Proponen llevar a la reunión multilateral una propuesta de CCT ambiental

Tuvo lugar en Buenos Aires, del 9 al 11 de noviembre, el Seminario Brasil-Argentina rumbo a Río+20: un diálogo sobre el futuro del desarrollo sostenible, organizado por la Universidad de Belgrano y por la Embajada del Brasil en Buenos Aires. En el panel del sector académico, hubo disertantes de ambos países. La siguiente es parte de la ponencia del Prof Marcel Bursztyn*, de la Universidad de Brasilia


El ritmo de cambios en el mundo es frenético. A los temas mayores de la agenda ambiental internacional de Estocolmo-72 se suman nuevos desafíos. Debates sobre hueco en la capa de ozono, el transporte internacional de residuos peligrosos, la extinción de especies, la contaminación del aire, la degradación de las forestas…. etc…. siguen en el orden del día. Pero crecen en importancia temas como los riesgos tecnológicos (el caso del accidente de Fukushima es un ejemplo cabal), la vulnerabilidad de poblaciones a los efectos del cambio climático, la importancia del urbano, de las grandes aglomeraciones (como ilustración, regresaba de India y en el aeropuerto la TV anunciaba para la semana entrante que el mundo llegaría a los 7 mil millones de habitantes).

Es difícil jerarquizar tantos y tan graves desafíos, pero me atrevo a apuntar un desafío mayor, que afecta sobre todo a los países pobres:

En un mundo cada vez más urbano (ya somos más de 50% viviendo en ciudades) el ambiente construido se suma al ambiente natural como desafío. Mientras no tengamos soluciones para problemas simples, como saneamiento ambiental (agua potable, aguas pluviales, gestión de la basura y de los residuos, calidad del aire), es muy difícil que la gente se movilice para las grandes cuestiones de largo plazo, como los cambios climáticos. Mientas no haya un buen nivel de educación, la gente no sabrá transformar sus percepciones instintivas en soluciones y comportamientos colectivos del tipo juego de suma positiva. Mientras no haya seguridad en el presente (alimentaria, social, física), es difícil que se sensibilice la gente para temas que son importantes pero que solo les afectarán en un futuro lejano, en el cual no saben si estarán vivos.

Desde la Cumbre Río 92, “apenas” 20 años se pasaron. Poco tiempo si comparado al transcurso de la historia, desde los primordios de la civilización humana.

Pero mucho ha cambiado, en este corto período de tiempo:

El PNUMA recién publicó un Informe (GEO – 5) en el cual se presentan unos datos sobre la evolución del problema ambiental desde el año1992.

Ya somos 1.450.000.000 más (o sea, más una China y un Brasil), 26% de aumento!

En 2011, 3.5 mil millones de personas ya viven en áreas urbanas (más de la mitad de la populación mundial).

El numero de mega-ciudades (con más de 10 millones) ha más que doblado, desde 1990; 8 de ellas están en países pobres ó en desarrollo.

La proporción de los que viven en villas miseria (slums, favelas, tugurios) se reduce, pero la cantidad sigue aumentando (ahora son más de 800 millones).

La extracción de recursos naturales aumentó en un 41% en estos 20 años.
Aunque se haya logrado mejorar la eficiencia energética (menos energía por unidad de producto), el consumo energético total sigue creciendo.

El periódico Nature Climate Change acaba de publicar un estudio que muestra que ya no se puede más pensar en un calentamiento global inferior a los 2º (comparativamente al periodo pre-industrial), en el horizonte del año 2020.

Un 80% de las emisiones total de gases de efecto invernadero son emitidos en apenas 19 países.
Desde el año 1990, el mundo perdió toda una Argentina en términos de deforestación (más de 300 millones de hectáreas).

Estos son apenas algunos datos…

Y como hacer para enfrentar los desafíos, que son de orden económico, social y ecológico?
Como movilizar los dirigentes políticos, que están tan involucrados en temas de corto plazo, como las sucesivas crisis económicas?

