Factores recesivos deprimieron el comercio y la inversión en 2016

Entre mediados de 2015 y la primera mitad de 2016, el contexto nternacional que enfrentó el bloque regional se caracterizó por el bajo crecimiento de las principales economías y la contracción del comercio mundial. Esto tuvo una repercusión negativa para los socios del MERCOSUR. La fragilidad del comercio mundial fue acompañada por factores adicionales de incertidumbre, como la posibilidad de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y complicaciones políticas internas.


El Informe MERCOSUR Nº 21 del Intal/ BID, analiza la coyuntura macroeconómica, el intercambio comercial y los flujos de inversión de sus países miembros.

El debilitamiento de la demanda de los países en desarrollo, incluyendo a China –principal importador de las materias primas exportadas por el MERCOSUR– y a la propia región, afectó al comercio. Los flujos de intercambio experimentaron intensas presiones deflacionarias, principalmente el segmento de los productos básicos que integran una parte importante de la canasta exportadora de los países del MERCOSUR. Los precios de estos bienes registraron una grave contracción en 2015 y, aunque estas tendencias se moderaron al inicio de 2016, la situación macroeconómica del bloque se deterioró a lo largo del año. Los menores ritmos de actividad, incluyendo una fuerte y prolongada recesión de la economía brasileña, impactaron en el comercio intrabloque.

 

Evolución de los precios de las exportaciones de mercancías de los países del MERCOSUR, Índices 2010=100

[Fuente: Elaboración propia con datos del INDEC, FUNCEX, BCU y CEPAL.]

 

La acción combinada de la débil demanda global y del propio enfriamiento de las economías de la región ‑una suerte de tormenta perfecta‑ deterioró los flujos comerciales del acuerdo, tanto hacia mercados extra-regionales como entre sus miembros. Tanto las exportaciones como las importaciones de bienes se redujeron de manera generalizada en 2015. Si bien, en el primer semestre de 2016, la caída de las ventas externas fue menos pronunciada, el ajuste de las importaciones prosiguió con intensidad. Esto último impulsó una mejoría de la cuenta corriente de las balanzas de pagos pero la dinámica subyacente obedeció a factores recesivos que deprimieron el comercio y la inversión. Cabe notar que la debilidad exportadora se inscribe en una tendencia que se remonta a 2012, mientras que las importaciones comenzaron a debilitarse en 2014, de manera que se acumularon presiones en la balanza de pagos y en los mercados cambiarios. Las exportaciones de servicios, estancadas desde 2011, también se redujeron en 2015. Por su parte, en el poco favorable escenario macroeconómico del bloque, los flujos de IED fueron exiguos.

 

Evolución del comercio total del MERCOSUR

En miles de millones de dólares

[Fuente: Elaboración propia con datos del INDEC, MDIC, BCP, BCU y BCV.]

 

La atonía de la agenda interna

Estas dificultades de orden macroeconómico, externas e internas, junto con elementos de turbulencia política dentro del bloque no fueron un terreno fértil para la profundización de la agenda institucional de integración. La Presidencia paraguaya (segunda mitad de 2015) comenzó bajo el signo de fuertes tensiones comerciales, tratadas mediante una iniciativa orientada a identificar barreras al intercambio entre los propios miembros del bloque. Este conflicto coyuntural se sumó a un cuadro de atonía y de falta de consenso respecto a un conjunto importante de cuestiones normativas irresueltas que incluyen temas que van desde el comercio de servicios hasta las compras públicas. A finales de 2015, el recambio político en Argentina permitió eliminar algunas de las fricciones más notorias relativas a la circulación de bienes dentro del bloque. La presidencia uruguaya (primera mitad de 2016) estuvo caracterizada principalmente por la búsqueda de flexibilidad en materia de relacionamiento externo. Las nuevas perspectivas no han generado, sin embargo, una visión estratégica para el acuerdo, considerando que gran parte de la energía negociadora se consumió en otro foco de desencuentro, centrado en el status de la incorporación de Venezuela y su ejercicio de la Presidencia Pro Tempore en la segunda mitad de 2016, función que finalmente fue asumida por los socios fundadores.

 

Los ejes bilaterales de negociación

El déficit que se registró en el desarrollo institucional del MERCOSUR tuvo cierto contrapeso en el activismo negociador y la cooperación bilateral. En ese sentido, la culminación de un acuerdo por cuatro años relativo al comercio automotor entre Argentina y Brasil fue un logro importante referente a este intercambio que, si bien no hace parte del núcleo del acuerdo, constituye uno de los vínculos más relevantes del espacio comercial de los miembros. El horizonte temporal, mayor que el que venía siendo usual, otorga un elemento de certidumbre para el sector. Del mismo modo, avances en materia de facilitación comercial y de coordinación entre las economías de mayor dimensión del bloque fortalecieron las condiciones para un intercambio fluido entre los países. Asimismo, diversas iniciativas de cooperación en materia de integración física y energética, en transporte aéreo y terrestre también afianzaron los vínculos entre los integrantes del acuerdo.

 

El MERCOSUR y el mundo

El aspecto más saliente de la vida institucional del bloque durante el período de análisis fue un incipiente cambio de orientación en torno al posicionamiento del MERCOSUR frente al resto del mundo. Tras muchos años en que, por diversas razones, la agenda externa no ocupó un lugar importante, en la primera mitad de 2016 se produjeron varias iniciativas relevantes. De hecho, las Presidencias de Paraguay y Uruguay dieron un énfasis particular a la agenda externa del MERCOSUR, lo cual tuvo receptividad por parte de Argentina.

Después de una largamente demorada negociación, sobresalió un nuevo intercambio de ofertas entre el MERCOSUR y la Unión Europea, verificado en mayo de 2016. Al mismo tiempo la agenda de aproximación con la Alianza del Pacífico registró progresos que, aunque granulares, fueron reforzados por negociaciones bilaterales, a veces en puntos técnicos muy específicos. El sentido de una convergencia regional de estas iniciativas se realzó en la medida en que, durante este período, también se produjo un salto en el grado de incertidumbre que rodea a los procesos globales de integración (el estancamiento de la ronda de Doha auspiciada por la OMC) y a la negociación de los denominados “mega-acuerdos”.

El resultado de la consulta respecto a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, así como posibles cambios en la estrategia de inserción de Estados Unidos que podría traer el recambio político en ese país, son factores que abren un abanico de posibilidades respecto a futuros equilibrios en materia de relacionamiento externo del bloque. De allí la importancia de consolidar procesos de integración en el espacio regional latinoamericano y caribeño y de dotar a la agenda de relacionamiento de un sentido pragmático, positivo y multidimensional

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