CAFTA y nueva estrategia comercial estadounidense

En el contexto de un proceso de militarización de las relaciones internacionales, Estados Unidos complejiza su política hemisférica en relación con América latina. Después del punto de inflexión del 11 de septiembre de 2001, este país diversifica su estrategia comercial y de seguridad en la región, explica Emilio Taddei, coordinador académico del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Si el eje priorizado hasta ese momento, había sido el del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) como un ámbito de negociaciones multilaterales, a partir de ese año, la mayor economía del continente adosará una estrategia de negociación de tratados de libre comercio en forma bilateral - bajo el formato “1+1” ((Chile), o con bloques de países. El caso más emblemático en ese sentido es el acuerdo recientemente firmado con Centroamérica, el CAFTA. Incluye a la mayor parte de los países centroamericanos, lo que significa, en términos de estrategia estadounidense, un paso muy fuerte en la consolidación del Area de Libre Comercio. El resultado –sostiene Taddei- estará en directa relación con la vulnerabilidad de estas pequeñas economías frente a la competitiva producción estadounidense.


¿Cómo caracterizaría la actual etapa en las negociaciones regionales de integración, en momentos en que está reunido el Comité de Negociaciones del ALCA en la ciudad mexicana de Puebla?

Con relación al tema de la política comercial norteamericana, creo que a partir del 11 de septiembre de 2001 hay un punto de inflexión donde -en el contexto de un proceso de militarización de las relaciones internacionales-, Estados Unidos (EUU) complejiza o diversifica su estrategia comercial y de seguridad, en su política hemisférica en relación con América Latina. ¿Qué significa esta complejización de la estrategia comercial? Fundamentalmente, el eje que se había priorizado hasta el 2001 era el eje del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) como un ámbito de negociaciones multilaterales. Y a partir del año 2001, creo que previendo y como respuesta al cambio de la situación política y social en América Latina, donde empieza a haber una situación mucho más explosiva que se traduce en protestas sociales en casi todos los países -producto de la crisis que se expresa en la región-, EEUU decide cambiar su estrategia. Si bien seguir impulsando las negociaciones del ALCA, desarrollar al mismo tiempo una estrategia de negociación de tratados de libre comercio en forma bilateral, ya sea bajo el formato “1+1” como es el caso de Chile, o con bloques de países. El caso más emblemático en ese sentido es el acuerdo que se acaba de firmar con Centroamérica, el CAFTA (Central American Free Trade Agreement).

Este acuerdo fue refrendado en diciembre de 2003 por EEUU, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, y hace días lo acabó de suscribir Costa Rica, que había solicitado una prórroga en las negociaciones. Se trata de la mayor parte de los países centroamericanos, lo cual significa, en términos de la estrategia norteamericana, un paso muy fuerte en la consolidación del Area de Libre Comercio. En realidad, esta serie de acuerdos – a los que hay que sumar también el acuerdo con Chile, que entró en vigencia el 1 de enero de este año después de la aprobación del Senado chileno- contituyen pasos en la construcción del ALCA. Tenemos una estrategia de mantenimiento de las negociaciones multilaterales, ya sea a través de la cumbre de Ministros, de la Cumbre de las Américas, pero convive por otro lado con esta estrategia de negociación bilateral.

O sea, una estrategia de negociación bilateral permitiría avanzar más con unos países que con otros...

Exactamente, esto es una política de construcción de alianzas en el marco del ALCA. Como respuesta a esto, tenemos una activa política diplomática comercial, liderada por Brasil, que (y esto me parece interesante mencionarlo en relación a las campañas de resistencia al ALCA y al libre comercio en América Latina) no tiene en su formulación las mismas reivindicaciones que los movimientos sociales en América Latina, que sí han articulado campañas contra el Libre Comercio y contra el ALCA. En el fondo, la política diplomática brasileña -que Argentina acompaña-, tiene como principal expectativa, generar mejores condiciones de negociación en relación a EEUU. Poder contraponer al bloque hemisférico que la potencia está armando en América Latina, otro bloque que negocie mejores condiciones. ¿Pero mejores condiciones para quién? Si uno analiza el contenido de las negociaciones, en ningún momento el problema de la cuestión social aparece tratado, en realidad las tensiones se expresan en los niveles de la política de exportaciones y arancelaria. O sea, lo que está negociando la diplomacia de estos dos países pasa por mejores condiciones de acceso o de protección de algunos sectores de la economía, pero el mundo del trabajo no aparece en estas cuestiones.

Estuvimos hablando del CAFTA. El acuerdo Mercosur – CAN, de gran implicancia política, ¿qué incidencia tiene en las negociaciones del ALCA?

