Barrio amigable, inserción multipolar y empresas con interesas ofensivos
Tres condiciones sobresalen para una estrategia de inserción internacional exitosa de la Argentina en un mundo en el que se combinan, como siempre, buenas y malas noticias – a través de hechos cargados de futuro - que hay que saber diagnosticar en sus impactos inmediatos pero, sobre todo, en los de mediano y largo alcance. La primera es la creación de un entorno regional de paz y estabilidad política, donde predomine la lógica de la integración por sobre la de la fragmentación y el conflicto. Santo Domingo puso de manifiesto una de las funciones que pueden cumplir las Cumbres Presidenciales a fin de facilitar que en un entorno regional determinado predomine el diálogo en lugar de la violencia. La segunda es un pleno aprovechamiento de las múltiples opciones que se presentan a escala global, como consecuencia del acortamiento de todo tipo de distancias; y un sector empresario en el país, que constituyaun núcleo duro mínimo de empresas con intereses ofensivos. Los recienes desarrollos que se dan en cada una de estas tres condiciones son analizados por el profesor Félix Peña en su último trabajo, editado en www.felixpena.com.ar , y que se reproduce a continuación.
Al menos tres condiciones sobresalen para una estrategia de inserción internacional de la Argentina, que permita aprovechar un escenario global en profunda transformación, pero cuyo balance de desafíos y oportunidades, de combinación de buenas y malas noticias, de ser bien interpretado, puede ser favorable al desarrollo del país. Es un ejercicio de interpretación para el que se requiere identificar y analizar hechos cargados de futuro, dentro del cúmulo de información que a diario se produce.
Tales condiciones son,
• la creación de un entorno regional de paz y estabilidad política, donde predomine la lógica de la integración por sobre la de la fragmentación y el conflicto – o sea, un barrio de calidad o amigable -;
• un pleno aprovechamiento de las múltiples opciones que se presentan a escala global, como consecuencia del acortamiento de todo tipo de distancias, no sólo las físicas, así como por la creciente redistribución del poder mundial – o sea, una inserción externa multipolar -, y
• un sector empresario en el país, en el que predominen visiones estratégicas de largo plazo, a fin de poder proyectar al mundo su capacidad, existente o a desarrollar, de producir bienes y de prestar de servicios – o sea, un núcleo duro mínimo de empresas con intereses ofensivos -.
En cuanto a la primera condición, cabe destacar que por mucho tiempo, el entorno externo regional de la Argentina estaba esencialmente limitado a los países del denominado Cono Sur. En los últimos años ello ha cambiado. Muchos factores están contribuyendo a tal mutación, entre otros, el acortamiento de las distancias físicas y la energía.
Ha vuelto a surgir América del Sur como un subsistema político internacional diferenciado. Diferenciado, pero con bordes difusos, ya que en muchas cuestiones no puede ser distinguido del más amplio de América Latina y del Caribe.
La transición ya iniciada en el régimen político de Cuba, probablemente pondrá esto en evidencia durante un tiempo que incluso puede ser prolongado. Son tales bordes difusos los que explican, por lo demás, el papel protagónico que en muchos casos puede desempeñar México en cuestiones relacionadas con el espacio sudamericano.
Hechos recientes han vuelto a poner de manifiesto la relevancia del entorno externo sudamericano – incluso en su dimensión latinoamericana más amplia -. Se reflejaron en la Cumbre del Grupo Río en Santo Domingo, el viernes 7 de marzo y en los acontecimientos que la precedieron. Se la ha calificado de histórica y esta vez sí ha merecido tal calificativo – muchas veces objeto de un uso abusivo en el ejercicio de las diplomacias de “efectos especiales” -.
Ha merecido tal calificativo pues contribuyó a desmantelar, al menos temporalmente, un engranaje conflictivo que por ser confuso, podría haber escapado al control de sus principales protagonistas, que esta vez eran Colombia, Ecuador y Venezuela y, en cierta medida, también Nicaragua.
