterios mínimos comunes para negociar el acceso a los mercados en los países centrales. Esta podría incluir una plataforma para el tratamiento a los capitales financieros; algún nivel de coordinación en la legislación sobre inversiones extranjeras; el diseño de un marco jurídico común para el acceso a recursos genéticos y conocimientos tradicionales; preservar los temas culturales en las negociaciones comerciales, para lo cual sería importante suscribir la Convención sobre Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de las Naciones aprobada en la UNESCO en octubre de 2005; rechazar propuestas que vayan más allá de lo establecido en el Acuerdo de la OMC sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual (ADPIC) como estrategia en las negociaciones con terceros; fijar un límite a la liberalización de los servicios educativos tanto en el ámbito multilateral de la OMC, como en los TLC; mantener el principio de negociación mediante la liberalización de listas positivas en las áreas que conforman el sector servicios, en la suscripción de acuerdos comerciales, entre otros.
Estos aspectos son fundamentales puesto que los Tratados no son sólo, y ni siquiera principalmente, acuerdos de liberalización comercial. Incluyen un nuevo papel del Estado en la economía; nuevos marcos legales y derechos de los inversionistas extranjeros, nuevas protecciones a la propiedad intelectual, y desprotecciones a la agricultura tradicional.
Por otro lado, el TLC que Estados Unidos ha negociado, o está negociando con países sudamericanos, produce desvío de comercio para algunos productos a favor de ese país. Es el caso de las exportaciones de soja de Bolivia a Colombia y el de maíz de Argentina a Perú, que serán reemplazados por el ingreso libre de aranceles de productos subsidiados provenientes del país del norte. Además, los TLC otorgan a Estados Unidos, en múltiples aspectos, la cláusula de nación más favorecida. Ello significa que cualquier país que haya suscrito o esté por suscribir un TLC con ese país, tendrá que extenderle cualquier concesión que los firmantes hagan a otros países sudamericanos.
Por ello, eludir la discusión del impacto de los TLC en la conformación de la CSN implica sustraer los principales asuntos económicos de sus definiciones políticas. Así, ésta se convierte en un organismo en el que prevalece la retórica. Sin la adopción de criterios políticos comunes en el escenario internacional, el bloque sudamericano no podrá tener una participación activa en los diseños de las políticas globales que garanticen contenidos más justos y favorables para la región.
*ariela@independiente.com
Los TLC con Estados Unidos tienen un impacto devastador en los procesos de integración subregional, así como en la conformación de un espacio de integración sudamericano. Esto se ha expresado claramente en el caso de la CAN, instancia en la que los gobiernos andinos dejaron de lado los más elementales principios de negociación al competir entre ellos y apostar por el camino individual. La holgada aprobación del ATPDEA para los cuatro países de la CAN por seis meses (renovables por otros seis para aquéllos cuyos congresos hayan aprobado el TLC) en el Congreso norteamericano, es una muestra del camino equivocado que siguieron Perú y Colombia para mantener el acceso preferencial a ese mercado, móvil principal para firmar este tratado.
Es evidente que los cuatro países debieron negociar conjuntamente la renovación de tales preferencias, puesto que como dice el electo presidente Correa, las preferencias arancelarias otorgadas por Estados Unidos a los países andinos "son un derecho y no una limosna…deberían durar mientras continúe el combate contra el narcotráfico… Esa será la posición de nuestro gobierno y esperamos que en ella nos acompañe toda América Latina…Ecuador gasta decenas de millones de dólares en la lucha antidroga… Entonces no consideramos esas preferencias como una ayuda unilateral. Las consideramos una compensación y una compensación que tiene que durar el tiempo que dure la lucha antidrogas….Sólo por albergar en nuestro territorio la base estadounidense en Manta, nos debieran dar las preferencias arancelarias para siempre y en todos los productos.”
En el caso de la CSN, ésta sólo podrá cumplir con su objetivo primordial consistente en “afirmar a la región como un factor diferenciado y dinámico a través de la coordinación y concertación política” si es capaz de fijar una posición externa con algunos criterios mínimos comunes para negociar el acceso a los mercados en los países centrales. Esta podría incluir una plataforma para el tratamiento a los capitales financieros; algún nivel de coordinación en la legislación sobre inversiones extranjeras; el diseño de un marco jurídico común para el acceso a recursos genéticos y conocimientos tradicionales; preservar los temas culturales en las negociaciones comerciales, para lo cual sería importante suscribir la Convención sobre Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de las Naciones aprobada en la UNESCO en octubre de 2005; rechazar propuestas que vayan más allá de lo establecido en el Acuerdo de la OMC sobre los aspectos de los derechos de propiedad intelectual (ADPIC) como estrategia en las negociaciones con terceros; fijar un límite a la liberalización de los servicios educativos tanto en el ámbito multilateral de la OMC, como en los TLC; mantener el principio de negociación mediante la liberalización de listas positivas en las áreas que conforman el sector servicios, en la suscripción de acuerdos comerciales, entre otros.
Estos aspectos son fundamentales puesto que los Tratados no son sólo, y ni siquiera principalmente, acuerdos de liberalización comercial. Incluyen un nuevo papel del Estado en la economía; nuevos marcos legales y derechos de los inversionistas extranjeros, nuevas protecciones a la propiedad intelectual, y desprotecciones a la agricultura tradicional.
Por otro lado, el TLC que Estados Unidos ha negociado, o está negociando con países sudamericanos, produce desvío de comercio para algunos productos a favor de ese país. Es el caso de las exportaciones de soja de Bolivia a Colombia y el de maíz de Argentina a Perú, que serán reemplazados por el ingreso libre de aranceles de productos subsidiados provenientes del país del norte. Además, los TLC otorgan a Estados Unidos, en múltiples aspectos, la cláusula de nación más favorecida. Ello significa que cualquier país que haya suscrito o esté por suscribir un TLC con ese país, tendrá que extenderle cualquier concesión que los firmantes hagan a otros países sudamericanos.
Por ello, eludir la discusión del impacto de los TLC en la conformación de la CSN implica sustraer los principales asuntos económicos de sus definiciones políticas. Así, ésta se convierte en un organismo en el que prevalece la retórica. Sin la adopción de criterios políticos comunes en el escenario internacional, el bloque sudamericano no podrá tener una participación activa en los diseños de las políticas globales que garanticen contenidos más justos y favorables para la región.
*ariela@independiente.com
Ariela Ruiz Caro