Distribución del ingreso. Nuevo paradigma del desarrollo

Un proyecto de integración debe contar con una agenda de tres niveles. La interna es coincidente entre nuestros países, y demanda el retorno a un crecimiento acelerado y la distribución del ingreso como nuevo paradigma del desarrollo. La regional se orientará en dirección al refuerzo de la estructura institucional del MERCOSUR y la internacional deberá intentar insertar el bloque en una nueva correlación de fuerzas. Los conceptos pertenecen a Marco Aurelio García, Jefe de Asesores del Presidente de Brasil. El funcionario participó del plenario Las Pymes y el Mundo, que el 2 de agosto reunió en Parque Norte a funcionarios de gobierno y empresarios pyme.


El nivel nacional

Nuestras agendas nacionales tienen elementos básicos en común: la necesidad imperiosa de retornar al crecimiento acelerado, después de veinte años de recesión que produjo un gran déficit productivo y social; un crecimiento basado en gran medida en la distribución del ingreso, adoptado como nuevo paradigma de desarrollo, logrando un desarrollo equilibrado desde el punto de vista macroeconómico, lo que significa que el desarrollo debe estar garantizado en su sustentabilidad, sin mayores agravamientos de la deuda interna o externa. La vulnerabilidad externa debe ser reducida. Producir un ámbito de expansión de la democracia política.

A esta agenda nacional, que tendrá especificidades para cada Estado, hay que agregar una agenda de naturaleza internacional. Esta agenda convoca tres grandes rubros. Uno de naturaleza multilateral, otro regional y el tercero bilateral. En relación con el primero tiene que ver con lograr una presencia más fuerte en la interrelación con los organismos financieros internacionales que monitorean nuestras economías, a través de la defensa de la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo, BID (es significativo que Argentina y Brasil ante la reelección de la Presidencia de esta institución hayan acordado un programa en común antes que un candidato); la constitución de un Banco Regional; la transformación de la Corporación Andina de Fomento (CAF).

Existe también una acción común que Argentina y Brasil están desarrollando con otros países, como es la iniciativa del Grupo de los Veinte (G-20), que ayudó en gran medida a desbloquear las negociaciones de la Ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Hay acciones internacionales de naturaleza social, como las desarrolladas contra el hambre, la exclusión y la pobreza, cristalizadas en iniciativas que serán discutidas en la Asamblea de la ONU en el mes de septiembre, cuando sean revisadas las Metas del Milenio. Finalmente, las iniciativas de reforma de los organismos multilaterales en la nueva coyuntura internacional.

La agenda regional

En cuanto a la agenda regional, debe ser observada en función de lo que se denominan las geometrías variables. El MERCOSUR debe reforzar sus estructuras internacionales, otorgar más peso a la Secretaría administrativa, para que no quede pendiente solamente de las decisiones presidenciales. Se deben ir constituyendo Foros de decisión en forma gradual. Existe un acuerdo entre Argentina y Brasil acerca de la constitución de un Parlamento del MERCOSUR elegido por voto directo, que tendría una función creciente de decisión en una perspectiva de regionalización y de creación de instituciones supranacionales.

Junto con esto hay un acercamiento que el MERCOSUR hizo con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), que se dio a través de acuerdos comerciales entre ambos bloques, con la idea de conformar una Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) que podría establecer este puente entre MERCOSUR, CAN, y países con régimen propio, como Chile y las naciones caribeñas. Uno de los elementos más importantes en esta alianza va a ser el encaramiento de una cuestión estratégica como es la energética. Todos nuestros países viven bajo amenaza de crisis energética. Esto implica que debamos declararnos por el desarrollo, no sólo por el ajuste y el equilibrio macroeconómico. La política energética sudamericana cumplirá un rol semejante al que tuvo el carbón y el acero en la constitución de la Comunidad Europea.

Todas las iniciativas que se están estudiando, como la de Petrosur entre Argentina, Brasil y Venezuela, o la creación de nuevas fuentes energéticas como el biodiesel de etanol, son elementos importantes no sólo para resolver nuestras crisis sino también para ofrecer al mundo alternativas energéticas consistentes. Es fundamental en el logro de estos objetivos regionales, darle prioridad a la solidaridad y renunciar a pretensiones hegemónicas, al mismo tiempo que librar combate a las asimetrías.

Bilateralidad

En cuanto a la relación bilateral Brasil – Argentina, el criterio antedicho de solidaridad y renuncia a la hegemonía es fundamental. Los dos países tienen en el horizonte lógico y racional una necesidad absoluta de complementariedad. El desequilibrio no debe existir. No sólo por razones históricas y políticas, sino por una racionalidad económica, ya que conformamos una amplia región que abarca desde la Amazonia hasta la Antártida, de gran variedad ambiental y productiva. Esta es nuestra gran carta de triunfo en momentos en que estamos intentando cambiar las relaciones de fuerza internacionales. Por lo tanto hay razones de altísima racionalidad estratégica, las que nos llevan a esta alianza que, aunque caiga en un lugar común, evocaría lo que fue la alianza entre Alemania y Francia para la construcción europea, un eje que cumplió un rol extremadamente importante.

Graciela Baquero