Como la experiencias en otras cumbres demuestran, siempre se llega a una agenda de buenas intenciones, con un montón de propuestas, que son olvidadas enseguida. Por eso, me atrevo a proponer un Plan B, que sirva de propuesta de compromiso mínimo, pero que ya significa un gran avance.

Tal vez el mecanismo más creativo de las políticas de protección social de los últimos tiempos haya sido lo que llamamos CCT – condicional cash transfers. Se trata de una fórmula que al mismo tiempo representa un aporte (aunque mínimo) de ingreso a los más desposeídos, pero que también se ha mostrado como fuerte mecanismo keynesiano anti-crisis. El problema son sus efectos colaterales:

- espacio de oportunidad para una reinvención moderna de las viejas formas de clientelismo,
- la acomodación de los beneficiarios,
- la incapacidad (ó desinterés) de los gestores en hacer cumplir las condiciones del contrato social inherente, o sea, los deberes.

Una alternativa clave, seria juntar CCT (que ya mezcla la protección social a la protección económica) con protección también del medio ambiente, y así todos los tres pilares que sirven de base al desarrollo sostenible estarían asegurados. Eso se obtendría mediante la adopción condicionalidades tales como: reforestación, construcción de infraestructura de saneamiento y habitación, una estricta obligación de los padres a que los niños estén y vayan a las escuelas y de los gobernantes en proveer buenas escuelas. El establecimiento de tiempos máximos de permanencia de las familias como beneficiarios de tales programas (puerta de ingreso y de salida) es otro punto clave.

Brasil avanzó bien en los últimos años, con la extensión del programa Bolsa-Familia (son más de 12 millones de hogares!). Pero no sabe (a mi juicio) como salir del ciclo de dependencia (política, social y económica) de tal mecanismo. (ese tema es de interés de muchos países latinoamericanos, incluso Argentina…).
Pienso que las condiciones mundiales no son, lamentablemente, muy favorables a que se espere mucho en materia de avances en los compromisos de los países más ricos, en la Rio + 20.

Aunque el “bloque” de los BRICs sea una construcción importante desde el punto de vista geopolítico, hay que considerar que sus componentes son heterogéneos. Por ejemplo, China (que es una potencia económica y también una potencia de degradación ambiental) se junta a los que reluchan en asumir sus responsabilidades con la totalidad del planeta.

En fin: sin renunciar al debate y la negociación de das responsabilidades y compromisos sobre temas como los cambios climáticos, la degradación de los océanos, la deforestación, los riesgos naturales, la gestión de cuencas hidrográficas transnacionales, la transición para una base energética limpia etc, mi propuesta es que nuestros países lleven para Rio, en 2012, también una propuesta de CCT ambiental…. Y que sea mucho más efectivo y universal que las tímidas iniciativas de REDD ó REDD+ (lamentablemente, no hay tiempo ahora para detenerme en ese mecanismo, que tiene virtudes y fragilidades): sin paternalismos , con derechos y deberes para todos, con fondos internacionales, con foco en la pobreza, con salvaguardas que impidan la “captura” de una buena idea por intereses económicos y políticos.

Qué podemos hacer, nosotros desde la Academia?

Además de lanzar alertas basados en estudios científicamente sólidos, tenemos de crear espacios para debates interdisciplinarios en nuestras escuelas. Formar jóvenes que sean capaces de entender la complejidad de los desafíos.

Considero que la Academia tiene la obligación de adaptarse a los desafíos de nuestros tiempos. Eso implica ajustarse en sus estructuras que son cada vez más “especialistas”, para crear espacios donde los temas interdisciplinarios puedan ser tratados. Eso es lo que estamos intentando en mi programa de posgrado.



* Docente del Programa de Posgrado en Desarrollo Sostenible (CDS) de la Universidad de Brasilia (UnB)
Marcel Bursztyn