Coordinación macro. Consenso político o asimetrías.
En un esquema de unión aduanera en el que no exista consenso político, los desajustes en la aplicación de políticas económicas en un país, serán inevitablemente trasladados a su socio, sostiene el economista Guillermo Vitelli en una entrevista concedida a Mercosur ABC. A lo largo de la historia del Mercosur, la aplicación de diferentes esquemas económicos en los socios mayores del bloque, llevó a desfasajes que, corregidos tardíamente, dejaron inevitables asimetrías. Desde la estructura de precios hasta el tratamiento del déficit fiscal fueron temas abordados por el investigador del CONICET, en un análisis que deja al descubierto otro problema a futuro: el éxito de la integración del Mercosur en el ALCA, dependerá de la creación de ámbitos de discusión de las desigualdades generadas por las políticas macroeconómicas. La existencia de redes de contención sectoriales, impedirá la discrecional aplicación de medidas por parte de los socios mayores, que puedan perjudicar al resto de los socios. “En la unión aduanera amplia, ganan todos. Pero tienen que tener eso, las redes de contención, los ámbitos de discusión de las desigualdades y los mecanismos institucionales para corregirlos”, asegura el economista.
En este sentido, es interesante mencionar lo que estoy desarrollando en un artículo en el que trato de estudiar el comportamiento macroeconómico de Brasil y Argentina operando en una unión aduanera o en un mercado común.
¿Qué ocurre cuando uno de los dos países aplica una política liberal. ¿Cuál es el efecto sobre el otro? Estas preguntas son para decidir si es necesaria la aplicación de la coordinación macro o el consenso desde políticas específicas.
La aplicación de una política monetarista en cualquiera de los dos derrama perturbaciones negativas en el otro, esa es la conclusión básica directa. Es lo que surge desde varios frentes. Por ejemplo, los neoclásicos o los teóricos clásicos, los monetaristas, dicen que la corrección del nivel de desempleo se produce a partir de una reducción del salario real. Si se reduce el salario real, obviamente va a haber empresas que van a tomar más empleo. Pero para bajar el salario real es necesario contar con un tipo de cambio estable de modo que el salario caiga en relación al tipo de cambio. De otra manera pierden sentido los cambios en los precios relativos.
Si es así, el país que aplica una política neoliberal, por ejemplo Brasil, corrigiendo el mercado laboral con caída de salario real, va a hacer que sus productos seas más baratos. En el esquema de la unión aduanera va a tener mayor capacidad de exportación al otro país de la unión, entonces el otro país absorberá el desempleo que está reduciendo él; es decir, la corrección del desempleo de Brasil se trasladará a su socio argentino. No es que los dos o uno de los dos corrija una situación, sino que el problema se traslada al otro.
Otra diferencia al aplicar políticas económicas de diferente raíz en uno y otro país, se puede apreciar a través del enfoque de temáticas como la del ahorro. Aquí es diferente el enfoque de los clásicos o neoclásicos por un lado, y el de los keynesianos por el otro. Para el primer grupo, se promoverá el crecimiento a través del ahorro. Los keynesianos sostienen que, por el contrario, hay que promover la inversión con la que se generarán recursos durante el proceso productivo, logrando recién después la generación de ahorro. Si se monta una empresa, y no se cuenta con ahorros, pero se toma un préstamo, los keynesianos asumen que con el flujo de ingresos que generará la empresa, de obtenerse rentabilidades positivas, se pagará el préstamo, generándose el ahorro luego de la inversión.
O sea, en el esquema keynesiano, la inversión está por delante del ahorro en el tiempo. Para los clásicos, en cambio, para generar los ingresos primero hay que poseer los ahorros. Para llegar a este objetivo habrá que aumentar la tasa de interés, de modo de incrementar la acumulación de depósitos en los bancos. Asimismo, el aumento de la tasa de interés captará ahorros del exterior. De este modo, de una u otra manera, el ahorro aumentará con el alza de una tasa de interés en la concepción de los neoclásicos.
