Mercosur y América del Sur se confundieron para bien y para mal

El momento en la región es privilegiado. Nunca hubo una concentración de gobiernos con fuerte compromiso popular como hoy, que deberían asumir un compromiso también en el plano regional. Pero la paradoja es que el proceso de integración en la Comunidad Sudamericana de Naciones no se afianza. En los últimos meses, la multiplicidad de crisis bilaterales, trilaterales producidas en la región, producen la idea de que el proceso del Mercosur está roto, señaló Marco Aurelio García, asesor de Lula da Silva, en el Foro Mercosur Cultural celebrado en la Feria del Libro de Buenos Aires con el auspicio de Naciones Unidas.


Hay una situación paradójica. Mercosur y América del Sur se confundieron para bien y para mal. En los últimos meses, la multiplicidad de crisis bilaterales, trilaterales producidas en la región, producen la idea de que el proceso del Mercosur está roto.

La crisis desatada en el Mercosur viene dándose desde hace mucho tiempo, sólo que en este momento tomó un cariz particular. En el pasado tenía una sencilla explicación, la incompatibilidad de proyectos políticos y económicos le daban a la integración un contenido meramente retórica.

¿Cuál es la paradoja? Con los cambios políticos de gran importancia que ocurrieron en la región, pareciera que estaban creadas las condiciones para que el proceso de integración se afianzara.

En el caso de Brasil la posición fue muy clara: asociar su proyecto nacional a la integración regional. El concepto de proyecto nacional se había perdido en las dos últimas décadas. Tratamos de superar el desarrollismo y por supuesto el neoliberalismo que negaba la salida nacional; crecer, distribuir ingresos, disminuir la vulnerabilidad externa; lograr estabilidad macroecónomica; todo en el marco democrático. Y un elemento importante, compartiendo soberanía y construyendo esta difícil unidad regional.

El Mercosur en los últimos dos años ejerció una capacidad de atracción muy grande, sobre todo en los países de América del Sur. Teniendo en cuenta las dificultades de la asociación puramente comercial, surgió la idea de construir la Comunidad Sudamericana de Naciones. La crisis del Mercosur es también la crisis de la CSN, no paralizante, sino un reto político. La importancia del acercamiento Brasil-Argentina en los encuentros Alfonsín-Sarney no fue solo de índole económica, sino que había mucho que lograr en las circunstancias políticas que fueron la salida de la “pesadilla” de las dictaduras militares.

El primer proyecto de integración reciente que tuvimos fue en realidad el Proyecto Cóndor, una integración perversa en la que los Presidentes del Cono Sur respondían en una dirección alejada de la democracia. La agenda económica y comercial vendrían después. Nuestra mala suerte fue que esta agenda económica convivió con la corriente también perversa del neoliberalismo de los años ´90, cuando se perdió la idea del desarrollo por las propias fuerzas y se produjo una apertura irresponsable.

El problema heredado aún no tiene respuesta, porque hay dificultades objetivas que pesan sobre nuestros países. El problema es cómo compatibilizar los proyectos políticos para llegar al objetivo superior de la integración. Tenemos dificultades en un comercio que presenta asimetrías, tenemos problemas para encarar proyectos de integración productiva, de construcción de infraestructura, la necesidad de encarar la crisis energética. Pero hay un elemento muy importante, tejer institucionalidad del Mercosur.

Nuestro proyecto era que Montevideo tomara el cariz de la capital mercosureña y fuera nuestra Bruselas, en donde estuviera instalado el Parlamento que no reflejara sólo a los países, sino las sensibilidades políticas de la región, porque de eso se trata. No tuvo una salida efectiva, pero es fundamental. Sin instituciones es difícil que saldemos problemas fundamentales como el de compatibilizar nuestras identidades nacionales con las regionales. Cómo pensar en la ciudadanía mercosureña. En este caso particular, la reflexión debe ser profunda, más allá de las dificultades que las fuerzas progresistas encuentran para enfrentar un doble reto: encarar una situación objetiva muy difícil de destrucción de nuestros países y nuestras incapacidades políticas para hacer frente a nuevas situaciones.

El momento en la región es privilegiado. Nunca hubo una concentración de gobiernos con fuerte compromiso popular como hoy, que deberían asumir un compromiso también en el plano regional.

La multiplicidad de iniciativas culturales puede ser un elemento esencial para resolver la crisis actual, que es importante y extendida, con muchas manifestaciones, pero puede ser enfrentada si le damos a los ámbitos culturales y la sociedad civil el lugar que corresponde. Es imposible que el Mercosur exista sin integración cultural.

mercosurabc/ adnmundo.com