¿Una oportunidad o una amenaza para Argentina?

Aunque su lanzamiento en mayo pasado pasó casi desapercibido entre los empresarios y gobernantes argentinos, el Programa de Desarrollo Productivo Brasileño encierra a la vez un riesgo y una oportunidad para que la Argentina se inserte en mundo con una visión estratégica integral compartida con su principal socio. Las iniciativas de Brasil para avanzar en la agroindustria y la energía renovable, asi como la decisión de desarrollar proyectos conjuntos de integración en las cadenas de valor productivas, abren un potencial enorme para que las empresas de ambos países crezcan en su intercambio comercial. Si este desafío no se concreta, la dirigencia política brasileña sin duda profundizará los vínculos con Estados Unidos para dar pelea a China, la nueva potencia. El experto en comercio exterior, el académico Raúl Ochoa, delineó los riesgos y oportunidades que plantea para Argentina el nuevo liderazgo que tendrá Brasil en el siglo XXI.


El complejo de salud es hoy una de las grandes apuestas de la estrategia brasileña de posicionamiento, con importaciones en equipamiento médico por más de u$s 1.200 millones al año para el desarrollo de sus empresas en farmacéutica y biotecnología. De ese colosal negocio, la Argentina apenas participa con exportaciones por 5 millones en el área, a pesar de sus sólidos lazos comerciales y de su cercanía con Brasil. No es el único síntoma de que algo falla en la relación bilateral. En estos momentos no existe una iniciativa conjunta entre el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) argentino y su par EMBRAPA, por ejemplo, para avanzar en trangénicos y dar así un salto en la cadena de valor de la agroindustria. Tampoco hay desarrollos en producción de etanol conducidos por empresarios de ambos países y no existe en Argentina ningún estudio en profundidad que aporte una radiografía acabada de la realidad de su principal socio comercial.

Estos son algunos datos que ponen en evidencia una falencia en la estrategia argentina que no se limita al problema de su clase política. Un experto en la materia, Raúl Ochoa, profesor de las universidades de Tres de Febrero (UNTREF), de Buenos Aires (UBA) y Católica (UCA), sostuvo que “hay un problema de falta de información y comprensión de lo que sucede con nuestro principal socio estratégico”. Deficiencia que para Argentina no es menor si se piensa que su cercanía física con un país que se perfila como uno de los protagonistas del mundo de aquí a diez años la coloca en una disyuntiva: o se acopla y se complementa con el gigante que tiene al lado, o queda entre las naciones sin peso en el concierto mundial. Fue la conclusión central del encuentro realizado en la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña, donde se analizó "El Programa de Desarrollo Productivo y la Estrategia Brasileña de Exportación 2008-2010".

“Argentina tiene muchos problemas y no se deben solamente a su dirigencia política –advirtió- Como sociedad y como nación, deja pasar oportunidades, lo que es muy grave en un mundo competitivo y globalizado; esto afecta lo que se denomina el ‘compromiso intergeneracional’ porque cada oportunidad que pasa es una oportunidad menos para las generaciones futuras”.


Los cambios en Brasil

Si se miran los índices de competitividad mundial, de facilitación de negocios, y de eficiencia en áreas como la infraestructura y el transporte que elaboran organismos internacionales, la realidad es que el diagnóstico de Brasil no ha variado. Continúa en una situación muy similar a la de Argentina, ambos bastante mal ubicados en todos estos rankings, todavía con grandes problemas de burocracia y corrupción. Pero a pesar de los números tiranos, hay una percepción a nivel internacional en el sentido de que sí se operó un cambio a partir de medidas adoptadas por el gobierno de Inácio Lula Da Silva que sin duda tienen sus orígenes en decisiones tomadas varias décadas antes. “Estas decisiones muchas veces implicaron pérdidas y sacrificios importantes, subsidios, incentivos, pero lo cierto es que después de persistir, ahora afloran los resultados”, señaló Ochoa. En suma, muchos de esos desarrollos que hoy han madurado son los que hacen que el mundo esté mirando con atención el potencial brasileño.

Si se trata de resumir las decisiones fundamentales en la estrategia brasileña, una de las primeras a mencionar es el espectacular salto dado en agroindustria y agroenergía, conceptos que difícilmente puedan separarse de ahora en más. “Brasil ya es el segundo exportador neto de agroproductos y el primero de carne”, apuntó. En ese camino los empresarios cuentan con el apoyo de EMBRAPA, que cumple un rol esencial a la hora de absorber tecnología en estas áreas. En tanto, en materia de energía, Brasil logró desarrollar uno de los complejos de etanol más importantes del mundo, mientras avanza en biocombustible, diesel de caña y plásticos verdes (obtenidos a partir de materias primas renovables).