Volviendo al caso de la relación entre los dos grandes socios del Mercosur. Si es así, si el otro país, por ejemplo Argentina, no aumenta su tasa de interés y aplica una política keynesiana, por ejemplo, de promoción de la inversión (y para promover la inversión hay que bajar la tasa de interés), los capitales líquidos argentinos fluirán a Brasil. Esto lleva a la conclusión de que uno de los socios no puede sostener una política keynesiana mientras el otro está aplicando una política monetarista, porque se generará otra asimetría. En este plano, el incremento del nivel de actividad a partir del incremento de la tasa de interés, se conseguirá también a costa del otro. La aplicación de una menor tasa de interés en Argentina no generará más que fuga de capitales líquidos y no generará incrementos de inversión. Esa es la otra disparidad que también aparece cuando se aplican políticas económicas de raíz diferente en un caso y en el otro.
¿Está usando algún ejemplo histórico en que se haya dado esa situación?
Las perturbaciones son detectadas permanentemente. Por ejemplo, la ruptura de 1997 de Brasil, con la devaluación, se inscribe en este esquema. La lógica del ahorro, que es la de captarlo a través de un incremento de la tasa de interés, fue el sustento del Plan Real. El Plan Real tenía tasas de interés altísimas. En términos de dólares, fueron tasas que incluso superaron el 50% anual. Absurdo, cuando en el mundo las tasas eran del 2%, 3% y 4% anual. La captación de fondos líquidos fue tan grande que el mayor momento de reserva de divisas de Brasil fue precisamente en el ´96 y principios del ´97. Esa captación que hacía Brasil de recursos generaba una deuda externa que en algún momento había que considerar. No podía crecer permanentemente en ausencia de mercados de capitales que estén abasteciendo y renegociando la deuda constantemente.
Y en el momento de pago, la generación del endeudamiento externo determinó que la quiebra del plan se produjera siempre a partir de una devaluación cambiaria. O sea, siempre se encadenó, en el plan de raíz monetarista o neoclásica, una devaluación al final, después de la búsqueda de dinero A partir de este tipo de estructura de precios.
La necesidad de saldos de balance comercial positivos para abonar el endeudamiento externo se logró así con una devaluación Y con el mantenimiento del salario. Es decir entonces que la devaluación trasladó el problema de su necesidad de divisas a la otra economía. En este caso, la economía brasileña aparecía mucho más competitiva en el comercio internacional frente a la argentina, como consecuencia de la devaluación. El bloque aduanero agudizó el traslado del problema a la economía que no devaluó.
Entonces, en la ruptura del modelo clásico, de la política monetarista, se producen también asimetrías, que le trasladan el problema al otro socio. Esto ocurrió en el ´97 y ´98, que es el ejemplo reciente más claro.
En forma especular, en el año 2001 y 2002 el perjudicado es Brasil, cuando la Argentina, por una política semejante tiene que aplicar la devaluación, que termina repercutiendo negativamente en los brasileños. O sea, se produce permanentemente un mecanismo por el cual, cuando las dos economías están aplicando una política neoclásica, lo que se generan son modificaciones de los precios, que trasladan el problema al otro, ya sea en el mercado laboral, en el mercado de capital, o en el tema del balance de pagos. Al no existir un consenso macroeconómico, los derrames se producen bajo la forma de rupturas repentinas, y crean rupturas en todo el bloque comercial, no sólo en el país donde la política se quebró.
El caso de la unión hemisférica
¿Con decisiones políticas como el tratamiento de la deuda que hace Argentina, también se podrían determinar asimetrías?
Eso ya es otro proceso, la Argentina está en realidad negociando un default, y no toca a Brasil. La negociación de la deuda argentina es una negociación muy peculiar de la Argentina. Tocaría a Brasil si es que llegara al default. Pero ese no es un escenario factible en el presente. Por eso en el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) podría tornarse más peligrosa la aplicación de políticas de signo diferente. Yo no estoy en contra del ALCA porque se pueden consensuar las uniones aduaneras en todos los sectores y tener redes de protección, y cuando se produzcan desajustes en los flujos, contar con ámbitos de discusión y de corrección de los ajustes. En la unión aduanera amplia, ganan todos. Pero tienen que tener eso, las redes de contención, los ámbitos de discusión de las desigualdades y los mecanismos institucionales para corregirlos.
