Exportaciones agrícolas. Los riesgos para los productores regionales

La producción agrícola exportable del MERCOSUR (que incluye a la Argentina) ha crecido notablemente durante las últimas dos décadas. La soja como el mayor cultivo de la región, seguida del trigo y el maíz son productos que se destinan en gran parte al mercado mundial, hasta ahora con gran capacidad para absorberlos. De allí que se lancen previsiones optimistas para el futuro. Sin embargo, la concentración en algunos casos de la producción de estos cereales y en otros de su consumo, producen riesgos para los productores regionales, en tanto se trata de países que no cuentan con subsidios y se ven obligados a “captar” los precios, que son determinados por las grandes economías del mercado mundial. Así lo señala Jorge Schvarzer en un trabajo publicado por el Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina (CESPA) del mes de marzo.


No parece haber duda en el sentido de que la expansión agraria contribuye a impulsar el crecimiento de las economías en América Latina. La cosecha de soja por ejemplo, creció de modo sistemático hasta convertirse en una de las mayores producciones agrícolas del MERCOSUR. Durante los últimos años, todo el excedente de ese grano fue enviado al mercado mundial, que al mismo tiempo ampliaba si dimensión; en consecuencia, estos procesos acompañaron y reforzaron el renovado dinamismo exportador de estos países. Ese aporte genera divisas que son necesarias para promover el desarrollo nacional o como alternativa, pagar la enorme deuda externa.

El aumento de esa oferta agrícola, sin embargo, ofrece algunos riesgos y su análisis demanda que se presenten algunos elementos de alerta sobre los efectos potenciales de una mayor inserción en el mercado mundial. En efecto, los mercados mundiales exhiben ciertas tendencias a someterse a decisiones efectuadas por las naciones desarrolladas (en especial por Estados Unidos y la Unión Europea) que tienen influencia significativa en la evolución de aquellos. Estos impactos derivan del hecho de que esas potencias son productores claves de esos bienes (como es EEUU en soja y trigo), o compradores masivos de ellos (como la UE con la soja).

En ambos casos, decisiones como darles subsidios a los productores o regular sus mercados internos, generan un enorme impacto en los precios, así como en la orientación y tamaño en la demanda en el mercado internacional.

Esos procesos son acompañados por otras tendencias que deben ser señaladas. Una es la tendencia al deterioro de los precios de las materias primas, que fue adelantado por Prebisch y Singer hace ya medio siglo, debido a los efectos de las políticas aplicadas por aquellos gobiernos, además del impacto del cambio tecnológico. Además hay enormes fluctuaciones de corto plazo en los precios internacionales de estos productos, que se revelan altamente dependientes de la cosecha en EEUU o de la política de asistencia a sus productores agrícolas aplicadas en cada una de esas dos grandes regiones. Esa tendencia de largo plazo a la caída de precios en medio de fluctuaciones continuas de corto plazo provoca efectos negativos en los países exportadores de menor desarrollo; como es sabido, dichos impactos no pueden ser compensados debido a la debilidad de otras ramas productivas de estas economías.

En definitiva, el impulso exportador liderado por la producción de materias primas agrícolas tiende a verse fluctuado por las relaciones de poder que gobiernan el mercado mundial. El futuro visible plantea diversos desafíos al MERCOSUR que merecen ser debatidos. Para aportar a ese análisis, veremos la evolución de cosechas, mercados y precios de varios productos agrícolas durante el ultimo cuarto de siglo.

La cultivos básicos de la región

En el ultimo cuarto de siglo, la cosecha mundial de soja pasó de 80 a 180 millones de toneladas, con una participación decreciente de EEUU que cayó 60% al 40% del total, mientras la producción combinada de Argentina y Brasil pasó al 40% del total mundial. La posición de hegemonía estadounidense depende sin embargo de factores tales como subsidios y mantenimiento de stocks. (ver nota aparte)

La situación del maíz se presenta con la misma secuencia que en el caso de la soja. Su producción mundial pasó de 400 a 600 millones de toneladas en el último cuarto de siglo. EEUU es el mayor productor y su cosecha representaba el 41% del total hacia 2002. Argentina y Brasil llegaron en ese mismo año al 12% del total mundial. Esos tres países producen mas de la mitad de la oferta mundial, pero cuando se pasa a las exportaciones se observan algunas diferencias. EEUU consume un tercio del total mundial, con lo que queda para vender al exterior el 20% de su producción (60% del maíz producido mundialmente). El MERCOSUR exhibe una situación particular porque Brasil, que es un gran productor, consume prácticamente todo lo que cosecha, mientras que Argentina exporta las dos terceras partes de la suya. En conjunto, EEUU y la Argentina controlan 71% de la oferta mundial aunque de nuevo, esas ventas son mucho mas importantes en términos relativos para el segundo país. Los precios del maíz muestran la misma tendencia observada en la soja: fluctuaciones intensas en el corto plazo y baja continua de sus valores en dólares constantes.

En el caso del trigo, este cereal tiene mejor dinamismo que los otros, puesto que sus cosechas solo aumentaron 30% en el último cuarto de siglo. EEUU y el MERCOSUR tienen menos del 20% de la producción total. La mayor parte de los países importadores compran individualmente menos de 2% de la oferta en el mercado mundial y son por lo tanto, captadores de precios.

Conclusiones

Los tres casos considerados de productos agrícolas de clima templado exhiben una problemática semejante. En los tres hay una fuerte presencia de la cosecha de EEUU, que es el principal oferente mundial y que apoya además su influencia sobre el mercado en una serie de herramientas derivadas de su potencial económico. En algunos casos se nota la influencia paralela de la Unión Europea.