De hecho, está muy clara la estrategia brasileña de fomentar un mercado mundial de etanol de primera y de segunda generación, donde la apuesta es ser líder. “Brasil sabe que si quiere contar con un mercado mundial no puede ser el único oferente exportador de etanol sino que deben existir en la región otros oferentes que lo acompañen en ese desarrollo”, explicó.

En este punto cabe recordar que tanto Argentina como Brasil habían comenzado con proyectos para producir etanol en los años 70, camino que Argentina dejó de lado pero que Brasil mantuvo a pesar de los subsidios y esfuerzos que fueron necesarios. El resultado es que hoy cuenta con las usinas más avanzadas del mundo en etanol, y ya está trabajando en otras energías renovables. De hecho, no es casualidad que el grupo argentino Pescarmona haya instalado una planta de energía eólica en Brasil. “Evidentemente, las condiciones serían más favorables allí”, reflexionó el experto.

Otra señal del cambio operado en Brasil es el liderazgo indiscutido que detenta la empresa petrolera Petrobras en tecnología para exploración en aguas profundas. Ochoa recordó que en los años 80 la argentina YPF contaba con mayor expertise en este campo pero hoy es Petrobras la que juega entre los grandes players internacionales.

En mercado de capitales también se verificó un fuerte avance en 2007, cuando el Bovespa se convirtió en la sexta bolsa del mundo, mientras que otro aspecto fundamental es la internacionalización sin precedentes de las empresas brasileñas. Fue por este fenómeno que en el año 2006 por primera vez la Inversión Directa Extranjera (IED) fue superada por la Inversión Extranjera Brasileña (IEB), que alcanzó a 36,5 billones de dólares.

Un elemento que se sumó al cambio brasileño fue el concepto de sustentabilidad empresarial que ingresó a escena a partir del problema del cambio climático, con lo cual cobró auge la situación de la Amazonia. En el mundo hay cerca de 900 ciudades que están trabajando en el tema de medio ambiente y otros relacionados como la eficiencia energética, energías renovables, y tratamiento de residuos, y Brasil ya cuenta con 14 ciudades.

Pero una de las modificaciones más relevantes en los últimos años en Brasil es la nueva visión de la necesidad de una mayor apertura económica y comercial para facilitar el comercio, y de prestar más atención a la región. El objetivo es cerrar acuerdos “que permitan hacer más previsibles las inversiones hacia y desde Brasil, necesarias para pegar ese salto que esta nación pretende dar”, sintetizó Ochoa.

Algunas muestras del viraje de mentalidad son las alianzas en investigación entre Petrobrás y el área de laboratorios de Estados Unidos para producir etanol de segunda generación celulósico, o la creación de EPE (Empresa de Propósito Específico) para promover investigación en el mismo sentido, con firmas como Bunge, Copersucar, ÚNICA, Votorantim, e Itaú como integrantes. En materia de genomas agrícolas hay un acuerdo con Estados Unidos para la transferencia de semillas en diversos productos y EMPRABA cuenta con laboratorios virtuales en territorio estadounidense para transferir tecnología a países de América Latina y África. Por último, también hay en danza acuerdos con la Unión Europea para el desarrollo de ligno celulosa (Dinamarca); con Francia y con Africa.

Para Brasil, el acercamiento con EE.UU. significó haberse convertido en el cuarto país poseedor de banco de genomas por número de semillas y especies; para el país del norte, permitió sentar las bases para “contrabalancear el peso de las inversiones de China”, que muy pronto detentará la supremacía mundial. Ya es un hecho que el grueso de las reservas internacionales en oro y divisas reside en los países emergentes, y entre ellos China es el que aglutina un tercio. El gigante asiático aporta además el 25% del crecimiento anual si bien el pronóstico de merma en sus exportaciones industriales debido a la crisis hace prever que pierda cierta velocidad como motorizador.

Lo fundamental es que todas estas estrategias y acuerdos desplegados por Brasil le servirán para enfrentar mejor el contexto mundial diferente que ya está planteado, modificado de manera sustancial sobre todo a partir de la crisis. “El problema con el mercado de hipotecas subprime dejó al descubierto aspectos estructurales de la economía mundial que en algún momento iban a impactar, que son las graves fallas de las regulaciones financieras y el hecho de que, a partir de mediados de 2007, China deja de ser el deflactor mundial”, resumió Ochoa. El catedrático se refería al fenómeno por el que muchos economistas se preguntaron durante mucho tiempo: mientras que los precios de los commodities aumentaban sin parar desde 2002, la inflación se mantenía en la mayoría de los países en tasas bajas, de 3 a 4%. Ochoa explica que esto fue posible gracias a la capacidad de la economía china y de los países del sudeste asiático de absorber los aumentos de costos, al menos hasta agosto pasado.

