Una iniciativa de la Cumbre de la Alianza del Pacífico

Una reciente iniciativa surgida de la Novena Cumbre de la Alianza del Pacífico,abre una ventana de oportunidad para intentar la “convergencia en la diversidad”, señala Félix Peña (*) en su último newsletter.


En un mundo “multiplex”, en el sentido planteado por el profesor Amitav Acharya en uno de sus dos recientes libros (ver “The End of American World Order”, citado en la sección Lecturas Recomendadas de este Newsletter), todos los protagonistas, grandes o chicos, tienen opciones en su inserción internacional. Incluso pueden tener múltiples opciones a su alcance (ver al respecto este Newsletter de mayo 2012, en: http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2012-05-tendencias-inciden-gobernabilidad-global). A condición, por cierto, que tengan una estrategia sobre cómo aprovecharlas. Esto implica tener claro lo que un país –o una región organizada- quiere y puede obtener. Se precisa a tal efecto un diagnóstico certero sobre necesidades y posibilidades. Y en un mundo en rápido y continuo proceso de cambio, como es el actual, supone actualizar tal diagnóstico en forma constante. Pero requiere, además, una fuerte capacidad para articular los intereses en juego –tanto los internos como los externos- y para lograr puntos de equilibrio a través de negociaciones inteligentes.

Es el actual, en definitiva, un mundo muy poco amistoso para visiones voluntaristas, cualesquiera que sean sus raíces –racionales, emocionales o ideológicas -, que excluyan la idea de cooperación con otros protagonistas, especialmente con los que se comparten espacios regionales (ver este Newsletter de los meses de marzo 2014, en: http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2014-03-mega-acuerdos-comerciales-gobernanza-global, y julio 2013, en: http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2013-07-agenda-comercial-externa-mercosur). Es, además, un mundo en que ningún protagonista tiene suficiente poder como para imponer las reglas, sea a nivel global o de su respectiva región.

En la perspectiva anterior cabe reflexionar sobre la más reciente iniciativa que se ha planteado en el plano de la integración regional latinoamericana. Ella surge en momentos en que el sistema comercial multilateral sigue sin poder ofrecer perspectivas negociadoras interesantes –más allá de los esfuerzos realizados en la Conferencia Ministerial de la OMC en Bali e incluso recientemente, con el lanzamiento del proceso negociador orientado a la conclusión de un acuerdo plurilateral sobre bienes ambientales (ver al respecto: http://wto.org/spanish/news_s/news14_s/envir_08jul14_s.htm)- y en que las negociaciones de los mega-acuerdos interregionales en los espacios del Pacífico y del Atlántico, respectivamente, presentan ahora perspectivas menos promisorias que hasta hace poco, al menos en plazos cortos o incluso medianos debido, entre otros, a factores geopolíticos.

Pero aún cuando tales perspectivas cambiaran hacia la vertiente optimista, la iniciativa que se ha planteado en el ámbito de la Alianza del Pacífico resulta oportuna, ya que puede dar lugar a una renovación en los métodos de puesta en valor del espacio regional en función del desarrollo productivo de cada país y de su inserción en la competencia económica global.

Tal iniciativa se planteó el 20 de junio en Punta Mita, México, donde se realizó la Novena Cumbre de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, Perú y México). Entre otros puntos, en ella se acordó “celebrar una reunión ministerial de carácter informativo sobre la Alianza del Pacífico con Estados miembros del Mercosur”. Además, “con el mismo espíritu informativo”, los Presidentes acordaron “la realización de un seminario de académicos, empresarios, emprendedores y altos funcionarios de la Alianza del Pacífico, Mercosur y otros países de la región, incluyendo Centroamérica y el Caribe”.

Es posible que la redacción del párrafo, evidentemente muy cuidadosa, esté reflejando la necesidad de conciliar visiones distintas sobre la conveniencia de impulsar tal encuentro. Puede así suponerse ya que se observan evidencias en el sentido que distintos sectores de algunos países de la Alianza parecerían seguir viendo ambos procesos como contrapuestos y, eventualmente, incompatibles. Ellas se reflejan en visiones académicas y empresarias, y muy en especial, en el plano mediático.

Al respecto cabe destacar que el Canciller de Chile, consultado sobre el alcance de la propuesta de la Cumbre (según el diario “La Tercera” de Santiago de Chile, del 20 de junio 2014), señaló que “Chile hizo una propuesta en el seno de la Alianza del Pacífico para realizar una reunión ministerial con el Mercosur. Esa propuesta se aprobó. Ahora, nuestro propósito no es una fusión o unión de ambos grupos. Tal hipotético propósito no sería realista, pues entre ambos esquemas hay diferencias marcadas en aranceles y regulación”. Y agregó que “sí podemos explorar áreas de acuerdo en temas de interés común. Podemos discutir asuntos de natural convergencia en el corto, mediano y largo plazo”.