El desenlace producido en esta reunión, fue en buena medida la resultante de una diplomacia silenciosa de alto nivel, realizada antes y durante la Cumbre, por países como la Argentina, Brasil y Chile, y también por México y República Dominicana, este último como país sede de la Cumbre.
En efecto, en Santo Domingo el Grupo Río logró encontrar su función original que es precisamente, la de ejercer una mediación colectiva en la dilución y en lo posible, en la solución de conflictos que envuelvan a un grupo de países de la región, pero con claros efectos de derrame sobre el resto. Como derivación del Grupo Contadora, su prestigio inicial se nutrió de su papel relevante en el encauzamiento primero y en la solución luego, de la violencia que dominaba en los años ochenta en la región centroamericana.
Pero el calificativo de histórico, esta vez, también ha tenido que ver con la comunicación directa que la Cumbre de Santo Domingo permitió entablar – aparentemente por su iniciativa de su Presidente, el Jefe de Estado de República Dominicana -, entre los líderes políticos allí presentes y sus respectivas opiniones públicas.
Fue precisamente el hecho que una parte muy sustancial de los por momentos muy duros debates, fuera transmitida en vivo y directo por los canales de televisión, lo que le dio a esta Cumbre una característica inédita, casi como una especie de Senado virtual latinoamericano (ver al respecto nuestro artículo titulado “El valor de las Cumbres para el diálogo directo entre dirigentes políticos”, en el diario El Cronista, del 11 de marzo 2008).
Los ciudadanos de muchos de nuestros países, pudieron observar así como el arte de la conversación pacífica incluso con elementos emocionales, en el decir de Andrés Ortega en su reciente y estimulante libro, lograba erosionar la tendencia manifiesta a conversaciones por medio de la violencia, reflejada en las invocaciones – quizás más mediáticas que reales – a hipotéticos hechos de guerra que hubieran envuelto a Colombia, Ecuador y Venezuela (ver el libro de Andrés Ortega, “La fuerza de los pocos”, especialmente, sus páginas 301 y siguientes, citado más adelante en la sección “Lecturas recomendadas de publicaciones recientes” de este Newsletter,).
Pero también pudieron observar – en vivo y en directo, sin intermediarios - exteriorizaciones de fracturas y disonancias que están por momentos emergiendo en el escenario sudamericano y en el más amplio latinoamericano, muchas de ellas con raíces en la historia larga de la región, pero también en la más inmediata.
Santo Domingo puso de manifiesto además, una de las tres posibles funciones que pueden cumplir las Cumbres Presidenciales a fin de facilitar que en un entorno regional determinado predomine el diálogo – aunque sea duro – y la racionalidad, en lugar de la violencia.
Una función posible, es precisamente la de facilitar el desmantelamiento en situaciones concretas de conflictos agudos, de marcadas tendencias al predominio de la lógica de la fragmentación. Ello se puede lograr gracias al alto nivel político – el máximo imaginable - de los participantes en tales Cumbres.
Otra función, es la de reafirmar identidades colectivas en espacios geográficos o culturales diferenciados. Lo logran por el sólo hecho que tales Cumbres se realicen, pero en la medida que sus conclusiones no sean meramente declarativas. Es decir, en la medida que efectivamente que ellas estuvieren orientadas a fijar hojas de ruta para el trabajo conjunto entre países pertenecientes al respectivo espacio. Es lo que puede considerarse que han logrado más recientemente las Cumbres Iberoamericanas. Es el desafío que tiene por delante la Cumbre ALC-UE a realizarse en mayo próximo en Lima.
Y la otra función posible, es la de brindar impulso político a acuerdos regionales establecidos para la integración multinacional entre dos o más países. Es el caso de las Cumbres del Mercosur. Aunque de ellas no siempre sea factible percibir a simple vista, cuál es el impulso político logrado.
La segunda condición a mencionar es la de la inserción externa multipolar de la Argentina. Implica el desarrollo de una estrategia orientada a aprovechar todas las opciones que se están abriendo hoy en el mundo, especialmente, para el comercio exterior del país y como fuentes de inversiones directas y de progreso técnico.
