¿El retorno del proteccionismo como problema global?
La agenda 2009 de la OMC estará fuertemente condicionada por la evolución del comercio mundial en los próximos meses. La razón principal es que, de concretarse un escenario de recesión y deflación en las principales economías, podrían acentuarse tendencias ya manifiestas a distintas modalidades proteccionistas. La actual situación y su posible evolución, torna más importante preservar y fortalecer el sistema de la OMC. Concluir con las actuales negociaciones comerciales significaría enviar – a gobiernos, ciudadanos y empresas - señales positivas para la eficacia del sistema, aún cuando los resultados que se obtengan no se ajusten a los grados de ambición imaginados en 2001 en Doha. En este sentido, dos mecanismos de trabajo de la OMC deberían ser potenciados, asegura el profesor Félix Peña (*) en su último análisis mensual. Uno es el de la Conferencia Ministerial, que se reúne este año. El otro es el de la revista general de la evolución del entorno comercial internacional. Combinados, pueden brindar el ámbito para procurar en el ámbito de la OMC, respuestas sistémicas a problemas que son colectivos.
Este año la Organización Mundial del Comercio (OMC) tiene un doble desafío. Deberían ser encarados simultáneamente: concluir con la Rueda Doha y, a la vez, ser el ámbito institucional en el que los países miembros examinen los impactos sobre el comercio mundial, tanto de la actual crisis económica como de aquellas medidas que se adoptan para enfrentarlas y que más pueden incidir en los flujos de comercio.
Su agenda 2009, incluyendo la relacionada con la Rueda Doha, estará fuertemente condicionada por la evolución del comercio mundial en los próximos meses. La razón principal es que, de concretarse un escenario de recesión y deflación en las principales economías, podrían acentuarse tendencias ya manifiestas a distintas modalidades proteccionistas. Ellas podrían contribuir a complicar aún más el actual cuadro económico global (ver al respecto el e-book de Richard Baldwin y de Simon Evennet (eds) y el artículo de Carolyn Deere, ambos mencionados en la sección “Lecturas Recomendadas”, incluida al final de este Newsletter).
Al respecto, cabe tener presente que al iniciarse el 2009 tienden a confirmarse los pronósticos más sombríos sobre los efectos que pueden esperarse de la actual crisis económica mundial. Ellos ya se notan en sectores claves de las economías de los países del Mercosur. Los datos sobre la industria automotriz en el mes de diciembre último son elocuentes. En la Argentina, según ADEFA, la caída en la producción de vehículos fue del 47.3 % con respecto al mismo mes del año anterior. Y en el Brasil, según ANFAVEA, la disminución en el mismo período fue del 54.1%. Ello está afectando el intercambio sectorial entre los dos países.
Pero el cuadro más alarmante proviene de los Estados Unidos. La descripción de la situación que efectuó el Presidente electo, Barak Obama, el 8 de enero al introducir su anuncio en Washington de las medidas que propondrá al Congreso americano, es bien elocuente: “We start 2009 in the midst of a crisis unlike any we have seen in our lifetime – a crisis that has only deepened over the last few weeks. Nearly two million jobs have now been lost, and on Friday we are likely to learn that we lost more jobs last year than at any time since World War II. Just in the past year, another 2.8 million Americans who want and need full-time work have had to settle for part-time jobs. Manufacturing has hit a twenty-eight year low. Many businesses cannot borrow or make payroll. Many families cannot pay their bills or their mortgage. Many workers are watching their life savings disappear. And many, many Americans are both anxious and uncertain of what the future will hold.
I don’t believe it’s too late to change course, but it will be if we don’t take dramatic action as soon as possible. If nothing is done, this recession could linger for years. The unemployment rate could reach double digits. Our economy could fall $1 trillion short of its full capacity, which translates into more than $12,000 in lost income for a family of four. We could lose a generation of potential and promise, as more young Americans are forced to forgo dreams of college or the chance to train for the jobs of the future. And our nation could lose the competitive edge that has served as a foundation for our strength and standing in the world” (ver el texto completo en www.ft.com).
También son alarmantes los datos económicos de la Unión Europea, que indican una recesión cada vez más intensa. No es raro entonces que, según anunció la Comisión Europea el 8 de enero, la confianza económica en los países de la euro-zona haya caído al nivel más bajo de los últimos 24 años.
En tal contexto, es que crecen las señales de alarma con respecto a distintas modalidades de proteccionismo que tienden a emerger. Algunas de esas modalidades aprovecharían el margen que brindan los límites a la discrecionalidad en sus políticas comerciales que los países han asumido en la OMC. En muchos casos los techos existentes son muy altos. Resultan de las diferencias existentes entre aranceles consolidados y aplicados. Y también entre subsidios a la agricultura que se otorgan y los que pueden otorgarse sin violar compromisos vigentes (ver al respecto el artículo de Antoine Bouët y David Laborde, mencionado en la Sección Lecturas Recomendadas. Ver también el artículo de Simon Evenett, en el e-book de Baldwin y Evenett (eds) también mencionado en dicha Sección).
Quizás el efecto más negativo de los sucesivos fracasos en concluir la Rueda Doha consista, precisamente, en que se perdieron oportunidades para bajar esos techos. Podría estar probando, una vez más, aquello tan simple que nos recuerda José Saramago, en su fascinante libro “El viaje del Elefante” (Alfaguara, Buenos Aires 2008, página 180), sobre que “no sólo lo óptimo es enemigo de lo bueno, sino también que lo bueno, por mucho que se esfuerce, nunca llegará a los tobillos de lo óptimo”. En cierta forma, el recorrido tortuoso de la Rueda Doha puede recordar a ese viaje del Elefante entre Lisboa y Viena!