Creo que el acuerdo con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) en términos económicos, no va a tener gran impacto. En realidad, pienso que este acuerdo tiene como objetivo, fundamentalmente por parte de Brasil, garantizar la ampliación de un espacio vital para ciertas empresas de esa nacionalidad que quizás podrían instalarse en Perú. Pero en términos de impacto económico, hay que ver que en realidad, en el conjunto de los países latinoamericanos, si uno mira la composición de las exportaciones, el intercambio intra regiones es muy bajo. El principal mercado es el norteamericano. En ese sentido, creo que el acuerdo con la CAN tiene más bien carácter simbólico en relación con esta disputa y posicionamiento en las negociaciones con el ALCA. Para Argentina no va a tener realmente ningún impacto, a lo sumo puede tenerlo en Brasil, pero más que nada en la búsqueda de ampliar un espacio geográfico – económico para que las empresas brasileñas tengan mejores condiciones de competitividad-, lo mismo que el acuerdo del Mercosur con la India.

De todas formas creo que, así como están planteados, los acuerdos apuntan a garantizar mejores condiciones de desarrollo para sectores empresarios, pero vuelvo a repetir, aquí el problema es la evacuación permanente que hay sobre la discusión en torno a las condiciones sociales. Entonces, a nivel de los Estados, ¿cuál es la incidencia que esta estrategia va a tener en los sectores asalariados? Personalmente creo que en este modelo de integración, va a ser muy baja. En realidad, la incidencia que va a tener, y que se va a empezar a ver en Centroamérica rápidamente, es justamente la degradación del mercado de trabajo, fundamentalmente del sector agrícola.

Algo similar ocurrió en relación con México y el NAFTA.

El CAFTA (el acuerdo de libre comercio entre EEUU y Centro América) se firma a diez años de entrar en vigencia el NAFTA. Si uno realiza un balance del impacto del NAFTA en la economía mexicana, se ve que en el campo mexicano las consecuencias han sido devastadoras, esencialmente por dos factores. Por un lado la modificación del texto de la Constitución en México, que se hizo antes de la entrada en vigencia del NAFTA, que derogó la propiedad comunal de la tierra (ejido). Por otro lado la competitividad de los productos mexicanos, salvo algunos muy particulares, se vio afectada por toda la política de subsidios y las barreras arancelarias y para arancelarias estadounidenses.

¿Y a nivel industrial?

Bueno, a nivel industrial, en realidad, lo que promovió el NAFTA fue una estructura de desarrollo industrial basado en las maquilas, las montadoras, pero el valor agregado que eso ha incorporado a México es muy bajo; en realidad las maquilas son las empresas transnacionales norteamericanas y algunas asiáticas que se han instalado en México, con tecnología propia, es decir tecnología importada, y que basan su tasa de ganancia sobre una sobrexplotación de la mano de obra. Otro ingrediente, que no es menor, es la no libertad de circulación de la mano de obra entre los países que componen el NAFTA. Y eso se copia en el ALCA, porque lo interesante de ver es que todo se liberaliza menos la circulación de la mano de obra, porque todo el mundo sabe que se produciría una gran migración hacia EEUU.

En el caso de esta región, las economías centroamericanas son mucho más vulnerables que la economía mexicana, porque mal que mal México tenía y tiene ciertos sectores industriales desarrollados, pero Centroamérica es un gran “campo de cultivo”, el único sector fabril que existe es el de la industria ligada al sector agropecuario. Creo entonces que las consecuencias en Centro América se van a hacer sentir mucho más rápidamente que en el caso mexicano.

¿Cómo se está desarrollando el proceso de negociaciones del Mercosur con al ALCA? ¿Es posible alcanzar una situación de paridad en una negociación con la potencia económica regional?

De hecho, lo que es altamente alarmante es que en este mismo momento se está desarrollando la Cumbre en Puebla y no se sabe con certeza qué se está negociando, cuando una de las premisas en toda negociación político – comercial es justamente la transparencia. Después de la escalada de tensión que significó la cumbre de Miami, donde hubo un compromiso de partes, creo que el gobierno de Brasil contó con condiciones para ir mucho más allá de lo que fue. El desprestigio de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Cancún y de la política norteamericana en la región hubiera permitido avanzar mucho más que lo que se tradujo en el compromiso conocido como el ALCA “light”, que en realidad no es más que una tentativa por parte de Brasil de fijar ciertas condiciones para la penetración de ciertos productos brasileños en el mercado norteamericano. Por su parte, EEUU –gracias al terreno que cedió el Mercosur en las negociaciones- obtuvo una cuestión que no es menor, y que no figuraba antes en los acuerdos, que es la idea de que para no frenar el proceso, se puede avanzar bilateralmente, lo cual para su nueva estrategia es clave.

GB