Muchos hechos reflejan en la mayoría países del mundo tal estrategia multipolar. Que además suele ser daltónica. Esto es, no siempre distingue colores ideológicos o culturales.
Es una estrategia que se vería facilitada si la Rueda Doha, de ser concluida este año permitiera, además de lograr los resultados previstos en su agenda, el fortalecer la Organización Mundial del Comercio (OMC), como un ámbito institucional multilateral global eficaz. Por el momento todo indica que será difícil que la Rueda Doha concluya este año (ver al respecto Bridges Trade News Digest, publicación periódica del ITSDC, vol. 12, number 8 , 5 March 2008). En sí mismo, ello no sería un obstáculo ni algo negativo.
Pero sí lo sería si trajera como consecuencia, un debilitamiento del sistema de la OMC en su función de asegurar reglas de juego que faciliten el comercio internacional, en condiciones de igualdad de oportunidades que, a su vez, contemplen los intereses de los países en desarrollo y de los que, como el nuestro, se distinguen por su eficiencia en la producción de alimentos y de otros bienes agrícolas.
En la agenda inmediata, la suerte de la Rueda Doha sigue ocupando un lugar prioritario para los negociadores. Pero si finalmente se tornara evidente que ella no pudiera concluirse este año, tal hecho podría sin embargo, contribuir a lograr avances en un frente importante para la diversificación de la inserción externa del país – y de sus socios en el Mercosur – cual es el de las relaciones bi-regionales con la Unión Europea (ver al respecto la entrevista a Gustavo Martín Prada, Embajador de la Unión Europea en la Argentina, en el diario Clarín, sección Economía, del domingo 2 de marzo de 2008).
Tales avances podrían resultar de una decisión política de revalorizar el Acuerdo Marco de Cooperación Interregional, firmado por el Mercosur con la Unión Europea en Madrid en 1995. Hemos señalado en otras oportunidades que tal instrumento, por cierto que aún formalmente vigente, brinda elementos útiles para trazar, si así se quisiera, una nutrida agenda de trabajo en el marco de sus artículos 11 a 18, incluso con fuerte participación de las empresas que están más interesadas en los flujos de comercio e inversión entre ambas regiones (ver al respecto nuestro artículo titulado “La Cumbre Eurolatinoamericana de Lima”, publicado en el Suplemento Comercio Exterior del diario La Nación, del martes 26 de febrero de 2008, así como el análisis contenido en este Newsletter del mes de octubre 2007).
También podría resultar de la intensificación del desarrollo de las relaciones del Mercosur con economías emergentes, incluyendo los países de la ASEAN, cuyas metodologías deberían ser atentamente consideradas en la región (ver al respecto nuestro artículo “Lo que el Mercosur puede aprender de la ASEAN”, publicado en el diario El Cronista, del 12 de febrero de 2008). Un reciente viaje del Canciller del Brasil a Singapur y a Vietnam, apunta en tal dirección.
Y, finalmente, la tercera condición es la del protagonismo de empresas con intereses ofensivos. Esto es un número mínimo de empresas que operan en un país y que están en condiciones de trazar y sostener en el tiempo, una estrategia activa de inserción internacional.
Un hecho reciente cargado de futuro al respecto, lo constituye la asociación de una empresa del país, el Grupo Los Grobos (GLG), con capitales brasileños a fin de ampliar la proyección de modelo de gestión en el sector agrícola a ese país y a otros países del mundo. Al anunciar el acuerdo, Gustavo Grobocopatel Presidente de GLG señaló que “en Brasil potenciaremos compañías que provean servicios para la originación de materias primas, sistemas de gestión de la producción agrícola y nos integraremos en las cadenas de valor de los principales granos (ver al respecto http://www.losgrobo.com.ar/newsletter_brasil.asp).
