Argentina y Chile frente a los desafíos comerciales del Sudeste Asiático
Las perspectivas de crecimiento de la economía mundial para los próximos años ya no se centran en los países desarrollados sino en el eje Asia-Pacífico, con China e India a la cabeza de las proyecciones. Durante el seminario organizado por el Departamento Económico de la Emb de Chile - Prochile y la Fundación Standard Bank, el lic. Dante Sica se refirió a las oportunidades que se le presentan a Argentina y Chile de cara al nuevo panorama global en materia de comercio. Se estima que en los próximos cinco años el producto bruto de todo el mundo crecerá en un promedio del 4,5%. Pero mientras las economías más avanzadas lo harán en el orden del 2,2%, China y los países emergentes crecerán en torno al 6,6%. Para 2015, el mundo desarrollado aportará sólo el 35% del crecimiento global estimado, y el impulso de la actividad económica estará liderado por países como China, India y Brasil.
Esto consolidaría una tendencia que se ha venido afianzando desde fines de los años 90 y que se ha acelerado a la salida de la crisis internacional del 2009, señaló el director de la consultora Abeceb en su presentación.
Este crecimiento, que supone un fenomenal aumento de la demanda interna en el mencionado grupo de países, se explica en gran medida por la incorporación a las capas medias de amplias franjas de población. Mientras que en la actualidad sólo un 28% de la población de Asia forma parte de la clase media, se espera que para 2030 la cifra alcance al 66% de sus habitantes. Como contrapartida, tanto la región del NAFTA como Europa presentan perspectivas de estancamiento económico para los próximos años. Este cambio estructural en lo que hace al crecimiento del producto mundial producirá necesariamente la modificación de los patrones comerciales, situación que reviste particular importancia para los países de América de Latina con respecto a sus posibilidades de desarrollo.
El ascenso de la región Asia-Pacífico conlleva un especial interés para el conjunto de nuestros países, y en particular para Chile y Argentina. En efecto, se prefigura para ambas regiones una asociación simbiótica entre un bloque demandante y otro productor con capacidad de proveerlo en óptimas condiciones de calidad y competitividad. En este sentido, señaló Sica, la complementariedad argentino-chilena resulta fundamental para llegar a abastecer a un mercado que será preponderante en el mediano y largo plazo, pese a la aparente volatilidad que puede presentarse en la coyuntura, todavía signada por los coletazos de la crisis.
Con respecto a la manera en que Argentina y Chile llegan a este nuevo escenario, el director de abeceb destaca el creciente, aunque disímil, desempeño exportador de ambos países. El mejor perfil de Chile en este aspecto, evidenciado en el mayor incremento relativo de sus exportaciones (aunque siempre en menor volumen relativo) en comparación con Argentina, se explica en parte por los ventajosos precios de los commodities industriales durante el período previo a la crisis de 2009. Sin embargo, estas diferencias no opacan el hecho fundamental de que ambos países comparten una misma matriz exportadora, caracterizada por un alto de grado de primarización, que en el caso argentino implica la preeminencia del sector oleaginoso y en el de Chile la del cobre.
Los principales compradores de productos argentinos se encuentran en la región del Mercosur, que también ha representado la mayor tasa de crecimiento para nuestras exportaciones en el período 2003-2008. En ese mismo lapso, la región Asia-Pacífico ha ido ganando importancia para Argentina, convirtiéndose en el tercer destino para su comercio exterior y ocupando el segundo lugar en lo que respecta a tasa de expansión. Para Chile, en cambio, esta región constituye ya la más importante en materia de exportación, tanto en magnitud como en crecimiento relativo.
Más específicamente en relación con China, se destaca que su presencia en América Latina ha aumentado tanto a nivel de las exportaciones como de las importaciones, visualizándose incluso una creciente participación en términos de flujo de inversiones hacia la región, en lo que constituye una etapa posterior a la apertura de nuevos mercados.