Si en una unión mucho más grande, como el área hemisférica, de la que participan los mexicanos, los canadienses, los estadounidenses, en el caso de que por ejemplo alguno de ellos implementara una política de corrección del desempleo, el problema se trasladaría a los otros socios. Si aplican una política de búsqueda de capitales financieros a partir del movimiento alcista de la tasa de interés, también van a perjudicar a los otros socios. O sea, las uniones aduaneras necesitan “sí o sí” consensuar políticamente. Hay que consensuar los tiempos de aplicación y la filosofía de la política macroeconómica, porque una política keynesiana tiene una estructura de precios distinta a la de un modelo neoclásico. Y las políticas se expresan a través de la estructura y del movimiento de los precios. Si las necesidades de estructuras de precios son diferentes, un precio irá en un sentido y el otro para el otro. Y si están los dos operando en un mercado común donde hay flujo de capitales y de mercancías, se produce asimetrías inevitablemente.
¿Cómo es el momento actual de la relación Argentina – Brasil?
De estabilidad. Los dos países llevaron los precios a una estructura muy parecida, el tipo de cambio está a un nivel nominal semejante, los precios de los bienes están casi a un nivel similar, los salarios argentinos están también a un nivel semejante al de Brasil. Entonces en este caso los flujos que aparecen en el comercio son flujos que reflejan mayores eficiencias o mayores productividades del que puede venderle al otro, pero no por diferencia de precios. Las tasas de interés tambien se encuentran en niveles muy similares, están al 35% en Brasil y al 30% o 35% en Argentina. Nominalmente, las dos economías confluyeron en cuanto a su estructura de precios. Pero es algo casual y no coordinado.
Los mecanismos de coordinación avanzan con mucha lentitud. Hace pocos días quedó establecido el primer índice conjunto de medición de precios para el Mercosur.
Si hubiera interés político se podría coordinar rápidamente, no se trata de problemáticas desconocidas. El Grupo de los 7, que ahora es Grupo de los 8, cooperó para romper este esquema de asimetrías desde la política macro, de un país con respecto al otro. Cuando Richard Nixon quebró los acuerdos de BretTon Woods, en el ´74, las paridades cambiarias y las tasas de interés empezaron a fluctuar aceleradamente. Los alemanes, cuando les faltaban capitales, aumentaban la tasa de interés, y los capitales de los franceses fluían hacia Alemania, y viceversa. Estaban pujando permanentemente por el aumento de tasas como modo de captar capitales líquidos. Uno hacia una política monetaria agresiva, emitía, devaluaba su moneda, y las empresas de su país estaban en mayor competitividad que las otras. Si los alemanes devaluaban emitiendo marcos, los franceses tenían que absorber mercadería de los alemanes. Era una corrida constante para neutralizar lo que el otro estaba pretendiendo.
Es en 1987 cuando se crea el Grupo de los 7, precisamente para consensuar las variaciones de la tasa de interés, del tipo de cambio, de los salarios, entre las siete mayores economías. El objetivo era simple: nadie iba a modificar los precios si no era consensuadamente con el otro. Lo que no hay aquí es interés político, pero la capacidad técnica existe. Entonces, más allá de la cuestión comercial, creo que lo central es el consenso macro.
¿Para esta coordinación natural que se está produciendo, hay alguna explicación técnica?