Otras modalidades pueden ser una consecuencia – no necesariamente deseada - de medidas que en muchos países están aplicando para contrarrestar los efectos recesivos de la actual crisis económica. Se originan en políticas públicas, pero también en estrategias defensivas de empresas que producen simultáneamente en diversos países. El sector automotriz es un ejemplo. No es el único. Si se acentuara la recesión, los efectos de una suerte de “sálvese quien pueda” pueden alcanzar, como ya ocurriera en el pasado, niveles peligrosos para el comercio mundial. Pueden incluso tener impactos desestabilizadores en el plano político de países y de regiones.
El solo hecho que tal escenario sea factible, torna entonces más importante preservar y fortalecer el sistema de la OMC. A través de los sesenta años transcurridos desde su creación con el GATT, uno de sus aportes principales ha sido el de introducir un cierto grado de disciplina en las políticas comerciales de los países miembros. Es lo que permite tornar previsibles las reglas de juego que inciden en el intercambio mundial de bienes y de servicios. Beneficia a los países con mayor poder económico real. Pero también beneficia a países con una baja participación relativa en el comercio internacional. Es el caso de la Argentina y también el de sus socios en el Mercosur.
La Rueda Doha sigue siendo un objetivo prioritario de la OMC. En diciembre pasado, los negociadores en Ginebra no pudieron cumplir con el mandato de la Cumbre de Washington del G20. Había sido un mandato muy explícito. Ello no contribuye a la credibilidad de los demás compromisos allí asumidos.
Los pronósticos sobre que tal objetivo pueda alcanzarse en el 2009 son cautelosos. Para un cuadro más preciso al respecto se esperan señales creíbles que surjan del nuevo gobierno americano. Pero es obvio que no dependerá sólo de la posición que adopten los Estados Unidos. En el plano del comercio internacional, como en general de la actual crisis económica mundial, se requiere un liderazgo colectivo que incluso puede trascender al G20 que se reunirá nuevamente en Londres en abril próximo.
Concluir con las actuales negociaciones comerciales significaría enviar – a gobiernos, ciudadanos y empresas - señales positivas para la eficacia del sistema, aún cuando los resultados que se obtengan no se ajusten a los grados de ambición imaginados en 2001 en Doha.
En todo caso, sería recomendable que sin debilitar tal objetivo, los países enriquezcan la agenda 2009 de la OMC. Poner el acento en las medidas de facilitación del comercio y de ayuda al comercio, si bien necesario, puede no ser suficiente si es que el cuadro mundial continúa deteriorándose.
Los efectos combinados de un probable y complejo escenario, en el que no se pueda concluir la Rueda Doha y, a la vez que se acentúen las tendencias a viejas y nuevas modalidades de proteccionismo, se multipliquen los acuerdos comerciales preferenciales – que son discriminatorios por sus potenciales impactos sobre el resto de los países -, tendrían que tener en la OMC un foro activo de análisis y debate franco entre todos los países miembros.
A tal efecto, dos mecanismos de trabajo ya existentes deben ser plenamente utilizados. Sin ninguna innovación formal, permitirían extraer todo el potencial de acción colectiva que resulta del actual sistema jurídico e institucional de la OMC.
Uno es el de la Conferencia Ministerial que corresponde celebrar este año. No se reúne desde el 2005, aún cuando está previsto que deba tener lugar cada dos años. No podría limitarse a la Rueda Doha. Tampoco debería tener una agenda excesivamente amplia. Pero tendría que permitir abordar el cuadro general de los impactos de la crisis sobre el comercio mundial, incluyendo los que se originen en políticas aplicadas por los distintos países miembros. Su preparación debería canalizarse con distintos tipos de reuniones informales a nivel ministerial. Lo esencial es que participen activamente los países que más incidencia tienen en los intercambios globales de bienes y de servicios. Unos treinta países representan alrededor del 90 % del comercio mundial. El World Economic Forum de finales de este mes de enero (www.weforum.org), constituye una oportunidad para que los Ministros allí presentes avancen ideas al respecto.
El otro mecanismo de trabajo existente, es el de la revista general de la evolución del entorno comercial internacional, previsto en el punto G. del Anexo III de los Acuerdos de Marrakech. Hasta el presente no ha sido plenamente aprovechado. Pascal Lamy, en su presentación del 17 de diciembre al Comité de Negociaciones Comerciales, señaló que (solo hay version en ingles): “I believe that the WTO has a particular responsibility to follow up on the trade measures which been taken in the wake of the financial crisis; you all know that I have set up an internal Task Force to produce regular updates of these measures so that we have a better sense of the trade consequences of the financial crisis. I am ready to report to you periodically on developments on that front in writing…
I also believe it would be useful to provide a forum where this WTO radar picture could be discussed collectively; I do not think we need to reinvent the wheel so we could use one of the existing forums in the house to this effect: the Trade Policy Review Body…”.
Ambos mecanismos de trabajo, especialmente si están combinados, pueden brindar el ámbito para procurar en el ámbito de la OMC, respuestas sistémicas a problemas que son colectivos.
Texto completo en www.felixpena.com.ar
(*) Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, y del Módulo Jean Monnet y del Núcleo Interdisciplinario de Estudios Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Presidente del Consejo Académico de la Fundación Export-Ar. Miembro del Brains Trust del Evian Group.