Así como la primarización es el rasgo común y esencial de Chile y Argentina en lo que hace a sus exportaciones hacia China, las importaciones de ambos países provenientes del gigante asiático corresponden fundamentalmente a manufacturas de origen industrial. En este orden, el licenciado Sica llamó la atención sobre el hecho de que Chile importa desde China alrededor de 1300 millones de dólares en calzado y textiles, bienes que la Argentina podría estar en condiciones de ofrecer satisfactoriamente si mejorara sus estándares de calidad y si se avanzara en el proceso de integración comercial entre los dos países.
Argentina y Chile siguieron caminos muy diferentes en materia de integración comercial. Mientras que Chile tiene firmados Tratados de Libre Comercio con más del 70% del PBI mundial, Argentina prácticamente no posee ningún TLC, a excepción de unos pocos convenios que comparte también con Chile. Estas diferencias en la estructura comercial de ambos países han dado lugar a respuestas disímiles frente a la crisis mundial de 2009, ya que mientras Argentina apeló a la administración de su comercio exterior, Chile careció de esta posibilidad y se focalizó exclusivamente en el aumento de la demanda interna a través del fondo anticíclico. Estos patrones diferenciados habrían reducido la competitividad de las exportaciones argentinas destinadas a Chile, siendo una de las razones por las cuales éstas se han mantenido relativamente estancadas.
A partir de los variados elementos de diferenciación y convergencia entre sus economías, Argentina y Chile se enfrentan al desafío de avanzar en estrategias de complementación. Sólo así les resultará posible beneficiarse con las posibilidades que se abren en el nuevo contexto del comercio internacional, caracterizado por el ascenso de los países emergentes. En este sentido, resulta fundamental la integración de cadenas productivas que permitan realizar las potencialidades y aprovechar las ventajas propias de cada país. Chile puede erigirse en una plataforma de acceso a los mercados, dada su apertura y facilidades comerciales, mientras que Argentina puede aportar su mayor grado de desarrollo y capacidad industrial. Para que esto sea posible, resulta indispensable invertir en la integración física binacional tanto como en el mejoramiento de los puertos chilenos, dotándolos de una mayor capacidad que permita viabilizar a través de ellos la producción del interior argentino. Los sostenidos y persistentes equilibrios fiscal y comercial de ambas naciones, que se destacan en el orden macroeconómico, constituyen condiciones favorables para el desarrollo de este tipo de proyectos. Sin embargo, como también señaló el licenciado Sica, la precondición más importante para fortalecer los lazos comerciales está dada por los avances efectivos en materia de integración de política.
Este crecimiento, que supone un fenomenal aumento de la demanda interna en el mencionado grupo de países, se explica en gran medida por la incorporación a las capas medias de amplias franjas de población. Mientras que en la actualidad sólo un 28% de la población de Asia forma parte de la clase media, se espera que para 2030 la cifra alcance al 66% de sus habitantes. Como contrapartida, tanto la región del NAFTA como Europa presentan perspectivas de estancamiento económico para los próximos años. Este cambio estructural en lo que hace al crecimiento del producto mundial producirá necesariamente la modificación de los patrones comerciales, situación que reviste particular importancia para los países de América de Latina con respecto a sus posibilidades de desarrollo.
El ascenso de la región Asia-Pacífico conlleva un especial interés para el conjunto de nuestros países, y en particular para Chile y Argentina. En efecto, se prefigura para ambas regiones una asociación simbiótica entre un bloque demandante y otro productor con capacidad de proveerlo en óptimas condiciones de calidad y competitividad. En este sentido, señaló Sica, la complementariedad argentino-chilena resulta fundamental para llegar a abastecer a un mercado que será preponderante en el mediano y largo plazo, pese a la aparente volatilidad que puede presentarse en la coyuntura, todavía signada por los coletazos de la crisis.