Tal protagonismo empresario en la definición de las estrategias de inserción externa de un país, puede ilustrarse con otro hecho, como es el del reciente estudio que ha publicado y difundido en su página Web, la Confederación de Industria del Brasil (www.cni.org.br). En forma pormenorizada se analizan y evalúan allí los intereses empresarios del Brasil en América del Sur, formulándose recomendaciones concretas orientadas a incidir sobre políticas públicas y estrategias negociadoras del país (ver la información sobre el estudio mencionado en la sección “Lecturas recomendadas de publicaciones recientes” de este Newsletter).
Son las mencionadas más arriba, tres condiciones sobre las cuales se podrán seguir observando en el futuro, desarrollos que deberán ser tenidos muy en cuenta por los empresarios del país que aspiran a proyectarse en forma sostenible en los mercados regionales y globales.
Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, y del Módulo Jean Monnet y del Núcleo Interdisciplinario de Estudios Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).
Tales condiciones son,
• la creación de un entorno regional de paz y estabilidad política, donde predomine la lógica de la integración por sobre la de la fragmentación y el conflicto – o sea, un barrio de calidad o amigable -;
• un pleno aprovechamiento de las múltiples opciones que se presentan a escala global, como consecuencia del acortamiento de todo tipo de distancias, no sólo las físicas, así como por la creciente redistribución del poder mundial – o sea, una inserción externa multipolar -, y
• un sector empresario en el país, en el que predominen visiones estratégicas de largo plazo, a fin de poder proyectar al mundo su capacidad, existente o a desarrollar, de producir bienes y de prestar de servicios – o sea, un núcleo duro mínimo de empresas con intereses ofensivos -.
En cuanto a la primera condición, cabe destacar que por mucho tiempo, el entorno externo regional de la Argentina estaba esencialmente limitado a los países del denominado Cono Sur. En los últimos años ello ha cambiado. Muchos factores están contribuyendo a tal mutación, entre otros, el acortamiento de las distancias físicas y la energía.
Ha vuelto a surgir América del Sur como un subsistema político internacional diferenciado. Diferenciado, pero con bordes difusos, ya que en muchas cuestiones no puede ser distinguido del más amplio de América Latina y del Caribe.
La transición ya iniciada en el régimen político de Cuba, probablemente pondrá esto en evidencia durante un tiempo que incluso puede ser prolongado. Son tales bordes difusos los que explican, por lo demás, el papel protagónico que en muchos casos puede desempeñar México en cuestiones relacionadas con el espacio sudamericano.
Hechos recientes han vuelto a poner de manifiesto la relevancia del entorno externo sudamericano – incluso en su dimensión latinoamericana más amplia -. Se reflejaron en la Cumbre del Grupo Río en Santo Domingo, el viernes 7 de marzo y en los acontecimientos que la precedieron. Se la ha calificado de histórica y esta vez sí ha merecido tal calificativo – muchas veces objeto de un uso abusivo en el ejercicio de las diplomacias de “efectos especiales” -.
Ha merecido tal calificativo pues contribuyó a desmantelar, al menos temporalmente, un engranaje conflictivo que por ser confuso, podría haber escapado al control de sus principales protagonistas, que esta vez eran Colombia, Ecuador y Venezuela y, en cierta medida, también Nicaragua.
El desenlace producido en esta reunión, fue en buena medida la resultante de una diplomacia silenciosa de alto nivel, realizada antes y durante la Cumbre, por países como la Argentina, Brasil y Chile, y también por México y República Dominicana, este último como país sede de la Cumbre.
En efecto, en Santo Domingo el Grupo Río logró encontrar su función original que es precisamente, la de ejercer una mediación colectiva en la dilución y en lo posible, en la solución de conflictos que envuelvan a un grupo de países de la región, pero con claros efectos de derrame sobre el resto. Como derivación del Grupo Contadora, su prestigio inicial se nutrió de su papel relevante en el encauzamiento primero y en la solución luego, de la violencia que dominaba en los años ochenta en la región centroamericana.
