Flexibilidad en la política económica de 2006
En 2005 la economía brasileña creció sólo 2,4%. Las perspectivas para 2006 son más alentadoras, dado que se prevé una expansión de 3,5%. El principal riesgo es político, ya que 2006 es un año electoral. Lula busca la reelección, y se espera estimule la economía a través de una mayor flexibilidad fiscal. El informe de la consultora Ecolatina se refiere también a los caminos diferentes adoptados por Argentina y Brasil de cara a los agentes económicos.
A diferencia de lo que sucedió en 2005, este año el mayor dinamismo corresponderá a la demanda interna. La producción industrial muestra las mejores perspectivas (+4%). De todas maneras, las exportaciones crecerán aproximadamente 4,8%, impulsadas por el aumento de la demanda mundial y la depreciación prevista del tipo de cambio real (1%).
Las importaciones se incrementarán 18%. Los envíos argentinos al país vecino crecerán 13% y sumarán 7.000 millones de dólares (800 millones más que en 2005)
La baja de las tasas de interés favorecerá la concreción de inversiones. En efecto, se prevé un incremento en torno de 9%, alcanzando 20% del PBI. De todas formas, existe incertidumbre política y las tasas de interés – aunque menores – seguirán siendo elevadas, en un contexto en que la industria necesita inversiones porque la utilización de la capacidad instalada supera 85%. Mediciones locales indican que sólo una de cada cuatro empresas planea incrementar sus inversiones, frente a un promedio de 35% de las firmas en el resto de América Hispana.
La situación financiera de Brasil será sostenible, en tanto no se produzca un cambio brusco en las condiciones internacionales de liquidez y se mantenga la solvencia fiscal. Los menores pagos de intereses reducirán las necesidades de financiamiento. La obtención de los fondos no parece difícil de cumplir, tal como queda en evidencia en la primera emisión de deuda de 2006: se colocaron 1.000 millones de dólares y la demanda triplicó la oferta del Gobierno.
Expectativas inversoras
Tal como se mencionó previamente, la política monetaria restrictiva se tradujo en una desaceleración de las inversiones, no sólo por el mayor costo de financiación sino por las menores perspectivas de crecimiento de la demanda doméstica. De hecho, la ortodoxia en materia monetaria ha sido el eje de las críticas de los industriales al Gobierno de Lula, tanto por la elevada tasa de interés como por la apreciación del tipo de cambio.
Para 2006 el panorama es más alentador, ya que la disminución de la tasas de interés favorecerá una suba de la inversión, proyectada en 9%, que la ubicará alrededor de 20% del PBI. De todas maneras, tipos de interés real superiores a 10% aún son elevados, en tanto que la incertidumbre política por la proximidad de las elecciones es la principal amenaza para la ampliación de la capacidad productiva.
Cabe destacar que la industria brasileña necesita inversiones, dado que el nivel de utilización de la capacidad instalada supera 85%. Además, este fenómeno es homogéneo a nivel sectorial: en todos los grandes rubros se emplea más de 80% de los recursos disponibles.
No obstante, sólo 38% de las firmas industriales prevé aumentar sus inversiones en maquinaria y equipo durante 2006.
Las actividades manufactureras donde la ampliación de la capacidad productiva es más urgente son la elaboración de caucho, fabricación de cosméticos y productos de limpieza, papel y celulosa y metalurgia. En todas estas ramas industriales menos de 10% de los recursos se encuentran ociosos.
Argentina y Brasil. Dos caminos diferentes
La experiencia brasileña muestra que la ortodoxia en materia fiscal y monetaria permitió mantener la inflación bajo control. Sin embargo, el nivel fijado como objetivo para el incremento de los precios dio lugar a tasas de interés muy elevadas que redujeron el ritmo de inversión y obligaron a resignar más de un punto de crecimiento.
Los caminos elegidos por la Argentina y Brasil son muy diferentes y hasta ahora los resultados obtenidos también muestran contrastes. Más allá de cierta fortaleza en los superávits gemelos (comercial y fiscal) en ambos países los Gobiernos están ofreciendo a los agentes económicos recetas diferentes. Las autoridades argentinas intentan preservar el tipo de cambio nominal competitivo –aunque en términos reales existe una apreciación del peso– y evitan convalidar tasas de interés real elevadas. Los resultados son el mantenimiento de una tasa de crecimiento “relativamente” alta y un nivel de inflación mayor al del país vecino.
Brasil, por su parte, se inclinó por una mayor ortodoxia económica, a partir de los sucesivos incrementos en la tasa de interés de referencia y la apreciación del real. Los resultados están marcando menores tasas de inflación, pero un ritmo de crecimiento más lento que en la Argentina e incluso que el proyectado en el propio Brasil en años anteriores.
Además, existe el peligro de un mayor grado de volatilidad en el tipo de cambio, incrementando la vulnerabilidad de la economía frente a los vaivenes de los mercados internacionales de capitales de los cuales es muy dependiente.
Sin embargo, la menor popularidad de Lula por las denuncias de corrupción, en un contexto en que intentará ser reelegido, permite vislumbrar que la política económica brasileña podría adquirir un mayor grado de flexibilidad, aunque sin alterar los lineamientos básicos.
Es decir, se observará un mayor grado de intervención en el mercado cambiario para recomponer las reservas internacionales, en tanto que aumentará el gasto público y disminuirá la tasa de interés, con el objetivo de estimular la inversión y el consumo y acelerar el ritmo de expansión de la economía.