Otra modificación profunda en el escenario internacional es el agotamiento de la capacidad de encontrar negocios cada vez más rentables en la ingeniería financiera, lo que puso fin a la banca de inversión “tal como la conocemos”, así como la destrucción del crédito interbancario, lo que condujo a la gran debacle que está en marcha. “Esta crisis es un tsunami que desafortunadamente no ha terminado y del que desconocemos sus consecuencias finales, aunque sí sabemos que tendrá gran impacto sobre la economía real”. Ochoa alertó que, si bien el mundo entero espera que esta situación culmine en una recesión mundial de la que lentamente se comenzará a salir, “los riesgos de caer en una depresión económica están presentes”. Que el peor de los escenarios se concrete o no dependerá de la capacidad de los países para trabajar en forma coordinada, y en este sentido la reunión del G-20 fue positiva, opinó.

Para América Latina cabe esperar que la crisis pegue con menos violencia que en los países centrales. “Entre 2002 y 2007 la región experimentó un crecimiento sin precedentes desde la década del 60 –enfatizó Ochoa- Hubo una mejora de los indicadores económicos y sociales, y desde el punto de vista de los índices de solvencia, es decir que si bien la crisis afectará a todos los países, la situación es manejable; si estuviéramos con los indicadores de los años 90, la mayor parte de la región estaría realmente muy complicada”.


PDP: El ABC del cambio

Sin lugar a dudas el cambio que se fue gestando a lo largo de los años en Brasil está resumido en el Programa de Desarrollo Productivo Brasileño y en su estrategia de exportaciones. El primero fue un programa lanzado en mayo pasado, discutido con el sector privado brasileño durante 2007, basado fundamentalmente en el esfuerzo privado con la apoyatura del Estado brasileño.

El Plan brasileño consta de metas a cumplir entre los años 2010 y 2013, con seis programas estratégicos, siete de consolidación de liderazgo mundial y doce de fortalecimiento de la competitividad. Las opciones estratégicas apuntan a metas tan decisivas como son aumentar las exportaciones sobre el promedio mundial; concretar una mayor internacionalización de las pymes brasileñas; lograr una mayor integración productiva en la región; avanzar en la regionalización; mejorar en la producción sustentable; y avanzar en la integración con África.

“Este plan tiene además elementos superadores respecto a programas de años anteriores no solamente porque prevé un control de gestión y corrección sino porque abarca también órganos responsables del seguimiento”. Una aclaración importante es que este programa se elaboró durante la fase “soft” de la crisis, resalta el experto, y no en la etapa “hard” que se vive hoy, por lo que habría que suponer que deberán aplicarse modificaciones para adaptarlo al nuevo contexto.

Los primeros resultados empezaron a notarse pronto y Brasil experimentó un ascenso social y un crecimiento de su PBI. Pero a pesar de la trascendencia del programa y de que en muchos aspectos la toca muy de cerca, Argentina le prestó poca o ninguna atención debido a las complicaciones que estaba viviendo internamente, una de las más resonantes, el enfrentamiento del gobierno de Cristina de Kirchner con el campo. Este desinterés en la estrategia del principal socio comercial es especialmente preocupante si se piensa en el rol protagónico que le cabe hoy a Brasil a nivel mundial. “Es fundamental trabajar en la región en conjunto, es un tema de visión estratégica y es importante que esa visión sea conjunta, sobre todo en un mundo caótico, ante una situación mundial de imprevisibles consecuencias y con inevitables conflictos por las enormes transferencias de poder y riqueza que se están dando”, alertó Ochoa.

A partir del programa, la expectativa marca que a Brasil le espera un aumento de su clase media y mayor movilidad social ascendente; mejoras en la educación, fuentes excedentes de petróleo, liderazgo en energías renovables, desarrollo de su industria de defensa, y desarrollo del mayor complejo agro-energético renovable mundial. La estrategia de exportación de Brasil (EBE) es parte de la PDP y sus objetivos son superar debilidades estructurales que afectan la competitividad y el comercio exterior brasileño. Ellas son:

• Escasa participación en las exportaciones de productos con alto valor agregado
• Bajos índices de investigación y desarrollo de las firmas brasileñas
• Excesiva regulación y burocracia en los procedimientos de comercio exterior que afectan especialmente a las pymes
• Limitaciones de infraestructura de transporte y graves deficiencias en la operatoria y control portuario
• Dificultades en el acceso al crédito para pymes exportadoras
• Escasos acuerdos internacionales económicos comerciales que faciliten el acceso de productos y servicios


El futuro de Argentina

La internacionalización de las compañías brasileñas, uno de los ejes de la transformación de ese país, fue vivida muy de cerca por Argentina a partir de 2000. En ese año comenzó una serie de transferencias de empresas emblemáticas a compañías de todo el mundo, en especial brasileñas. Ochoa estableció un paralelo con la ola de extranjerización de las empresas en la década del 90 y concluyó en que, a pesar de las profundas diferencias en la política económica de ambas etapas, el pase de empresas argentinas a capitales brasileños seguirá ocurriendo “en la medida que este país no cuente con instrumentos que permitan que las empresas se regionalicen y globalicen”.

