Cumbre de presidentes de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo

El espacio político regional se ensanchó con la celebración de la I Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, que dio el puntapie inicial para la conformación de un mecanismo de protección ante la debacle de la crisis financiera mundial. También adiciona una cuota de poder a los países de la región ante el G-20, del cual participan Brasil, Argentina y México, que aparece como próximo escenario en la puja internacional por un nuevo modelo de gobernabilidad financiera. El primer encuentro de los países americanos sin el tutelaje de los países desarrollados del continente y extracontinentales, que devino en proyecto, para unos sucedáneo de la Organización de Estados Americanos (sin EEUU y Canadá) y para otros un organismo de nuevo tipo, con una mirada latinoamericana.


La convivencia de las reuniones del Grupo de Río, Unasur, el Mercosur y la Cumbre de América Latina y del Caribe para la Integración y el Desarrollo, produjo un resultado de fuerte contenido político. El primer encuentro de los países americanos sin el tutelaje de los países desarrollados del continente y extracontinentales, que devino en proyecto, para unos sucedáneo de la Organización de Estados Americanos (sin EEUU y Canadá) y para otros un organismo de nuevo tipo, con una mirada latinoamericana. La megacumbre desarrollada en la ciudad brasileña de Sauípe (Brasil), anunció la formación de un mecanismo regional, primera unión latinoamericana y del Caribe que discutirá nuevos modelos, en lo político, en lo financiero, en el área de seguridad, en lo social.

Su primera cumbre se desarrollará en México, en 2010, fecha que según el presidente Calderón, fue escogida porque simboliza el inicio de las conmemoraciones del bicentenario de la independencia de los países de ALC.

Los 33 países convocados por el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, contaron con el precedente histórico, tal como lo describió Itamaraty, de la presencia de Cuba, que ahora tiene su lugar en el Grupo de Río. La iniciativa del mandatario sudamericano alcanzó al envío de aviones de la Fuerza Aérea de Brasil para garantizar la presencia de presidentes de los países más pobres de América Central y del Caribe, destacó la agencia Brasil.

La primera Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) –celebrada el 15 y 16 de diciembre en Costa de Sahuipe, cercana a Bahía– se diferenció así de las reuniones de las Américas convocadas por la potencia regional del norte, o del espacio iberoamericano al que no estaba integrado el Caribe. Un espacio sin hegemones pero con liderazgos. Líneas que capitaliza Brasil, que con los resultados del encuentro acudirá mucho más posicionado a la próxima reunión del Grupo de los 20. Ventaja política que puede ser muy bien aprovechada por los partners latinoamericanos en el grupo, Argentina y México. Como presidente pro tempore del Grupo, Lula da Silva declaró en el ámbito del G-20, que agrupa a las naciones más industrializadas junto con países emergentes, que el G-8 “ya no tiene razón de ser”. Propuso una fuerte regulación del mercado financiero, a través de un modelo en el que el grupo de las economías que representa goce de fortalecimiento, y en el que los países más poderosos resuelvan sus problemas y asuman los costos de la crisis actual. Este será la postura que Argentina, Brasil y México llevarán a la próxima reunión del G-20, que recibirá al flamante presidente Barack Obama en el mes de abril.

Otra línea de la primera cumbre de la CALC fue capitalizada por el liderazgo del ALBA, del cual el presidente Hugo Chávez es el mayor referente, que aparece como un modelo social adelantado, pero con un alcance parcial tomando al continente en forma global. El mandatario venezolano propuso discutir un sistema monetario, comercial y financiero regional “sin esperar a que los Estados Unidos alteren el modelo de Bretton Woods”. Propuso el Sistema Unico de Compensación Regional (Sucre), que está siendo discutido en Alba, como ejemplo de moneda única. Propuso también la creación de un fondo común de compensación de pago, que podría ser creado con tan sólo el 1% de las reservas internacionales de todos los países latinoamericanos y del Caribe. La línea pro Washington prácticamente quedó limitada a Colombia como país de peso, que comparte con Estados Unidos el plan antinarcotráfico. Uribe junto con Alan García, fueron los únicos presidentes que no acudieron a la cita y mandaron representación.

El encuentro concluyó con una declaración final en la que los presidentes recomiendan a sus ministros de finanzas la elaboración de una estrategia de construcción progresiva de una arquitectura regional que podría incluir la integración de los mercados financieros con “mecanismos adecuados de regulación, supervisión y transparencia, la cooperación entre bancos nacionales y regionales de fomento y la creación o fortalecimiento de instituciones y fondos para apoyar proyectos de desarrollo e integración".

La declaración reafirmó el compromiso con la defensa de la soberanía y del derecho de todo Estado a construir su propio sistema político, libre de amenazas, agresiones y medidas coercitivas unilaterales en un ambiente de paz, estabilidad, justicia, democracia y respeto a los derechos humanos. Reclama un orden internacional más justo, equitativo y armónico, fundado en el respeto al derecho internacional y a los principios de la Carta de las Naciones Unidas, entre ellos la igualdad soberana de los Estados, y la solución pacífica de controversias. Se hace especial mención al respeto por la integridad territorial y la no intervención en los asuntos internos de los Estados.

El fortalecimiento del multilateralismo como vía fundamental para asegurar un mundo más estable y pacífico, es enfatizado en el documento, que por otra parte se pronuncia por la urgente reforma de la Organización de Naciones Unidas, y por supuesto de su Consejo de Seguridad, en el cual América Latina aspira a ampliar su participación.

Hay mención a la cooperación, complementación e integración regional en el sector de energía. Piden ampliar el diálogo internacional, con la participación activa de los países en desarrollo, para la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional que incluya la adopción de mecanismos de regulación eficientes y transparentes. Aborda el tema de la seguridad alimentaria y nutricional, el desarrollo sostenible, los desastres naturales, la cooperación Sur-Sur y la proyección internacional de América Latina y el Caribe.

En lo que se refiere a las reuniones multilaterales, el documento resalta la importancia de la conclusión de la Ronda de Doha, de la OMC –que la semana pasada fue suspendida hasta la asunción del nuevo presidente estadounidense Obama- , que para el Mercosur se refleja además en el parate de sus negociaciones bilaterales con el bloque de la Unión Europea, que esperan las conclusiones de Doha.

Al margen de la declaración final, Argentina, Venezuela y Brasil suscribieron un texto propio de condena contra el racismo, la discriminación y la intolerancia religiosa y reafirmaron su compromiso para fortalecer los mecanismos de promoción de los Derechos Humanos.

En lo que se refiere a las acciones coordinadas, los mandatarios asistentes a la megacumbre de AlyC se comprometieron a coordinar sus esfuerzos en los ámbitos de decisión internacional, al que llevarán las posiciones de la región. En este sentido, la presidenta de Chile Michelle Bachelete propuso a su país como anfitrión de la reunión de los países de la zona que forman parte del G-20 (México, Brasil y Argentina), en el mes de marzo, con la organización de un grupo de trabajo para trabajar sobre los intereses regionales unificados, con eje en una fuerte regulación del Estado, a ser expuestos en el cónclave de abril en Londres.

Graciela Baquero