La influencia sobre esos mercados ocurre paralela a la tendencia a la caída de los precios de dichos productos, medidos por su poder de compra. Esa tendencia se produce en medio de intensas fluctuaciones coyunturales que crean riesgos muy apreciables para los productores. Esta ultima consecuencia es evidente para países como Argentina y Brasil que por otro lado, tiene una fuerte dependencia de los ingresos derivados de la venta de esos productos en el mercado mundial.

* Agricultura y producción alimentaria en el MERCOSUR frente al mercado mundial. Problemas y desafíos. CESPA, Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina.No parece haber duda en el sentido de que la expansión agraria contribuye a impulsar el crecimiento de las economías en América Latina. La cosecha de soja por ejemplo, creció de modo sistemático hasta convertirse en una de las mayores producciones agrícolas del MERCOSUR. Durante los últimos años, todo el excedente de ese grano fue enviado al mercado mundial, que al mismo tiempo ampliaba si dimensión; en consecuencia, estos procesos acompañaron y reforzaron el renovado dinamismo exportador de estos países. Ese aporte genera divisas que son necesarias para promover el desarrollo nacional o como alternativa, pagar la enorme deuda externa. El aumento de esa oferta agrícola, sin embargo, ofrece algunos riesgos y su análisis demanda que se presenten algunos elementos de alerta sobre los efectos potenciales de una mayor inserción en el mercado mundial. En efecto, los mercados mundiales exhiben ciertas tendencias a someterse a decisiones efectuadas por las naciones desarrolladas (en especial por Estados Unidos y la Unión Europea) que tienen influencia significativa en la evolución de aquellos. Estos impactos derivan del hecho de que esas potencias son productores claves de esos bienes (como es EEUU en soja y trigo), o compradores masivos de ellos (como la UE con la soja). En ambos casos, decisiones como darles subsidios a los productores o regular sus mercados internos, generan un enorme impacto en los precios, así como en la orientación y tamaño en la demanda en el mercado internacional. Esos procesos son acompañados por otras tendencias que deben ser señaladas. Una es la tendencia al deterioro de los precios de las materias primas, que fue adelantado por Prebisch y Singer hace ya medio siglo, debido a los efectos de las políticas aplicadas por aquellos gobiernos, además del impacto del cambio tecnológico. Además hay enormes fluctuaciones de corto plazo en los precios internacionales de estos productos, que se revelan altamente dependientes de la cosecha en EEUU o de la política de asistencia a sus productores agrícolas aplicadas en cada una de esas dos grandes regiones. Esa tendencia de largo plazo a la caída de precios en medio de fluctuaciones continuas de corto plazo provoca efectos negativos en los países exportadores de menor desarrollo; como es sabido, dichos impactos no pueden ser compensados debido a la debilidad de otras ramas productivas de estas economías. En definitiva, el impulso exportador liderado por la producción de materias primas agrícolas tiende a verse fluctuado por las relaciones de poder que gobiernan el mercado mundial. El futuro visible plantea diversos desafíos al MERCOSUR que merecen ser debatidos. Para aportar a ese análisis, veremos la evolución de cosechas, mercados y precios de varios productos agrícolas durante el ultimo cuarto de siglo. La cultivos básicos de la región En el ultimo cuarto de siglo, la cosecha mundial de soja pasó de 80 a 180 millones de toneladas, con una participación decreciente de EEUU que cayó 60% al 40% del total, mientras la producción combinada de Argentina y Brasil pasó al 40% del total mundial. La posición de hegemonía estadounidense depende sin embargo de factores tales como subsidios y mantenimiento de stocks. (ver nota aparte) La situación del maíz se presenta con la misma secuencia que en el caso de la soja. Su producción mundial pasó de 400 a 600 millones de toneladas en el último cuarto de siglo. EEUU es el mayor productor y su cosecha representaba el 41% del total hacia 2002. Argentina y Brasil llegaron en ese mismo año al 12% del total mundial. Esos tres países producen mas de la mitad de la oferta mundial, pero cuando se pasa a las exportaciones se observan algunas diferencias. EEUU consume un tercio del total mundial, con lo que queda para vender al exterior el 20% de su producción (60% del maíz producido mundialmente). El MERCOSUR exhibe una situación particular porque Brasil, que es un gran productor, consume prácticamente todo lo que cosecha, mientras que Argentina exporta las dos terceras partes de la suya. En conjunto, EEUU y la Argentina controlan 71% de la oferta mundial aunque de nuevo, esas ventas son mucho mas importantes en términos relativos para el segundo país. Los precios del maíz muestran la misma tendencia observada en la soja: fluctuaciones intensas en el corto plazo y baja continua de sus valores en dólares constantes. En el caso del trigo, este cereal tiene mejor dinamismo que los otros, puesto que sus cosechas solo aumentaron 30% en el último cuarto de siglo. EEUU y el MERCOSUR tienen menos del 20% de la producción total. La mayor parte de los países importadores compran individualmente menos de 2% de la oferta en el mercado mundial y son por lo tanto, captadores de precios. Conclusiones Los tres casos considerados de productos agrícolas de clima templado exhiben una problemática semejante. En los tres hay una fuerte presencia de la cosecha de EEUU, que es el principal oferente mundial y que apoya además su influencia sobre el mercado en una serie de herramientas derivadas de su potencial económico. En algunos casos se nota la influencia paralela de la Unión Europea. La influencia sobre esos mercados ocurre paralela a la tendencia a la caída de los precios de dichos productos, medidos por su poder de compra. Esa tendencia se produce en medio de intensas fluctuaciones coyunturales que crean riesgos muy apreciables para los productores. Esta ultima consecuencia es evidente para países como Argentina y Brasil que por otro lado, tiene una fuerte dependencia de los ingresos derivados de la venta de esos productos en el mercado mundial.

GB