El sustento del desarrollo. El imperativo de la hora
El imperativo de la integración regional no está fundado en la reconstrucción de un destino común fragmentado, sino en el sustento del desarrollo, aseguró Gerardo Caetano, director del CEFIR, en el seminario que dio inicio a la Diplomatura “Estado, Desarrollo, Instituciones y Liderazgo”, el viernes pasado en Buenos Aires.
La Escuela de Políticas Públicas dio inicio a la Diplomatura “Estado, Desarrollo, Instituciones y Liderazgo” con el Seminario abierto “Estado, Desarrollo con Inclusión Social e Integración Regional”. La presentación contó con la presencia de la directora general de la Escuela de Políticas Publicas, dip Virginia Sanguinetti, el director académico Miguel Angel Barrios, así como su directora académica, Mariana Vázquez. Participaron además personalidades del área de integración.
Gerardo Caetano –Director Académico del Centro de Formación para la Integración Regional (MERCOSUR-Uruguay)- se refirió en su ponencia a Latinoamérica como el continente que aplicó dogmáticamente las pautas emanadas por el Consenso de Washington a diferencia de los países ‘exitosos’ que nunca se rigieron por los preceptos neoliberales a la vez que resaltó que los consejeros de los organismos internacionales nunca vivirían en los países en los que realizan sus recomendaciones.
En relación al escenario actual en el que se insertan los países de la región destacó que no hay posibilidad de crecimiento por fuera de la acción conjunta, indicando que “el imperativo de la integración regional no está fundado en la reconstrucción de un destino común fragmentado, sino en el sustento del desarrollo”.
Caetano –citando al escritor Eduardo Galeano- dijo “sentirse patriota de varias patrias” debido a que la patria no es la Nación, concepto del que se valió para argumentar que la integración regional constituye una patria basada en valores compartidos; principio que le permitió esgrimir una serie de hipótesis:
En primer término estableció que no hay nacional desarrollismo posible y que los países cometen un acto de suicidio al aplicar políticas de las décadas de los ’80 y los ’90 junto con las reglas del Consenso de Washington ya que si bien América Latina duplicó su producto en los ’90 también duplicó su pobreza.
En segundo término planteó que no hay posibilidad de desarrollo con políticas neoliberales y con menor inclusión social, al tiempo que no hay condiciones para restaurar formatos de desarrollo nacional durante la globalización.
La clave es intentar llevar adelante nuevas pautas de desarrollo regional que se contrapongan a los intentos de cooptación de los países latinoamericanos por parte de Estados Unidos que ejerce presiones políticas para incorporarlos a Tratados de Libre Comercio que ponen en riesgo las condiciones de crecimiento, explicó el académico.
En este sentido, el bloque regional tendría que articular políticas que permitieran discutir temáticas tales como la liberalización del comercio, las cuestiones concernientes a la propiedad intelectual y a las políticas migratorias, señaló.
A su vez, expresó que problemas como el que surge con la administración de los recursos hídricos exigen la integración para delinear políticas medioambientales, ya que “no se puede pensar en desarrollo sin una ecuación energética de carácter regional”.
A su turno, Carlos María Vilas, director de la Maestría en Políticas públicas y gobierno de la Universidad Nacional de Lanús, se refirió al escenario mundial en el que los países latinoamericanos tienen que llevar adelante sus procesos económicos y políticos, destacando la aceleración de acontecimientos internacionales que provocaron una cierta volatilidad en los últimos meses, sintetizados en: la crisis financiera de Estados Unidos provocada por la especulación bancaria en torno al mercado hipotecario, el efecto de la crisis intervencionista de Estados Unidos que ocasionó el alza de los precios del petróleo y el auge de los commodities sumado a la instalación de China e India en los mercados internacionales.
Este contexto exacerba las pujas distributivas signadas por la apropiación de excedentes que son producto del alza de los precios internacionales y, en consecuencia, no derivan de una mayor eficiencia productiva de los países primarios exportadores. De allí proviene, según Vilas, el carácter volátil de la economía latinoamericana históricamente determinada por subas y bajas que propician situaciones de “pan para hoy y hambre para mañana” dinamizadas por la ausencia de políticas -a largo plazo- de inversiones y de redistribución para el desarrollo.
Los países de América Latina enfrentan una puja redistributiva en escenarios en los que está en expansión la “torta” de ingresos a distribuir, pero lo que se encuentra realmente en disputa es “el maná que cayó del cielo”, en palabras de Vilas. Es decir, que está en el centro de la cuestión si las ganancias quedan para unos pocos productores beneficiados por acontecimientos del mercado mundial y no por sus estrategias productivas o las redistribuye el Estado en función del bienestar general orientado a la justicia social.
La resolución de este conflicto impacta sobre las democracias de la región que “si son coherentes con sus principios siempre son de izquierda”, ya que conducen a las mayorías a procesos de crecimiento. Por ello –expresó Vilas- es que la justicia social en América Latina se logra con el ejercicio de la soberanía política en escenarios de mayor globalización.