“En los 90 el argumento para justificar las ventas de empresas fue que se habían revaluado en dólares los activos de esas compañías y que había un diferencial entre la tasa de interés interna y la externa porque había mucho dinero excedente afuera y Argentina tenía tasas altas a pesar de la convertibilidad –sintetizó- Pero a partir del año 2000 se produjeron transferencias tanto o más importantes que en la década pasada, a pesar de que las condiciones macro eran totalmente distintas y el tipo de cambio era otro”. Ochoa se refería a que empresas de la talla de Loma Negra, Acindar, Pérez Companc y Quilmes, que eran rentables, fueron vendidas de todos modos ante la necesidad de crecer en tamaño y regionalizarse sin contar con un mercado de capitales importante. “La necesidad de expandirse pone al empresario en la disyuntiva de llevarlo a cabo invirtiendo capital propio, o hacerlo con un partner para poder afrontar ese proceso de crecimiento”. Claramente, mientras los empresarios argentinos se enfrentaban a esta decisión sin créditos, los brasileños no sólo contaban con un mercado de capitales adecuado sino también con el apoyo estatal. “El proceso de internalización de las firmas brasileñas es claramente una política del gobierno en Brasil y de hecho, en 2007 el BNDES (Banco de Desarrollo de Brasil) cambió su estatuto para poder apoyar a las compañías brasileñas para que se instalaran en el exterior”, recordó.

La gran pregunta para Argentina es cómo le impactará el PDP, que pasó casi desapercibido entre sus empresarios y políticos en mayo pasado, cuando fue presentado oficialmente. Las oportunidades, sin duda, residen en el objetivo de Brasil de concretar una sustitución competitiva de importaciones por exportaciones provenientes de Latinoamérica, dado que sufre una alta concentración de sus exportaciones en pocas empresas. En este caso la relación comercial y la cercanía con Brasil juegan como una ventaja para la Argentina, que además podría verse beneficiada por el proyecto brasileño de dar apoyo financiero a empresas de la región en materia de capital y crédito, así como la propuesta de complementación productiva con proveedores del Mercosur en diversas cadenas de valor. En este último aspecto el PDP brasileño incluye cinco proyectos de inversión productiva como meta que abarcan las áreas de petróleo, gas, turismo, madera y mueble, y constituyen una chance para que Argentina acerque propuestas de integración sectorial.

Por el lado de las amenazas, básicamente la única es no ver a tiempo la oportunidad que se presenta, porque “Brasil es un país emergente pero que evidentemente ha dado un salto cualitatativo importante a nivel internacional”, apuntó Ochoa. La estrategia correcta que debería seguir de ahora en más el gobierno argentino es dar apoyo a las pymes para que exporten en mayor proporción al vecino, para lo que es necesario primero un trabajo de campo que permita idenficar cuáles son las firmas con potencial. Un ejemplo a copiar es el relevamiento efectuado en octubre último por la SEBRAE brasileña y la Universidad de Minas Gerais, que permitió hallar unas 4.000 empresas pymes que no exportan pero que responden al perfil para hacerlo.

Sin embargo, la respuesta de Argentina por ahora ha sido mantener “una visión autista, de un proteccionismo cerrado que si se aplicara en el mundo, marcharíamos hacia el proteccionismo de los años 30, con una estrategia defensiva que todos sabemos qué resultados dio”, concluyó. “Ese cambio de visión es necesario porque se aproxima una transferencia fenomenal de poder en el mundo y contar con acciones coordinadas en ese escenario en la región es fundamental”.

Si el despegue de Brasil se traduce finalmente en una oportunidad o, al contrario, se convierte en un riesgo, dependerá de la postura que asuma Argentina ante el cambio, y determinará su suerte en un mundo donde la pelea será por los alimentos. En ese terreno, este país sin duda tiene los elementos para sumarse porque, afirmó Ochoa, en el futuro Argentina, Brasil, Canadá y EE.UU. serán los únicos países agroindustriales que queden en el mundo. “Pero esta iniciativa tiene que partir de Argentina hacia Brasil, porque de lo contrario, Brasil lo encarará con EE.UU.”, advirtió.
Silvia Martínez