La iniciativa de la Cumbre de Punta Mita, de concretarse en los términos mencionados, significaría abrir una ventana de oportunidad para la “convergencia en la diversidad” que planteara Heraldo Muñoz desde el inicio de su gestión como Canciller de Chile. En su visión, ese será un eje principal en la política latinoamericana de su país (ver este Newsletter de marzo  en http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2014-03-mega-acuerdos-comerciales-gobernanza-global y, el artículo allí citado del Canciller Muñoz en El País de Madrid, del día 13 de  marzo 2014, en: http://elpais.com/)..

Un planteamiento en esa dirección ya lo había efectuado Ricardo Lagos, el ex Presidente de Chile, en una conferencia pronunciada en marzo pasado en la Universidad de Säo Paulo. Señalaba el gran error de concebir una América Latina del Pacífico como contrapuesta a otra del Atlántico. Afirmaba que “si la fuerza del comercio mundial está pasando entre el Atlántico y el Pacífico y nosotros estamos entre ambos océanos, entonces tenemos algo que decir en este cambio de época que se está produciendo en el planeta” (sobre la tendencia de algunos sectores a visualizar la Alianza del Pacífico y el Mercosur como procesos antagónicos y con notorias diferencias, incluso ideológicas, ver este Newsletter del mes de junio 2013, en: http://www.felixpena.com.ar/index.php?contenido=negociaciones&neagno=informes/2013-06-mercosur-alianza-del-pacifico-integracion-regional).

Como resultado de lo acordado en su Cumbre, los países de la Alianza han convocado a sus colegas del Mercosur a una reunión informativa en Cartagena de Indias (Colombia).

Lo inteligente sería aprovechar la ventana de oportunidad que se está así abriendo para iniciar un proceso, primero de diálogo político y técnico, y luego de adopción de decisiones efectivas, orientado a definir una metodología de trabajo conjunto entre países del Mercosur y de la Alianza del Pacífico. Implica reconocer que más allá de las diferencias que puedan existir –originadas en múltiples factores que no son sólo económicos, ni políticos o ideológicos- el contexto internacional torna recomendables respuestas concertadas de la región en su conjunto.

Al menos en tres planos es posible imaginar acciones de convergencia que puedan generar ganancias mutuas entre países de ambos esquemas. Uno es el de los encadenamientos productivos de alcance regional, concebidos en sus diferentes modalidades como instrumentos que faciliten la articulación transnacional en distintos sectores de la producción. Son éstas, acciones que tendrían que realizarse con enfoques sectoriales, y con una activa participación de todos los protagonistas de los actuales o potenciales encadenamientos productivos entre países de la región. Otro es el de la calidad de la conectividad física y la facilitación de comercio en los principales ejes de articulación productiva regional. Y el tercero es el de algunas de las principales cuestiones de la agenda global y, en particular, las referidas al sistema del comercio mundial y al cambio climático.

En los tres planos, tanto los países europeos como los asiáticos han acumulado una interesante experiencia. Quizás uno de los resultados de la próxima Cumbre de Bruselas entre los países de la Unión Europea y de América Latina nucleados en la CELAC, podría ser colocar  a la Fundación EU-LAC, creada en la VI Cumbre bi-regional de Madrid, en condiciones –esto es con recursos suficientes- para identificar modalidades eficaces de convergencia entre distintos ámbitos de integración regional en función, en particular, de la articulación de los sistemas productivos.

Una agenda posible de convergencia que permita potenciar, con acciones de geometrías variables y de distintas velocidades, los múltiples canales institucionales de vinculación entre los sistemas productivos de los países de la región –algunos bilaterales y otros de alcance subregional, sudamericano y latinoamericano-, puede nutrirse no sólo de las experiencias de otras regiones pero, muy en particular, de valiosos informes recientes –tales como el de la CEPAL, titulado “Integración regional. Hacia una estrategia de cadenas de valor inclusivas” (ver  http://www.cepal.org/publicaciones/xml/5/52745/Integracionregional.pdf-); del denso acervo normativo e instrumental que brinda la ALADI –muchas veces subutilizado a pesar de la variedad de instrumentos adaptados a las necesidades actuales que pueden derivarse del Tratado de Montevideo de 1980, teniendo en cuenta por lo demás, su inserción en el ámbito de la OMC a través de la Cláusula de Habilitación-, y del aporte que pueden efectuar, por su rica experiencia en el desarrollo productivo y de la infraestructura de la región, instituciones como la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.

Lo más importante de la iniciativa que resultó de la Cumbre de Punta Mita, es entonces la idea de abrir un diálogo entre países de la región interesados en construir espacios de cooperación que sean efectivos y acordes con los desafíos de estos tiempos. Para ello tiene que ser un diálogo orientado a concretar acciones viables, que reflejen razonables equilibrios de intereses y de visiones sobre el desarrollo productivo de la región. Y capaces de atraer e ilusionar a mucha gente, especialmente la juventud y los pobres, ávida de horizontes de futuro que permitan trascender las incertidumbres del corto plazo.    

 

 

(*) Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC; Director de la Maestría en Relaciones Comerciales Internacionales - Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF); Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Miembro del Brains Trust del Evian Group.

 

Texto completo en: www.felixpena.com.ar

 

Félix Peña