Asimismo, el académico destacó que si bien el desafío de la inclusión e integración social es común a todos los países de la región, en Bolivia hoy está en cuestión la integración multiétnica; problemática ya resuelta en países como Uruguay o Argentina a través de la violencia que indujo a procesos históricos dolorosos.
En Latinoamérica, la pelea por la integración social al interior de cada país se da en simultaneidad con los procesos regionales de integración que deben desarrollarse en un contexto de globalización, al contrario de lo ocurrido en Europa, donde la integración social se constituyó por etapas, aseguró.
Gerardo Caetano –Director Académico del Centro de Formación para la Integración Regional (MERCOSUR-Uruguay)- se refirió en su ponencia a Latinoamérica como el continente que aplicó dogmáticamente las pautas emanadas por el Consenso de Washington a diferencia de los países ‘exitosos’ que nunca se rigieron por los preceptos neoliberales a la vez que resaltó que los consejeros de los organismos internacionales nunca vivirían en los países en los que realizan sus recomendaciones.
En relación al escenario actual en el que se insertan los países de la región destacó que no hay posibilidad de crecimiento por fuera de la acción conjunta, indicando que “el imperativo de la integración regional no está fundado en la reconstrucción de un destino común fragmentado, sino en el sustento del desarrollo”.
Caetano –citando al escritor Eduardo Galeano- dijo “sentirse patriota de varias patrias” debido a que la patria no es la Nación, concepto del que se valió para argumentar que la integración regional constituye una patria basada en valores compartidos; principio que le permitió esgrimir una serie de hipótesis:
En primer término estableció que no hay nacional desarrollismo posible y que los países cometen un acto de suicidio al aplicar políticas de las décadas de los ’80 y los ’90 junto con las reglas del Consenso de Washington ya que si bien América Latina duplicó su producto en los ’90 también duplicó su pobreza.
En segundo término planteó que no hay posibilidad de desarrollo con políticas neoliberales y con menor inclusión social, al tiempo que no hay condiciones para restaurar formatos de desarrollo nacional durante la globalización.
La clave es intentar llevar adelante nuevas pautas de desarrollo regional que se contrapongan a los intentos de cooptación de los países latinoamericanos por parte de Estados Unidos que ejerce presiones políticas para incorporarlos a Tratados de Libre Comercio que ponen en riesgo las condiciones de crecimiento, explicó el académico.
En este sentido, el bloque regional tendría que articular políticas que permitieran discutir temáticas tales como la liberalización del comercio, las cuestiones concernientes a la propiedad intelectual y a las políticas migratorias, señaló.
A su vez, expresó que problemas como el que surge con la administración de los recursos hídricos exigen la integración para delinear políticas medioambientales, ya que “no se puede pensar en desarrollo sin una ecuación energética de carácter regional”.
A su turno, Carlos María Vilas, director de la Maestría en Políticas públicas y gobierno de la Universidad Nacional de Lanús, se refirió al escenario mundial en el que los países latinoamericanos tienen que llevar adelante sus procesos económicos y políticos, destacando la aceleración de acontecimientos internacionales que provocaron una cierta volatilidad en los últimos meses, sintetizados en: la crisis financiera de Estados Unidos provocada por la especulación bancaria en torno al mercado hipotecario, el efecto de la crisis intervencionista de Estados Unidos que ocasionó el alza de los precios del petróleo y el auge de los commodities sumado a la instalación de China e India en los mercados internacionales.
Este contexto exacerba las pujas distributivas signadas por la apropiación de excedentes que son producto del alza de los precios internacionales y, en consecuencia, no derivan de una mayor eficiencia productiva de los países primarios exportadores. De allí proviene, según Vilas, el carácter volátil de la economía latinoamericana históricamente determinada por subas y bajas que propician situaciones de “pan para hoy y hambre para mañana” dinamizadas por la ausencia de políticas -a largo plazo- de inversiones y de redistribución para el desarrollo.
Los países de América Latina enfrentan una puja redistributiva en escenarios en los que está en expansión la “torta” de ingresos a distribuir, pero lo que se encuentra realmente en disputa es “el maná que cayó del cielo”, en palabras de Vilas. Es decir, que está en el centro de la cuestión si las ganancias quedan para unos pocos productores beneficiados por acontecimientos del mercado mundial y no por sus estrategias productivas o las redistribuye el Estado en función del bienestar general orientado a la justicia social.
La resolución de este conflicto impacta sobre las democracias de la región que “si son coherentes con sus principios siempre son de izquierda”, ya que conducen a las mayorías a procesos de crecimiento. Por ello –expresó Vilas- es que la justicia social en América Latina se logra con el ejercicio de la soberanía política en escenarios de mayor globalización.
Asimismo, el académico destacó que si bien el desafío de la inclusión e integración social es común a todos los países de la región, en Bolivia hoy está en cuestión la integración multiétnica; problemática ya resuelta en países como Uruguay o Argentina a través de la violencia que indujo a procesos históricos dolorosos.
En Latinoamérica, la pelea por la integración social al interior de cada país se da en simultaneidad con los procesos regionales de integración que deben desarrollarse en un contexto de globalización, al contrario de lo ocurrido en Europa, donde la integración social se constituyó por etapas, aseguró.
Alelí Jait