Pero el calificativo de histórico, esta vez, también ha tenido que ver con la comunicación directa que la Cumbre de Santo Domingo permitió entablar – aparentemente por su iniciativa de su Presidente, el Jefe de Estado de República Dominicana -, entre los líderes políticos allí presentes y sus respectivas opiniones públicas.
Fue precisamente el hecho que una parte muy sustancial de los por momentos muy duros debates, fuera transmitida en vivo y directo por los canales de televisión, lo que le dio a esta Cumbre una característica inédita, casi como una especie de Senado virtual latinoamericano (ver al respecto nuestro artículo titulado “El valor de las Cumbres para el diálogo directo entre dirigentes políticos”, en el diario El Cronista, del 11 de marzo 2008).
Los ciudadanos de muchos de nuestros países, pudieron observar así como el arte de la conversación pacífica incluso con elementos emocionales, en el decir de Andrés Ortega en su reciente y estimulante libro, lograba erosionar la tendencia manifiesta a conversaciones por medio de la violencia, reflejada en las invocaciones – quizás más mediáticas que reales – a hipotéticos hechos de guerra que hubieran envuelto a Colombia, Ecuador y Venezuela (ver el libro de Andrés Ortega, “La fuerza de los pocos”, especialmente, sus páginas 301 y siguientes, citado más adelante en la sección “Lecturas recomendadas de publicaciones recientes” de este Newsletter,).
Pero también pudieron observar – en vivo y en directo, sin intermediarios - exteriorizaciones de fracturas y disonancias que están por momentos emergiendo en el escenario sudamericano y en el más amplio latinoamericano, muchas de ellas con raíces en la historia larga de la región, pero también en la más inmediata.
Santo Domingo puso de manifiesto además, una de las tres posibles funciones que pueden cumplir las Cumbres Presidenciales a fin de facilitar que en un entorno regional determinado predomine el diálogo – aunque sea duro – y la racionalidad, en lugar de la violencia.
Una función posible, es precisamente la de facilitar el desmantelamiento en situaciones concretas de conflictos agudos, de marcadas tendencias al predominio de la lógica de la fragmentación. Ello se puede lograr gracias al alto nivel político – el máximo imaginable - de los participantes en tales Cumbres.
Otra función, es la de reafirmar identidades colectivas en espacios geográficos o culturales diferenciados. Lo logran por el sólo hecho que tales Cumbres se realicen, pero en la medida que sus conclusiones no sean meramente declarativas. Es decir, en la medida que efectivamente que ellas estuvieren orientadas a fijar hojas de ruta para el trabajo conjunto entre países pertenecientes al respectivo espacio. Es lo que puede considerarse que han logrado más recientemente las Cumbres Iberoamericanas. Es el desafío que tiene por delante la Cumbre ALC-UE a realizarse en mayo próximo en Lima.
Y la otra función posible, es la de brindar impulso político a acuerdos regionales establecidos para la integración multinacional entre dos o más países. Es el caso de las Cumbres del Mercosur. Aunque de ellas no siempre sea factible percibir a simple vista, cuál es el impulso político logrado.
La segunda condición a mencionar es la de la inserción externa multipolar de la Argentina. Implica el desarrollo de una estrategia orientada a aprovechar todas las opciones que se están abriendo hoy en el mundo, especialmente, para el comercio exterior del país y como fuentes de inversiones directas y de progreso técnico.
Muchos hechos reflejan en la mayoría países del mundo tal estrategia multipolar. Que además suele ser daltónica. Esto es, no siempre distingue colores ideológicos o culturales.
Es una estrategia que se vería facilitada si la Rueda Doha, de ser concluida este año permitiera, además de lograr los resultados previstos en su agenda, el fortalecer la Organización Mundial del Comercio (OMC), como un ámbito institucional multilateral global eficaz. Por el momento todo indica que será difícil que la Rueda Doha concluya este año (ver al respecto Bridges Trade News Digest, publicación periódica del ITSDC, vol. 12, number 8 , 5 March 2008). En sí mismo, ello no sería un obstáculo ni algo negativo.
