América Latina está en la mira de las inversiones chinas
En lo que respecta a los flujos de capital, es posible que en el futuro las inversiones chinas en el exterior se conviertan en una bendición. China ya no es solamente receptor de IED, sino que ha dado un gran paso adelante en materia de inversiones en ultramar. En 2005, las empresas transnacionales chinas invirtieron en el extranjero una cifra sin precedentes, cercana a los 7.000 millones de dólares. Aunque el grueso de esta suma se dirigió a Asia (60%), América Latina continuó figurando como segundo receptor de la IED china (16% del total), consigna un estudio de Jorge Blázquez-Lidoy, Javier Rodríguez y Javier Santiso*, reproducido en la Revista CEPAL Nº 90, de diciembre de 2006.
En el período 1991-2003, estas ascendieron a cerca de 35.000 millones de dólares y en 2003 se duplicaron con creces, elevándose a 2.000 millones de dólares (cifra que, pese a todo, sigue siendo baja). En los años siguientes esta tendencia se mantuvo. En 2004, un 50% de la IED china se dirigió a América Latina (más que el 30% destinado a Asia). En 2005, las empresas transnacionales chinas invirtieron en el extranjero una cifra sin precedentes, cercana a los 7.000 millones de dólares. Aunque el grueso de esta suma se dirigió a Asia (60%), América Latina continuó figurando como segundo receptor de la IED china (16% del total). La necesidad de asegurar los recursos en alimentos y productos básicos está impulsando la IED a través de sociedades internacionales estratégicas. Las empresas chinas ya han realizado inversiones en sectores productivos de Angola, Argelia, Australia e Indonesia, y en África son inversionistas importantes, principalmente en los campos de la energía y las materias primas.
En 2004, las empresas chinas multiplicaron los esfuerzos por aumentar sus inversiones en el extranjero no solo en otros países emergentes, sino también en países desarrollados. Así lo demuestran la adquisición por Lenovo de unidades de producción de la IBM (en 1.750 millones de dólares), y los intentos de empresas chinas como Minmetals de adquirir la canadiense Noranda, en 5.000 millones de dólares, o del conglomerado petrolero China National Off-shore Oil Corporation de comprar la estadounidense Unocal, en más de 13.000 millones de dólares.
Como lo hicieron los japoneses hace algunos decenios, al parecer, las empresas chinas apuntan a ampliarse en el extranjero. Para América Latina, esto parece ser una buena oportunidad. No se trata solamente de que dos grandes países asiáticos —Japón y China— muestren interés por la región, sino también de que ambos persiguen lo mismo, es decir, asegurarse un flujo continuo de materias primas y productos agrícolas y sus derivados. Para lograrlo, ambos necesitan que los países de América Latina cuenten con infraestructura confiable en materia de puertos, aeropuertos, carreteras y vías férreas. En consecuencia, a la región se le presenta una oportunidad única de participar en un nuevo juego de competencia. Además, esto le da la posibilidad de aplicar una estrategia industrial orientada a evitar que se profundice su especialización en el comercio de productos básicos y, como en el caso de Trinidad y Tabago, a fomentar la diversificación con industrias de mayor valor agregado que aprovechen su dotación de recursos naturales.
América Latina está en la mira de las empresas chinas
Hacia 2001, China había creado más de 300 empresas en la región, con inversiones por más de 1.000 millones de dólares. Posteriormente, el principal fabricante chino de acero, Baosteel, realizó en Brasil la mayor inversión extranjera directa de la historia de China, ascendente a 1.500 millones de dólares. China también ha informado que piensa invertir 2.000 millones de dólares en la industria brasileña de aluminio, aunque los planes aún no se han materializado. Por otra parte, a través del grupo Shougang, China controla la principal mina de hierro peruana, posee intereses mayoritarios en un yacimiento petrolífero ecuatoriano y está intentando producir combustible y reactivar las minas de oro en la República Boliviarana de Venezuela. También se espera que China invierta en ferrocarriles y puertos de Brasil y, en general, en toda América Latina. El interés chino por mejorar la infraestructura es grande, con el fin de facilitar el transporte de los productos hasta los puertos.
En Argentina, China se ha comprometido a invertir 25 millones de dólares en un puerto granelero y otros 250 millones en una carretera entre Argentina y Chile que facilitará la exportación de materias primas argentinas desde puertos chilenos.
Es probable que surjan acuerdos similares al suscrito en octubre de 2004 por Telefónica, principal empresa española autorizada para operar en América Latina, y Huawei, el gigante chino en equipos de telecomunicaciones.
En virtud de este acuerdo Telefónica pone sus instalaciones a disposición de Huawei para que este ingrese
al mercado regional y venda sus productos a las filiales que Telefónica tiene en América Latina.
En 2006, el BBVA, importante banco español, aumentó su presencia en China mediante la apertura de oficinas en Shanghai y Beijing, y la reactivación de las operaciones de su sede de Hong Kong. Asimismo, suscribió un acuerdo con el Banco de China, principal banco del país, para captar las remesas chinas provenientes de Estados Unidos y de algunos países de América Latina, como Perú.
Inversiones latinoamericanas en China
Las empresas de América Latina también están buscando oportunidades de negocios en China, como lo demostró la visita oficial realizada a este país en 2004 por el presidente Luiz Inácio Lula de Silva, acompañado de casi 400 empresarios brasileños. Algunas empresas importantes de la región ya se han instalado en Brasil, como es el caso de Embraer, fabricante brasileño de aviones, que vende y fabrica en China aviones de propulsión a chorro, o de Marcopolo, otra empresa brasileña, fabricante de chasis de autobuses, que piensa montar una planta en el país asiático. Ambas empresas continuaron el camino iniciado por Embraco, que fue el primero en instalar una planta en Beijing en 1995. Diez años más tarde le siguió Weg, fabricante de motores, que montó en China la primera planta de propiedad íntegramente brasileña. A su vez, el fabricante de acero Gerdau anunció la adquisición de una planta siderúrgica china, mientras que la empresa belga-brasileña Inbev adquirió una fábrica local de cerveza.
* Jorge Blázquez-Lidoy, Oficina Económica del Presidente, España Javier Rodríguez, Economista, Departamento de Mercados Globales, Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) y Javier Santiso, Economista Jefe y Director Adjunto, Centro de Desarrollo, Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)