Con respecto a la manera en que Argentina y Chile llegan a este nuevo escenario, el director de abeceb destaca el creciente, aunque disímil, desempeño exportador de ambos países. El mejor perfil de Chile en este aspecto, evidenciado en el mayor incremento relativo de sus exportaciones (aunque siempre en menor volumen relativo) en comparación con Argentina, se explica en parte por los ventajosos precios de los commodities industriales durante el período previo a la crisis de 2009. Sin embargo, estas diferencias no opacan el hecho fundamental de que ambos países comparten una misma matriz exportadora, caracterizada por un alto de grado de primarización, que en el caso argentino implica la preeminencia del sector oleaginoso y en el de Chile la del cobre.
Los principales compradores de productos argentinos se encuentran en la región del Mercosur, que también ha representado la mayor tasa de crecimiento para nuestras exportaciones en el período 2003-2008. En ese mismo lapso, la región Asia-Pacífico ha ido ganando importancia para Argentina, convirtiéndose en el tercer destino para su comercio exterior y ocupando el segundo lugar en lo que respecta a tasa de expansión. Para Chile, en cambio, esta región constituye ya la más importante en materia de exportación, tanto en magnitud como en crecimiento relativo.
Más específicamente en relación con China, se destaca que su presencia en América Latina ha aumentado tanto a nivel de las exportaciones como de las importaciones, visualizándose incluso una creciente participación en términos de flujo de inversiones hacia la región, en lo que constituye una etapa posterior a la apertura de nuevos mercados.
Así como la primarización es el rasgo común y esencial de Chile y Argentina en lo que hace a sus exportaciones hacia China, las importaciones de ambos países provenientes del gigante asiático corresponden fundamentalmente a manufacturas de origen industrial. En este orden, el licenciado Sica llamó la atención sobre el hecho de que Chile importa desde China alrededor de 1300 millones de dólares en calzado y textiles, bienes que la Argentina podría estar en condiciones de ofrecer satisfactoriamente si mejorara sus estándares de calidad y si se avanzara en el proceso de integración comercial entre los dos países.
Argentina y Chile siguieron caminos muy diferentes en materia de integración comercial. Mientras que Chile tiene firmados Tratados de Libre Comercio con más del 70% del PBI mundial, Argentina prácticamente no posee ningún TLC, a excepción de unos pocos convenios que comparte también con Chile. Estas diferencias en la estructura comercial de ambos países han dado lugar a respuestas disímiles frente a la crisis mundial de 2009, ya que mientras Argentina apeló a la administración de su comercio exterior, Chile careció de esta posibilidad y se focalizó exclusivamente en el aumento de la demanda interna a través del fondo anticíclico. Estos patrones diferenciados habrían reducido la competitividad de las exportaciones argentinas destinadas a Chile, siendo una de las razones por las cuales éstas se han mantenido relativamente estancadas.
A partir de los variados elementos de diferenciación y convergencia entre sus economías, Argentina y Chile se enfrentan al desafío de avanzar en estrategias de complementación. Sólo así les resultará posible beneficiarse con las posibilidades que se abren en el nuevo contexto del comercio internacional, caracterizado por el ascenso de los países emergentes. En este sentido, resulta fundamental la integración de cadenas productivas que permitan realizar las potencialidades y aprovechar las ventajas propias de cada país. Chile puede erigirse en una plataforma de acceso a los mercados, dada su apertura y facilidades comerciales, mientras que Argentina puede aportar su mayor grado de desarrollo y capacidad industrial. Para que esto sea posible, resulta indispensable invertir en la integración física binacional tanto como en el mejoramiento de los puertos chilenos, dotándolos de una mayor capacidad que permita viabilizar a través de ellos la producción del interior argentino. Los sostenidos y persistentes equilibrios fiscal y comercial de ambas naciones, que se destacan en el orden macroeconómico, constituyen condiciones favorables para el desarrollo de este tipo de proyectos. Sin embargo, como también señaló el licenciado Sica, la precondición más importante para fortalecer los lazos comerciales está dada por los avances efectivos en materia de integración de política.
Gustavo Sánchez