Sí, la apertura. Porque el tipo de cambio se fue yendo hacia los $2,94 en Argentina y en Brasil alrededor de 3, y la paridad entre los precios es muy notoria. El esquema natural de Brasil y Argentina, con el Plan Real y con la Convertibilidad fue llevar el tipo de cambio “uno a uno”. Cuando se quiebran las dos, las dos siguen estando casi “uno a uno”, nada más que Brasil tenía salarios nominales menores que los de la Argentina. Y ahora Argentina, con la inflación de 2001, tiene los salarios nominales parecidos a los de Brasil, porque el salario de U$S 150.-, que es el salario promedio de la Argentina, lo es también de Brasil. Se construyeron estructuras de precios semejantes entre los dos. Entonces ahora el que exporta al otro es el que tiene más eficiencia, que es justamente el objeto de la unión aduanera.
Las asimetrías desde el lado fiscal
También se registran asimetrías inducidas desde el lado fiscal. Cuando se aplica una política expansiva del gasto, con la cual se produce déficit fiscal, hay que monetizarlo de alguna manera: se emite. Al monetizarlo, se generará inevitablemente en algún momento la devaluación. El déficit fiscal sumado a la devaluación, hace que el país que aplicó estas medidas pueda exportar más a la otra economía, que será la que en definitiva estará absorbiendo el déficit de ese país.
La otra situación que se puede producir es que la economía del país en cuestión, decida pedir financiamiento a los bancos en lugar de emitir, lo que aumenta la tasa de interés, y producirá una atracción de capitales, incluso los del otro país, que serán los que en este caso financiarán el déficit fiscal.
Entonces, los desajustes de un país en este esquema de unión, los va a estar absorbiendo el otro socio. Y cuando el otro comienza a sentir los efectos de la política de su socio, puede llegar a corregir tardíamente.
Por ejemplo, se pueden producir exportaciones casi permanentes de desempleo al otro. Supongamos que Brasil bajó los salarios nominales para aumentar el empleo, entonces tuvo mayor capacidad de exportación a la Argentina, quien adquirió exportaciones brasileñas. Si paralelamente los brasileños aumentaron la tasa de interés, captando capitales líquidos argentinos, la Argentina reducirá sus inversiones. O si, por ejemplo, los brasileños monetizan su déficit fiscal, induciendo una devaluación aumentarán sus exportaciones a la Argentina. Argentina empieza a tener desempleo y quiebras en la estructura productiva, porque hay invasión de productos del otro país, al tiempo que se redujeron los capitales para hacer la inversión productiva, entonces se producen debilidades sectoriales, algunos sectores empiezan a quebrar. Cuando el país que recibió los problemas del otro a través de los precios reacciona, puede estar reaccionando tardíamente porque su base productiva ya se quebró, por más que luego se produzca un aumento del tipo de cambio, hay pocos con capacidad para exportar. Creo que es lo que ocurre ahora.
Desde los ´90 hasta hoy - porque yo supongo que en los años anteriores a 1990 con las estructuras de precios vigentes en Brasil y en la Argentina, Argentina podía exportarle a Brasil juguetes, ropa, calzado, etc.-. Cuando se produce el desfasaje de la estructura de precios, la estructura económica de la Argentina, no sólo por Brasil sino por sus políticas internas, quiebra. Entonces, hoy volvemos a la misma estructura de precios probablemente anterior a los ´90, pero con la estructura productiva de la Argentina destruida, inexistente, y la de Brasil funcionando a pleno. De alguna manera hay que resolver el problema de estas asimetrías. Esa es mi lectura de Brasil y Argentina más allá de la cuestión comercial. No se trata de un problema de tarifas; es más importante el derrame que genera Brasil cuando aumenta la tasa de interés 5 puntos que el hecho de que los aranceles cambien 2%. Son medidas que generan enorme flujo de capitales.
Guillermo Vitelli es economista e investigador del CONICET. Profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Lanús. El más reciente de sus libros publicados fue “Los dos siglos de Argentina”(1999). Sus publicaciones más destacadas son “Las lógicas de la economía argentina” (1990); “Cuarenta años de inflación en Argentina” (1986) y “Competencia, oligopolio y cambio tecnológico en la industria de la construcción: el caso argentino” (1976).