Pero sí lo sería si trajera como consecuencia, un debilitamiento del sistema de la OMC en su función de asegurar reglas de juego que faciliten el comercio internacional, en condiciones de igualdad de oportunidades que, a su vez, contemplen los intereses de los países en desarrollo y de los que, como el nuestro, se distinguen por su eficiencia en la producción de alimentos y de otros bienes agrícolas.
En la agenda inmediata, la suerte de la Rueda Doha sigue ocupando un lugar prioritario para los negociadores. Pero si finalmente se tornara evidente que ella no pudiera concluirse este año, tal hecho podría sin embargo, contribuir a lograr avances en un frente importante para la diversificación de la inserción externa del país – y de sus socios en el Mercosur – cual es el de las relaciones bi-regionales con la Unión Europea (ver al respecto la entrevista a Gustavo Martín Prada, Embajador de la Unión Europea en la Argentina, en el diario Clarín, sección Economía, del domingo 2 de marzo de 2008).
Tales avances podrían resultar de una decisión política de revalorizar el Acuerdo Marco de Cooperación Interregional, firmado por el Mercosur con la Unión Europea en Madrid en 1995. Hemos señalado en otras oportunidades que tal instrumento, por cierto que aún formalmente vigente, brinda elementos útiles para trazar, si así se quisiera, una nutrida agenda de trabajo en el marco de sus artículos 11 a 18, incluso con fuerte participación de las empresas que están más interesadas en los flujos de comercio e inversión entre ambas regiones (ver al respecto nuestro artículo titulado “La Cumbre Eurolatinoamericana de Lima”, publicado en el Suplemento Comercio Exterior del diario La Nación, del martes 26 de febrero de 2008, así como el análisis contenido en este Newsletter del mes de octubre 2007).
También podría resultar de la intensificación del desarrollo de las relaciones del Mercosur con economías emergentes, incluyendo los países de la ASEAN, cuyas metodologías deberían ser atentamente consideradas en la región (ver al respecto nuestro artículo “Lo que el Mercosur puede aprender de la ASEAN”, publicado en el diario El Cronista, del 12 de febrero de 2008). Un reciente viaje del Canciller del Brasil a Singapur y a Vietnam, apunta en tal dirección.
Y, finalmente, la tercera condición es la del protagonismo de empresas con intereses ofensivos. Esto es un número mínimo de empresas que operan en un país y que están en condiciones de trazar y sostener en el tiempo, una estrategia activa de inserción internacional.
Un hecho reciente cargado de futuro al respecto, lo constituye la asociación de una empresa del país, el Grupo Los Grobos (GLG), con capitales brasileños a fin de ampliar la proyección de modelo de gestión en el sector agrícola a ese país y a otros países del mundo. Al anunciar el acuerdo, Gustavo Grobocopatel Presidente de GLG señaló que “en Brasil potenciaremos compañías que provean servicios para la originación de materias primas, sistemas de gestión de la producción agrícola y nos integraremos en las cadenas de valor de los principales granos (ver al respecto http://www.losgrobo.com.ar/newsletter_brasil.asp).
Tal protagonismo empresario en la definición de las estrategias de inserción externa de un país, puede ilustrarse con otro hecho, como es el del reciente estudio que ha publicado y difundido en su página Web, la Confederación de Industria del Brasil (www.cni.org.br). En forma pormenorizada se analizan y evalúan allí los intereses empresarios del Brasil en América del Sur, formulándose recomendaciones concretas orientadas a incidir sobre políticas públicas y estrategias negociadoras del país (ver la información sobre el estudio mencionado en la sección “Lecturas recomendadas de publicaciones recientes” de este Newsletter).
Son las mencionadas más arriba, tres condiciones sobre las cuales se podrán seguir observando en el futuro, desarrollos que deberán ser tenidos muy en cuenta por los empresarios del país que aspiran a proyectarse en forma sostenible en los mercados regionales y globales.
Félix Peña es Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, y del Módulo Jean Monnet y del Núcleo Interdisciplinario de Estudios Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF).
Félix Peña