Un balde de agua fría
Los resultados de la conferencia confirmaron la nueva realidad de la OMC, una organización ya cuestionada por los escasos avances de sus negociaciones en el marco de la Ronda Doha lanzada en 2001
Entre el 10 y 13 de diciembre de 2017, se desarrolló en Buenos Aires la undécima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que es el máximo órgano de la institución rectora del comercio internacional, conformada actualmente por 164 miembros. Las reuniones se realizan cada dos años, comenzando en Singapur en 1996 (la OMC entró en funcionamiento en 1995 tras el cierre de la Ronda Uruguay del GATT en Marrakech en 1994).
La sola realización de una cumbre de estas características en Argentina ya es un hecho a resaltar. Debe reconocerse que con la administración de Macri el país sudamericano ha logrado reinsertarse nuevamente en el escenario global. En un período relativamente breve, Argentina mejoró su imagen y recibió el apoyo de la comunidad internacional, lo que se observó en el importante número de visitas presidenciales que recibió el país, la realización de la Conferencia Ministerial de la OMC en Buenos Aires, la actual presidencia del G20 y el liderazgo regional que asumió en el Mercosur (gestión de la crisis con Venezuela y la reactivación de la agenda externa del bloque).
Este contexto llevó a un aumento de las expectativas del rol de Argentina en el liderazgo regional con cierta proyección internacional, lo que fue favorecido por la ausencia de liderazgos en toda América Latina, pero especialmente por el vacío dejado por Brasil.
Lo cierto es que previo a la realización de la cumbre de Buenos Aires, los resultados esperados fueron algo dimensionados. Especialmente si se tiene en cuenta las evidentes dificultades que se atravesarían para alcanzar consensos mínimos en un contexto marcado por la posición de la administración Trump respecto a la OMC. Además, las dos Conferencias Ministeriales previas a Buenos Aires habían logrado avances concretos en los contados temas en los que existía cierto margen de negociación, como es el caso del Acuerdo de Facilitación del Comercio y la eliminación de los subsidios a las exportaciones agrícolas.
Los resultados de la conferencia confirmaron la nueva realidad de la OMC, una organización ya cuestionada por los escasos avances de sus negociaciones en el marco de la Ronda Doha lanzada en 2001, pero especialmente golpeada por la nueva posición de Estados Unidos sobre su funcionamiento.
La reducida delegación de Estados Unidos que viajó a Buenos Aires llevó un mensaje tan claro como contundente. El Representante de Comercio de la primera potencia mundial Robert E. Lighthizer, adelantó que la OMC debe mostrar una nueva dirección y exigir lo mismo a todos sus miembros en clara alusión a China. Estados Unidos niega, junto con la Unión Europea, el reconocimiento de China como economía de mercado, lo que lo llevó también a obstaculizar el funcionamiento del Sistema de Solución de Diferencias de la organización, bloqueando la renovación de los miembros del Órgano de Apelaciones, lo que en un futuro próximo podría herir de muerte el sistema multilateral.
La cumbre de Buenos Aires no arrojó ningún resultado concreto. Los miembros no lograron compromisos en los subsidios a la pesca, quizás el tema de mayor impacto y aún sin progresos en la Ronda Doha. Los únicos avances parciales se dieron en las denominadas nuevas iniciativas como el comercio electrónico, pymes y facilitación de las inversiones, que fueron un impulso de las economías emergentes.
De forma paralela a la Conferencia Ministerial se llevó adelante una nueva ronda de negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, la que contó incluso con la participación de todos los presidentes de los países originarios del Mercosur y la encargada de la política comercial de la Comisión Europea, Cecilia Malmström.
Tampoco en esta instancia se lograron los resultados esperados y adelantados a través de comunicados oficiales por parte de todas las cancillerías del Mercosur. En definitiva, una vez más, las partes no lograron presentar una mejora de sus ofertas, especialmente en el pilar de acceso (carne, etanol y cobertura de productos industriales), lo que impide superar las diferencias que aún existen en otros capítulos como propiedad intelectual, compras públicas y servicios.
El cierre de las negociaciones no solo no fue posible en el marco de la conferencia, sino que tampoco lo fue en la Cumbre de Mercosur realizada entre los días 18 a 21 de diciembre en Brasilia, reconociéndose una nueva postergación de las negociaciones para el año 2018. Mientras tanto, los posibles cambios de contexto derivados de un nuevo gobierno en Brasil, la dinámica de las negociaciones entre la Unión Europea y Reino Unido en el marco del brexit o una posible modificación de la política comercial de Trump respecto al Acuerdo Transatlántico, podrían afectar la continuidad de los intercambios.
Cabe recordar que las negociaciones entre los dos bloques iniciaron con la firma de un acuerdo marco en el año 1995, activándose las rondas de negociación a partir del año 2001. En el cierre de 2017 se confirma una nueva postergación de la firma de un acuerdo que tendrá cada vez menor impacto en las economías, no solo por los cambios estructurales observados en todos estos años en términos de la nueva modalidad de producción (cadenas globales de valor), nuevas formas de comercialización (comercio electrónico), la importancia de los servicios y el rol de los productos alimenticios, sino también por el número de acuerdos cerrados por la Unión Europea con otras economías.
En definitiva, los resultados de la Conferencia Ministerial de la OMC en Buenos Aires y la nueva postergación de las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, fueron recibidos como un balde de agua fría a las expectativas previas generadas por parte de todos los gobiernos del Mercosur.
Dicha señal debería alertar a Uruguay sobre la necesidad de contar con una estrategia bilateral que permita avances concretos, lo que no parece posible en los ámbitos de negociación comentados.
*Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Uruguay y director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la misma Universidad. Doctor en Relaciones Internacionales e integrante del Sistema Nacional de Investigadores. Twitter: @i_bartesaghi