El diagnóstico de Uruguay

En la reunión de coordinadores nacionales del Grupo Mercado Común, realizada en Brasilia el 24 de octubre de 2006, el Uruguay presentó un detallado documento, que se constituyó en el diagnóstico más completo sobre los problemas por los que atraviesa el Mercosur, con el aporte de un plan de acción. El debate sobre el Mercosur y su futuro podría enriquecerse si los otros miembros, incluyendo Venezuela, presentaran informes similares conteniendo sus diagnósticos, puntos de vistas y propuestas, señala Félix Peña en un reciente trabajo.


El documento presentado por la reunión de coordinadores nacionales del GMC (Mercosur/LXV GMC/DI N° 16/06, “Uruguay y el Mercosur”), cuyo texto completo se puede encontrar en el Anexo IV del acta de la LXV reunión del GMC realizada también Brasilia, los días 22 al 24 de noviembre de 2006, en la página: www.mercosur.org.uy, por lo menos en lo que es accesible al público, se trata del diagnóstico más detallado que un país miembro ha efectuado sobre los problemas por los que atraviesa el Mercosur: Obviamente en la perspectiva de sus intereses nacionales, pero conteniendo además, propuestas específicas para varios de los temas allí planteados.

El debate sobre el Mercosur y su futuro podría enriquecerse si los otros miembros, incluyendo Venezuela, presentaran informes similares conteniendo sus diagnósticos, puntos de vistas y propuestas de acción. Ello alimentaría el necesario debate público sobre el futuro del Mercosur.

Concretamente en relación a la flexibilización en materia de negociaciones comerciales externas, el documento plantea entre otros puntos el que “: No es realista esperar que en el corto o mediano plazo se puedan procesar avances efectivos en los puntos precedentes – se refiere al diagnóstico que en su texto se efectúa sobre la situación del Mercosur y los efectos que tendría sobre la economía del Uruguay -, así como un cambio radical en los procesos de negociación con terceros y sus resultados. En estas condiciones, el MERCOSUR no podría satisfacer razonablemente los intereses de cada uno de sus miembros, por lo que no sería legítimo continuar con la dinámica actual cuando alguno de los socios está pagando los costos en términos de sus potencialidades de crecimiento. La consolidación del proceso de integración requiere de una reformulación realista y creíble, que respete los objetivos fundacionales y que, ante la imposibilidad de alcanzarlos en plazos razonables, otorgue a los socios menores las flexibilidades que les permitan compensar efectivamente las asimetrías que determinan una distribución adversa de costos y beneficios”.

Luego de señalar que no se pudo cumplir con el conjunto de decisiones aprobadas en el año 2000 – entre las cuales estaba precisamente la Decisión CMC 32/00, referida al compromiso de los socios de negociar juntos acuerdos con terceros países que contuvieran preferencias arancelarias -, el documento uruguayo plantea que la flexibilidad para la negociación con terceros (en procesos propios y del MERCOSUR) es la válvula de escape que permitiría a los socios menores (Uruguay) reducir los costos del estancamiento y la reversión resultantes del incumplimiento de los demás compromisos”.

Y finalmente, el documento uruguayo fundamenta su reclamo en los efectos limitados que tal flexibilización tendría para la Argentina y el Brasil. Según señala “la propuesta de flexibilidad es realista, fundamentada, técnicamente factible y puede ayudar a profundizar efectivamente el MERCOSUR sin violentar objetivos fundacionales”. Al respecto, las razones esgrimidas son las siguientes:

i) Las importaciones de Paraguay y Uruguay son marginales en las importaciones totales desde extra-zona de los países del MERCOSUR (no alcanzan al 5%), por lo que el desvío que podría generarse por esta vía respecto de una eventual política comercial común es también marginal en términos del conjunto. A su vez, esta “perforación”, fundada en una necesidad nacional de implementación efectiva de una estrategia de crecimiento liderado por exportaciones, sería de magnitud muy inferior a otras que difícilmente sean eliminadas en los plazos acordados y que están legítimamente fundadas en necesidades de desarrollo regional.

ii) Se puede avanzar y mucho en materia de política comercial común, tendiendo a que la única fuente de desvío sean las preferencias comerciales a terceros otorgadas unilateralmente por los socios menores. De este modo, se mejora la distribución de los costos y beneficios de la protección, haciendo factible el avance de la política comercial común en los socios menores, que son quienes pagan en muchos casos por la protección a los productores de los socios mayores sin una contrapartida de beneficios.

iii) No hay de hecho un efecto negativo de relevancia sobre los productores de Argentina y Brasil que sólo perderían acceso relativo en mercados que son relativamente marginales en comparación con el conjunto de sus dos países.

iv) Las Decisiones CMC 54/04 y 37/05, que refieren a la eliminación del doble cobro del AEC, proporcionan la herramienta técnica que posibilita todo lo anterior, en la medida que permiten separar las importaciones de extra-zona, y otorgarles un tratamiento diferente, según cumplan o no con la política arancelaria común”.

A su vez, tanto el Uruguay como el Paraguay, han insistido en la necesidad de que el Mercosur sea más audaz en el tratamiento de las asimetrías que los afectan, por ser economías más pequeñas, de menor desarrollo relativo y, en el caso del Paraguay, de economía mediterránea (ver al respecto, además del mencionado documento uruguayo, el que el Paraguay presentara en la ya mencionada reunión de noviembre del GMC y que consta como Anexo V en su acta como Mercosur/LXIV GMC/DT N° 16/06; su texto se encuentra en www.mercosur.org.uy; ver también el antes mencionado discurso del Presidente Lula).
mercosurabc