Relaciones bilaterales Estados Unidos/ Uruguay. Entre la presión y la seducción

La relación bilateral de Estados Unidos y Uruguay responde a las características propias de los vínculos Norte-Sur, dentro de los cuales se establece una dinámica acercamiento asimétrico. Esta particularidad que se manifiesta en todos los ámbitos de la relación, es especialmente evidente en el ámbito comercial: al estudiar las balanzas comerciales se establece claramente que los términos de intercambios entre países desarrollados y aquellos en vías de serlo es altamente dispar.


El caso particular del comercio bilateral entre Estados Unidos y Uruguay las diferencias en la relevancia que para cada uno de ellos tiene el comercio con el otro son evidentes si se tiene en cuenta que mientras que para Uruguay Estados Unidos representó el 22% (1) de su comercio exterior durante el 2007, para Washington el intercambio con el primero no asciende más que un 0,07% (2) en el mismo período.

Este marco fundamental de relación, sumado a que el comienzo del nuevo siglo trajo consigo el colapso del modelo económico aplicado durante la década anterior en toda la región -y que en el caso de Uruguay se agudizó por las repercusiones de la debacle económica argentina- explican por qué cuando en el año 2002 se da el epicentro de la crisis uruguaya el entonces presidente Jorge Battle viajó a Washington para pedir ayuda en pos de superar los problemas económicos y financieros que aquejaban al país.

Entre las posibilidades de ayuda que se consideraron se estipuló por primera vez la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC). Si bien hacia el interior de Uruguay la idea de un TLC era considerada como altamente viable, para Washington no era así ya que el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se encontraba aun en plena vigencia y negociación.

Esto es importante tenerlo presente porque, desde ese momento, la posibilidad de establecer un TLC con los Estado Unidos, se va a transformar en una herramienta de presión para fortalecer su posición en las negociaciones con sus socios del MERCOSUR (especialmente con Argentina y Brasil).

El año 2005 marcó un punto de inflexión para Uruguay, tanto en lo relativo al balance de fuerzas internas como en lo referente a su posicionamiento internacional. Los eventos claves de este cambio se dieron en tres niveles: en lo que hace al sistema político doméstico, se dio la llegada al poder de Tabaré Vásquez y el FRENTE AMPLIO; en lo relativo al ámbito regional, se acentúa la disconformidad de Uruguay con la evolución del MECOSUR producto de las asimetrías estructurales que existen dentro del bloque; y, en el ámbito internacional, la caída del proyecto del ALCA significó un cambio en la dinámica de las negociaciones comerciales hemisféricas y la consecuente reestructuración del proyecto norteamericano en un conjunto de tratados bilaterales materializados en los TLC’s.


Tabaré Vázquez y el Frente Amplio

La llegada del Frente Amplio al poder constituyó un hito en el sistema político uruguayo por ser la primera vez que una alianza política de izquierda ganaba las elecciones presidenciales, poniendo así fin al bipartidismo histórico de Blancos y Colorados.

En el marco regional, con la victoria del Frente Amplio se prolonga la tendencia de gobiernos con una ideología de corte progresista, un marcado discurso social, y con modelos económicos delineados en base a mejorar la redistribución del ingreso y el acceso a oportunidades.


MERCOSUR

Las crisis económicas que atravesaron todos los socios, pusieron un freno al crecimiento del bloque. El debilitamiento económico interno (medido en disminución de la actividad económica, aumento de las tasas de desempleo, entre otros) producto de las profundas crisis económicas, provocaron la disminución del comercio intrabloque y la adopción de algunas medidas de protección de las economías internas por parte de Argentina y Brasil (los dos socios mayores). Estas medidas repercutieron acentuando aún más las asimetrías y provocando el malestar de los dos socios menores que vieron dificultado el acceso al mercado ampliado, en momentos en que sus propias crisis económicas se acentuaban.

Por otro lado la creciente sensación de ‘bilateralización’ del bloque por parte de Argentina y Brasil, llevó a considerar la posibilidad de buscar alternativas más rentables fuera del proceso de integración regional. Y en este sentido, tanto la idea de abandonar el bloque como la posibilidad de establecer un TLC con Estado Unidos se convirtieron en una política de presión hacia el bloque.


