Acuerdos industriales. Espacio de desarrollo del Cono Sur.

Argentina se enfrenta al desafío de desarrollar una política de integración con su aliado estratégico, que permita trascender la actual situación actual de puja por cada rama productiva, a una política de acuerdos industriales que sea mucho más amplia y que permita imaginar el crecimiento de los dos socios. La integración Argentina/ Brasil es un elemento sustancial para generar un espacio de desarrollo en el Cono Sur, asegura Jorge Schvarzer, director del CESPA (Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina), creado en 2001 como parte integrante del Instituto de Investigaciones Económicas de la Facultad de Ciencias Económicas con el objeto de realizar estudios e investigaciones sobre la economía argentina. Aparentemente, se vuelve a un punto de equilibrio con Brasil a partir de la devaluación del peso argentino del año 2001, dice el investigador. El tipo de cambio de ambos países queda relativamente alineado, como ocurrió en el período 1994-1998, momento en que se produjo un crecimiento sin precedentes de las exportaciones argentinas a Brasil. Pero existe una diferencia esencial entre las dos situaciones. En Brasil las empresas se consolidaron en todo este lapso y se prepararon para exportar, mientras que en la Argentina la rigidez del modelo de la convertibilidad del período 1998-2001 y la crisis posterior, afectaron la capacidad productiva de las empresas. A pesar de encontrarnos en condiciones macroeconómicas semejantes a las que existían en aquel período, las condiciones de competitividad se tornaron mucho más difíciles para el lado argentino, lo que plantea la necesidad de desarrollar una política productiva hacia lo interno y una política de integración fabril en lo regional, explicó Schvarzer en el marco de una larga entrevista con MABC. Se refirió además al único acuerdo sectorial desarrollado en la franja industrial de ambos países, el automotriz, que dio origen a la política automotriz común de intercambio compensado; y llamó a repensar una estrategia para este sector, que amenaza con diluirse en Argentina.


Un estudio publicado por el Centro CESPA que Ud representa, menciona la incidencia de los factores macroeconómicos y los acuerdos sectoriales en el flujo comercial entre Argentina y Brasil en la década pasada. ¿Cómo influyen el tipo de cambio y las condiciones del mercado interno en la actualidad?

Para hablar de las exportaciones argentinas a Brasil, conviene revisar qué ocurrió en la década del ´90. Lo interesante es que del ´94 al ´98 el tipo de cambio de ambos países estaba relativamente alineado, y hubo un gran crecimiento de las exportaciones argentinas a Brasil. Eso explica una parte importante del crecimiento exportador argentino en el período, porque el resto está fijado casi exclusivamente por materia prima.

En este crecimiento durante esos cuatro años se destaca el comercio de tres grupos de productos. El primero se trata de una serie de materias primas donde la Argentina tiene ventajas comparativas frente a Brasil, como leche, trigo o malta. Un segundo grupo que es muy importante, el automotor, produce un crecimiento importante de intercambio, generado porque las propias empresas automotrices ponen plantas a ambos lados de la frontera; y en tercer lugar, una cantidad de empresas medianas que comienzan a exportar a Brasil. Esto es lógico, ya que Brasil está cerca y es un mercado importante, y las empresas medianas que tienen costos importantes para poder acceder a un mercado como el europeo o el americano encuentran más facilidades para acceder al mercado brasileño, por condiciones de tamaño y por distancias.

Es lo que sucedió en el caso de los lácteos. Argentina exportaba lácteos a Brasil, que está entrando en un proceso de autosuficiencia. Esto obliga a los productores argentinos a salir a buscar mercados, tanto porque tiene capacidad de producción como por las condiciones competitivas que puede ofrecer y que no tenía en la década del ´80.

Es claro que la exportación es la consecuencia de una política productiva previa que ha generado excedentes para exportar. Se puede exportar cuando hay crisis porque cae el mercado interno, que es la forma más desgraciada de generar saldos exportables.

Esto terminó en el ’98 porque Brasil devaluó. A partir de la devaluación brasileña Argentina se encuentra conque ese mercado, que había significado un elemento dinámico importantísimo para una serie de sectores, comenzó a caer. Peor aún, la devaluación brasileña hizo muy competitiva la producción brasileña en Argentina, y se revirtió el proceso; comenzó a entrar mercadería brasileña en cantidades crecientes. Hubo además un proceso recesivo en Brasil, cayó la demanda interna, agudizó el problema y generó una mayor presión exportadora desde ese país, aún a pesar de que en Argentina también había recesión.

A partir de la devaluación de 2001, ocurre que los tipos de cambio de ambos países se vuelven a acomodar en los niveles del período 94-98. Volvemos a un punto de equilibrio con Brasil, como si existiera una fuerza macroeconómica que contribuye a generar este nuevo equilibrio.