El ALCA y los TLC

La Cumbre de Presidentes de Las Américas, celebrada en Mar del Plata en 2005, mostró claras divergencias en los puntos de vista y objetivos de los países de la región y marcó, de facto, el abandono del proyecto del ALCA. A consecuencia de esto, Estados Unidos estableció una nueva estrategia para su interacción a nivel comercial con la región, dejando de lado la vía multilateral, adoptando el bilateralismo y lanzando negociaciones de Tratados de Libre Comercio con distintos países. Cabe remarcar, que el contenido de dichos TLC no dista mucho del articulado previsto en el proyecto del ALCA.

Considerando todos estos cambios y teniendo en cuenta la coyuntura comercial internacional de los últimos años, con altos precios de los commodities (especialmente los granos y las carnes) se puede apreciar porque la relación bilateral entre Uruguay y Estados Unidos atraviesa una etapa interesante.

Para Uruguay, la posibilidad de firmar un TLC con Estados Unidos se convirtió en el arma de presión favorita a la hora de establecer su disconformidad con la marcha del bloque del cono sur y negociar los programas de superación de las asimetrías. De cualquier manera, la realidad muestra que existen fuertes críticas hacia el interior de ambos Estados sobre las posibles consecuencias de firmar un acuerdo de libre comercio entre ellos, más aún, existen alto grados de reticencia hacia el mismo.

Así, como una forma de atenuar la resistencia a establecer un TLC al estilo rápido que busca Washington, a principio de 2007 se firmó Tratado de Promoción y Protección Recíproca de Inversiones (TIFA), que en palabras del ministro de economía Astori es “un nuevo paso entre los Gobiernos de Uruguay y Estados Unidos que permite profundizar las relaciones en el comercio, inversiones y en la diversificación de posibilidades y el acceso entre ambos mercados” (3). Allí se establece la creación de un Consejo de Comercio e Inversiones para encontrar un formato de TLC funcional a las partes.

Siguiendo el lineamento de lo expuesto, se destaca que si bien en septiembre de 2007, el gobierno uruguayo rechazó formalmente la oferta del gobierno norteamericano para iniciar las negociaciones de un Tratado de Libre Comercio, la posibilidad de abandonar el bloque económico para acercar posiciones con Estados Unidos continuó siendo un argumento central de la posición uruguaya en las negociaciones intrabloque.

En resumen, es claro que, en la actualidad, el país de Tabaré no cree encontrar en el MERCOSUR sus mejores posibilidades de inserción internacional pero también es cierto que en última instancia rechazó establecer un TLC al estilo que promueve Washington, de allí que el actuar de Uruguay se puede leer como un juego de doble vía dentro del cuál se da una dinámica de seducción con uno (Estado Unidos) y de presión con otro (MERCOSUR).

Es importante observar que las diferentes posturas que se establecieron en los últimos tiempos, si bien pueden parecer divergentes, en última instancia desembocan en un mismo punto que es el bienestar por el que atraviesa la relación bilateral entre Uruguay y Estados Unidos. Por un lado, el TIFA marca un punto de acercamiento y por otro mantiene firme la postura de no negociar un TLC al estilo que busca Estados Unidos pero, no obstante ello dicha posibilidad sigue siendo un elemento de presión ante el MERCOSUR.
Para concluir, y en pos de encontrar un eje que articule las tendencias presentadas, se puede establecer que la relación bilateral atraviesa un panorama altamente optimista. La voluntad política de acercamiento es evidente en ambos lados. Así, la negativa uruguaya a establecer un TLC no debe leerse como un signo de mala voluntad, ni mucho menos como un elemento de distanciamiento, sino como una búsqueda de cierto margen de maniobra por parte de Uruguay, porque, en última instancia, no nos olvidemos, que se trata de una típica relación bilateral Norte-Sur.

 

Notas

1 Fuente: Embajada de los Estados Unidos de America en Montevideo (2008). “Resumen Económico sobre Uruguay” (en línea) http://uruguay.usembassy.gov/usaweb/paginas/Pdf/Econ_Summary_February_2008.pdf Consultado 15-abr-2008
2 Fuente: Iternational Trade Administration, Department of Commerce. (en línea) http://trade.gov/index.asp Consultado 15-abr-2008

3 Presidencia de la República Oriental del Uruguay. “Astori: TIFA Oportunidad Para Inversión y Desarrollo” (en línea) http://www.presidencia.gub.uy/_web/noticias/2007/01/2007012502.htm Consultado 15-abr-2008

* Investigadoras del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI)

Eugenia Dri/ Melisa Galvano