Asimetrías competitivas

Pero la experiencia es que ahora la situación no es la misma de aquel entonces. Porque en Brasil las empresas se consolidaron en todo este lapso y se prepararon para exportar, mientras que en la Argentina la rigidez del modelo de la convertibilidad en el período 1998-2001 y la crisis posterior, afectaron la capacidad productiva de las empresas. Esto se nota claramente en el sector de los textiles, en calzados. Se concluye que a pesar de encontrarnos en condiciones macroeconómicas semejantes a las que había en aquel período, las condiciones de competitividad se tornaron mucho más difíciles para el lado argentino.

Esto plantea la importancia de imaginar una política de integración con Brasil, donde se pase de la situación actual de puja por cada rama, a una política de acuerdos industriales que sea mucho más amplia y que permite imaginar el crecimiento de los dos. Hay que buscar cuáles son los nichos en los que la Argentina puede tener ventajas competitivas y cuáles son los nichos para Brasil. Nosotros creemos todavía que la integración Argentina – Brasil es un elemento sustancial para generar un espacio de desarrollo en el Cono Sur.

¿Algunos de estos nichos fueron explotados en forma comunitaria en el pasado?

Cuando se da inicio a los acuerdos con Brasil en el ´85, lo que se plantea es una integración gradual, progresiva y sectorial; se firman acuerdos sectoriales. Esos acuerdos sectoriales incluyen acuerdos de complementación nuclear, de la industria metalmecánica, de la industria aeronáutica. Hemos pasado de ese proyecto a una política de mera concertación de un arancel externo común, con un manejo interno que se deja en manos del mercado; es decir, sin reglas.

Y en realidad, la experiencia de la UE señala que las reglas para construir un proceso de integración y un grupo burocrático que vaya negociando y articulando el proceso es central. Aquí hubo una decisión de integrar económicamente sin aparato de ningún tipo, lo que da paso a una espontaneidad que genera conflictos permanentes, en general resuelto por intervención directa de los primeros mandatarios. Faltan los instrumentos mediadores de la política, que serían órganos de integración.

¿ Qué cambios se produjeron en la comparación entre los períodos a los que nos referíamos en referencia a la composición de las exportaciones argentinas a Brasil? Los datos son confusos...

En la década del ´80 Argentina importaba manufacturas a Brasil, en los ’90, la mayor parte de esas manufacturas dejaron de exportarse no sólo a Brasil sino al resto del mundo. Argentina exportaba equipos de alta complejidad tecnológica, inclusive máquinas industriales, tornos, tractores, cosechadoras. La industria de máquinas y herramientas exportaba muchísimo en los años 86-89, y dejó de exportar con el atraso del tipo de cambio y la crisis a partir de la década del ’90.

Lo que ocurre durante el período de convertibilidad, como consecuencia lógica de ese tipo de cambio (1 peso=1 dólar), es que crece sólo la exportación de bienes primarios, sobre todo soja, petróleo y algo de minerales. Existen exportaciones que no se dirigen a Brasil, que es la de productos industriales básicos. Esta producción estuvo originada en el hecho de que la Argentina había desarrollado una política de promoción industrial en la década del ’70 y del ’80, que permitió crear plantas básicas de estos productos con capacidad internacional que salieron a vender excedentes al mundo en los ´90.

Repensar estrategia industrial automotriz

De esa forma aparece esta exitosa exportación automotriz, que es un intercambio producto del único acuerdo sectorial concreto que se hace con Brasil respecto de algún sector industrial. Ahí hay un acuerdo de complementación, de equivalencia de importaciones y exportaciones, todas las empresas que están operando en el mercado se ubican a ambos lados de la frontera. En el sector automotriz hay una complementación entre los argumentos de las multinacionales y las políticas firmadas, y aparece un intercambio muy fuerte pero en situaciones de una asimetría muy particular. El mercado brasileño llega a demandar casi 2 millones de vehículos y la Argentina en sus mejores momentos llega a demandar 450.000. Esto implica que, la capacidad ociosa en el sector automotriz brasileño es más alta que toda la capacidad productiva del lado argentino. En este momento, Brasil tiene más de un millón de autos de capacidad ociosa, y la Argentina está en 300.000. De no existir una política explícita, las empresas multinacionales podría elegir quedarse en Brasil y vender en Argentina, lo que implicaría un costo comercial e industrial muy alto para la Argentina. Si no hay políticas, va a ser muy difícil sostener una estructura automotriz en la Argentina.

¿ Cómo percibe las modificaciones en la política automotriz común que está proponiendo la Cancillería argentina?

Bueno, esto tiene que ver con que en el reparto de mercado que se hizo originalmente; en ese momento la Argentina se quedó con los autos grandes y Brasil con los chicos. Sin embargo, lo que está ocurriendo en este momento es que con la crisis, en el país se demandan autos chicos, el 60% de la demanda va a los autos brasileños mientras que en Brasil no hay demanda de los autos producidos por Argentina. Entonces, digamos que las barbaridades que se hicieron en la década del ’90 se están sufriendo ahora y habría que volver a pensar una estrategia industrial para el sector automotriz. Se armó un grupo de trabajo sobre esto.

Graciela Baquero